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Espacio de producción propia, reproducción ajena y discusión de teoría analítica sobre estructura, relaciones y cambio sociales, y de difusión de iniciativas y convocatorias progresistas.

viernes, 11 de marzo de 2016

Brasil sale a la calle contra la política de Dilma Rousseff


Por Antonio Jiménez Barca
[Extraído de internacional.elpaís.com]


Nota editorial

En España pudimos comprobar cómo podía ser utilizada la ingeniería social para movilizar a las masas, incentivar su participación en las adornadas protestas (universidad, ciudadanía, precariado,... de todo menos proletariado en sus consignas) de las clases medias durante los ciclos económicos depresivos, y posibilitar así la formación de gobiernos acordes a las exigencias momentáneas del sistema, con la catalización que supone una crítica a la malentendida corrupción política. El 15-M y las Elecciones Generales de 2011 fueron las pruebas de ello. Los casos de corrupción de los 90 en Italia también sirvieron para desplazar el Parlamento italiano hacia la derecha.

Quizás sólo un partido político desnortado como el Partido de los Trabajadores (PT) brasileño podría pretender que Nicolás Maduro y Felipe González tuvieran algo en común sólo porque ambos hayan manifestado recientemente su apoyo a Lula da Silva. Maduro es el heredero de una honrada pero inacabada Revolución Bolivariana (nunca comenzó en su sentido socialista, sentido al que únicamente se le ha satisfecho hasta donde se pudo hacerlo sin traspasar las barreras de la legalidad de clase vigente); González es un anticomunista y siempre fue un extremista de derechas decidido en su lucha contra el gobierno progresista bolivariano.

Se dice en el periódico derechista El Mundo que, en la ciudad brasileña de Congonhas, los acomodados manifestantes antigubernamentales –también los hay en defensa del gobierno, sobre todo trabajadores— gritaban consignas como «la bandera nunca será de color rojo». Muy a la altura del «no hay carne, no hay huevo, en este Chile nuevo», utilizado en el Chile de los años 70 contra el gobierno socialista de la Unidad Popular y sus medidas políticas redistributivas y contra la especulación de los empresarios, no porque el contenido político del PT brasileño en la actualidad sea comparable al de la UP chilena de entonces, sino por el característico olor que desprendía la oposición de esta última y el que parece que desprende la oposición actual en Brasil.

A lo mejor a lo largo de estos días nos vamos encontrando en Brasil con el "pastel" de que viven en una "dictadura" ("de partidos", si la mierda viene con guindilla). Podríamos, entonces, decir que la consigna anterior de los manifestantes se parece a lo de la «dictadura castro-chavista» de los golpistas opositores de la democrática Venezuela bolivariana. Al fin y al cabo, los «vendedores, dueños de comercios, abogados, propietarios de negocios o estudiantes, entre otros» sectores de las clases medias que protagonizan las protestas, como se alerta en el artículo de a continuación, difícilmente cargarían contra la dictadura capitalista porque, sin necesidad de ser grandes multimillonarios, siquiera mediocres industriales y financieros, participan de ella.


«Queremos fuera a estos comunistas del PT», decía una tipa que se hace llamar Marilda Feraz Curry el 12 de diciembre de 2015. «Intervención militar para acabar con esta basura de gobierno y cadena para el cavernícola meón», decía un tipo llamado Carlos Conde Guerreiro el 7 de mayo de aquel mismo año en Facebook. Si fisgonean un poco comprobarán que los tintes de estas movilizaciones no se alejan demasiado de los dos ejemplos referenciados.

Comienzo a escuchar con demasiado entusiasmo que las opciones revolucionarias de la izquierda podrían ocupar el lugar del PT. No parece que sea esa la alternativa realista.

¿Estamos ante una de esas "revoluciones" de quienes desean un gobierno que retorne a la ortodoxia liberal y promotora de la desrregulación del mercado internacional, laboral...? De ser cierto, sería el PSDB una de las opciones que podría objetivar tal retorno. Ojalá me equivoque con la respuesta que no puedo quitarme de la cabeza.

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Brasil sale a la calle contra la política de Dilma Rousseff

En el vestíbulo de la estación del metro Faria Lima, en São Paulo, al lado de la ventanilla de los billetes, una señora de unos 50 años vestida con la camiseta amarilla de la selección brasileña enarbola un cartel en el que arremete contra la corrupción de Petrobras, la marcha de la economía y, sobre todo, contra la —a su juicio— culpable de todo, la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff. No dice nada. No grita nada. Ni siquiera se mueve hacia el andén. Solo muestra el cartel. Un hombre de la misma edad vestido con ropas más pobres, de una clase social más baja, se dirige a ella y le dice: “Dilma no se va a ir porque ella no robó”.
 
La señora del cartel mira al hombre y no le contesta, sigue muda con el cartel extendido durante un rato, con el gesto de alguien muy enfadado. Se llama Liliana, es psicóloga. “Dilma nos ha mentido. Pinta un país de color de rosa en la televisión. Dijo una cosa en la campaña, y ahora hace otra. Sube los impuestos. Y la luz. Y la educación sigue muy mal, y el transporte, y todo. Me gustaría vivir en el país que ella describe. No pido su impeachment [destitución]. Pido que diga la verdad a la gente”. Después, Liliana enrolla el cartel y se suma al río inmenso de manifestantes que se dirige a la línea que lleva a la Avenida Paulista, en el corazón de São Paulo, epicentro de la protesta contra Rousseff y su partido, el PT, en todo el país.

Un millón de personas solo en São Paulo, según la policía, y 210.000 según el sistema de medición utilizado por el diario A Folha de São Paulo, a las que hay que sumar varias decenas de miles más repartidas por todo Brasil, salieron este domingo a la calle para gritar, sobre todo, “Fuera Dilma”. La de São Paulo constituye la más multitudinaria de la democracia brasileña. Muchos, como la psicóloga del cartel, no piden directamente la destitución parlamentaria de la presidenta —origen remoto de la protesta— sino que buscan expresar un rechazo a la marcha de un país y a la actitud de una presidenta.

Los manifestantes que este domingo abarrotaron la principal avenida de São Paulo pertenecen a las clases medias más educadas, mejor preparadas y más informadas del país. Son médicos, profesores, informáticos, vendedores, dueños de comercios, abogados propietarios de negocios o estudiantes, entre otros. La inmensa mayoría vestía la camiseta de la selección nacional de fútbol y muchos se envolvían en banderas brasileñas. Se quejaron de que el país coquetee con la recesión, se quejaron aún más de que el Gobierno haya subido los impuestos, haya ordenado recortes y haya engordado las tasas de la gasolina y de la luz. Pero, sobre todo, se quejaron de que la presidenta les ignore: “En el discurso del domingo pasado Rousseff dijo que la culpa de la crisis la tienen los otros países, no asumió sus culpas de la corrupción y dijo que había que hacer recortes cuando en la campaña electoral ni los había mencionado. Nos toma por tontos. Y eso no”, decía José Arménio, un vendedor de material quirúrgico de 35 años.

La mayoría de los asistentes pensaba igual. Otros recordaban que Rousseff había mencionado sólo de pasada la corrupción que carcome la principal empresa del país, la petrolera Petrobras, como si ella no hubiera dirigido el país en los últimos cuatro años o no hubiera sido ministra de Energía antes de eso.

El incontestable éxito de la manifestación pone una pelota peligrosa en el tejado de un Gobierno ya de por sí atribulado. No ya por la petición de impeachment (pocos líderes políticos de la oposición se muestran favorables por razones jurídicas y políticas) sino por el enorme, creciente y público rechazo social —o de esta parte de la sociedad— que experimenta Rousseff, reelegida —por un estrecho margen— hace tan solo cinco meses. La legislatura va a ser dura. Hace dos días, una marcha convocada por los sindicatos en apoyo a Rousseff congregó en São Paulo poco más de 40.000 personas. Y muchas de ellas se manifestaron, además, en contra de las medidas del ministro de Economía, el liberal Joaquím Levy, el liberal artífice de los programas de ajuste.

Así, a la economía atascada, a la política enfangada (por la oposición del Congreso) y a la corrupción rampante, a Rousseff se le ha levantado un nuevo frente imprevisible: el de las protestas masivas callejeras. Y a juzgar por el número de manifestantes que han salido a la calle, no va a detenerse aquí.
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Extraído de: http://internacional.elpais.com/internacional/2015/03/15/actualidad/1426448962_643061.html 

Recomendado: "Inminente golpe contra Dilma y Lula en Brasil", por Vicky Peláez, en mundo.sputniknews.com

sábado, 5 de marzo de 2016

El Día Internacional de las Obreras

Un congreso de la Liga de Mujeres Democráticas
de Alemania
, representada en la Cámara Popular (parlamento de la RDA)

Por Vladímir Ilich UIliánov, Lenin [extraído de marxist.org el 6 de marzo de 2016; publicación original en el suplemento al núm. 51 del periódico Pravda el 8 de marzo de 1921]

Nota personal del editor del blog: quisiera dedicar esta entrada a todos aquellos preocupados por la evidente desigualdad y opresión de la mujer en el desmembrado Estado afgano pero igualmente ignorantes con el paso de gigante dado durante la democracia popular de 1978 en esta cuestión y en otras muchas tras la Revolución del Saur; a aquellos que hablan de la desigualdad de la mujer en Irán pero callan ante lo que supuso en un inicio el derrocamiento del Estado Imperial y de la dinastía Pahlavi en 1979. Y en general, a los que pretenden arrogar a sus doctrinas unas conquistas populares que no les pertenecen.

Calificándolos como "secundarios" frente a su interpretación dahliana –muy sesgada— de la democracia, área en la que por supuesto también les niegan sus logros, muchos detractores de regímenes económicos y políticos y de sociedades de inspiración socialista restan importancia a los logros de áreas temáticas en las que las democracias liberales les deben mucho precisamente a aquellos: democracia (incluída la social), derechos laborales, imperialismo, y también igualdad de género.

Aunque parece cierto que muchos teóricos progresistas clásicos no se ocuparon de muchas de las cuestiones que afortunadamente hoy están en el tintero y antes no lo estaban tanto, reproduzco esta breve publicación de Lenin en 1921 en el periódico bolchevique de entonces, porque pienso que acierta en identificar dos planos clave de la situación doblemente opresiva de la mujer trabajadora, que no insinúo en absoluto que estén desvinculados: la que resulta de las limitaciones políticas impuestas por las repúblicas burguesas, y la que se deriva de su opresión en el hogar, y que propone superar sustituyendo la economía doméstica privada por la economía socialista.

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EL DÍA INTERNACIONAL DE LAS OBRERAS

Lo principal y fundamental del bolchevismo y de la Revolución de Octubre en Rusia consiste precisamente en la incorporación a la política de los que sufrían mayor opresión bajo el capitalismo. Los capitalistas los oprimían, los engañaban y los saqueaban con monarquía y con repúblicas democráticas burguesas. Esta opresión, este engaño, este saqueo del trabajo del pueblo por los capitalistas, eran inevitables mientras existía la propiedad privada sobre la tierra y las fábricas.

La esencia del bolchevismo, la esencia del Poder soviético radica en concentrar la plenitud del poder estatal en manos de las masas trabajadoras y explotadas, desenmascarando la mentira y la hipocresía de la democracia burguesa y aboliendo la propiedad privada sobre la tierra y las fábricas. Estas masas toman a su cargo la política, es decir, la tarea de edificar una nueva sociedad. La obra es difícil; las más de haber vivido bajo el capitalismo, pero no hay ni puede haber otra salida de la esclavitud capitalista.

Y no es posible incorporar a las mujeres. Porque, bajo el capitalismo, la mitad femenina del género humano está doblemente oprimida. La obrera y la campesina son oprimidas por el capital, y además, incluso en las repúblicas burguesas más democráticas no tienen plenitud de derechos, ya que la ley les niega la igualdad con el hombre. Esto, en primer lugar, y en segundo lugar -lo que es más importante-, permanecen en la "esclavitud casera", son "esclavas del hogar", viven agobiadas por la labor más mezquina, más ingrata, más dura y más enbrutecedora. la de la Cocina y, en general, la de la economía doméstica familiar individual.

La revolución bolchevique, soviética, corta las raíces de la opresión y de la desigualdad de la mujer tan profundamente como no osó cortarlas jamás un sólo partido ni una sola revolución en el mundo. En nuestro país, en la Rusia Soviética, no han quedado ni rastro de la desigualdad de la mujer y el hombre ante la ley. Una desigualdad sobremanera repulsiva, vil e hipócrita en el derecho matrimonial y familiar, la desigualdad en lo referente al niño, ha sido eliminada totalmente por el Poder soviético.

Esto constituye tan sólo el primer paso hacia la emancipación de la mujer. Pero ninguna república burguesa, aún la más democrática, se atrevió jamás a dar ni siquiera este primer paso. No se atrevió por temor ante la sacrosanta propiedad privada.

El segundo paso, el principal, ha sido la abolición de la propiedad privada sobre la tierra y las fábricas. Así, y únicamente así, se abre el camino para la emancipación completa y efectiva de la mujer, para su liberación de la "esclavitud casera", mediante el paso de la pequeña economía doméstica individual a la grande y socializada.

El tránsito es difícil, pues se trata de transformar las normas más arraigadas, rutinarias, rudas y osificadas (a decir verdad, son bochorno y salvajismo, y no "normas"). Pero el tránsito ha comenzado, se ha puesto inicio a la obra, hemos entrado en el nuevo camino.

Y en el día internacional de las obreras, en innumerables reuniones de trabajadoras de todos los países del mundo resonarán saludos a la Rusia Soviética, que ha emprendido una obra difícil y pesada hasta lo inaudito, pero grande, de trascendencia universal, verdaderamente liberadora. Resonarán llamamientos optimistas, exhortando a no desfallecer ante la reacción burguesa, brutal y a menudo feroz. Cuanto más "libre" o "democrático" es un país burgués, tanto más brutalidades y ferocidades comete la banda capitalista contra la revolución de los obreros; la República democrática de los Estados Unidos de Norteamérica es, a este respecto, un ejemplo ilustrativo. Pero el obrero ha despertado ya en masa. La guerra imperialista ha despertado definitivamente a las masas durmientes, soñolientas y rutinarias tanto en América como en Europa y en la atrasada Asia.

Se ha roto el hielo en todos los confines del mundo. La liberación de los pueblos del yugo del imperialismo, la liberación de los obreros y de las obreras del yugo del capital avanza inconteniblemente. La han impulsado decenas y cientos de millones de obreros y obreras, de campesinos y campesinas. Y por eso la causa de la emancipación del trabajo del yugo del capital triunfará en el mundo entero.
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Enlace de la fuente de la que fue extraído: https://www.marxists.org/espanol/lenin/obras/1920s/8-iii-1921.htm 

8 de Marzo: Día Internacional de la Mujer Trabajadora


Clara Zetkin y Rosa Luxemburgo
Por Arash

La vida es tan sólo un infinitésimo instante del tiempo que  estaremos muertos. El corto tiempo de la vida, dijeron ellas.

Precísamente por ello sería un error el que la redujéramos a un grito de desesperación y lamento existencial.

No puede haber nada peor para la emancipación de la opresión que una voluntad tan pesimista como la que asume, de una manera que dice tan poco de lo humano, la naturalidad y hasta la cotidianeidad de la condición contra la que se lucha, aviso que no se desentiende con que en algunas ocasiones esta se apodere de nosotros. El tan últimamente citado Antonio Gramsci hablaba de que dejásemos nuestro pesimismo para el análisis de la realidad capitalista, en la que actualmente nos encontramos. Por lo demás, sólo tenemos que tener la determinación y convicción de que la felicidad no será más postergada.

No podría ser ilustración de tal ejercicio de complicidad voluntaria el ejemplo que dieron las mujeres de la clase trabajadora, como aquellas norteamericanas que perdieron a sus hermanas, madres y quizás sobre todo hijas (la más joven de las obreras tenía 14 años de edad) en 1911 en Nueva York, y que se incorporaron inmediatamente a las luchas. Por eso las bañaban los rayos de un sol, por eso caminamos por las calles, con la luz de la mañana. Porque en vez de en su puesto de trabajo a las 8 de la mañana, estaban secundando la huelga.

Como las trabajadoras rusas en 1913, muchas de las cuales no volvieron a ver a sus maridos e hijos, y compañeros engañados y reclutados para la guerra imperialista, y que encabezaron el Día de las Obreras para que regresasen los supervivientes e hicieran junto con ellas la revolución; que fueron dispersadas violentamente por la policía, pero que el 8 de marzo (calendario gregoriano) de 1917, unos cuantos años después, protagonizaron el derrocamiento de la corrupta monarquía rusa. Esta canción es también para los hombres. Porque son nuestros hijos, ellos también caminan con nosotras.

En la memoria de estas mujeres socialistas neoyorquinas había una multitud muda, que caminaba junto a ellas en sus corazones: las obreras industriales de la fábrica textil de la compañía  Triangle Waist, a las que los indecentes (...) de sus patrones encerraron bajo candado, sentenciándolas a una muerte horrible. Si los capitalistas, en donde hay un valor intrínseco –valor de uso, en el caso de las mercancías inertes— sólo ven el valor de cambio con el que obtienen sus ingresos comerciales, en el caso del mercado laboral de las mujeres, cuyo valor reside en su condición humana (aquel trágico día se la negaron completamente), no se quedaron cortos en verlas como fuerzas de trabajo baratas y como una oportunidad de ahorrar costes productivos: "mañana contrataremos a otras", pareciera resonar en nuestros oídos, no sin una cierta aurora de rabia, como justificación criminal de su genocidio contra ellas.

Estas condiciones militares de trabajo, tan conocidas en la época de esplendor del capitalismo liberal europeo y norteamericano de entonces y descritas por Friedrich Engels en "La situación de la clase obrera en Inglaterra", se mantienen fuera de esta "tierra prometida" de bienestar que es (o ha tratado de ser, y no ha llegado a ser en muchas partes de) occidente, para muchos trabajadores. Especialmente para las mujeres. Hoy, los techos de las fábricas textiles de Bangladesh administradas y expropiadas por el capital (muchas veces europeo) siguen asesinando a las mujeres obreras, que resultan aplastadas de la forma más inhumana. Hoy, las trabajadoras siguen teniendo que rezar a sus patrones como si fueran dioses personificados en Tailandia.

Por el momento yo no soy de clase trabajadora. Soy hijo y nieto de clase trabajadora y por consiguiente siempre me han alimentado rentas del trabajo, pero me van a permitir hablar en primera persona del plural, aunque sólo sea porque, además de saber que no tenemos igualdad en esta indeseable sociedad capitalista (y en ella nunca la tendremos), tampoco tenemos libertad, y aunque no tenga ni idea del cual, en particular, se acerca del cómo, en general, voy a tener que comprar el pan. Y también porque me reivindico de las luchas de estas mujeres, a las que no puedo considerar sólo como víctimas  –que lo son, de este sistema productivo—, sino como auténticas heroínas de la clase trabajadora que con su historia de supervivencia deberían de impulsarnos en las luchas del presente, igual que los mártires de Chicago que habremos de rememorar este 1º de Mayo.

La venta de la entonces renombrada Casa de la Juventud (ahora re-renombrada), establecimiento desde el que las mujeres de la II Internacional socialista generalizaron entonces el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, y propiedad del ayuntamiento de Copenhague hasta 2007, a una institución tan ligada al patriarcado y el poder como una secta religiosa cristiana, es fiel ejemplo de que lo que se pretende con la tergiversación o supresión de la memoria histórica, es justamente desconexionar la lucha de un colectivo que tan poco ha recibido a cambio pero al que tanto debemos por su participación y liderazgo en los procesos de transformación social, del rumbo histórico de la trayectoria que lo hizo posible; que nos perdamos en el camino y que no podamos mirar atrás porque no sabemos de dónde venimos, para comprobar cual ha sido nuestra senda y en qué hemos de rectificar y en qué persistir.

Dicho esto, me pregunto, ¿cómo va a reducirse la vida a esto? Si hemos de trabajar, una parte para ganar dinero y subsistir, otra parte para hacer ganar dinero a un explotador, y hemos de morar para reproducir nuestra fuerza de trabajo, ¿qué nos queda? ¿Qué coño les queda a las mujeres de la clase trabajadora que dedican, también su tercer tercio de vida, al trabajo? No queremos el trabajo sacrificado de muchos, y que muy pocos disfruten. Poco que perder y mucho que ganar.

Hay una evidente hipocresía machista en nuestra sociedad y en las instituciones. Los servicios domésticos no están reconocidos en España como parte de la producción y la Contabilidad Nacional, y sin embargo ello no significa que efectivamente no existan dichos servicios domésticos y sus beneficiarios. Justo lo contrario a lo que ocurre con respecto a la retribución de la prestación de trabajos y servicios domésticos, tampoco recogidos en la renta y Contabilidad Nacional y que, en este caso, significa que efectivamente no se retribuyen.

A sabiendas de lo anterior, estoy convencido de que no debemos adoptar, tampoco en este campo, un enfoque liberal indiferente e ignorante de la opresión de la burguesía y, en el mejor y más respetable de los casos, afanada solamente (aunque sea necesario, sin duda alguna) en recoger legalmente derechos, sino una verdadera perspectiva socialista como la de aquellas mujeres que exigieron su derecho al sufragio y la mejora de sus condiciones de trabajo, y a ser posible, que evite limitar la existencia de las mujeres trabajadoras a meras fuerzas de trabajo intercambiables entre nuevos patrones de este hipotético futuro sector laboral y que nos impida conformarnos con una necesaria y progresista pero simple asalarización, equitativa a la de los hombres, de su trabajo porque ello, significando un avance histórico en su lucha, tampoco las haría dueñas de sí mismas, del mismo modo que el capitalismo tampoco permite precisamente que los asalariados que antes pagaban a sus señores feudales sean dueños de sí mismos. Cuerpo, pero también alma, ambos tienen sed; queremos el pan, pero también las rosas.


Caminamos por las calles
Con la luz de la mañana
Desde fábricas y cocinas surge una nueva luz
Como los rayos de un sol
Que se derrama sobre nosotras.
Así nos escuchan cantar:
Pan y rosas, pan y rosas.

Caminamos por las calles
Esta canción es también para los hombres,
Porque son nuestros hijos,
Ellos también caminan con nosotras.
En el corto tiempo de la vida
La felicidad no será más postergada.
Cuerpo y alma, ambos tienen sed:
Queremos el pan, pero también las rosas.
 
Caminamos por las calles
Y con nosotras camina una multitud muda
De innumerables mujeres muertas:
Su deseo era pan y felicidad.
Su vida tuvo poco arte y poca belleza,
Sí, es pan lo que exigimos,
Pero además exigimos rosas.

Caminamos por las calles
Y amanece un nuevo día.
Cuando las mujeres se levantan
La humanidad se está forjando un nuevo camino.
No queremos el trabajo sacrificado de muchos
Y que muy pocos disfruten.
Queremos compartir toda la belleza:
Pan y rosas, pan y rosas.
(Canción de las trabajadoras textiles de Lawrence, Massachussets)


¡VIVA EL 8 DE MARZO! ¡VIVA EL DÍA INTERNACIONAL DE LUCHA DE LA MUJER TRABAJADORA!