Por Arash
«El golpe del 25 de
abril –se refiere a la "Revolución de los Claveles"—
fue el increible comienzo de un movimiento mundial –el
tercero en la historia
después de las revoluciones
alrededor de 1848, y después
de 1926, según el autor—
hacia las democracias, porque los golpes de estado derrocaban con
mucha mayor frecuencia los regímenes democráticos en vez de
instaurarlos».
«Portugal, sin embargo,
se convirtió en un fenómeno diferente de Rusia. Los Kerensky
ganaron. La democracia triunfó.» (La tercera ola)
Resulta muy común en las
teorías inspiradas, en general, por el liberalismo –como la
contenida en "La tercera ola", obra de Samuel
Phillips Huntington, quien trabajara cierto tiempo en la Casa Blanca
de EEUU—, identificar la democracia burguesa / democracia liberal, con la democracia.
Quizás, para matizar más, en las teorías inspiradas por aquello
que algunos llaman "liberalismo democrático", puesto que
no es cierto que todo aquel, a lo largo de toda su historia, haya
convivido y reivindicado el pluripartidismo, que asumen como garante
de ella.
Sirvan de ejemplo los casos
de la Francia revolucionaria de 1789. Los girondinos, defendían un
liberalismo clásico, y eran aquellos que más diréctamente
patrocinaban, en la Asamblea Nacional francesa, luego Asamblea
Legislativa, a la gran burguesía industrial y comercial. Tan sólo
deseaban su derecho exclusivo a participar en las decisiones
políticas y en la vida política del Estado capitalista mediante el
sufragio censitario, relegando oficial e institucionalmente a las
otras clases sociales populares y a la pequeña burguesía artesanal
a la marginalidad política. En el Reino de Francia que ellos
gobernaron, no existían todavía los partidos políticos, al menos
en su versión moderna.
Los jacobinos pretendieron
ser la expresión de la voluntad del "interés unitario"
del pueblo. Llevaron a la horca a decenas de miles de franceses
contrarrevolucionarios. Ello no quita, no obstante, para admitir las
grandes conquistas que se produjeron durante su gobierno, durante el
gobierno de la Convención Nacional: la supresión de la monarquía
francesa y la proclamación, posterior, de la I República Francesa,
así como la instauración del sufragio universal (masculino). Fruto
de su marcado populismo y su convicción en ese "único
interés", tampoco existían partidos políticos en esta
acepción moderna.
Entonces, el
pluripartidismo, tomando en consideración el concepto moderno de
partido político, no existe en la I República Francesa y fueron
otras corrientes liberales posteriores las que asimilaron el mismo.
Puede que a esas corrientes se refieran algunos autores cuando hacen
referencia al "liberalismo democrático", que al menos
contrastan mínimamente con quienes tratan de hacer pasar el
liberalismo como la máxima expresión ideológica democrática.
También es necesario
aclarar que las victorias democráticas que se lograron durante el
gobierno de la Convención Nacional, fueron fruto de la movilización
exitosa de las masas, que desempeñaron su lucha muchos de ellos como
jacobinos o como parte de otro de los clubes. A nadie se le
debiera de ocurrir criminalizar la conquista popular del sufragio
universal en la (por la) que lucharon jacobinos, cordeleros, etc, a
pesar el terror posterior del gobierno jacobino.
En cualquier caso, lo que
Huntington quiere decir afirmando que el "Kerensky portugués"
venció en la región lusitana de los años 70 y que por ello
triunfó la «
democracia» en aquel país –lo mismo que en
España—, es que se actualizaron regímenes de inspiración
fascista que en los convulsos años revolucionarios de la primera
mitad del siglo XX fueron un recurso y herramienta de las distintas
burguesías nacionales para acabar con la revolución social, con la
emancipación del proletariado. Desde las burguesías española,
italiana y alemana, que "impulsaron" a fuerzas
antidemocráticas al poder de sus Estados mediante el terrorismo y el
paramilitarismo patronal (y el propio voto, sólo que cuando este
dejó de ser una herramienta a su favor optaron por obviarlo
utilizando los otros dos), hasta las burguesías norteamericanas y en
general anglosajonas, que alimentaron financieramente y conservaron
convenientemente en el poder las anteriores opciones políticas
totalitarias mediante la propaganda antisemita, el apoyo de
infraestructura para la construcción y fabricación de armamento militar, el
abastecimiento comercial, y la congelación de las cuentas bancarias
de los judíos para financiar sus Estados fascistas títeres del
anticomunismo y la reacción [
1].
La "Revolución de los
Claveles" marcó el inicio de una nueva ola, es cierto, pero,
¿qué triunfó en ella, o en la transición española? Es cierto que
triunfaron las libertades democráticas, y ello es positivo porque ellas son necesarias para la propia lucha del movimiento obrero y
de la clase trabajadora en estos y en todos los países. No es excusa
para dejar de defender a estas ni tampoco a aquello que de
democrático conserve el sistema político actual a pesar de la
crisis capitalista pero no deja de ser verdad que se consolidaron
regímenes burgueses, en un momento en el que, como a lo largo del
resto del siglo XX que precedió a dichas transiciones, la burguesía
temía procesos y dinámicas que pudieran orientar la lucha social
hacia la centralidad de la clase trabajadora en ellas. No fueron entonces aquellas libertades, las democráticas, las que la monarquía y los franquistas reformadores de FET y de la JONS revestidos en Alianza Popular y después, muchos de sus dirigentes, en el Partido Popular, nos arrebataron, en general. Esto, a diferencia de la democracia orgánica de los anteriores, no es ninguna partitocracia, ni ninguna dictadura de ningún partido.
Esto de lo que estoy hablando, pues, es el motivo de las tan
"excepcionalmente" buenas y cordiales relaciones entre un
país
democrático, o
Estado liberal como Estados Unidos y la dictadura
totalitaria española –aunque algunos, para restarle importancia,
la adjetiven como "autoritaria" sólamente— , de las
bases militares norteamericanas en España –con las que
Podemos
casi indudablemente sea compasivo y tolerante [
2], como con la UE, la
monarquía, y demás—, o de aquella operación militar aliada
denominada
Overlord, o
Hacha de Batalla, o
Hacha de
Guerra, llevada a cabo en junio de 1944 en la costa normanda
–dejando de lado posibles explicaciones militares estratégicas—.
Sin ir más lejos, es
también el motivo de que las clases poseedoras autóctonas
arrebatasen a la clase trabajadora y demás clases populares, esto
sí, la II República Española, fuértemente vinculada con las
luchas obreras, aquellas con las que una burguesía franquista y
totalitaria (falangismo, conservadurismo, nacional-catolicismo, etc)
que se "liberal-democratizó" en la Transición, y que de
nuevo tiende a "autoritarizarse", quieren acabar. Pueden
ilustrar tal vinculación de la que hablaba, la conquista de la Ley
de Contratos de Trabajo –aprobada por un entonces marxista y obrero
PSOE en el gobierno (hoy partido derechista burgués del
keynesianismo y el social-liberalismo), y que limitaba los despidos,
trataba de blindar el derecho de huelga, e instauraba las vacaciones
pagadas—, la Revolución de Asturias de 1934 – socialistas,
anarquistas y comunistas se unieron bajo la hoy tan necesaria Unidad de Hermanos Proletarios,
cuyas siglas se comienzan a ver de nuevo en las manifestaciones
obreras; la única unión que puede detener el oportunismo
interclasista de estos días—, o la revolución social de Barcelona
de 1936. Y especialmente, y al márgen de los combates internos que
pienso nunca debieran haber ocurrido, el alineamiento del
proletariado con el bando republicano para defenderla frente a los
nacionales (nacional-sindicalistas y falangistas, nacional-católicos,
conservadores, etc) a partir de 1936.
Con esto pretendo decir que
las libertades políticas, fueron una concesión sustitutiva de muchas
de las dictaduras de corte fascista utilizadas por entonces para detener y acabar
con el "socialismo real". Las dictaduras capitalistas eran
insostenibles una vez se había derrotado al Bloque del Este, con
gran cantidad de estrategias sucias, golpes de Estado, y dólares
norteamericanos de por medio. Pero en la estructura económica
fundamental no se cedió un ápice, cuando los Estados de bienestar
desarticularon al movimiento obrero; Estados de bienestar con los que
en la actualidad se acaba deliberadamente, como si hubieran tenido
desde siempre un carácter temporal y terminal.
En cuanto a la "ola"
huntingtoniana en la "otra parte", supuesta
"democratización" del Este de Europa que necesita de las
lecciones "democráticas" de occidente, en realidad cruzada
ultraliberal y librecambista contra el comunismo, no exenta de
tendencias ultranacionalistas y fascistas, se hablará en las líneas
siguientes.
La concepción
huntingtoniana de «democracia», tomada en gran parte de
Dahl, establece un criterio de dos variables: la competitividad y la
participación.
Antes de continuar con estas
dos variables, es revelador decir que, en base a este criterio
anterior, Huntington toma de "fundaciones sin ánimo de lucro"
como
Freedom House u
Open Society, que en realidad son
fundaciones paralelas a los partidos demócrata y republicano
norteamericanos y están controladas por poderosos lobbies y por el poder
económico, toda una clasificación, en forma de mapas, de países
que son «
autoritarios» y países que son «
democracias».
¿Qué es lo primero que
debiéramos de preguntarnos, ante el hecho de que estas
organizaciones no gubernamentales que reciben fondos y financiación
fundamentalmente del gobierno de EEUU –sobre todo a través de la
Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional
(USAID)— y que están dirigidas por lo peorcito de la burguesía
financiera norteamericana, elabore mapas sobre los países que son
«democracias» y los que no lo son?
¿Estarán jugando a los
dados sobre el tablero mundial?
¿Se os habrá olvidado ya
–me dirijo a la opinión pública manipulada no por otras que
pueden incumbirme, sino por esta clase de mentiras— la Invasión
norteamericana de Irak?
¿Es que no os importa el
papel de EEUU en la República Democrática de Afganistán, cuando la
CIA enseñaba prácticas de tortura y entrenaba en insurgencia a
grupos yihadistas para tratar de arrebatar la influencia soviética?
Esos grupos a los que hace
bien poco armó la OTAN (reciéntemente me he enterado de que esta
última alianza va a realizar maniobras militares masivas este otoño
en España, con hasta 30.000 efectivos armados o más, para tratar
irresponsablemente de intimidar a Rusia y sus socios económicos [
3])
para combatir la anterior república libia gobernada por Gadafi, que
andan decapitando a los "infieles" en Oriente Medio y el
Maghreb. Irónica y muy grotescamente, a lo que se referían en realidad muchos de los teóricos occidentales -algunos de "izquierdas"- y medios de comunicación cuando hablaban de la "primavera árabe", de los "rebeldes libios" y del
Ejército Libre Sirio (en lugar de llamarles lo que son, terroristas y mercenarios), es que se avecinaba un "verano" que les iba a achicharrar. Debería darles vergüenza, porque lo cierto es que tras esta "primavera", estos mercenarios incineradores han conseguido toneladas de armamento, servir de fuerza de choque y de excusa para una intervención militar, y elevarse cualitativamente hasta rango de beligerante -victorioso en Libia, ni más ni menos- en guerras civiles.
La posición, durante la
guerra fría, de la URSS o de Cuba, tomando parte en los procesos de
descolonización –apoyando a los frentes de liberación nacional—
de una África todavía hoy dominada por el capital norteamericano y
europeo, me parece personal y descomunalmente más honrada y
progresista que el saqueo criminal que practica EEUU y Europa, a
través de sus multinacionales, en todo el mundo.
¿O es que acaso creen que
EEUU ha cambiado su política exterior desde la Guerra Fría hasta
nuestros días? La respuesta está contenida en las palabras de los
propios multimillonarios, inversores de bolsa y globalistas liberales
–véase el documental, si no se ha visto ya, de "Estados
Unidos a la conquista del Este"— que dirigen las ONG's
anteriormente mencionadas: "hacen de manera transparente lo que
antes hacía la CIA" –dice así, casi literal; ver documental—
, una institución que, desde luego y sin lugar a dudas, desea la
democracia en el mundo.
En primer lugar, si es
posible, utilizan el poder económico capitalista para crear
disidencias controladas y guiarlas precísamente contra la
democracia; creadas dichas disidencias controladas mediante la
dependencia del capital norteamericano donado [
4]; gran parte de la capacidad de funcionamiento de estas disidencias, depende de ese capital, por eso son adictas y teledirigidas, no hace falta que los "ninis" se inventen paranoias para justificarse. Se trata de
dirigir a las masas, dependientes de ese poder económico
capitalista, hacia el derrocamiento de poderes políticos de Estados
que no están alineados económicamente con el Imperio
norteamericano: donaciones generosas de miles de dólares, apoyo con
infraestructura, financiación de imprentas opositoras al gobierno... ¿va sonando la canción?: justo lo que sucedió
en EEUU durante el auge del fascismo en los años 20 del siglo
pasado; exactamente lo que hizo la oligarquía capitalista
norteamericana con el nazismo en Europa. Un fantasma se cierne sobre
Europa y, por desgracia para el proletariado e incluso para la
humanidad, no es el comunismo.
Hasta ahora –desde hace
algo más de la caída de la Unión Soviética y de los Estados del
"Socialismo real"— puede que sólo cantidades
minoritarias donadas por el departamento norteamericano hayan caído
en manos de los sectores más "radicales", pero esperen,
porque de aquí en adelante ese dinero, como ya lo hace, va a caer
cada vez en mayor cantidad y proporción en manos de yihadistas –en
el mundo árabe— y de fascistas –en occidente—. Lo acabamos de
ver hace un año en el Euromaidán de Kiev de 2014, un ejemplo límite
aterrador de cómo las revoluciones de colores de ciudadanos
indignados se daban de la mano con "revoluciones nacionales"
de ultranacionalistas y fascistas, que eran estos últimos realmente
quienes convocaban las manifestaciones desde finales de 2013 en Kiev,
a las cuales se sumaban los primeros. Estas son las magníficas
relaciones internacionales que practica EEUU: las que amenazan a Cuba
bajo una aparente amistad, entre otras. Sólo quiero añadir a esto,
que me parece una actitud muy negativa la contenida en las
declaraciones, con algo de tiempo ya, del líder de la formación
política
Izquierda Anticapitalista (IA) y su posición de
apoyo al Euromaidán indignado-fascista [
5], así como su iniciativa
de
Podemos, que está contribuyendo a sembrar la tierra idónea
para el peor de los oportunismos.
Respecto a esto último,
dice Santiago Alba Rico que, aquello a lo que se refiera él cuando
habla de "izquierda", utiliza un esquema que se basa en la
especulación (y se retroalimenta con el utilizado por la "derecha")
y que se vale de manipulaciones. En ambos esquemas ("pro-ruso"
y "pro-occidental"), faltaría siempre un actor: "la
gente", que en Ucrania la han constituido los que se sumaban
a las largas, luminosas –utilizaban antorchas, como Amanecer
Dorado (XA) en Grecia—y ruidosas manifestaciones –"¡Bandera
(el genocida
colaboracionista),
héroe de Ucrania!"— que convocaban los ultranacionalistas
y los fascistas. Habría que tragar con tal situación, porque es "la
gente" la que está actuando, incluso si a su costa crecen
opciones políticas totalitarias que hasta se hacen con el poder y
amenazan no la Europa de los capitalistas –la Unión Europea; el fascismo es una herramienta a su servicio, por mucho que digan—, sino la integridad de los pueblos de Europa a los que
amenazan con una nueva guerra. Pero esta actitud, que en
absoluto pienso que sea la que está al lado del pueblo ucraniano, y
que sí que pienso que sirve al capitalismo occidental en fase de
sabotaje y aislamiento económico progresivamente creciente a Rusia
y cia –a base de "revoluciones de colores"— y, en un
futuro no muy lejano, en fase de tercera guerra mundial –cuando
EEUU tenga la terrorífica y suficiente confianza en la derrota
militar de Rusia—, no será tratada por este simple crítico más
de lo debido.
Continuando con lo que
decía, el título del libro de Huntington, "La tercera ola",
quizás sea una premonición o un aviso oculto sobre una tercera ola
reaccionaria y totalitaria global reivindicada por ellos, después de
las restauraciones conservadoras y absolutistas del Antiguo
Régimen en el siglo XIX, y las restauraciones, ya con un
movimiento obrero más maduro y con unas reivindicaciones sociales
más elaboradas, llevadas a cabo por aquellos otros (neo)conservadores
(el inspirador de las raíces del falangismo y de las JONS, Onésimo
Redondo, era un conservador y estuvo en el partido político
monárquico y conservador Acción Católica actuando como
propagandista) que plagiaron el discurso de las organizaciones
obreras, de Estados antidemocráticos. Con la segunda ola de la
restauración me refiero al fascismo, por aclarar. La tercera es la
ola de la que habla Huntington.
Sea lo que sea, lo que en
absoluto parece que quiera decir la "tercera ola" a la que
se refiere Huntington, es que se avecine una tercera ola democrática.
No cuela "ni harto de grifa", Huntington. Insisto en la
lectura de la aberrante mezcla de ultranacionalismo norteamericano,
imperialismo, ultraliberalismo y anticomunismo (oculto).
Entonces, ¿qué significa
ese "mapa de la libertad", elaborado de manera cínica por
la fundación liberal globalista Freedom House, que utiliza el
autor del libro? ¿A qué llama «democracia» y
«autoritarismo»?
Intentaré responder lo que
yo creo obvio, con más preguntas.
¿Por qué la mayoría de
los Estados catalogados como "no libres", o «autoritarios»,
son todos aquellos cuyas políticas económicas están volcadas al
comercio con Rusia y China? ¿Por qué salta a la vista tanto –además
de por su vasta extensión geográfica— que Rusia sea uno de esos
países que hay que «democratizar»? La misma pregunta vale
para China, sin duda.
¿Por qué un Estado
socialista como la República de Cuba aparece también como un país
«autoritario» o "no libre"? La respuesta a este
caso particular es que hay unipartidismo; volveré con ella al final.
¿Por qué la República
Bolivariana de Venezuela aparece catalogada como "semilibre"?
¿Por qué países como Colombia o México, en cuyos Estados ejercen
funciones narcotraficantes de esos que EEUU dice combatir, aparecen
como "semilibres" –equiparados desvergonzadamente con
una Venezuela ya muy criminalizada— y no como "no libres"?
En septiembre de 2014 la
corrupta policía mexicana entregó en Iguala a 43 estudiantes a
cierta mafia, que terminó practicando un auténtico genocidio y una
mutilación con ellos.
Un estilo que recuerda a los
lazos institucionales con el narcotráfico de la época de Pablo
Escobar en el régimen yankee-aliado de Colombia, aunque no hace
falta retroceder tanto en el tiempo porque la ESMAD –policía
antidisturbios— utiliza machetes y armas no reglamentarias para
aterrorizar y torturar a los manifestantes en la actualidad [
6]. En
la Huelga General del 14-N en España, también vimos a la Policia Nacional con
porras extensibles [
7], por cierto.
Reconozco que no es el tema
que estamos tratando. No obstante me parece relevante destacar la
mención de la Organización de Naciones Unidas para la Educación,
la Ciencia y la Cultura (UNESCO) en 2005, de que en Venezuela se
consiguiera, bajo el gobierno del Partido Socialista Unido de
Venezuela –que es una aglomeración de varias formaciones
políticas, entre ellas el Partido Comunista de Venezuela
(PCV)— y gracias a sus grandes programas políticos y sociales
progresistas, erradicar el analfabetismo en menos de diez años, o su
impulso a la educación pública y gratuita, a la que el empresariado
de este país le enseña sus dientes de depredador.
En el criterio de Dahl,
tomado también por Huntington y, por desgracia, también por
profesores de la Universidad
Complutense de Madrid que hablan también, y con entusiasmo,
de esta "tercera ola" (desvelada antidemocrática, tal y
como lo evidencia el euromaidán indignado/fascista de Kiev, con el
que por cierto simpatizan), se dice que la democracia depende de la
existencia de competencia y participación, como decía antes.
Empecemos con la
competencia. En boca de estos globalistas, es evidente que sólo encubre una extrapolación del lenguaje económico de los liberales. En
parte, es cierto que la burguesía termina haciendo de los partidos
políticos una mera marca publicitaria de diversos intereses, esos
que en la economía capitalista compiten entre sí. El poder
seleccionará los más adecuados en un lugar y tiempo determinados.
No debería de extrañar que la política, estando integrada por partidos que la entienden como un mercado más, esté en la actualidad tan
corrompida por empresarios corruptores, que termine generando
señuelos a la pequeña burguesía que sólo percibe esa corrupción
de una manera aislada de la base material que fundamenta realmente su explicación; señuelos
que terminan en la mera antipolítica y en la construcción de
"movimientos", como
aquel de Jose Antonio Primo de Rivera. "Movimientos" de la
"gente corriente", que deja de lado diferencias, siglas e
ideologías para lograr la "verdadera democracia" (sic).
Como si a las organizaciones pequeñoburguesas les preocupase en
principio la defensa de la democracia, si ésta última permite y
tolera que los trabajadores luchen contra las pésimas condiciones
laborales y salariales que les deparan, impunidad que aquellos
demandan y silencian al mismo tiempo. La pequeña burguesía no es
antidemocrática por sí misma, ni mucho menos, pero a no ser que la
clase trabajadora encabece las protestas sociales –y en la
actualidad no es difícil comprobar que sucede exáctamente lo
contrario—, aquella otra sólo se servirá de lo que (obedecerá
a) los amos en los que aspira convertirse (grandes empresarios,
muchos de ellos en el PP) les pongan en bandeja: un mercado de
trabajo lo menos intervenido, con salarios que aseguren el "pleno
empleo" (o sea, de miseria, se refieren), indemnizaciones por
despido "que no afecten a la capacidad de contratación de las
empresas" (indemnizaciones por despido ridículamente bajas),
etc. Para lo cual necesitaran, por un lado, utilizar la legalidad que
se lo permita y, por otro, acabar con ("modernizar") los
restos de aquella que suponga un obstáculo para tales fines.
Pero lo que quieren tratar
de decir Dahl, Huntington y ciertos profesores de la UCM y compañía,
es que el pluripartidismo forma parte de una metodología –la
metodología debe definir a la «democracia», tal y como
Huntington la entiende; y no la «fuente de autoridad» (que
sería el "pueblo") o el «propósito de la autoridad»
(que sería el "Bien Común"; cómo se nota que son
liberales), aclara— que asegura la democracia. Es decir que, obviando la concepción, implícita en esta fraseología, de la política como un mercado electoral, lo que estos personajes tratan de decir es que el pluripartidismo es
igual a la democracia.
Los Estados con elecciones
pluripartidistas, es cierto que suelen disponer en casi todos los
casos actuales, de libertades democráticas muy apreciables. Creo
necesario recordar, por un lado, su carácter regresivo en cuanto a
las necesidades del capitalismo en los tiempos de crisis se refiere
(se cedieron a las demandas populares cuando dejaron de ser un
peligro para el estátus quo: cuando había caído el Bloque del
Este), y por otro, su carácter progresista en cuanto se refiere a la
resistencia contra los nuevos y futuros diseños autoritarios en los
que se tienden a convertir los Estados liberales –como nos lo
demuestra el golpe de Estado ucraniano—, y progresista en cuanto se
refiere también al propio socialismo.
A este respecto, algunos
sectores de la izquierda, entre ellos algunos –no todos—
comunistas –no os precipitéis lectores anticomunistas (si es que
los hay en este mísero blog), no me refiero a los que tienen
voluntad de revolución social, aunque algunos de estos estén
incluídos en los casos a los que me refiero—, desvalorizan la
necesidad vital de defender dichas libertades; en los casos más
extremos, incluso piensan que iniciativas como la Plataforma en
Defensa de las Libertades Democráticas, son pérdidas de tiempo,
es decir que la revolución socialista, a su juicio, sustituye a
estas.
Aquel supuesto de
sustitución de una cosa por la otra no es cierta. Incluso la
revolución social necesita de las libertades políticas y de la
libertad de opinión, pues la conciencia de clase, la organización,
la unión de la clase trabajadora, y finalmente la abolición de la
legalidad burguesa y la construcción de una legalidad para quienes
mueven y sostienen el planeta, son inseparables de las libertades
democráticas que permiten y dinamizan los anteriores procesos, y que
las clases populares –la asalariada entre ellas— comenzaron a
conquistar antaño.
Si hablamos de la democracia
y el multipartidismo –que no son lo mismo—, habría que analizar
el papel de los movimientos indignados, como no; es decir, el papel
de la fuerza de choque de la "tercera ola" huntingtoniana.
En estos, hoy todavía muchos izquierdistas que identifican en ellos
al movimiento obrero, votan a sus organizaciones y apoyan sus
movilizaciones. Entendí y me pareció muy lógico que hubiesen
banderas de la II República con las siglas UHP, banderas de la
república socialista, o banderas anarcosindicalistas de la CGT en la
marcha de los mineros, o en las marchas de la dignidad del 22M; pero
no daba crédito a estas en la Marcha por el Cambio del pasado
sabado 31 de enero en Madrid –por entender, no entiendo ni las
banderas tricolores vírgenes en aquella Marcha podemista, si Podemos
ni siquiera está dispuesta a echar a la única casta Realmente
existente en España—.
Podemos convocó la
Marcha por el Cambio el 31 de enero;
movilizaciones de este tipo surgen por la ausencia de movilizaciones
proletarias como aquella ruta de los obreros de la minería hasta
Madrid. La convocatoria de la Marcha sobre Roma, también fue
un sustitutivo reaccionario posterior a la ausencia del protagonismo
del movimiento obrero en Italia, aunque en aquel caso la ausencia del mismo fue producto de
una represión violenta del Estado y sus instrumentos paramilitares
burgueses, y la convocatoria posterior tuvo un carácter abiértamente hostil, después de
dicha represión; también es posible que una razón de peso de que
los movimientos pequeñoburgueses en la actualidad no tengan un cariz
tan violento como entonces, se debiese, o tenga que ver con, un "equilibrio"
distinto de la lucha de clases entonces y ahora –pareciera que
entonces estuviese más conocida y asimilada, al menos por parte de
los trabajadores—, en cuyo caso adquirirían en la actualidad ese
cariz tras una radicalización de la crisis capitalista y el devenir
asociado a ella, de las libertades democráticas y los derechos
laborales.
Estos movimientos son los
sembradores de esa semilla de la que podría emerger el partido
fascista que seguro emergerá de alguna parte en el siglo XXI, si no
lo impedimos. Estos son, además, como decía, la fuerza de choque
que trata de derrocar los regímenes "del Este" –socios
de Rusia, China, Siria, etc— y ponerlos del lado de Estados Unidos
y la Unión Europea. Son la fuerza de choque de la "tercera ola"
huntingtoniana.
Mencionaba a los indignados tratando de establecer una relación entre la democracia y el multipartidismo porque se
debe comprender que, a sus ojos, los políticos son
una "casta" –por eso lo repiten a coro los indignados de
Podemos, y como loros el
resto de sus fans—
que se mantiene en los Gobiernos y/o en los Parlamentos mediante puertas giratorias, como lo
hacían los aristócratas feudales en su caso con el derecho de
sangre (herencia) en el Antiguo Régimen.
No es cierto que la razón
única y fundamental del bipartidismo sea esa de la que hacen tanto
proselitismo, las puertas giratorias y demás. De igual modo que en el capitalismo se termina por
privatizar la educación que en su día fue pública, de modo que
sólo los adinerados burgueses tengan la oportunidad de formarse
intelectualmente –y ello no quiere decir que el proletariado sea
menos "educado", como decía el economista capitalista
liberal, antimarxista y anticomunista Keynes, referencia para
pseudo-socialistas, situación que se da especialmente en el PSOE, y también, en menor medida, en IU—, sucede en la política: que se llena de
burgueses oportunistas que aprovechan los fondos públicos para
acometer crimenes contra los desposeídos. Burgueses que utilizan la
maquinaria del Estado para tensar las cuerdas contra la clase
trabajadora. Burgueses que como buenos empresarios que son, quieren
hacer negocio, esta vez con las vidas humanas y por eso aceptan los
sobresueldos de dueños de empresas privadas farmacéuticas o
sanitarias; sobornos a cambio de los cuales se les "premia"
(en una relación corrupta, en la actualidad parcialmente censurada
por medios de comunicación y partidos políticos del capital, los
corruptores obtienen algo a cambio) a los corruptores privatizando la
sanidad. Ello no niega los mecanismos como las puertas giratorias,
aunque la manera en que la indignación presenta o ha presentado
generalmente el asunto prescinde de explicaciones propias de los
sistemas políticos democráticos, justo en donde piden un "cambio".
De todas formas, ¿ven qué
fácil? Así de sencillo lo tiene la burguesía para pasar por encima
de la ley y financiar a sus opciones políticas.
Pero los movimientos de la
pequeña burguesía sólo tienen contra "los banqueros"
–sus financistas, a los que necesitan para montarse sus negocios de
expropiación privada del beneficio colectivo— y contra "los
políticos". Perciben la corrupción en un sentido reaccionario:
puramente verbal, que en absoluto alude a quienes la provocan en la
radical mayoría de los casos. De este modo, la corrupción
empresarial de la política sirve de pretexto (señuelo) para
criminalizar a los políticos y a los partidos políticos, preparando
así el terreno para que en el futuro una nueva generación venidera
de empresarios puedan prescindir de las decisiones de los políticos,
de la política, y de los límites que un sistema político
democrático impone al desempeño de la actividad de explotación
capitalista de los trabajadores: derecho a movilizarse en defensa de
los salarios, huelgas de trabajadores, etc. Esta hostilidad
empresarial contra los políticos es comprobable, como sabida es la
opinión de gran cantidad de ellos contra los políticos, a los que
ligan con la "burocracia", la cual se convierte en un
pretexto justificante de su ofensiva contra el Estado. Esta ofensiva
contra el Estado en cuanto a la asimilación de las luchas del pasado
se refiere (servicios públicos, derecho de huelga, libertad
sindical) se está librando ahora, destacable pero no únicamente, en
Sanidad y Educación, sectores laborales que se pretende dejen de ser
jurisdicción del Estado o de empresas públicas para que lo sean de
corporaciones privadas.
Decía que los movimientos
indignados están sembrando la semilla de la que podrían nacer
opciones antidemocráticas, y es así porque su concepción romántica
de la política como "el entramado de la casta; de los políticos
que nunca salen de ahí" –no digo que no sea cierto que los
burgueses sean unos vividores de la política— y del pueblo y la
ciudadanía como "liberador de la opresión partitocrática",
les explica a ellos que el bipartidismo sea consecuencia de una
"política cerrada" antes que una consecuencia del voto del
proletariado desclasado, siendo esta capacidad de voto (en la que
dejaron de creer peligrosa y repentinamente los indignados el 15-M,
hasta que apareció el Partido revelación de la mayoría de ellos)
lo que diferencia de raíz, digo de raíz, el capitalismo actual, en
cuyos Estados han sido logradas ciertas conquistas –ahora en
retroceso— democráticas asimiladas forzosamente por la legalidad
burguesa, del feudalismo pasado en el que apenas el pueblo tomaba
decisiones políticas –y cuando lo hacía, los dos primeros
estamentos siempre eran mayoría, pues se votaba por brazo—. Los
indignados y sus partidos –como Podemos—, prefieren
echarle la culpa al sistema político. De hecho, los indignados y sus
partidos contribuyen precísamente al desclasamiento de las masas, de ahí el tratar de encauzar las protestas de la clase trabajadora en
sus mareas (estrategia que, a excepción de la ultraderecha
rancia de intereconomía y similares, entienden y captan la
mayoría de medios de comunicación, privados sobre todo y, en especial, La Sexta, perteneciente a Atresmedia S.A., que
publicitan/publicitaron ellos protestas laborales como protagonizadas
por mareas ciudadanas
y no por los sindicatos de
trabajadores a los que pertenecen muchos
de sus miembros), y el
discurso de aquella en un ciudadanismo interclasista mortal –por
traicionero— para la misma. Su concepción subyacente de la
"verdadera" o "real democracia" (Ya), es una en
la que sobran los partidos. Suenan los tambores del falangismo.
Es decir, los movimientos de
indignados están cargando contra la democracia formal, contra las
formas democráticas; reivindican un "cambio" –"Marcha
del Cambio"— fundamentado en un cambio del sistema
político, en un cambio estético y superficial, en un cambio de
careta o fachada. Y este supuesto y por seguro falso cambio político
no va acompañado de un cambio de sistema económico, es decir, no
señala en ninguna dirección parecida ni en ningún grado de
intensidad la abolición o el mero cuestionamiento de la propiedad
privada ni del trabajo asalariado, y su sustitución por un régimen
económico de propiedad colectiva y pública; no mencionan la
autogestión trabajadora de la producción. Es decir, no señalan ni
buscan la abolición de esta lacra humana –el capitalismo—, y la
conquista del socialismo. Más aún, señalan, como ya se ha dicho, y
sea este un proceso autoconsciente o no, el afianzamiento de aquella
mediante las carencias democráticas.
Buscan alternativas
sistémico-políticas dentro del capitalismo. Y sin embargo, las
alternativas a los sistemas políticos de los Estados capitalistas de
hoy, son aquellas en las que las libertades políticas y sindicales,
democráticas, están abolidas, erradicadas: el fascismo, hacia el que avanzan las sociedades y los Estados capitalitas hoy, avance que se centra en torna a, en
concreto y en principio –es decir que estas sólo son un comienzo—, la abolición del derecho de huelga y a la criminalización de las
opciones políticas que el poder considere como "subversivas".
Estos movimientos indignados
han dado sus frutos. El Movimiento 5 Estrellas (M5S) empezó
en las mismas circunstancias y con exactamente la misma fraseología
que el Movimiento 15-M, aunque haya habido diferencias de las
evoluciones de uno y otro, y este primer movimiento, el italiano, es
amigo y miembro del mismo eurogrupo parlamentario que un partido
político xenófobo y ultraderechista británico que es el UKIP: ha
conseguido, pues, arrastrar la simpatía popular italiana hacia la
xenofobia, una de las coartadas que necesitan los empresarios para
desplazar la responsabilidad que ellos tienen del paro y de la crisis
capitalista, a la inmigración.
En Ucrania, a los
movimientos contra los "políticos que oprimen al pueblo"
[
8] los tenían ustedes engordando las manifestaciones de la
ultraderecha y gritando "
¡gloria a la nación, muerte a los
enemigos!" [
9].
Pero tratemos de continuar con la línea expositiva pretendida. Volvamos a nuestro "amigo"
Huntington y a la "competencia". Es verdad que caminamos
hacia el totalitarismo pero, no parece que los movimientos de
indignados y las "revoluciones de colores", patrocinadas
por Washington en todo el mundo y, en especial en esos países "no
libres", sean precísamente los demócratas. Más bien parece
que, la "ola" a la que se refiere como "democratizadora"
es en realidad la razón de la cual debamos temer de la abolición
capitalista de las democracias.
Las intenciones
"democráticas" de su criterio a la hora de definir lo que
son «democracias» y lo que no lo son, además de por incluir
como «autoritarios» a los gigantes económicos del bando
opuesto al imperialismo euro-norteamericano (cuestión de estética
colocar gramaticalmente antes a Europa que a Norteamérica; si hay
alguna prioridad de intereses, estarán por encima los de EEUU que
los de la Unión Europea), se desvelan rotúndamente con el caso
venezolano, y a través de este ejemplo mostraré mi visión personal
sobre la "identificación" entre pluripartidismo y
democracia, de la que habla Huntington.
Los capitanes de los barcos,
cuando ven el pico de un iceberg que asoma sobre la superficie del
agua, saben lo que hay debajo y tratan de evitar la catástrofe que
supondría chocar contra él. Yo no soy capitán de nada, pero la metáfora podría servir de ilustración a la relación entre la punta del iceberg –caso venezolano—, la parte sumergida –todos los países que señale Washington—, las consecuencias de una brecha en el navío –échenle imaginación, en el siglo XXI, a 76 años del comienzo de la segunda ecatombe internacional, y a 70 años de su finalización mediante los bombazos nucleares del ex-presidente norteamericano Harry S. Truman, unas mil veces menos potentes de los actuales—, y también el capitán –que en este caso debería ser un actor colectivo consciente, avispado y antiimperialista—, pero de esto último yo no tengo el control ni influencia alguna, por eso escribo.
La República Bolivariana de
Venezuela no es un país "libre" sino "semilibre", según las ONG's
norteamericanas, y ello les justifica, como hacia la CIA en la Guerra
Fría y como hizo, en particular, con otros pueblos latinoamericanos
–Chile o Argentina—, invertir constántemente en la financiación
a la oposición política al gobierno democrático progresista
mayoritario, en el caso venezolano, el PSUV. Incluso si es de corte
antidemocrática. Una auténtica violación de su soberanía y una
injerencia total en los asuntos internos de dichos países soberanos.
Pero también es una
inversión. Los beneficios que obtendría el mercado estadounidense
de un cambio de gobierno y de una privatización masiva de los
grandes servicios públicos venezolanos, sería similar al que obtuvo
en Chile cuando estos lobbies criminalizaron a Salvador Allende y en
su lugar colocaron vía golpe a un dictador fascista.
Las estrategias utilizadas
en Chile entonces, son similares a las utilizadas hoy en Venezuela y,
resumidamente se tratan, en fundamento, de las siguientes.
Primero, utilizar las
empresas privadas no venezolanas y también las venezolanas
–detractoras de la Revolución Bolivariana y de un gobierno
democráticamente elegido que protege a los humildes y les confiere
una serie de derechos (sanidad o educación públicas, yacimientos
petrolíferos nacionalizados que repercuten positivamente en las
clases populares, etc); ellas prefieren un gobierno comprometido con
el librecambio, las condiciones laborales precarias, y la destinación
de fondos públicos a iniciativas privadas—, para provocar escasez
en el mercado, mediante el acaparamiento; se trata de un sabotaje
patronal [
10]. Esta escasez de productos en los supermercados y en la
economía de la nación víctima será denunciada como una
"ineficiencia" por medios de comunicación privados, profesores
economistas liberales de la UCM –qué asco cuando la caverna dice
que la Complutense es un nido de rojos y que se adoctrina a los
alumnos; miren, esto último me lo creo, pero no para formar
precísamente individuos que piensen por sí mismos ni para ser
"bolivarianos"—, y platós de televisión. Y por
supuesto, por las redes sociales [
11].
Segundo, culpar de toda esta
situación al gobierno bolivariano –como en Chile se culpó a la
Unión Popular—, retransmitir las "espontáneas"
protestas de los opositores al gobierno, exagerar las noticias para
que parezca que está pasando más de lo que está pasando e,
incluso, manipular las noticias, tal y como sucedió en el intento de
Golpe de Estado de 2002 promovido por la patronal venezolana –a su
vez financiada por Freedom House— PDVSA y su líder Pedro
Carmona, que no duró ni dos días de dictador porque el pueblo
venezolano se echó a la calle y expulsó a esa banda criminal
golpista de empresarios y militares desleales. Dicha manipulación
mediática internacional la menciono más adelante.
Richard Nixon, expresidente
de los EEUU, explica muy bien esta estrategia practicada antes por la
CIA, ahora por fundaciones paralelas al departamento de Estado: hay
que "hacer chillar a la economía" –es una
expresión literal pronunciada por él— de los países cuyas
democracias son un impedimento para el imperialismo yankee y la
expansión del mercado norteamericano.
|
Monumento en Cuba a las víctimas de los atentados terroristas. | | | |
|
En Venezuela existe esa
competencia que para teóricos y profesores de la UCM, globalistas
liberales y especuladores financieros es una variable definitoria de
la democracia. Pero como las elecciones democráticas y
pluripartidistas no las ganan las opciones de la burguesía que
desea Washington ni Bruselas, algún motivo tienen que encontrar para
desprestigiarla y justificar agresiones económicas, como el agotador
bloqueo al pueblo cubano que trata de ahogar la revolución cubana;
como las declaraciones del canciller imperial de la Alemania de 1918,
Max de Baden, que dijo pretender ahogar a la Revolución de 1918 en
Alemania ("
ya que no podemos derrocar a la revolución, sólo
podemos asfixiarla"), y como Kerenski también pretendió
cuando llenó la Rusia revolucionaria de los ejércitos reaccionarios
y nacionalistas Aliados de la IGM, que de facto sólo prolongaron la
miseria que los gobiernos de los Imperios Centrales ya habían provocado entre el
campesinado y el proletariado en Rusia, miseria que terminó ahogando efectivamente en
sangre al Estado socialista ruso. Las agresiones económicas se
practicaron en Chile antes, y se practican en Venezuela ahora. Si no
son suficientes, se aumenta el grado de hostigamiento: agresiones
terroristas o militares, intentos fallidos de golpes de Estado en
Venezuela, atentados terroristas en Cuba, golpe de Estado exitoso de
Pinochet en Chile, sabotajes de líneas telefónicas, etc.
Luego esos profesores de los
que tanto hablo ligan o vinculan el respeto a la democracia de los
partidos comunistas con su rechazo a la revolución socialista; los
partidos que aceptan la legalidad y "tratan de ejercer sus
políticas" llegando democráticamente al gobierno –como si
fuera posible el socialismo reformando el Estado capitalista o como
si un programa político socialista sin acción revolucionaria no
vaya a ser derrocado, como ha sucedido y tiende a suceder, vía
terrorista por el capital—, son (los únicos) partidos comunistas
democráticos. Hay una total inconsistencia teórica en ello, sino
es sólamente un afán con el objetivo de confundir a propósito.
Pero, ¿es la otra variable
–la participación— la que les explica que Venezuela sea un país
"semilibre", según Huntington?
Desde que Hugo Chávez
ganase las Elecciones Presidenciales en 1998 y, después de un
período que pasó privado de libertad tras intentar tomar el poder
fallidamente con apoyo del ejército, privación que le hizo adquirir
mucha popularidad, la participación política en el país no ha
hecho más que aumentar.
Desde las elecciones
presidenciales de Caldera –las últimas que ganó la derecha— de
1993, hasta las últimas, pasando por todas las elecciones
presidenciales en las que el pueblo venezolano eligió al ya difunto
Chávez y al todavía resistente PSUV, la participación ha aumentado
considerablemente [
12].
Rafael Caldera, quien fuera
fundador de la organización juvenil conservadora y democristiana
Unión Nacional Estudiantil (UNE), del Comité de
Organización Política Electoral Independiente (COPEI) conocido
también como Partido Social Cristiano –hoy miembro de la
Mesa de Unidad Democrática (MUD) opositora al gobierno
socialista del PSUV y liderada por el golpista Henrique Capriles—,
y de Convergencia, fue Presidente de la República en 1993,
año cuyas Elecciones Presidenciales contaron con una participación
del 60'16%.
Húgo Chávez fue
democráticamente elegido Presidente de la República en 1998 con una
participación política del 63'45%. Con las excepciones esporádicas
que suponen los altibajos provocados por las desestabilizaciones
sociales, económicas y políticas que, visto lo visto, han sido
estimuladas en gran medida por Washington y/o sus socios en
Venezuela, tal y como reconocen los dueños de las ONG's antes
mencionadas, la participación política ha aumentado sin lugar a
dudas.
En las Elecciones
Presidenciales del 2000 hubo uno de estos altibajos, con una
participación política del 56'05%, que fueron sucedidas por las
del 2006, con su 74'70%, después por las de 2012, con su nada
envidiable 80'56% de participación, y finalmente por las de 2013,
con su 79'69%.
En las Elecciones
Parlamentarias de 1993, Acción Democrática
(AD) –sección
venezolana de la social-liberal y keynesiana Internacional
Socialista— obtuvo 55 escaños en la Cámara de los Diputados,
y 16 en el Senado. En las de 1998, ya con la gran presencia parlamentaria de la formación socialista
fundada por Húgo Chávez Movimiento V República (MVR) (el segundo en número de escaños en
ambas cámaras parlamentarias), AD obtuvo 62 y 19 escaños, en la
Cámara de los Diputados y en el Senado, respectivamente.
En las Elecciones
Parlamentarias de 2000, el victorioso MVR contaba con 92 diputados en
la nueva Asamblea Nacional, despues de haber aprobado la Constitución
de Venezuela de 1999 (la Constitución Bolivariana; la primera que
reconocio, entre otros derechos sociales a las clases populares, los
derechos de las minorías étnicas y de los indígenas) que disolvía
el anterior parlamento bicameral y convocaba uno unicameral. En
dichas elecciones, la participación era del 56'05%. En las
posteriores de 2005, del 25'26%, y en las de 2010, del 66'45%.
Es totalmente incierto que
el aumento de la participación se deba únicamente al voto
progresista y bolivariano. Pero es que, tampoco ha de serlo para
afirmar rotunda y contundentemente que en Venezuela, además de haber
competencia, también hay participación.
Además, hay competencia no
sólo en el sentido huntingtoniano, quien la entiende como sinónima
de pluripartidismo, incluso aunque la mayoría de los partidos políticos que
"compitan" tengan todos posiciones políticas singulares y
muy poco plurales, todas ellas defensoras del librecambismo y del
keynesianismo. Y hay una participación que nada tiene que envidiar,
porque de hecho es superior, a la que hay en España –quizás otro
gallo cante con el entusiasmo y la "ilusión" que ha
generado Podemos— o en muchos países europeos. Pero el
criterio huntingtoniano y de sus amigos los halcones es una mentira
que oculta sus verdaderas intenciones. Y los profesores mienten a sus
alumnos cuando criminalizan a Venezuela.
A los pobres y desposeídos
–campesinos, asalariados, indígenas— no les interesaba tanto la
política cuando saliese quien saliese victorioso de unas elecciones,
la situación iba a ser igual de miserable para ellos; cuando ninguno
de los partidos burgueses y derechistas iba a gobernar y legislar
pensando en sus intereses para bien. Cuando nadie iba a invertir el
dinero público al que ellos contribuyeron con su propio esfuerzo y
trabajo, en universalizar la educación y la sanidad, por ejemplo.
Es símple y llanamente
mentira que en Venezuela haya competencia pero no participación. He
llegado a oir como alguno otro sustituye "competencia" por
"debate público": ¿qué insinuaba? ¿Es que como el
criterio de Dahl y Huntington no funciona en Venezuela, le ha hecho
un "arreglo" barato a su medida? ¿Es que aunque haya
competencia y partidos políticos –algunos incluso
antidemocráticos, y ese es Primero Justicia (PJ), liderada
por Henrique Capriles, en coalición para las elecciones de 2013, con
la Mesa de Unidad Democrática (MUD)— no hay "debate
público" porque está prohibido por ley? ¿Es que aunque tengan
la posibilidad, la mayoría humilde de Venezuela no vota otras
opciones porque "hay una dictadura"? ¿O es porque los
venezolanos están "fanatizados"?
No sean tan hipócritas,
ustedes los globalistas liberales, ni tan "poco ilustrados"
los que les repiten las consignas. No ser un liberal no significa ser
un "fanático". No llamen intolerantes a los demás
mientras con las mentiras que salen de sus labios justifican y
legitiman golpes de Estado que colocan a ultranacionalistas y
fascistas genocidas por la fuerza en los parlamentos y en los
Gobiernos, como han conseguido que ocurra en Ucrania el pasado año
con la legitimidad que su ignorancia y pasividad proeuropeísta le ha
otorgado al golpe allí. Son tan miserables que ni siquiera tienen que hacer nada
para que acaben con las democracias porque el poder actúa
utilizándoles.
En Venezuela no hay ninguna
dictadura. Lo que hay es una democracia ejemplar, y una Constitución progresista y una serie de
normas a cuyos desobedientes de las respectivas en EEUU o en Europa
les llamarían "antidemocráticos" sólo por
"anticonstitucionales". Lo que ocurre es que ustedes se
dejan llevar por lo que les dicen aquellos voceros que hablan en su
persona: los medios de comunicación, la mayoría de ellos privados,
y su propaganda reaccionaria, que dicen que el socialismo es
antidemocrático. Por ello cualquier cosa que se le parezca la
criminalizan.
Por cierto, este 2 de mayo
de 2015, que aún queda tiempo, será el primer aniversario de la
masacre, matanza, genocidio y tortura practicados por los títeres
asesinos del Pravy Sektor –que comparten Parlamento y
Gobierno con los primos gemelos del fascista MSR en Ucrania y con los
hermanos gemelos conservadores observadores de los congresos de la
IDU a la que pertenece el Partido Popular (PP) de Rajoy— en la ciudad antifascista
de Odessa, a los militantes y sindicalistas miembros de Borotba
y del ahora ilegalizado por las autoridades ucranianas, Partido
Comunista de Ucrania (PCU).
Creo que es un error pensar,
en consonancia con lo que es el pensamiento liberal (o
"liberal-demócrata", como dije al principio, si es que es
el caso), que la democracia consista en un pluripartidismo de
partidos políticos (sobre todo los relevantes), todos ellos
obedientes al capital y respetuosos con la legalidad burguesa en una
uniformidad de pensamiento nada plural que incluso ofende el mismo
concepto de "pluralidad" y el propio intelecto. La
pluralidad ideológica o política, en ese sentido, no se ve por
ninguna parte, salvo en Cuba, Venezuela, y unos pocos y contables
casos más.
Debería quedar claro que,
como dije antes, los sistemas políticos actuales son
pluripartidistas. Y es positivo que lo sean, sobre todo cuando las
masas, especialmente en occidente y en el oriente que se quiere
"occidentalizar", comienzan a cuestionar dicho sistema
político y la miseria del capitalismo las empuja (especialmente a la
pequeña burguesía) al odio meramente visceral contra este sistema político y sus
políticos –sin distinción ni de siglas ni de ideologías— que
ostentan cargos representativos, para permitir que "
los
empresarios, dignos y decentes" [
13], puedan ejercer su
impunidad.
Esto último, junto con la
obsesión por una "democracia directa" –que no procede
del anarquismo; los anarquistas (especialmente me refiero a los
colectivistas) no venderían al mejor postor las reivindicaciones de
la clase trabajadora a la burguesía, y reivindican esta, la
democracia directa, para los centros de trabajo y otras formas de
organización proletarias pero no para las asambleas ciudadanas
interclasistas ni para los Círculos Doctrinales Pablo Iglesias— en
todo caso falsa, significa, de materializarse plénamente, el fin
precísamente de la democracia representativa –vinculada con el
"gobierno de los partidos", con la "partitocracia"—.
La "célebre"
frase de Jose Antonio es fiel reflejo de la forma que el fascismo
adoptó en España en las décadas de 1920 y 1930: "¿Para
qué necesitamos el instrumento intermediario y pernicioso de los
partidos políticos, que, para unirnos en grupos artificiales –las
clases sociales, se refiere, porque
los partidos que les preocupaban eran partidos obreros—,
empiezan por desunirnos en nuestras realidades auténticas?".
Esas "realidades auténticas" a las que se refiere no son
la base material económica de la que escribía Marx, aunque los
falangistas, tan farsantes ellos, fundamentaran su "pensamiento"
en lo peor del conservadurismo por un lado –intrínseco a su
naturaleza y a sus objetivos—, y en la copia y plagio
indiscriminado del programa y estética de las organizaciones de la
clase trabajadora, por otro.
La nueva forma definitiva
que tome el fascismo en el siglo XXI no la sabemos, pero las pistas
para identificarlo y combatirlo se pueden seguir.
Así pues, aún teniendo
claro lo positivo de la situación –todavía— en la actualidad,
en la que unas menguadas libertades democráticas todavía se
mantienen, y hay que defenderlas, pienso que la identificación entre
democracia y pluripartidismo es un error conceptual, de orígen. Y
las teorías que parten de ello, además de estar formuladas por
gente muy sospechosa (multimillonarios especuladores o simpatizantes
de ellos, y diversos personajes procedentes de la Casa Blanca), me
parecen erróneas e incluso claramente malintencionadas.
Va siendo hora de que los
trabajadores comprendan que el capitalismo es un obstáculo en el
eterno objetivo de acercarse a lo que sea que sea la democracia.
Si al «método» que
define la democracia según Huntington, se le impone el poder, y no
me refiero, que conste, a la concepción liberal del mismo, sino al
de verdad, al económico, aquel al que tienen acceso sólo quienes
acumulan capital y poseen negocios y empresas privadas, entonces todo
lo que pueda caber de democracia en el capitalismo se esfuma en
ciertos momentos de crisis sistémicas.
Pienso que el poder
económico no está por delante del poder político a veces. Creo que
lo está siempre, y que ello se visibiliza especialmente en los
momentos de recesión económica, momento en el que los partidos
burgueses, que son la inmensa mayoría, se doblegan ante aquel.
Si cuando, después de una
división infinita del trabajo y una especialización, precarizadoras
ambas de las condiciones laborales, y del sostenimiento de los grandes
monopolios del capital financiero y productivo que necesita en estos
momentos señalados despedir a grandes masas de asalariados de sus
empresas y sembrar así más paro y miseria, el empresariado y la
burguesía se encarga de manifestar ese poder del que dispone y
corrompe la política y las instituciones saltándose la ley; si
cuando los empresarios, en previsión de todos los despidos que van a
tratar de efectuar, utilizan sus miles de euros para meterlos en
sobres y dárselos a los partidos burgueses que están en el
gobierno, y que de esta forma legislen, juzguen y gobiernen para
ellos; si cuando el patrón despide, se salta las resoluciones
judiciales; si ocurren todas estas legalidades y, particularmente
también las ilegalidades que permiten las anteriores actuaciones...,
entonces lo que ello quiere decir es que la burguesía internacional
está dispuesta a transgredir la democracia en todas sus formas. Del
mismo modo que lo hicieron en el pasado.
A los patrones no los elige
nadie, y sin embargo ahí estan: lucrándose del trabajo ajeno. Ahí
está la burguesía acaparando para sí sóla el producto del trabajo
de la sociedad. Ahí está la patronal practicando diariamente la
expropiación privada del beneficio colectivo, mientras su
despreciable (por manipuladora, no por otra cosa) prensa llama a esta
"salarios", como si fuera lo más natural del mundo,
y tan sólo llama expropiaciones a las meras estatalizaciones de
alguna empresa en bancarrota que habrá de soportar el sector público
hasta que se vuelva a privatizar, como si la paga a final de mes no
escondiese otra, y además protegida y penada por todo el peso de la
ley, hecha a medida de los poderosos.
Y todo esto lo llevan a cabo
entidades antidemocráticas como las empresas privadas. A esto no le
gusta llamar «autoritario» el señor Huntington y compañía.
El método definitorio de la democracia no podría valer para un
liberal como él. El progreso de la democracia y de la humanidad está
bloqueado hasta que se termine con un sistema económico
antidemocrático como lo es el capitalismo que, no sólo incumbe a
los millones de puestos de trabajo de todo el mundo (mundo laboral),
como muchas veces se nos quiere hacer ver, sino a la misma política
que queda instrumentalizada a su servicio.
El derecho de los burgueses
a agruparse en patronales nunca ha tenido que ser conquistado;
siempre han sido legales. Es lógico en un Estado que no puede sino
pertenecerles originalmente a quienes tienen el poder, a quienes
acumularon originariamente capital. A la clase trabajadora, sin
embargo, le ha costado dolorosas huelgas generales, huelgas
revolucionarias, y sangrientas revueltas y algaradas que la reacción
se encargó de que lo fueran, la legalización del sindicalismo, para
que ahora permitamos que el Partido Patronal o los
nacional-sindicalistas inconscientes/conscientes de SOMOS acaben con
este y otros derechos, y no hay duda de que se intenta y se
intentará.
Desde la concepción errónea
de democracia como sinónima de pluripartidismo, un país como lo fue
el último Reino de Italia y especialmente durante el Bienio Rojo,
sería un país «democrático», y ello a pesar de que esas
instituciones legales y representativas de los empresarios y la
patronal –en Italia agrupadas entonces con el nombre Cofindustria—
contratasen a sicarios y mercenarios de los Fasci Italiani di
Combattimento, gérmen de lo que Mussolini convertiría en el
Partido Nacional Fascista, para asesinar a los campesinos y
trabajadores italianos, por hacer huelgas que trataran de lograr
aumentos de salarios que les permitiesen poder comer y por ocupar
fábricas al comprobar lo que a ellos les servía, en un momento
dramático como aquel, la democracia burguesa, destinada en cierta
etapa de la historia a convertirse en una dictadura fascista.
¿De qué sirve el derecho a
la libertad de opinión o el derecho a la huelga, si el mismo
gobierno italiano ejercía y practicaba el terrorismo de Estado
contra la oposición política y contra los sindicalistas?
¿De qué sirve la libertad
formal de los obreros italianos de afiliarse a los ya extintos
Partido Comunista de Italia (PCdI) o al Partido Socialista
de Italia (PSI) –eran otros tiempos— si los patrones que
estaban en el poder les castigaban efectivamente con la muerte?
El terrorífico golpe de
Estado del Euromaidán sólo demuestra que un Estado liberal como es
el ucraniano, es –lo ha sido siempre— compatible con gobiernos
autoritarios y totalitarios, eso sí, llenos de nacionalistas
antisemitas, neonazis y fascistas; compatible con gobiernos fascistas
–no es otra cosa el criminal gobierno de Kiev—.
Lo que pretendo, repito, no
es desvalorizar unas libertades democráticas que son precísamente
las que en España el PP pretende arrebatar a la clase trabajadora,
puesto que esta última las necesita para su actividad sindical y
política.
En la actualidad, no es tal
la situación como la mencionada sobre Italia antes de la toma de
poder del fascismo. Aunque, desde luego, se esté caminando a ese
tipo de situaciones.
En la actualidad, las
fuerzas políticas interclasistas (incluídas las revoluciones de
colores y su definición occidental, los movimientos de indignados)
que tratan de ocupar un espacio reivindicativo de la izquierda
abandonado por esta hace tiempo, van de la mano del corporativismo y
del autoritarismo. A la par que evoluciona la lucha de clases, hay
que defender estas conquistas democráticas históricas tan
necesarias, y ante la iniciativa reaccionaria en esta lucha, debe
sobreponere una iniciativa proletaria por derrocar el poder,
iniciativa esta última que comienza desde el simple apoyo a las
luchas políticas socialistas que se están llevando a cabo –como
destacan las de Venezuela—, a las luchas sindicales contra las
rebajas de salarios, y a las luchas sociales contra la represión:
hay que defender la democracia en Venezuela e impedir que los
criminales golpistas den otro golpe de Estado como aquel que derrocó
a Allende, e instauren otra dictadura latinoamericana, hay que
impedir que rebajen los salarios a los trabajadores de Coca-Cola y a
todos aquellos que están inmersos en luchas laborales, y hay que liberar a los sindicalistas
que están presos por ejercer su libertad sindical y su derecho a la
huelga.
Y en un objetivo más
próximo, la clase trabajadora debiera unificar sus luchas y crear
sus organizaciones.
Por supuesto que no seré
yo, un simple "aficionado", quien diga cómo tendrán que
ser esas organizaciones.
Pero deberá crearlas.
Debería existir una socialdemocracia digna al menos de llamarse como
tal, y no la porquería actual de la
Internacional Socialista;
deberían haber partidos obreros que defendieran al proletariado en
los parlamentos y, sólo si este llega a reconocer el papel de
vanguardia en alguno o alguna facción comprometida con la revolución
social, aquel o aquella debería orientar las luchas obreras contra
el derrocamiento del capital. Las revoluciones las hacen los hombres y las mujeres (que desde 1789 sólo pueden ser proletarios),
no los partidos: son los trabajadores los que debieran de infestar
los barrios obreros e industriales, los puestos de trabajo, de lo que muchos iraníes llamaron
en 1979
shoras –antes de que el proceso degenerase asimilado
por la iglesia musulmana chiita, que no obstante asimiló muchos
derechos progresistas, sobre todo para las mujeres [
14]; de ahí, un
ejemplo del paso progresista que supuso la Revolución Islámica,
frente a la monarquía sostenida por el Imperio Yankee—,
infestarlos de lo que los rusos llamaron en 1917
sóviets:
llenarlos de Consejos de Diputados de Trabajadores (no en su "
más amplio
sentido", como se dice en el borrador del nacional-sindicato
vertical podemista, sino en el sentido socialista de siempre:
asalariados), y son los trabajadores, pues, los que debieran de
ejercer la democracia desde esos mismos puestos de trabajo, organizando la producción frente al Estado capitalista, y empoderando, no a los puñeteros "ciudadanos" (no hay que empoderar más a los empresarios) ni a "la gente" (como dicen en
Podemos y en IU), sino a la clase trabajadora.
Entonces se habrá dado un
paso progresista en la historia, hacia la democracia, justo el paso
contrario que pretende Huntington proponiendo la invasión militar
norteamericana de países con todo el cinismo del mundo, para
permitir con dichas invasiones, no un dominio absoluto del imperio de
EEUU y la paz –supuesto totalmente infundado, pues el imperialismo
y las guerras son parte de la esencia del capitalismo—, sino una
guerra en la que los Estados, que están armados hasta los dientes
con armas nucleares, terminen con la humanidad, que es a lo único
que puede aspirar la prolongación de esta barbarie.
Estados
Unidos ya ha inventado vehículos policiales de represión para las
manifestaciones, que incorporan antenas emisoras de rayos microondas
que te hacen hervir la sangre en una milésima de segundo [15].
Según Huntington, EEUU exporta la democracia. No me gustaría vivir
en una "democracia" de este tipo, construida sobre la
represión tan terrorífica de la disidencia y sobre la
censura.
Este
libro de Huntington y, en general, todo lo que dicen los globalistas
ultraliberales norteamericanos asociados con ONG's vinculadas a los
partidos demócrata y republicano estadounidenses, me causa más
terror incluso que la novela de Orwell 1984, porque a esta última le
subyace un sentido de crítica e incluso de aviso y prevención de la
manipulación, lobotomización y de los lavados de cerebro pero
aquel, correlato político pseudodemocrático y totalitario de la
versión económica de especuladores multimillonarios como Mike Stone
y sus «exportaciones
de la economía de mercado»
a todo el mundo, no es ninguna novela sino todo lo contrario: va
realmente en serio.
Pienso
que es despreciable la manera en que Huntington liga el nacionalismo
norteamericano con «el
particular interés en el desarrollo de un entorno universal
favorable a la democracia».
Quienes piensan que los EEUU exportan la democracia a todo el mundo,
son, a mi juicio, unos auténticos fanáticos totalitarios y
belicistas, muy comparables a los yihadistas que se creen enviados de
dios, o a los sionistas.
Por
ello, o la lucha de clases la gana el proletariado, o pierde la
humanidad.
Por cierto, no soy de los
que simpatizan con partidos o nombres oficiales de repúblicas que
contengan los términos "socialista" o "comunista",
sólo por contenerlos. Es un criterio sectario.
Menciono el tema para hablar
finalmente del socialismo en Cuba, tan criminalizado en los
noticiarios de todo el mundo.
Según Dahl, y Huntington, y
algunos profesores dichosos de la UCM, Cuba es una "cruel
dictadura comunista". Dicen que como en Cuba hay unipartidismo,
no hay democracia –supongo que es difícil esperar otra cosa por
parte de quienes piensan que el pluripartidismo asegura la
democracia—. Algún "despistado" por ahí (alguno
profesor, incluso) dice que la política cubana es mentira porque
sólo puedes votar al Partido Comunista de Cuba (PCC).
Y también que no existe la libertad de opinión.
Mentiras fabricadas para
criminalizar, no los errores que pueda tener la política de Cuba –no
entro a valorarlos, ni siquiera a conocerlos en este preciso
instante, quizás porque todo lo que "comunica" la privatizada
prensa occidental es sólo propaganda y sea difícil obtener fuentes
fiables—, sino uno de los referentes principales de la revolución
obrera y un ejemplo de la resistencia contra el belicismo
norteamericano. Las ideas socialistas de los cubanos les empujaron a
la revolución y al derrocamiento de la dictadura de Batista,
herramienta made in USA para reprimir precísamente dicho programa
socialista.
En el ámbito educativo
–también en la UCM—, se enseña que en Cuba "te dicen que
eres libre de elegir pero que sólo tienes para elegir a un partido"; una especie de timo.
También se enseña que la propiedad (privada) es un derecho
(natural). Eso es lo que el alumnado piensa cuando sale de allí. No
me sorprende en absoluto, pero qué menos que mencionarlo.
En Cuba los ciudadanos votan
en la Asamblea Nacional del Poder Popular, a candidatos
independientes que pueden o no pertenecer voluntariamente al PCC, que
no es un partido político electoral ni tiene funciones
electoralistas. No obstante, la afiliación voluntaria al PCC es tan
enorme que la mayoría de los candidatos al parlamento cubano suelen
ser del PCC. Es decir, en Cuba no votan al PCC, votan de entre un
espectro plural de candidatos que se presentan libremente a las
elecciones.
Suelen añadir los
anticomunistas que esta afiliación voluntaria es producto del "deseo
desesperado" de los cubanos de elevar su nivel de vida.
Dudo mucho que la ciudadanía
cubana sea estúpida. Desde 1962, los cubanos llevan pagando el
precio de elegir su Constitución y el futuro de su país con la
escasez y la precariedad, tras hace más de 50 años de bloqueo
imperial. Los detractores suelen estar muy confiados con sus
opiniones sobre Cuba a pesar de que en occidente es prácticamente
imposible el contraste de información sobre este tema concreto. La
versión de la afiliación masiva al PCC para elevar su nivel de vida
no tiene mucho sentido cuando la afiliación, también voluntaria, a
los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) que realizan
labores benéficas y sociales, como el mantenimiento de calles,
también es masiva y no está remunerada. No es de extrañar que los proyectos socialistas despierten entusiasmo en las clases populares y en el proletariado en especial. Nos lo ha demostrado muchas veces el orgulloso pueblo venezolano en cada golpe de Estado derechista y ultraderechista, saliendo a la calle para defender su democracia.
Los medios de comunicación
privados dicen que hay "censura" cuando no se pueden
inventar barbaridades y noticias falsas con afán manipulador y
criminalizador. En 2002 –la manipulación mediática internacional
de la que hablaba antes, viene mencionada ahora—, todos los canales
de comunicación de entidades privadas retransmitieron el golpe de
Estado de Pedro Carmona en Venezuela, pero no retransmitieron al
gobierno legítimo proclamando que todavía resistía. De hecho, uno
de los primeros objetivos de los elementos de la Fuerza Armada
Nacional Bolivariana leal al régimen constitucional y al Gobierno
democrático de Hugo Chávez fue retomar los edificios de las cadenas
públicas, aquellas cuyas noticias están libres de la injerencia de
los poderes económicos en la libertad de información que debieran
caracterizarlas siempre, no sólo en Cuba o en el único canal
estatal venezolano que los golpistas trataron de censurar
militarmente.
No es el único caso, ni
mucho menos. Otro, fueron las noticias inventadas que decían que una
manifestación bolivariana, en pleno transcurso del golpe de Estado
patronal de 2002, disparó a una muchedumbre indefensa. Eran momentos
tensos en que los líderes de la irresponsable oposición al PSUV,
dirigieron una manifestación hacia el Palacio de Miraflores, a
sabiendas de que iba a terminar en enfrentamientos armados entre
defensores del régimen constitucional y partidarios del golpe; la
oposición incluso estaba dispuesta a la guerra civil.
Otra grabación que salió a
la luz posteriormente, mostró un plano más amplio de los
acontecimientos que fueron utilizados como matriz del ataque
mediático: la manifestación bolivariana no disparaba absolutamente
a nadie, sino al aire. Ninguna cadena "libre" (privada)
pidió perdon o se disculpó.
Esta manipulación,
realizada de forma muy habitual por los medios de comunicación
privados, la desvela quien fuera el propio Jefe de Producción de la
cadena privada Venevisión, Andrés Izarra [
16]: "
La cámara
que estaba en ese edificio perpendicular a Miraflores, era una cámara
de Venevisión, y ellos capturan las imágenes cuando desde el puente
disparan [los chavistas]
. Ahora, no sabemos realmente... presumimos que disparan
contra la manifestación [convocada por la oposición]
pero no
vemos, ahora, sí se ve que esa gente que está en el puente
[manifestación chavista]
se está agachando, se está cubriendo
presumiblemente de los disparos que les están llegando
[francotiradores; en Ucrania también los contrataron los líderes de
la revuelta euromaidanista [
17] ]
. Ahora, nosotros no hicimos
ningún esfuerzo por averiguar qué era lo que estaba pasando sino
que ya a priori, condenamos, y se manipuló. Y esas imágenes se
repitieron una y otra, y otra, y otra vez para decir que el chavismo
había asesinado, o era el principal culpable de la masacre de
Caracas".
Es obvio decir que, finalmente, debajo del puente de Miraflores, es decir allí donde la prensa privada simuló que había "pacíficos" manifestantes antibolivarianos, no había nadie.
Merece la pena ver el
documental completo [
18] y no sólo la confesión de Andres Izarra,
para percatarse de que en donde está implantada la
censura/filtración mediática masiva es en el resto del mundo; fuera
de Cuba y de los canales públicos venezolanos. Merece la pena verlo
para percatarse de algunas de las estrategias de los capitalistas
para dar golpes de Estado en países democráticos; para poder
defender las democracias de la brutal agresión del los poderosos.
No, en Cuba, de lo que no
eres libre, es de crear medios de comunicación antidemocráticos,
esos en los que hay un propietario no elegido por nadie, esos cuyos
propietarios están ahí sólo porque tienen más riqueza que los
trabajadores a los que emplearían.
Sencillamente, es
inconstitucional. Cuba garantiza el derecho a una información digna,
entre otros muchos derechos
Cuando hablamos de
socialismo, ¿dónde está esa libertad de expresión de la que tanto
alardean sus detractores?
La democracia deja de ser aceptable para el poder cuando los esclavos adquieren la conciencia de liberación de las cadenas de la ideología dominante: en ese momento, las peores artimañas y manipulaciones antidemocráticas del capitalismo se generalizan, y este último busca una salida sustituyendo las anteriores cadenas ideológicas, por otras basadas en la tecnología, la tortura, la represión de la disidencia, y las peores barbaridades humanas.
Referencias: