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Espacio de producción propia, reproducción ajena y discusión de teoría analítica sobre estructura, relaciones y cambio sociales, y de difusión de iniciativas y convocatorias progresistas.

viernes, 24 de noviembre de 2023

Centrarse en lo que importa para frenar el golpismo fascista



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La "cordura" de la asesina de viejos Ayuso y
de su fiel subordinado, Feijóo.
Y todo concentrado en el mismo sitio.
¿Acaso hay alguna tendencia nazi que falte?


Hace un par de meses, cuando aún no estaba claro si se tendrían que convocar nuevas elecciones, se publicaba una "propuesta de exigencias al posible próximo gobierno de amplias alianzas". 

Se trataba de unas demandas planteadas en relación a un ejecutivo que finalmente sí se ha terminado constituyendo, a pesar de una investidura agitada desde el PP y Vox por sus alevines fascistas, lanzados en plazas y frente a sedes a lo largo de las últimas dos semanas.

Así mismo, también se había publicado antes de dicha propuesta, el pasado enero de este año y bajo la misma autoría, lo que podría considerarse como una lista de reclamaciones que sirviera de criterio para una actuación que también es necesario que tenga lugar, y más nos vale aceptarlo, desde las instituciones. 

La verdad es que no se puede entender la tipología de medidas a la que remite esta última de las enumeraciones, sin aquella otra que se profundiza en la primera de las dos publicaciones enlazadas y que se refiere a la defensa de la forma indirecta y diferida de nuestro salario, una forma históricamente arrancada en el pasado. Lo mismo sucede en el sentido inverso. 

La razón es que son las políticas procíclicas las que están descomponiendo las clases populares y poniendo en peligro las reglas más básicas de la convivencia e integración, y tras lo visto en países de Norteamérica y Europa, reciéntemente en Irlanda, ha de quedar claro que no debe haber tolerancia con la avanzadilla de ratas que está dinamitando tales normas. He ahí la urgencia de estas líneas de acción. 

El clima que se ha impuesto desde hace tiempo no es ninguna broma, nada que merezca los cachondeos y frivolidades del Gran Wyoming ni las coñas sin gracia de ningún tertuliano. Hemos podido ver a la pirómana y lideresa natural de toda la derecha contemporánea de nuestro país y de sus ultras, ciscarse en el Presidente del Gobierno durante la sesión de investidura en el Congreso de los Diputados, al más puro estilo chulopiscinas de Arturo Pérez Reverte, tan falangista como los que marchaban estos días en Madrid.

También a representantes institucionales haciendo gestos de felaciones, a simpatizantes de las Juventudes Hitlerianas, a apologetas del franquismo y miembros de organizaciones nacionalistas y racistas de diverso cuño, bien conocidas en las calles. El patriotismo es el último refugio de los canallas, como dijo Samuel Johnson, y en esa misma idea de la patria se regocijan aspirantes de distintos chiringuitos que son la peor basura existente en nuestro país.

Lo que reproduzco a continuación, pues, no es más que la exposición conjunta del articulado de los dos textos que refería al principio, ya que pese a las redundancias que con ello genero, hacen hincapié en dos aspectos sólo parcialmente distintos del mismo objetivo. Si creo que ambos textos merecen difusión es porque no he encontrado ninguna exposición más o menos sintética que pudiera servir de referencia para posicionarse en las actuales circunstancias, a excepción de estos. 

En cualquier caso lo hago bajo mi responsabilidad personal por haber modificado no ya el contenido, que apenas he alterado al no haber aportado más allá de algunas notas adicionales, pero en cualquier caso sí la presentación de las dos publicaciones, que como decía expongo de manera contigua o de seguido, porque las implicaciones de llevar a cabo tales demandas son recíprocamente incomprensibles las unas sin las otras.

Por supuesto tienen ustedes la posibilidad de acudir a la fuente original de ambas (de nuevo: aquí y aquí) y acceder a su contenido completo, así como a algunas aclaraciones pertinentes del propio autor. 

La interiorización de los siguientes puntos requiere de cada uno el comprender su necesidad, paso previo indispensable para poder insistir en ellos ante nuestros allegados y evaluar su cumplimiento o no por parte de las autoridades legales, para lo cual nos convendría estar exigiéndoselos, y mejor si para ello estamos organizados: 

 

 

  • 1) Salarios reales actualizados a la inflación tradicional y la subyacente.
     
  •  2) Control de los despidos colectivos, de los individuales, de los abusos en los contratos indefinidos discontínuos. Incremento del número de inspectores y de sus inspecciones.

    * Nota: además de la precariedad que supone la contratación flexible, en particular la que resulta propia de los discontínuos, la multiplicación de tales inspecciones de trabajo y la intensificación del control por parte de la administración de la SS podría poner límites deseables tanto a la subcontratación o la economía sumergida, como a la encadenación de contratos legales.


  • 3) Pensiones públicas reales actualizadas a la inflación tradicional y la subyacente. Blindaje constitucional de la actualización exclusivamente pública de las mismas. Cierre a cualquier entrada privada en su financiación. No a la mochila austríaca. Límite de edad de jubilación a los 65 años. Ninguna pensión por debajo del Salario Mínimo Interprofesional.

    * Nota: lo mismo que la última de las cuestiones de este punto se plantea con la pensión no contributiva o mínima, extender esa misma igualación o, por lo menos, la referencia de cálculo con respecto al SMI al caso del subsidio de desempleo, es una posible manera de vincular en las reivindicaciones a trabajadores ocupados y jubilados, entendiendo que tanto los que reciben un salario directo y en cualquier momento pueden quedarse sin trabajo y pasar a necesitar alguna protección, como quienes dependen para subsistir de la cobertura del SPP, tendrían mejores garantías legales para contener la caída de sus ingresos cuando no están trabajando bien porque quedaron oficialmente desempleados, bien porque trabajando lograron alcanzar la edad o el grado "suficiente" de vejez como para tener una pensión.


  • 4) Sanidad pública ajena a intromisiones de la privada en ella. Recuperación de las áreas privatizadas para lo público. Fin de la cooperación público-privado. Eliminación de cualquier forma de copago sanitario o farmacéutico. Incremento de la inversión sanitaria en personal y recursos.

  • 5) Legislación que impida las subvenciones a la enseñanza privada en sus distintas formas. Incremento de la inversión en enseñanza pública.

  • 6) Legislación que limite las viviendas turísticas. Fin a la orgía de las agencias de alquiler vacacional como Airbnb y su competencia. Leyes estatales que impidan la gentrificación. Despenalización de la ocupación por familias de viviendas no habitadas. Políticas nacionales de protección del suelo público y que exijan a autonomías y ayuntamientos construcción de vivienda pública. Limitaciones al precio del alquiler a precios no superiores al 25%. Aval estatal para alquiler y compra de vivienda para familias pobres. Prohibición de los lanzamientos por parte de bancos de familias en situaciones de exclusión.

    * Nota: a parte de fomentar mediante políticas estatales la construcción de vivienda pública desde las administraciones municipales y de las CCAA, también podría ser interesante insistir en que el apoyo público del estado se ligase al alquiler y compra de vivienda. No es para tirar cohetes, vivimos en el capitalismo pero mejor exigir ese apoyo, como también mantener el que brindan las coberturas al desempleo, o los sistemas de salud y de pensiones de financiación y de titularidad de propiedad y de gestión públicas, que dejar que ningún gobierno encuentre la forma de hacer otro malabarismo con la parte de los presupuestos de finalidad social, por ejemplo mediante alguna asignación de dinero a tocateja que a ningún banco ni inmobiliaria haría considerar rentable sus inversiones, ya sean estas el caso de la concesión de una hipoteca, o bien el de un arrendamiento. Si en concreto se trata de acceder a la vivienda, entonces hablamos de apoyo estatal en el acceso a la vivienda: no de recibir tantos miles de euros de una tacada por acabar tu infancia y luego que te den por el culo el resto de tu vida.

  • 7) Fin de la colaboración de España con el FRONTEX y abandono del Espacio Schengen en cuestiones relacionadas con la inmigración. Convenio del Estado con ONGs que recogen personas en el mar y protocolo con ellos de puertos españoles seguros. Rol de sindicatos, iglesias y ONGs como valedores de sin papeles. Refuerzo de la seguridad laboral del inmigrante por sindicatos. Favorecimiento del asociacionismo inmigrante destinado a la mejora de sus vidas. Mejora y agilización de los procesos de asilo y refugio.

  • 8) Elaboración de una ley contra el fascismo, el odio y el antisemitismo. Ilegalización de las organizaciones fascistas. Expulsión de individuos de las mismas en Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y en el Ejército. Control de estas cuestiones en la seguridad privada.


  • 9) Decreto Ley Antifascista

    • a) Ilegalización de las organizaciones, grupos y partidos fascistas.

      * Nota: en las convocatorias de estos días en la calle Ferraz, además de que la policía detuvo en las proximidades a un alférez que portaba un arma de fuego, también se han visto enseñas de Democracia Nacional, Hacer Nación, Hogar Social, Noviembre Nacional, alguna de las estirpes de la FE y de los CoJONS. Sería un comienzo. Se planteó en el pasado con los neonazis de Alianza Nacional, cuyo pequeño führer llegó a ser detenido en 2021 antes de quedar en libertad, aunque este partido no llegó finalmente a ser ilegalizado. Tan ilegal es la posesión ilícita de armas de fuego, como el portarlas en manifestaciones en la vía pública incluso siendo militar.

    • b) Depuración y cárcel de los elementos fascistas de la policía, el ejército, la judicatura, el empresariado, las iglesias, el funcionariado, los miembros del legislativo y del aparato mediático.

      * Nota: además del caso anterior del militar armado detenido por la policía, recuérdense las conversaciones de hace unos años en las que se mensajeaban sobre eliminar a unos "26 millones de rojos" u otro hipotético exterminio de la población que fuese. Hace unos días llamaban a las fuerzas armadas a la subversión contra el gobierno. En cuanto a las envestidas conocidas por parte de representantes de Vox en el Congreso de los Diputados o en parlamentos autonómicos, yo tampoco me creo que se carezca de motivos legales para proceder a su inhabilitación, y eso como mínimo.

    • c) Identificación, persecución y represión a los trolls fascistas en redes sociales.

    • d) Cierre de webs, blogs y foros de debate fascistas.

    • e) Actuación destinada hacia las grandes redes sociales consistente en la exigencia de cierre de todo tipo de propaganda ultraderechista/fascista, so pena de que dichas redes sean bloqueadas en los países democráticos.

  • 10) Creación de órganos específicos de unidades policiales y de inteligencia formados por elementos democráticos de amplio espectro ideológico destinados a cumplir los objetivos anteriores.

  • 11) Apoyo, promoción y fortalecimiento de las redes democráticas antifascistas.

  • 12) Políticas sociales que amplien la base democrática popular de la llamada democracia liberal: ampliar las ayudas a los segmentos más depauperados de la clase media patrimonial (pequeño comercio, PyMes, pequeños agricultores...).

  • 13) Lucha ideológica destinada a los segmentos señalados.

  • 14) Impedir desahucios a la clase trabajadora.

  • 15) Ampliar los medios sanitarios hospitalarios.

  • 16) Ofrecer salidas de supervivencia a los jóvenes y viejos sin opción laboral: NO MÁS MENTIRAS FORMATIVAS Y DE EMPLEO.

  • 17) Evitar que el cambio de modelo productivo hacia la descarbonización lo pague la clase trabajadora. En patiente o bicicleta que vayan los empresarios, no los trabajadores.


viernes, 20 de octubre de 2023

Guerra de Israel contra Gaza: las principales potencias echan gasolina al fuego del apartheid



Por Arash

El grabarse tantas imágenes de los miles de críos asesinados por los agresores israelíes solamente en estos días que llevamos viendo de campaña de ataques aéreos y artillería sionista, de sus padres desconsolados o enloquecidos y de sus madres rabiosas ante los cadáveres de sus hijos con las caras hinchadas o descuartizados por las bombas, ya le dan a uno ganas de desaparecer por la impotencia e inmolarse frente a este lunático de Netanyahu, llevándose de paso a todos los hijos de puta posibles de entre sus colaboradores, que los tiene y muchos, en las altas instituciones de EEUU y también de la UE. Estos últimos deberían haberlo tenido seriamente en cuenta en la elaboración de sus planes de prevención y acción contra la radicalización y el terrorismo islámico tanto fuera como dentro de nuestras fronteras, por el resentimiento que genera en las víctimas aquellas barbaridades que nadie en este mundo tendría que experimentar. 
 
En lugar de aprender y sacar lecciones, estos dirigentes tan leales y obedientes sin  otra política exterior que la que marquen los amos del imperio declinante, terminarán sacando partido del nefasto efecto de dicho dolor incalculable, el indeseable terrorismo que decíamos, para restringir los derechos y las libertades democráticas de expresión, de manifestación, de circulación y otras muchas, como ya se está haciendo en Europa con el pretexto de mantener el orden, que sin duda se desestabilizará por muy diversas razones, y las acciones de los "lobos solitarios" podrían ser tristemente una de las más nefastas e inconvenientes que contribuirán a reforzar las líneas autoritarias de nuestros gobiernos y parlamentos. 

Por nuestra parte, entre los occidentales, cuando se pasara el efecto sorpresa de los acontecimientos y bajase la temperatura derivada de la horrorización en notables sectores de la sociedad en este continente, que ya parece que vamos en camino, se tendría que mantener una presión intensa y consciente hacia nuestros gobiernos para denunciar la guerra y a sus cómplices, por incómoda que le resultase a cualquiera, porque aún sin el silencio de alguien de menguada proyección mediática nadie va a juzgar al primer ministro israelí, como no lo hicieron con Bush (el hijo tonto) tras la muerte de 1 millón de iraquíes en la invasión estadounidense, la segunda guerra del Golfo.

Aquel a quien llaman 'Bibi", un nombre familiar que se emplea para referirse a un infraser tan vil y despreciable, muy probablemente saldrá de rositas como lo hicieron tras la segunda guerra mundial, el conflicto más letal jamás conocido a lo largo de la historia, tantos cargos alemanes reciclados pero autores del Holocausto, en el que las víctimas eran judíos, comunistas, homosexuales, intelectuales, artistas, disidentes de todo tipo y orientación sexual, ideológica o de opinión. Es ya viejo hecho conocido que el prejuicio puede tener todas las direcciones y sentidos imaginables.

El asedio del gueto de Gaza no ha alcanzado la magnitud de muerte que los perpetrados entonces por los nazis hitlerianos, pero crea precedente en un sentido parecido (1 de cada 4 viviendas destruídas en Gaza hasta la fecha, privación de agua y alimentos a 2 millones y medio de habitantes, etc) tal y como lo hace la restricción de derechos civiles antes mencionada, o como lo hizo la censura de medios de comunicación rusos, en lo que constituyó una violación flagrante del derecho comunitario, tras lo cual se restringió también, a la inversa, la actividad de los principales medios de Europa occidental en Rusia. Si aquello no tuvo mayores consecuencias en el Tribunal de Justicia de la UE, ¿habría de tener alguna en la Corte Penal Internacional la transgresión del derecho internacional por parte de los violadores sionistas? 

Resulta patético escuchar a Scholz, Von der Layen o Borrel intentando mantener la reputación de la UE ante la omisión continuada de sus supuestas responsabilidades humanitarias por los crímenes del Estado de Israel en Palestina, reprochando para ello, de forma ya no explícita, los de la Federación Rusa en Ucrania, o aplaudiendo también el pacto entre Biden y Netanyahu de la entrada de 20 putos camiones desde Egipto por el paso de Rafah, también bombardeado varias veces por las huestes de Netanyahu, mientras el emisario en el Consejo de Seguridad de la ONU de la administración del propio Biden veta la petición de una tregua para permitir la entrada de agua, alimentos, medicinas y combustibles. 
 
Al pretender sostener la imagen de humanidad ahora tan dañada de la UE, así como la credibilidad tradicional de esta organización supranacional como declaradamente comprometida con la justicia ante el grueso de sus poblaciones, los representantes europeos se han vuelto otra vez impotentes, como si fueran peones de obra tratando en vano de salvaguardar la estructura endeble de un hospital en la mirilla de alguna lanzadera de misiles, o médicos buscando proteger sin corriente eléctrica la salud del millar de enfermos y refugiados que lo abarrotasen bajo un escuadrón de bombarderos.

A parte del cobarde ataque no reconocido contra Al-Ahli, el hospital cristiano baptista en el que fueron aniquiladas prácticamente de un plumazo 500 personas entre heridos, niños o huidos del norte, ya han disparado contra unos cuantos hospitales más, instalaciones de la ONU, además de ambulancias, viviendas y zonas residenciales, escuelas, caravanas y muchedumbres indefensas a las que tendieron una cruel emboscada, tras haberles "sugerido" engañosamente a los refugiados que si salían de sus casas y se dirigían hacia el sur, previa amenaza de la previsible e inminente invasión de lo que les quedaba de su hogar, a lo mejor se librarían de la muerte. Pero ahora les quedará a los supervivientes aún mucho menos porque nada, ninguno de sus familiares habían de escapar de las bombas y los misiles del "ejército más moral del mundo" de la "única democracia de Oriente Medio", que es como denominan a estos exterminadores racistas, supremacistas étnicos y religiosos, criaturas del imperialismo nacidas de los artífices del Plan de Partición de 1947.
 
Me preocupa la desintegración de la UE porque la alternativa parece hoy el nacionalismo tan repugnante como siempre, el proteccionismo de los intereses económicos de cada cortijo privado del capitalismo global multipolar pero de lo que se trataba era de buscar otras vías con vistas a una sociedad en la que hubiera espacio para la solidaridad y sin embargo, hoy no quedan organizaciones de clase, políticas o sindicales, con tal disposición.
 
En cuanto a la cuestión relativa a la partición de Palestina en 1947 y la inmediata creación de Israel un año después, no tengo ninguna duda de que los Acuerdos de Oslo, suscritos en 1993 por el histórico dirigente de la valiente resistencia palestina, fueron una gran cagada sideral, entre otras razones porque Israel se los ha estado pasando por el forro de los cojones con impunidad desde el minuto cero gracias a todos sus socios más o menos inmediatos. La duda que me queda es si Yasser Arafat se había desviado de la causa contra la opresión al haberlo hecho o si, por el contrario, para aquellas fechas ya no quedaba más remedio que aceptar esa derrota, que lo es en todo caso de una batalla puntual, no de la agotadora lucha diaria de los maltratados por existir.

Por supuesto, la figura de Arafat es muy respetada en toda la dividida Palestina y esto lo saben hasta los islamistas: por eso los santuarios u homenajes dedicados a su memoria no son profanados ni saboteados ni siquiera en Gaza, a pesar de que es allí donde Hamás tiene una mayor posición de fuerza, aunque también mantenga apoyos o simpatías entre parte de los cisjordanos, que es en lo que se apoya el criminal orejudo para justificar la acción anticivilizatoria de su gobierno y lo que muchos consideran ya que toma el rumbo de un abierto genocidio. Habría que preguntarse cuál era la influencia real de Fatah más allá de los lugareños, es decir no sólo entre los palestinos sino en los países de la mal llamada comunidad internacional.

¿Acaso Arafat se precipitó al firmar los acuerdos, desperdiciando así las fuerzas que brindaba la organización? ¿O será que a esas alturas ya no había más remedio, y precísamente por eso aprovechó en gran medida tales fuerzas todo lo que se podía? Un sector mayoritario de Fatah y muchos de los miembros de la OLP aceptaron los acuerdos, mientras que otro segmento minoritario de aquella se declaró en intifada junto con otros partidos miembros que también los rechazaron.

En cualquier caso fue el fracaso de aquella opción del Estado único, la apuesta original de la OLP, la que condujo al fracaso de la "solución de dos Estados", adoptada sin embargo en la ONU y de la que ya se habían advertido cuáles eran sus verdaderos objetivos, que eran los que tenían los vencedores de la primera guerra mundial, y Estados Unidos tras la segunda. ¿Le extrañan a alguien los asaltos o intentos de asaltos a embajadas o consulados de Francia, Reino Unido y EEUU en diversos países por las amplias masas enfurecidas, desde el Hezbolláh hasta los comunistas en el Líbano, pasando por las protestas de distinto signo en Túnez, Egipto, Yemen, Siria, Irak, Arabia Saudí, y fuera de los países árabes, en Turquía, en Irán o en Pakistán?
 
Es decir, ¿cómo iba a ser una solución el que hubiera dos Estados en la histórica Palestina? Con ello se trataba fundamentalmente de la ubicación de un emplazamiento comercial estratégico, y de paso un polvorín disponible para esos hipócritas que se galardonaban a sí mismos como los representantes del mundo libre, cosa que tampoco son ninguna de las superpotencias económicas o militares contemporáneas. No sólo fracasó aquel objetivo histórico de la OLP, sino que ni siquiera la "solución de dos Estados" ha sido respetada en ningún momento por las sucesivas autoridades políticas de Israel, que no olvidemos que también cuenta con sus bandas terroristas de colonos paramilitares.

Por el contrario, la opción del Estado único que se ha estado imponiendo por la fuerza militar y paramilitar es muy distinta porque se trata de un Estado judío, o sea, confesional, de acuerdo al régimen segregacionista y discriminatorio hacia el que no comulga con la secta dominante o con la ideología allí vigente (han habido sectores muy minoritarios de rabinos y ciudadanos israelíes críticos con la orientación de sus autoridades) y lo que se especula hoy como posible solución de Estado único, que se lee entrelíneas que sería algo más semejante al cuestionable sistema actualmente vigente en el Líbano, país que no está nada claro que se vaya a librar de la violencia sectaria, podría tender a parecerse también a lo que ya sucede quizás no tanto en las ciudades mixtas, construidas para concentrar a los no judíos, pero sí en los territorios ocupados. 

¿Qué pasa con los extensos sectores radicalizados de la población israelí? ¿Acaso desaparecerían estas confiscaciones ilegales, los linchamientos, las detenciones "administrativas" (ejecutadas por la policía israelí sin orden judicial) en las propias casas, los asesinatos, y todo tipo de vejaciones y perjuicios cotidianos que por cierto ya padecen los cisjordanos de las áreas B y C y ocupadas, sólo porque a todos estos o a los gazatíes les dieran la ciudadanía de Israel? ¿Se puede ocultar el fracaso estrepitoso de lo que en su día se presentaba como solución? Eso que se presentase como solución alternativa de la anterior, ¿se correspondería más o menos con el proyecto sionista impuesto sobre Palestina?

Tampoco hay que olvidar que Al-Fatah era una organización político-militar, pero los Acuerdos de Oslo implicaban entre otras cosas el abandono de la lucha armada. Esto es, que desde 1994, cuando se supone que estos iban a entrar en vigor de forma integral, no sobre todo en lo que más le interesaba al Estado israelí, todas esas competencias que hasta entonces se correspondían con las milicias armadas de Fatah se transfirieron, en principio, a lo que a partir de 2013 se conocería irrisoriamente como el Estado de Palestina, por decreto de Mahmud Abás. 
 
Ello implicaba que la policía palestina, las fuerzas de seguridad de lo que siempre habíamos conocido, desde la nakba, como la Autoridad Nacional Palestina, dependiente del gobierno reconocido de acuerdo al derecho internacional, esto es el sostenido por Fatah, y más allá de la molestia que ha provocado el que este partido no haya convocado elecciones desde 2005 y 2006, pasaría a colaborar en materia de seguridad fronteriza con los militares israelíes, algo con lo que no están de acuerdo todos los palestinos, o que han sabido explotar determinadas facciones políticas distintas. 

Mientras que el candidato de Fatah, Mahmud Abás, había ganado las elecciones presidenciales de 2006, el Movimiento de Resistencia Islámica, Hamás, había ganado las elecciones parlamentarias de 2005 a través de su candidatura de Reforma y Cambio. Sus apoyos han podido crecer precisamente por la desafección hacia Fatah, mientras que otros palestinos se han vuelto desafectos tanto a Hamás como a Fatah, lógicamente cansados de vivir durante décadas en un contexto bélico y de represalias materializadas en la forma de cortes continuados de la luz y, en general, de un suministro más que insuficiente de energía y todo tipo de bienes y servicios, que llegó a tener doble responsabilidad en el caso de la Franja de Gaza. 

A este último territorio se le restringía el acceso energético no sólo desde Israel, sino también desde la propia Cisjordania durante los años duros de rivalidad interna. Sólo las constantes agresiones y violaciones israelíes pudieron apaciguar las tensiones entre ambas posiciones nacionales, para terminar el pueblo palestino en la terrible situación que estalló con los también terribles ataques de Hamás el pasado 7 de octubre, antes de los cuales las fuerzas armadas isreaelíes ya mantenían una guerra de baja intensidad o castigo contra Gaza mediante "demoliciones" regulares a distancia, lo mismo que contra Cisjordania vía leyes excepcionales y dictámenes judiciales contra los palestinos o encarcelamientos arbitrarios de manera sumarísima, eso sin contar las provocaciones como la del desalojo de la mezquita de Al-Aqsa en Jerusalén mediante granadas aturdidoras.

La política sionista del apartheid ha consistido no sólo en impedir todo lo posible la creación de vínculos personales entre judíos y árabes palestinos que quedaron dentro del perímetro israelí, de lo que las ciudades mixtas serían quizás una tendencia excepcional de convivencia, sino también el de cortar los que ya existían entre los gazatíes y los cisjordanos, por ejemplo limitando la obtención de permisos de tránsito entre uno y otro lado para bodas solo a los familiares de primer grado de consanguinidad, mediante esperas interminables en pasillos enjaulados para acudir al puesto de trabajo, o creando nuevos asentamientos al oeste del Jordán.

Y por supuesto levantando el muro y militarizando fronteras con la mala excusa del lebensraum o espacio vital, eso mismo a lo que en su día recurrió el führercito del Tercer Reich y que tanto les sirve de nuevo al orejudo y estos otros nazis en la justificación de su victimismo expansionista. Su proyecto es una basura tan apestosa y podrida como la de tradición antisemita que, dejando ahora de lado el hedor y las declaraciones del polítiquerío ultra y derechista de nuestro país, también ha tomado una fuerza peligrosamente descomunal para nuestras libertades en varios continentes, además de haberlo hecho en Europa.

También lo consiguieron mediante un trato de favor hacia Hamás en el pasado, a pesar de que eran adversarios militares de sus milicias armadas, las Brigadas de Al-Qassam, con el fin de desbancar y dividir a lo que estaba siendo principal de la resistencia, la organización secular y el proyecto del Estado laico  que en su día lideró Fatah en la región de Palestina. Pero es ese mismo expansionismo israelí el que hace posible preguntarse, por otro lado, cuándo el fusil se vuelve la única salida. No pretendo insinuar que ese fuera el caso, algo que desconozco por completo, sino solamente mencionar que si se quisiera entender a todos los actores habría que ir sin duda más allá de las versiones mascadas que cada bloque politico-mediático internacional aporta sobre los demás, aunque ni eso ni la clara asimetría y aplastante superioridad técnica de Israel, objetivada por el momento ya en 3500 palestinos asesinados en Gaza, no implica en absoluto olvidar ni ignorar la tradición islamista de Hamás o lo brutal de sus incursiones en las cercanías de Siderot. 

No creo que Hamás en Palestina, ni que Hezbollah, que tiene filiales en diferentes países aunque fue creado en el Líbano, y lo mismo me sucede con algunos otros movimientos, sean necesaria y respectivamente "los brazos armados" de Qatar e Irán, como habitualmente se presenta en los interesados reduccionismos de la geopolítica en declaraciones de autoridades y medios de comunicación: otra cuestión es la dependencia económica y financiera, militar, y en gran medida hasta ideológica que mantengan de los regímenes de tales países, que no se traduce cómo y en lo que interesa que se esté creyendo. ¿Todo es absolutamente un enfrentamiento entre grandes mandamases? ¿No hay ninguna fisura por la que poder erosionar o cuestionar la opresión venga de donde venga? No tengo las respuestas de dónde podrían encontrarse, sólo comparto algunas preguntas.

De la misma manera no hace tanto que se repetía constantemente, y aún se sigue haciendo, el mantra aquel de que los grupos, gobiernos u organizaciones de distinto tipo no podían coaligarse o mantenerse neutrales si unos y unas eran chiítas y otros y otras era sunitas y, sin embargo, las tensiones y la crispación entre las petromonarquías árabes y la cercanía de alguna de ellas con los ayatolás iraníes ponen de manifiesto lo no siempre verídico de tales consideraciones. 

Lo dejo aquí. De momento continúa el torrente de datos que están llegando a través de diferentes canales y, más allá de las abstracciones a las que se recurran para interpretarlos, irán quedando más pruebas de la devastación material y humana en esa región tan olvidada del planeta como también lo es Yemen, asediada por otros socios cercanos de países occidentales.


viernes, 8 de septiembre de 2023

Capitalismo: cruda realidad con la que hay que acabar

Por Arash

Resulta interesante comprobar cómo en algunas divagaciones "alternativas" de filosofía económica, de corte más bien escéptico y utópico, que no tienen por qué ser atributos opuestos, se afirma categóricamente que no se puede saber el valor de las mercancías. No pretendía referirme pues, en esta ocasión, ni a la escuela austríaca ni a los neoclásicos, aunque ignoro lo que podrían tener en común a parte de que también se acaba negando, como en estas últimas tendencias, la posibilidad de conocer objetivamente lo que vale todo erario cuando adquiere esa doble naturaleza del objeto mercantil.

En cuanto a estos otros individuos que imponen la supremacía de sus perspectivas en las facultades universitarias, que en algún país latinoamericano y en el mundo anglosajón imparten asignaturas o grados de la tramposa pero reveladora denominación de "mercadotecnia" (el viejo determinismo que siempre combatió Marx), declarados defensores de la propiedad capitalista como son, lo que les aleja de la exhaustividad es el supuesto de que el valor dependiera de los propios sujetos implicados en el intercambio. 

Es decir, estos otros sí afirman reconocerlo como objeto de conocimiento... pero parten de la premisa de que resulta de la voluntad de los oferentes y demandantes del mercado, que es el principio vulgar de que se decidiera y atribuyera en función de la utilidad que les reporta, o sea que más allá de unas u otras afirmaciones, vulgares y filosóficas, ambas parecen acabar en el mismo punto, aunque habría que ver cómo y de qué manera.

Por su parte parte, los planteamientos que ahora poníamos en cuestión quizás recuerdan también a las corrientes más radicales de la ya anticuada posmodernidad, por su desalentadora consideración de que la falibilidad epistemológica, posibilidad inevitable para cualquiera de quienes vamos encontrando respuestas sobre el cacao (el orden en su aparente desorden) que sucede a nuestro alrededor, debe suponer renuncia alguna al conocimiento como tal sobre la materia que fuese, en este caso el valor, que no es poco.

Según estos no sería posible de ninguna manera la determinación del valor, porque hay muchos medios de producción, también tenemos las materias primas, y en definitiva sería "demasiado" compleja la combinación de todos estos medios en la actualidad. El problema de este razonamiento, si es que no nos encontramos directamente ante posicionamientos neoprimitivistas que tratasen de estar esbozando alguna manera de "deshacer" esa complejidad social, podría ser precísamente el del fetichismo de la mercancía, que ya denunció agudamente Marx en su obra maestra, El Capital, que no es la única ni mucho menos, sino una fundamental del pensamiento crítico y de lo más recomendable.

Así pues, si no fuera posible la consideración del valor ni desde el punto de vista cualitativo ni, desde luego, desde el cuantitativo, tampoco sería técnicamente posible esa supuesta sociedad que tanto se evoca cuando se dice pretender "un mundo mejor". Es más, el valor es la razón más que suficientemente precisa por la cual el producto laboral no se distribuye a cada cual según su necesidad, por su valor útil o por el servicio que presta si se consume, ni bajo ningún criterio que se le parezca o que contradiga el que rige las relaciones sociales y de producción.

No parece que nos hayamos acercado lo más mínimo, por el momento, a una sociedad sin clases, sin explotación laboral, sin la desigualdad que resulta de ello. De hecho el capitalismo se presenta cada vez menos semejante, si es que cabe recurrir a una misma vara de medir para comparar realidad e hipótesis, a una sociedad organizada de acuerdo a nuestras crecientes necesidades. ¿No se puede conocer? Será entonces que no conocemos eso y ya está, que no es lo mismo.

Si no se pudiera determinar tampoco, supongamos, el valor de uso, es decir la necesidad potencialmente satisfecha de la sociedad, el socialismo no sería siquiera posible en un borrador, en la teoría, ni mucho menos la "fase final" del socialismo, que sería el socialismo en el sentido "pleno", comunista. El socialismo en la teoría es cuando se lo plantea sobre el papel, pero de lo que se trata es de llevar a la práctica la teoría, de tal manera que se pudieran cubrir todas las diversas circunstancias que aquejan en la vida y que bajo las reglas del juego vigentes, tendrán previsiblemente, y por desgracia lo corrobora la experiencia, cada vez menos solución.

Sin embargo, en Marx y en el marxismo, que no significan lo mismo, están claros los conceptos: el valor es algo muy real, como las personas y sus carencias materiales, el agua dulce del mundo que se está privatizando, el dinero con el que pagas las facturas de la luz que ya es mercancía desde hace mucho, o la plusvalía que produces a los dueños que te explotan, eso cuando no estás desempleado a tiempo parcial, de manera discontinua o de larga duración.

Por eso es tan disparatadamente absurdo pretender despatologizar enfermedades mentales como el antinatalismo, dejar de beber agua, olvidarse de que existe el dinero o sencillamente ignorar el valor, con alguna mala excusa acorde a nuestros tiempos. Huelga decir que cada uno es muy libre, faltaría más, de escoger sus lecturas y sus referencias, eso es un requisito indispensable del librepensamiento.

Y por fortuna, dentro de lo malo de vivir en este sistema de mierda, y sin intención de que esto sea tomado por nadie como pretexto para no organizarse ni aplicar esos aprendizajes con los que más nos vale ser coherentes, lo cierto es que disponemos de herramientas para comprender este y el valor de la mejor manera posible.

lunes, 26 de junio de 2023

La reducción de la jornada laboral: panacea de Yolanda Díaz, conciliación de clases, y señuelo de activistas


Por Arash

Los poderosos están de suerte con la izquierda de este país. Los cortijos económicos de la clase propietaria, desde luego no las alrededor de 25.000 supuestas empresas que fracasan nada más empezar su intento de constituirse como tal, están bendecidos por todos y cada uno de los chiringuitos políticos existentes en la actualidad.

En particular resulta difícil entender la reorientación de las afinidades hacia las posiciones fundamentalistas y ultras que se sostienen desde la parte favorecida en los últimos comicios electorales, mucho más experta que la izquierda en el discurso demagógico de la libertad, sin hablar de esa ilusión de «otro mundo» que había de acabar por los suelos, justo antes de que hubiera quienes optaran por pegarse un tiro en el pie con tal de castigar a quienes habían estado manipulando porvenires ajenos, bien distintos a los suyos con escaño y cartera.

Una de las cartas que se ha sacado de la manga la señora Yolanda Díaz, en un spot electoral del que quisieron hacerse eco ciertos medios el pasado sábado 24 de junio, es la reducción de la jornada laboral, en lo que parece ser otro intento de contener la fuga de ilusiones por su candidatura. ¿Criticamos la susodicha propuesta? Muchos optarán sin duda por hacerse hacia un lado como individuos pensantes y sumarse al ya disminuido ejército de forofos.

Convendría tener claro en primera instancia el significado históricamente progresivo de la reducción de la jornada de trabajo. La medida fue auténtica, y a ella le debemos en los países centrales la conquista de las ocho horas diarias, el día de descanso semanal o la supresión del trabajo infantil, pero porque su planteamiento se correspondía con unas determinadas condiciones.

En un primer momento del sistema capitalista que se desarrolló desde Europa, hasta bien entrado el siglo diecinueve, el incremento de la cuota de la plusvalía se conseguía mediante el aumento de la jornada laboral absoluta: se trata de la llamada plusvalía absoluta, un tipo de plusvalía obtenida por el capital a través de la prolongación de la jornada laboral.

Sin embargo, mediante sus asociaciones y organizaciones, los trabajadores lograron limitar la explotación poniendo tope a estas jornadas extenuantes, como en los casos anteriormente señalados. Inmediatamente a partir de ese momento, la clase dirigente pondría sobre la mesa otra opción alternativa para seguir incrementando la esfera de las ganancias capitalistas: el aumento de la jornada laboral en relación al salario real, lo que hoy sería un indicativo bastante claro de que "estamos a la defensiva".

A la urgencia de encontrar una manera de neutralizar el movimiento obrero, que entonces era emergente y llegó a suponer un problema para la estabilidad del orden económico y social, ya se le sumaba por aquellas fechas, no obstante, la aparición de la primera sintomatología de crisis estructural. Desde el punto de vista de los intereses de la clase dominante, lo que se debe hacer en todo caso es contrarrestar la tendencia decreciente de su beneficio.

Recuérdese si es de interés la definición fundamental del salario, que denota la determinada relación laboral entre la cantidad de lo que se recibe por desempeñar una actividad de tal tipo, por un lado, y la cantidad de lo que se gasta del alienado que la desempeña o el tiempo durante el que la desempeña, por otro lado. En realidad es lo que se deduce del beneficio o la cuenta de la empresa, una vez se ha efectuado la remuneración del trabajo.

No obstante, en el planteamiento que Yolanda Diaz desarrolla de la reducción de la jornada, no aparece por ninguna parte el concepto de la plusvalía, ni por lo tanto la relación que esta mantiene con lo que reciben los trabajadores. El salario se concibe entonces como un ingreso aislado, al parecer independiente de una determinada organización social basada en la contradicción capital-trabajo. 

Así pues, este otro planteamiento de la reducción de la jornada de trabajo sin reducción del salario constituye la otra posible vía para que, en efecto, termine disminuyendo el salario: en principio, para ello sólo basta con flexibilizar aún más la mano de obra. Obviamente esto no se correspondería con la propuesta histórica ni con una verdadera reducción de la jornada laboral sin reducción salarial.

Pero según el planteamiento en cuestión, la propuesta sería una reducción de la jornada laboral sin reducción salarial porque el salario real, aparéntemente "desconectado" del concepto de la plusvalía o desdibujado de toda confrontación con el mismo, se podría mantener constante y hasta incrementar a condición de que se reproduzca la explotación, esto es, de que se incremente la plusvalía con respecto al ciclo anterior, con lo que al final se intensificaría la contradicción pero más en nuestra contra. 

El lenguaje inclusivo que habitualmente utiliza la ministra de trabajo y vicepresidente segunda del gobierno, como en el acto de presentación del Estudio de fundamentación para la Ley de Usos del tiempo y racionalización horaria el día 16 de junio, es un peñazo que agota a cualquiera, pero es bastante esclarecedor:

"Nuestra legislación sobre tiempo de trabajo debe establecer reglas de funcionamiento rotundas y claras, que impidan las jornadas infinitas. Debe ser una legislación que consolide la flexibilidad ante los imprevistos, o las necesidades puntuales, tanto de las empresas como de las personas trabajadoras" (énfasis añadido).

Tal objetivo declarado es la clave para comprender la falacia que hay en sus palabras cuando en la propuesta de su spot electoral asegura que "el tiempo es lo más valioso para quienes no tenemos grandes propiedades ni apellidos importantes". Por lo tanto, ¿por qué no fomentar el tiempo libre?

Pero resulta que no es eso con lo que se mantiene ningún trabajador, ni tampoco lo que permite en sí mismo conciliación alguna de la vida laboral, personal y familiar. Desde la perspectiva de nuestros intereses de clase, una reducción de la jornada laboral es efectiva si y sólo si redundase en un aumento o, al menos, en la protección de la capacidad adquisitiva históricamente conseguida.

Esto último es lo que en el pasado sintetizó la reivindicación de reducir la jornada laboral sin reducción salarial. Pero Yolanda Díaz, a quien parece ocurrírsele ideas "infinitas" sobre todo cuando tiene unas elecciones por delante, que es casi siempre a lo largo de su vida profesional, conoce la diferencia y por eso dice lo que dice:

"Habrá gente que diga que no se puede reducir la jornada laboral sin reducir el salario, que esto es imposible. Lo cierto es que la jornada laboral ha ido siempre reduciéndose a medida que mejoraba la productividad". Los que nunca hemos conocido un contrato estable nos podemos imaginar lo que esto significa y, más nos vale, sacar alguna conclusión al respecto.

El que nos exijan ser más productivos mientras estamos contratados y en nómina de la empresa, es perféctamente compatible y funcional con que nos impidan ser productivos una parte cada vez mayor del resto del día, la semana, el mes o el año, cuando no nos escriben por teléfono para volver, se legisla para regular la segmentación laboral, o en el contrato pone que tenemos que irnos para casa.

De la misma manera, bajo la propiedad privada del capital, la inversión tecnológica sólo se puede contemplar como una forma de deteriorar la capacidad productiva humana, o sea la fuerza laboral, porque ningún capital "se trabaja sólo" pero a los empresarios les sale más barato acometer una inversión, si pueden, que tener que pagar periódicamente tanta remuneración laboral.

Así, en realidad no se reduce el salario junto a la jornada, pero sí se conseguiría un ahorro en el coste empresarial porque el salario no se efectiviza cuando se deja de trabajar, de manera que se enfrentan más a los trabajadores los unos contra los otros por el empleo, y se puede dedicar esa diferencia del coste para incrementar la productividad. Con ello se aumenta el beneficio de los capitalistas que quedasen en pie, con la subsiguiente merma de nuestra capacidad adquisitiva, o sea, el salario real.

Incluso la realización de horas extra, por encima de la jornada establecida hasta después de una reducción así planteada, permitiría también la reproducción de la explotación, exactamente igual que sucede con el pluriempleo. Por esta y otras muchas razones asume Yolanda Díaz que la medida se tendría que implementar "con diálogo social".

En otras palabras, una reducción de la jornada con el beneplácito del capital, el poder económico y sus aparatos ideológicos, los medios de comunicación, las asociaciones patronales y los representantes legales de los trabajadores, en el marco del acuerdo entre todos los agentes sociales mencionados. 

Lo que sucede con la propuesta de reducir la jornada laboral para fomentar el tiempo libre, es que una cuestión es reducir el tiempo de trabajo, y otra muy diferente disminuir el desempleo. La última de las veces que se intentó algo parecido fue en Francia, con François Mitterrand primero y con Lionel Jospin después, pasando curiosamente por el derechista de Jacques Chirac entre los dos.

La reducción de la jornada, implementada allí con el apoyo de los sindicatos, también se justificó en aquel caso como una forma de reducir el desempleo, cuestión a la que Yolanda Díaz tampoco ha hecho referencia, quizá porque la considera zanjada por su reforma laboral. Culminó con el comienzo del siglo vientiuno, tan pronto como acabó consolidando el actual régimen de trabajo, con el que no parecían muy contentos ni optimistas los trabajadores franceses durante los últimos meses.

La medida sirvió para aumentar el tiempo libre, porque en el capitalismo no le queda al proletario más que ser libre de trabajar o de morirse de hambre. Lo que no hizo fue reducir de manera significativa o apreciable el desempleo, pero sí permitió flexibilizar la relación de explotación y darle otra vuelta más al mercado laboral.

La clase dirigente nunca aceptaría que se redujese la jornada por las buenas, a no ser que eso le permitiera una expectativa de beneficio mayor. El labor sharing se revela como una idea a la altura de otras similares que también consisten en repartir entre los desheredados y subalternos una parte mal disimuladamente menor de la tarta.

Otros ejemplos son el cohousing que tanto gusta en el BBVA, el nicho de vivienda que se lleva en Japón, el mueble convertible que se vende en el Ikea, o la solución habitacional que defendió Colau en Barcelona, y aún habrá quienes crean que tenemos que tragar con tanta mierda. No se han enterado de que la bandera del temor a las derechas y los fascismos ya no les sirve a muchos ninguneados.

domingo, 18 de junio de 2023

Siria y Ucrania: cuando hasta de la guerra se intenta generar rédito político

Por Arash

La geopolítica es el quehacer de los politólogos cuando elevan la mezquindad de su disciplina a escala planetaria. Todo es posible desde las disparatadas referencias que ofrecen los influencers, autopresentados como "expertos", o bien como "analistas" que se van dando a conocer con avatares en las distintas redes sociales.

Hablamos desde el obviar simplemente el papel desempeñado por potencias oportunistas en los conflictos bélicos, hasta presentar mágicamente estas como si fueran "uña y carne" con los gobernantes o los habitantes de los países agredidos, eso si lo que se confunde con este último grupo de naciones atacadas no son directamente potencias agresoras.

Uno de los problemas destacables es cómo circunstancialmente se hacen coincidir estos planteamientos geopolíticos con otros diferentes, según cuáles no sean las potencias agresoras en cada conflicto y en función de cuál sea la polaridad que se esté defiendiendo. Habría quienes heredarían la realpolitik del imperialismo yanqui en la multipolaridad del siglo veintiuno.

Algo habrá tenido que ver esto en la manera en que el gobierno de España ha estado involucrado en el envío de armas de la OTAN a Ucrania tras la "operación militar especial", iniciada esta por Rusia en febrero de 2022 y denominada con tal fineza desde la identificación -real en unos casos contados y simulada en la gran mayoría- de ese nicho de mercado energético e industrial con los intereses materiales propios.

La participación de los gobiernos en la escalada militar de Ucrania ha sido denunciada hace apenas unos días por un grupo de militares retirados o en la reserva, y que están contra la guerra. Sin menoscabo alguno de la justicia del mensaje de su comunicado, no por breve menos urgente o atinado, ya hay individuos del mundo de los cheerleaders de la izquierda que se "adhieren" sin aparentes reservas al mismo, a pesar de que tanto IU (y Sumar) como Podemos terminaron tragando de tan buen gusto con esa complicidad bélica durante todo este tiempo. 

Por su parte, otros aseguran reconocer su pertinencia pero admitiendo sus reservas, desde el sostenimiento de la hace tanto tiempo anticuada teoría campista. Entramos ya en las posturas de ciertos segmentos ideológicos aquí marginales, pero respecto a los que nadie dijo que la propaganda de guerra, que también atraviesa las censuras y fronteras de cada bloque comercial, no pudiera también tener el efecto correspondiente.

De la misma manera que los estados nacionales del entorno de la OTAN, en su rol de escolta del estadounidense, actúan como oportunistas en la guerra de Ucrania, sin implicarse diréctamente pero autorizando el envío de armamento, algunos sectores irrelevantes también confundieron la implicación de Rusia durante la guerra de Siria, que fue apoyo técnico-militar y en cualquier caso puramente circunstancial.

Pero las autoridades del Kremlin, empezando por el neozarista de Putin, se acercaron al ejército y al gobierno turco en sus relaciones económicas y en el patrullaje militar de zonas fronterizas, establecieron negociaciones con determinadas facciones del autodenominado "ejército libre" sirio en vísperas de su derrota definitiva, y se apoyaron también en el proyecto del confederalismo kurdo para acercarse a sus verdaderos objetivos, es decir, justo como antes habían hecho calcadamente los plutócratas y oligarcas estadounidenses para intentar alcanzar los suyos, con la generosa ayuda de la UE, eso por descontado.

No me detendré en otros ejemplos de la más miserable y absoluta indecencia humana que se han visto por ahí, como tratar de presentar a los refugiados ucranianos, que ya suman varios millones de personas, como si fueran en absoluto millonarios o ricachones.

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Comunicado sobre la paz y el alto el fuego en la guerra de Ucrania

Nosotros/as, un grupo de militares de las Fuerzas Armadas españolas, retirados o en la reserva, ante la grave situación desencadenada por la guerra de Ucrania, que lleva a una escalada de muerte y destrucción, hemos decidido alzar nuestras voces, junto al clamor de otros militares de diferentes naciones, pidiendo a nuestros gobiernos que paren esta locura.

Manifestamos nuestro rechazo a la agresión de la Federación de Rusia contra Ucrania y pedimos a los gobiernos de la Unión Europea que, en vez de alimentar la guerra con más envío de armas, paren de inmediato su actuación beligerante y se impliquen de forma eficaz en las negociaciones de paz.

La guerra de Ucrania está provocando la muerte y destrucción en el corazón del continente europeo y, de continuar la escalada, conducirá irremediablemente hacia una situación incontrolable que acabará poniendo en riesgo la vida sobre el planeta.

Condenamos la invasión de Ucrania por parte de la Federación de Rusia, así como el papel agresivo de la OTAN, brazo armado de los USA, por su irrefrenable y persistente actitud de acoso y provocación, que arrastra al conjunto de Europa hacia su autodestrucción.

Hacemos un llamamiento a todos los militares retirados para que contribuyan a la denuncia de la grave situación que se avecina. Jóvenes que acabarán siendo alistados, si el conflicto se expande. Juventud que se verá obligada a despedazarse en los frentes de batalla, como preludio de un posible holocausto final. Quizás nuestros propios hijos y nietos, que irremediablemente acabarían siendo llamados a filas.

Es necesario presionar a nuestros gobiernos para que paren sin dilación esta huida hacia adelante que nos conduce a la llamada Destrucción Mutua Asegurada (DMA), una demencial estrategia puesta en marcha en el siglo pasado por las potencias nucleares.

El riesgo de pasar a una fase de escalada nuclear crece de día en día. Ninguna potencia nuclear aceptará una derrota humillante. El gigantesco número de víctimas civiles, y la enorme destrucción a la que puede verse abocada Europa, pueden llegar a ser de proporciones nunca vistas, quizá irreversibles.

Es necesario parar la guerra, es urgente y necesario el alto el fuego.

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Comunicado completo y relación de firmantes, aquí.

sábado, 27 de mayo de 2023

No hay falsos atajos

Por Arash

"Y si en toda ideología, los hombres y sus relaciones aparecen invertidos como en la cámara oscura, este fenómeno proviene igualmente de su proceso histórico de vida".

(La ideología alemana, Marx y Engels, 1845)

El planteamiento marxiano entonces sintetizado en la Crítica del Programa de Gotha, en el año de 1875, fue en cierto sentido llevado a la práctica por los bolcheviques casi medio siglo después. Aunque como llegó a decir el principal dirigente de la revolución rusa citando al poeta y novelista Wolfgang von Goethe, "gris es la teoría, amigo mío, pero el árbol de la vida es etérnamente verde". 

Con esta última paráfrasis, Lenin estaba haciendo referencia a que en la realización práctica del proyecto aparecen matices no siempre anticipados lo suficiente o en absoluto desde la teoría, y también a las dificultades del proceso político entonces en curso, de las que dio buena cuenta en algunos de sus escritos. Es el movimiento real lo que permite actualizar la teoría cuando esta ya no funciona.

De cualquier manera, habría resultado difícil hablar de imprevistos en la teoría si el intento de llevarla a la práctica no hubiera sido significativo: menos de lo que aseguran quienes son incapaces de distinguir entre socialismo y capitalismo de estado, y más de lo que creen los que se posicionan en contra de recibir lo que se aporta.

Tendría por supuesto que volver a haber una diferencia cualitativa fundamental entre un hipotético período revolucionario, y uno de estricta normalidad política como el actual y que tenemos por delante, pero esa diferencia es no obstante inapreciable e impredecible desde la normalización de esa normalidad. En lo suyo, los economistas burgueses lo han estado haciendo bien todo este tiempo.

El grado de organización y conciencia de aquellos obreros, campesinos y militares que se mantuvieron afectos al proceso llegó al punto de que el objetivo de crear ese mundo nuevo fue interiorizado por amplias masas. Los agitadores espartaquistas y bolcheviques sí lograron entonces la comprensión del propósito histórico.

Lo que se pretendía era una tarea que, sin menoscabo de ninguna otra que se escogiera, sí que era harto más hercúlea y compleja: asignar el producto de acuerdo a las distintas necesidades sociales, por lo que había que acabar con las relaciones sociales y de producción en que se sostiene el sistema vigente. Su mérito no puede considerarse, por tanto, solamente por la finalidad que perseguía y proclamaba sin contemplaciones porque no la cumplió: ha de hacerse, también, por todo lo que le permitió llegar hasta donde lo hizo.

El que fuera derrotada la revolución quiere decir que a nivel internacional o escala global, o sea más allá de la revolución, jamás se alcanzó a implementar una distribución «a cada cual según su trabajo», es decir que como nunca se consiguió acabar definitivamente con el régimen capitalista de trabajo, en la sociedad no fue posible una distribución «a cada cual según su necesidad».

A lo que sí llegó, no obstante, es a ser una alternativa creíble, que es de lo que se trata.

¿Y hoy?

Muchas nevadas han caído ya sobre el Palacio de Invierno, y muchos años han pasado desde entonces en los países hoy centrales.

Las aspiraciones o expectativas actuales (¿hace falta decir si son o no revolucionarias?) dependen en cualquier caso, como siempre, no sólo de las circunstancias económicas sino también de lo que hagamos y dejemos de hacer al respecto, y por eso resulta descojonante lo que uno lee y escucha por ahí. 

De esta manera, detener un nuevo alargamiento de las bases reguladoras o impedir otro retraso más en la edad de jubilación puede ser un objetivo más, menos o nada creíble en función de la influencia o capacidad de presión de los afiliados hacia sus dirigentes en las principales confederaciones nacionales de sindicatos, para forzarles a generalizar una huelga.

Esto fue creíble en Francia durante varios meses, que los sindicatos no perseguían ninguna revolución estaba claro pero en ellos sí se estaba cuestionando la explotación. Sin embargo, la dirección sindical torcía a la par que los niñatos en todo momento ajenos a esa lucha siguen "enseñando" el camino desde la distancia o la incomprensión.

¿Quiénes estaban poniendo en tela de juicio esa relación laboral en que se erige el régimen capitalista sino tales trabajadores, jubilados y pensionistas del país vecino, que arrastraban multitudes a las calles contra la reforma de Macron?

¿No será que si trataban de unificar unas y otras huelgas en diferentes sectores y administraciones era porque sabían que la defensa del sistema público de pensiones está unida a la lucha por la consecución de mayores salarios y empleos de mejor calidad? 

Es que eso es capitalismo, dicen por ahí. ¿Será que unos se han enterado ahora? ¿A lo mejor es que otros ignoran que la defensa de nuestras necesidades inmediatas será insuficiente pero seguro que es una exigencia inexcusable para todo lo que debiera venir después y no viene por alguna razón que ni sospechan?

Hoy lo que predomina es el paladín que da lecciones a la clase trabajadora, el activista del teclado que confunde su nivel de vida con las circunstancias en que viven los demás, el maestro de la literatura con tiempo libre para la meditación. Cree en una alternativa. He ahí la credibilidad del comunismo "express":

  • Obsérvese cuál es la tendencia ideológica de nuestras sociedades, que caminan con determinación  hacia el agujero, para hacerse una idea. Se presentan los gobiernos de la burguesía progre como una dictadura social y comunista, y ya no es que sea solamente cosa de cuatro cabreados que no sepan hacia donde dirigir su rabia.

  • Si lo anterior no es suficiente, préstese un poco de atención a la vida cotidiana de segmentos cada vez más amplios de la población, para tener más pistas. Entre paladines y activistas se imagina algo cada vez más diferente de lo que se va imponiendo como realidad, que es lo que está viniendo tras la digitalización o la transición ecológica, y que nadie cuestiona más que para añadirle la etiqueta de "social" y quedar como el más tonto de su barrio. Pero no pasa nada, "imaginación al poder".

  • No hay más que echar un vistazo a las estadísticas disponibles sobre la evolución real del salario y el empleo, para saber definitivamente la respuesta a la pregunta de cuán creíble es la alternativa fantástica. Pero qué más da si uno tiene mucha ilusión y se siente inteligente.

  • Aquel experimento de Finlandia, que según algunos que escriben en Ctxt o El Salto (medios progres alternativos) fue un exitazo, cuyo estrepitoso fracaso ya era más que predecible antes de su implementación (medida paliativa de la pobreza y planteada como derecho humano, entre otras cuestiones) y que quedó en una prestación de 500 €/mes durante 2 años (toma paternalismo de gobierno) dirigida a 2000 parados elegidos... por sorteo, como en la lotería nacional. A cada cual según su necesidad, claro que sí.

El tercero de los anteriores cuatro puntos sólo es la constatación estadística de lo que explica los dos primeros, porque la tendencia de la explotación y la cualificación en el trabajo ya es muy fácil de intuir, si es que uno no se percata ya diréctamente de ello por experiencia, incluso sin el INE o el CIS, a los que no obstante está bien ojear de vez en cuando, y porque el fascismo criminal y hostigador está creciendo sobre esa misma base y fondo de verdad que algunos han tenido la cara dura de haber estado negando o ignorando, quizá porque la cosa no fuera tanto con ellos como aparentaban.

El cuarto punto remite, junto con el mínimo vital con el que hizo lo principal de su campaña electoral el actual gobierno español ahora acechado por las ratas que se le oponen, a lo poco que de hecho sabemos a ciencia cierta sobre la renta básica, es decir más allá de lo que decían sus promotores en la propaganda o en la teoría, porque de lo que se trataba en realidad era de justificar el ataque contra las prestaciones realmente existentes pero que se nos están ventilando el capital y sus gobiernos, a distinta velocidad pero todos ellos sin excepción. Siempre es más difícil admitir la derrota que seguir evadiéndose en ideales o mandarlo todo al cuerno.

No soy un desencantado porque nunca creí "ni en dioses, reyes ni tribunos", como decía el himno de la hace tanto tiempo extinta Internacional, pero tendería la mano a aquel que sí lo estuviera si no pretendiera hacer borrón y cuenta nueva con la desilusión que le trajo el puñetero señuelo en el que fuera que confió, porque se dejó distraer con él o porque en realidad nunca se jugó nada demasiado importante. Tengo contradicciones personales como el que más pero jamás confié en aquella bazofia que unos vendieron como utopía y que otros tragaron tan gustosamente.

Significativamente, quienes evocaban la "propuesta estrella" de los progres frente a la más que necesaria crítica del mismo cuando no se había formado todavía el gobierno, hace no tantos años como para que todos esos ilusos lo hayan olvidado, tampoco eran ni son por supuesto los mismos que tenían y tienen que agarrarse a esos pocos cientos de euros de mierda como un clavo ardiendo. A los del primer grupo ya no se les ve tan emocionados en sus publicaciones, de hecho ni se les ve por ninguna parte pronunciarse sobre ello.

Pero seamos francos, al personal le importa entre cero y nada las causas de sus propios padecimientos siempre y cuando siga sintiéndose capaz de imaginar un mundo mejor. Seguirá fantaseando o soñando por mucho tiempo, y que le den por el saco a aquello de "examinar con atención la vida real, de confrontar nuestra observación con nuestros sueños, y de realizar escrupulosamente nuestra fantasía" (énfasis añadido).

Aquello que se menciona, en unos casos para justificar el recorte de libertades democráticas y en otros para entretenerse y entretener a otros, no es hoy más que la teoría de la conspiración divulgada por la derecha cómplice del fascismo, y en el menos malo de los casos y precísamente como prueba de sus éxitos en divulgarla, una vulgar fantasía de utópicos, "radicales", progres y reformistas de variado pelaje. 

Que no nos extrañe cuando nos hundamos en el capitalismo entre nuevos putsch y noches de cristales rotos porque los explotados siempre constituyeron el sujeto histórico (Lukács), no determinado de antemano hacia nada.

martes, 11 de abril de 2023

Neoliberalismo, sociedad de consumo, identidades y activismo


Nota previa personal:

Se agradece encontrar aún trabajos de sociología, o que puedan ser entendidos desde esta disciplina, que valgan la pena.

Uno de los recuerdos que tengo de mi paso por la Complutense es encontrarme la planta baja de la facultad repleta de compresas teñidas de rojo, que colgaban del techo hasta la altura de las cabezas de quienes por allí teníamos que pasar.

Esas creativas u originales iniciativas eran el medio de quienes las promovían para distinguirse de lo que eran y volverse parte de la nueva tribu. Es sólo un ejemplo. Los aparatos ideológicos siempre están detrás de esa intersección de identidades, como lo estarían ya tras la idea de comunidad en la Grecia antigua. Cambia la estructura de clases, cambia la forma de dominación.

En el período que va desde la globalización del capitalismo (años 70) hasta nuestros días, es la flexibilidad un concepto central para entender la desestructuración de la clase trabajadora: se la exprime para extraerle la máxima plusvalía posible y luego se la abandona a su suerte. No se le pueden pedir peras al olmo, es la naturaleza del capitalismo. Explotación y desocupación son las claves para entender lo nuclear del sistema económico.

Lo primero porque el salario cubre o remunera sólo una parte del trabajo, y lo segundo porque tiene que haber un empuje demográfico para tirar hacia el mínimo esa parte remunerada. De eso se trata, y el capital ha de justificarlo a través de sus medios, fundamentalmente sus canales informáticos e internet. 


Por Marat


Uno de los rasgos más destacados de la ya larga fase de globalización neoliberal es, junto con la incorporación masiva de las TICs (Tecnologías de la Información y la Comunicación) y la robotización, la terciarización de la economía en los países centrales del capitalismo, la desregulación de las relaciones laborales y su legislación, la deslocalización de la producción, la externalización de la misma y la producción en series cortas.

Esta última, las series cortas de la producción en cadena, han sido posibles mediante los factores anteriormente señalados como característicos de la etapa de globalización neoliberal del capitalismo pero también de las nuevas formas de gestión y organización del proceso productivo (paso del fordismo a los equipos de trabajo, flexibilización de las tareas y plantillas de trabajadores, polivalencia del equipo, fabricación por lotes...).

En clave de gestión empresarial dichos cambios representan una serie de ventajas cuando el mercado capitalista mundial empezó a acelerar sus períodos de inestabilidad a partir de la crisis del 73 del pasado siglo.

Las series cortas de producción significaron un menor coste en materiales, permitiendo desescalar las inversiones globales en los mismos y aprovechar las fluctuaciones a la baja de las ofertas de proveedores en períodos más cortos.

En términos logísticos favorecieron un ahorro en almacenaje (menor ocupación, ajuste de la capacidad de transporte a la demanda prevista...). Inditex (Zara) es un buen paradigma. Dentro de una referencia concreta el grupo no vuelve a la producción de la misma, si hay alta demanda, hasta que en esta no empiezan a agotarse los productos.

Desde la oferta empresarial, las series cortas de producción han aportado grandes ventajas.

Una de ellas ha sido multiplicar la oferta de un mismo producto, introduciendo pequeñas variaciones estéticas y funcionales, transmitiendo a la demanda una imagen de amplia diversificación, el efecto moda y la idea de innovación tecnológica.

Se trata de generar en grupos concretos de consumidores la identificación con funcionalidades, diseños estéticos y valores imbuidos publicitariamente, dirigidos a determinados grupos de consumidores. Aquí el producto adquiere el valor no tanto de un bien, pensado para satisfacer una necesidad material concreta, sino el de objeto que actúa como signo externo identificador, en muchos casos del status social de sus poseedores.

Cobran gran importancia en la investigación de mercados factores que, tomando como referencia modelos weberianos de clase social, van más allá y se adentran en cuestiones como valores de y en el consumo, estilos de vida, tendencias, factores autorreferenciales del consumidor (¿qué dice de mí este producto?, ¿cómo me siento conmigo al consumirlo/tenerlo?) y variables sociográficas (sexo, edad...).

De este modo, los nichos de mercado son la expresión en el consumo de la producción por lotes.

La segmentación sublima la integración del individuo dentro del sistema económico capitalista, haciéndole sentirse identificado con el propio producto y con el grupo de pertenencia poseedor del mismo, diferente a otros grupos de consumidores, y desdibujando la contradicción esencial entre trabajo y capital dentro de una pseudodemocracia de consumo cada vez más desigualitaria.

El producto define al "homo consumens" (Erich Fromm) a través de la subjetividad de las emociones y el deseo, de la anticipación del goce que implica el momento de la compra y el tiempo de disfrute, cada vez más efímero, por efecto de la publicidad, la obsolescencia programada y la moda (triada externa al comprador, generadora de deseo). El "otro" lacaniano es aquí el objeto de deseo en el producto humanizado, depositario de una afectividad proyectada sobre el mismo.

La forma consumista de vivir se extrapola al conjunto del mundo consumidor.

El individuo se significa a través del producto consumido. Se expresa como status (quienes pueden alcanzar categorías "premium"), se integra en las tendencias del momento (primordialmente los jóvenes), representa un simulacro de socialización con quienes comparten sus experiencias de consumo, demarca una ilusión de diferenciación frente a quienes poseen (son poseídos por) otros productos.

El consumidor se objetiva a sí mismo. Remodela su cuerpo en el gimnasio, en el quirófano del cirujano plástico, en el local del tatuador, en el cambio de su máscara social con maquillaje, vende sus destrezas laborales en la selección de puestos de trabajo y en las webs de empleo de acuerdo a los requerimientos del potencial contratador, se valoriza como mercancía erótica en las páginas de contactos y de búsqueda de parejas, busca un refrendo social de acuerdo a lo que posee, no a su cualidad intrínsecamente humana. Entra en el circuito de la mercancía. Se despoja de su yo más auténtico. 

Establece con los otros seres humanos relaciones pragmáticas, instrumentales, los cosifica. El eros no entraña compromiso sino goce individual del otro sin esfuerzo por conservar el nosotros, es posible tener 400 amigos en facebook, para intentar llenar el vacío existencial, sin los riesgos de aceptar el conocerse en persona, se evalúa la conveniencia de las relaciones sociales en términos de utilidad. Los otros se convierten en un fluir permanente de oportunidades, ventajas e inconvenientes.

"La desvalorización del mundo humano" del que hablaba Marx en la producción de mercancías se ha extrapolado al mundo del consumo en esta etapa neoliberal del capitalismo, representándose ahora como la conversión del individuo en mercancía de consumo y en proceso de atomización social.

A cada forma económica de dominación social le corresponde la ideología dominante que le sirve de justificación.

Hasta el siglo XIX del capitalismo se mantuvo su sustento ideológico sobre los dos pilares que en otras formas económicas de dominación estuvieron vigentes, la religión y la legislación jurídica, las leyes. La clase trabajadora aún era emergente y socialmente minoritaria. No parecían sus primeras organizaciones una amenaza para el capital que los cuerpos policiales no pudieran controlar.

Bien entrado el siglo XIX lo harían la educación universal, los medios de comunicación de la burguesía y la publicidad. Frente a una clase trabajadora organizada que comenzaba a tener proyectos, adoctrinamiento e incremento de la represión policial eran los instrumentos a utilizar.

En el siglo XX entraron en crisis la religión y la educación. La publicidad convencional se hizo dios y habitó entre la clase trabajadora. Cultura de masas y contracultura entraron a saco, la primera como legitimadora, la segunda como supuesta crítica, integrable, en el capitalismo.

En el siglo XXI vivimos la sospecha sobre los viejos aparatos de comunicación (prensa y televisión), mientras emergían los nuevos canales nacidos de Internet, la nueva utopía (distópica hoy) que prometía facilitar una mayor libertad de información y opinión.

Del mismo modo en que religión y leyes sirvieron de mordaza ideológica frente a cualquier atisbo de crítica antes del capitalismo, y educación y medios de comunicación fueron pasando después por la criba del rechazo social, la vieja publicidad se fue renovando y la comunicación disfrazándose de vuelta al origen del periodismo libre y democrático. Nada más lejos de la verdad.

Pero la falacia de una forma de comunicación libre, no jerarquizada, auténtica, participativa y del "periodista ciudadano" es útil y funcional al viejo sistema de dominación y explotación capitalista, del mismo modo que para la crítica al neoliberalismo pero no al capitalismo.

El instrumento del que se sirve esa forma de comunicación es Internet, un espacio de ruido no reflexivo, sino de inmediatez sucesivamente sustitutoria de contenidos que se suceden como un menú de estímulos en el que cada nuevo item impide detenerse en el anterior.

Las redes sociales, principal medio de una supuesta democracia digital, no favorecen el intercambio de ideas sino la cacofonía de opiniones inmediatas, más destinadas al rechazo a lo expresado por el otro, que a la búsqueda de propuestas valiosas.

Son una descarga fácil y cómoda de la crítica política y social, más parecida a la banalidad de los programas televisivos de telerealidad y entretenimiento que a una implicación personal con intención de transformar el mundo.

"Teorizar que internet es una nueva forma y mejorada de la política, que navegar por la red es una nueva y más efectiva forma de compromiso político, y que la vertiginosa velocidad de conexión a Internet significa un avance de la democracia, se parece sospechosamente a una  excusa más de las tantas que esgrimen las clases ilustradas a la hora de justificar sus prácticas de vida, cada vez más despolitizadas, y su aspiración de obtener una baja con honores en la "política de lo real" ". (Bauman, Zygmunt. "Vida de consumo". Fondo de Cultura Económica. 2007)

Bauman cita al periodista y ensayista norteamericano Thomas Frank, autor de la obra "Un mercado bajo Dios: capitalismo salvaje, populismo de mercado y fin de la democracia económica", que desmenuza irreverentemente tanto el espíritu neoliberal de la época de la llamada Nueva Economía, así como el modo en que los "críticos" de la misma, provenientes de las clases medias, jugaban a la política como medio de autopromoción personal. Es el signo del activista.

"Citando a Thomas Frank, para los miembros de las actuales clases ilustradas y los aspirantes a ella, "la política se transforma primordialmente en un ejercicio de la autoterapia individual, un logro personal, y no un esfuerzo tendiente a la construcción de movimiento", un medio para anunciar al mundo sus propias virtudes".

Es difícil hablar de activismo sin hacerlo de las redes sociales y de las plataformas digitales promotoras del activismo. La gran mayoría de los autodenominados activistas y de los ungidos como tales por los medios de comunicación son, ante todo, ciberactivistas. Su presencia en la calle está más bien ligada a la realización de pequeñas "flash-mobs" y "performances" y su forma de actuación hacia las instituciones suele atenerse a lo que se conoce como política de lobbys, algo que muy poco tiene que ver con el nosotros colectivo que construye movimiento amplio.

El activismo tiende a la profesionalización. Muchas grandes ONGs internacionales participan en las Juntas de Accionistas de un sinnúmero de corporaciones multinacionales, en cumplimiento de las políticas de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) de las empresas, que dicen practicar una actuación éticamente responsable y medioambientalmente comprometida. La ONG en cuestión pide a los accionistas minoritarios de la compañía que unan sus votos en el Consejo de Administración de la misma y cedan su representación a alguien designado por la ONG. La colaboración llega en ocasiones a la cooptación de cargos de activistas o al disfraz de tales para el desempeño de tareas y responsabilidades de RSC de las empresas.

Lo mismo sucede en la administración pública. La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible ha abierto una posibilidad de negocio sideral para un capitalismo con crisis de acumulación desde hace varios decenios, para ONGs reconvertidas en agencias de contratación, para jóvenes ingenuos y no tan ingénuos y para cínicos dispuestos a colocarse cómo, dónde sea y a costa de quien sea, pillando su parte del pastel o sus migajas, dependiendo de sus habilidades y límites, o falta de ellos, morales. De las políticas medioambientales a las educativas, que son las previstas para la reorganización productiva del sistema capitalista o las de igualdad, formas de sustituir las conquistas históricas de la clase trabajadora por medidas asistenciales  por colectivos (políticas de igualdad de género, de sectores con minusvalías, dirigidas hacia inmigrantes, jóvenes...) fragmentando la universalidad del concepto en una "igualdad" por cuotas, y generando un clientelismo, no muy diferente del que practican las derechas, del que los primeros beneficiarios de empleo van a ser los activistas-profesionales de dichas políticas de igualdad, mientras acaba de desaparecer el Estado Social.

Grandes plataformas promotoras del activismo, como change.org tienen como inversores, entre otros varios, a Bill Gates, Richard Branson (Virgin) y, el principal de ellos, Reid Hoffman (fundador de Change y cofundador de Linkedin), dan empleo a un buen puñado de ciberactivistas. Y es que, ya se sabe, para luchar por la libertad, que siempre es de mercado, y el cambio social, para que nada cambie, no hay nada como un buen número de idealistas activistas a sueldo del capital y de sus objetivos de perpetuación de su maquinaria de explotación y dominación.

Hace 10-15 años los estudios de Trabajo Social llenaron de alumnos sus centros. Sería injusto negar mucho del impulso generoso de aquellos jóvenes pero su utopía personal, más activista que militante, no era ajena a las promesas de creciente mercado de trabajo al finalizar sus estudios.

El activismo y los activistas merecen una mayor profundización de la dedicada hasta ahora.

Si algo define a los activistas hoy es la microsegmentación de sus reivindicaciones en un creciente e inmenso archipiélago de identidades.

Junto a dos viejas identidades como la religiosa o nacional (históricamente grandes movilizadoras de violencia y conflictos bélicos), coincida o no con Estados, tenemos otras muchas:

  • La de opción de género (un amplio elenco al que se incorporan cada vez más identidades. El LGTBIQA+ va añadiendo progresivamente más letras del vocabulario. Será por falta de letras en el teclado del móvil...

  • La feminista, que se subdivide en varias corrientes,

    • La ficticia oposición entre el feminismo de clase y el burgués. Ambas marchan del brazo el 8 de Marzo, conmemorando el Día Internacional de la Mujer, no el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, que es lo que empezó siendo, y que las supuestas feministas de clase han enfatizado con su llamada "sororidad" con el conjunto de mujeres por encima de su condición estructural de pertenencia a una clase social concreta.

    • La del antagonismo entre lo biológico  (las TERF, entre otras) de ser mujer  y el género como elección (transfeminismo). Es lo que pasa cuando, como Simone de Beauvoir, se tiene un día tonto, y no se corrige más tarde, y se afirma que "no se nace mujer, se llega a serlo". La idea que desarrolla la frase es que el significado de ser mujer ha sido construído desde el hombre a partir de los roles sociales que le ha impuesto y que la tarea de las mujeres es construir su propia identidad. La falacia de esa concepción es que es cierta en su primera parte pero es falsa en la segunda, ya que entreabre la puerta a la subjetividad del género, otra construcción cultural, que posibilita la negación del hecho biológico y, paradójicamente, la elección individual a discreción de lo que se pretende negar: la adscripción a un sexo concreto. Ello no sólo caricaturiza la biología sino que da lugar a una división dentro del feminismo que se irá profundizando con el tiempo, lo debilitará desacreditándolo y abrirá, con el tiempo, nuevas fuentes de división. Qué distinto hubiera sido una perspectiva de lucha por una equidad que no debiera ser meramente igualitaria, dado el punto de partida desigual, en todos los órdenes socio-culturales e ideológicos entre hombres y mujeres, dentro de una lucha común de clase contra clase.


  • La de los animalistas, que ponen al resto de especies animales a la misma altura, cuando no superior, desde una visión sentimentaloide e infantil, potenciada por el mundo Disney, a la humana. Es un hecho aberrante. Toda especie, incluso en lucha entre sus individuos, se esfuerza en primer lugar por sí misma. El maltrato al animal es un comportamiento tan degenerado como el de un activismo que ponga por delante, en hechos y comportamientos, no en palabras, a menudo falaces, el animal sobre el prójimo. El petichismo, esa forma de humanizar a la mascota como a la persona, con frecuencia va unido a la escasa empatía hacia la realidad del mundo humano y a la indiferencia hacia las razones sociales, económicas y políticas de su dolor.

  • La de los veganos, que son la consecuencia depurada del animalismo. Cuando su decisión es individual y libre de presión de comportamiento sectario y no criminaliza a la persona omnívora, su elección es respetable. En los casos crecientes en que deja de serlo (selección de sus relaciones sociales según su alimentación, pintadas y ataques a carnicerías, siendo los principales proveedores de comida vegana multinacionales de la carne...) dejan de serlo y merecen entrar en el dudoso cuadro de honor de los peores animalistas.

  • La de las activistas de la corrección política que acobardan la palabra. Si pudieran harían lo mismo con el pensamiento, al estilo de los acusados como "crimentales" de 1984, sea sobre los hechos de hoy o del pasado, con la literatura, el pensamiento científico, el arte o la indecorosa vida de grandes personajes de la historia. Sospechosamente, respecto al pasado muestran una pasión inquisidora especialmente dedicada hacia personalidades significadas por su ideología progresiva. Y, curiosamente, se da también entre el sector feminista que afirma que "lo personal es político" y que exhibe, incluso institucionalmente, su concepto de lo privado como modelo a seguir, al igual que lo han hecho ultras como Berlusconi o Trump, los programas de telerealidad y las vidas de los famosos. Suelen ser mujeres groseras que intentan convertir sus complejos en éxitos personales y modelos de actuación colectiva.

  • La de los milenaristas del fin del mundo. Conectan muy bien con una infancia y una adolescencia previamente aterrorizada por medios de comunicación y redes sociales, educadores y políticos. Ha de ser duro pensar a tan corta edad que el Planeta se puede ir al carajo en 30-40 años y que puedes ser la última generación viva sobre la tierra, que antes de llegar a viejo conocerás un nivel de destrucción no imaginable. Y, sin creer todo lo que dicen los científicos, lo cierto es que lo que vamos viendo no pinta bien. Pero hay un fatalismo de fondo y una urgencia que oculta que las transformaciones energéticas, de movilidad, productivas, de consumo, de costes y precios los está pagando ya la clase trabajadora, que los va a pagar mucho más hasta su miseria más radical. A estos niños (Greta Thunberg, los de "Extinción Rebelión" que creen coherente con sus denuncias el atacar la belleza del arte), concienciados por el capital de la urgencia de los cambios, alguien debiera poner ante sus ojos la película coreana "Snowpiercer" (Rompenieves). En ella los viajeros de cola de cola de un tren diseñado por un ingeniero, tras la edad de hielo, que ha eliminado la vida sobre la tierra, comen unas barras de gelatina fabricada con restos humanos, facilitada por los ricos de los vagones de cabecera. Los miserables se acaban enfrentando a los que dirigen el tren y, finalmente, a su dueño. Es la historia de la humanidad y de sus formas de dominación: esclavos contra ciudadanos libres, plebeyos contra patricios, siervos contra señores, asalariados contra empresarios, miserables contra ricos... siempre habrá un motivo de rebelión. Los niños de la burguesía a los que sus padres limitan la hora de jugar con la play no son el mejor exponente de una lucha igualitaria por la supervivencia de la especie.

El paso del obrero masa, concentrado en grandes empresas, con identidad de clase, organizado y con cierta conciencia de la misma, al obrero social de Negri, descentralizado, dividido en multicategorías, desidentificado de su conciencia del ser y desorganizado, es correlativo con el tiempo en el que muere la oportunidad de una liberación colectiva, la condición de asalariado que crea riqueza frente a quienes viven de ella y la realidad social, económica y política se fragmenta en un crisol de identidades que , por la propia naturaleza individualista del activista, entrará como alternativa.

Estamos en la fase previa a la microsegmentación de todas las identidades. Frente al capital ya no está el trabajador concienciado y militante que expresa un no, dentro de una conciencia colectiva que le lleva a organizarse en un movimiento de clase mucho más amplio. El de una colectividad que nos resume a casi todos.

Lo que ahora domina en el paisaje es la superestrella mediática. El actuante es el buscavidas en su solitario proyecto del ¿qué hay de lo mío? en una deriva narcisista hacia causas cada vez más minoritarias y particulares.

En algún momento habrá que explicar  de qué modo, no sólo las transformaciones estructurales que han afectado a la clase trabajadora y a su conciencia y formas de organización han favorecido la aparición de los activistas estrellas de la pista.

Convendría también hablar de cómo el burocratismo de las organizaciones de trabajadores impide la iniciativa de ideas y acciones, de la manera en la que las direcciones se blindan frente a la crítica interna, de la forma en que su deriva electoral convierte al militante en afiliado pegacarteles.