Por Mariola García Pedrajas
NOTA PERSONAL DEL AUTOR DE ESTE BLOG: me dispongo a dar difusión y a reproducir el artículo de reflexión de Mariola García Pedrajas, a quien le pido disculpas, si es que debo hacerlo, por alguna molestia que le pueda ocasionar el que yo me haya tomado la libertad de publicar su artículo en mi pequeño y desconocido espacio virtual, sin haber avisado antes.
A propósito de alguna de las cuestiones aparecidas en el mismo, siempre me ha generado problemas teóricos el existente componente ideológico reaccionario de los movimientos ciudadanos en la actualidad.
Los conocí antes por su condición innecesaria (pero efectiva, tras la decisión de no combatirla y tras la decisión de la izquierda de no crear conciencia de clase) de que eran movimientos de la pequeña burguesía, asustada de perder su posición en la jerarquía del sistema productivo capitalista. En esto no tengo dudas de nada: por eso, estos movimientos de ciudadanos indignados, una vez las políticas del PP comenzaron a repercutir en el reparto de los puestos de trabajo, en un aumento de la tasa de consumo, en una recuperación de la financiación del mismo, y en una recuperación del beneficio empresarial (quizás sólo de las grandes empresas), vaciaron las calles y se desinflaron tan rápidamente como lo hizo la burbuja financiera que, significando su pinchazo la paralización del crédito y por tanto de la actividad capitalista y la caída del beneficio, motivó a salir a las calles en su día los principales afectados por la explosión: los demandantes de financiación, sobre todo clases medias. A esta burguesía protagonista de los movimientos de ciudadanos indignados, siempre le importó un carajo las condiciones de los puestos de trabajo que se repartían, o que para
"incentivar el consumo" se prepare la siguiente burbuja financiera y la siguiente crísis capitalista, o que el que "mejoren las empresas" (que aumente la renta capitalista de la burguesía industrial y comercial: el beneficio empresarial) se consigue/se ha conseguido haciendo que empeoren las condiciones de vida de los trabajadores (en definitiva, que su renta laboral, la salarial, disminuya hasta lo miserable).
Para quien tenga dudas, que no piense en los desclasados conceptos de "clase baja", "media" o "alta": que la pequeña burguesía pueda tener bajos niveles de renta, no niega en ningún caso la realidad de que este gobierno de la oligarquía capitalista, formado por la gran burguesía financiera e industrial, que sabe que necesita mantener erigida a toda la pirámide que tiene debajo de sí, ha establecido exenciones de impuestos, de cotizaciones a la Seguridad Social, subvenciones y demás, a los burgueses (aunque sean pequeños empleadores y su renta no les llegue, si es que es el caso), mientras la relación entre la Seguridad Social y el trabajo, a diferencia de la misma con el capital, es bien distinta: se ha flexibilizado el mercado laboral, se han eliminado las prestaciones por desempleo, se han reducido las pensiones y, en definitiva, se ha reducido el flujo de renta desde la Administración Pública a la clase trabajadora, mientras los esfuerzos se concentran en aumentar los flujos de renta hacia el capital.
Pero ya me estoy yendo por las ramas. Después del papel reaccionario llevado a cabo por los movimientos de ciudadanos indignados, caí en la cuenta de que un movimiento de ciudadanos en defensa de las libertades civiles, democráticas y políticas, no es negativo en sí mismo, intrínsecamente, bajo ningún concepto. Es una necesidad, para la propia clase trabajadora, en el ejercicio de su papel social y político en búsqueda de la emancipación. Cosa que nada tiene que ver ni con movimientos 15-mayistas, ni con movimientos 5 estrellas, ni nada que se le parezca.
Es mi opinión, la necesidad de la articulación de un movimiento democrático ciudadano y por las libertades, pero ello NUNCA debe significar la disolución del movimiento obrero en el movimiento ciudadano: para lo que no se puede otorgar el papel de "anticapitalista" a elementos que forman parte precísamente de los explotadores capitalistas, y que están incluídos falazmente en pretendidos "noventainueves" porcientos, cada uno de su nacioncita (España, Italia, Ucrania...).
¿Y por qué menciono todo esto del movimiento ciudadano y el movimiento obrero? Porque el pensamiento postmoderno y demás teorías aborrecibles acerca de la supuesta "fluidez de la realidad" y del "cambio social" (neoreformismos frustrantes de aspectos minúsculos de la realidad, que parten de las victorias/fracasos parciales de los grandes intentos históricos de transformación social en lugar de un adecuado exámen crítico de los mismos), son las que han fundamentado de raíz este movimiento de ciudadanos en los términos anteriormente señalados como reaccionarios, tan antagonistas del movimiento de clase trabajadora. Son estas teorías, adoptadas por lo peor de la izquierda, las responsables de que el cambio social quede reducido a una cuestión banal, trivial e intrascendente: niegan el cambio social, a mi parecer. Tratan de quitarle hueco a las teorías que desean transformar de raíz las relaciones sociales y las estructuras sociales, y acaparan la atención de los intelectuales y estudiosos en, digámoslos así, cualquier chorrada que se le pueda ocurra a uno. Por alguna razón, pues, todas las escisiones pasadas de la ya moribunda IU, por la derecha, de tantas y tantas tendencias del movimiento ecologista, por ejemplo.
En esto, el artículo que, sin extenderme ya mucho más, tienen a su disposición inmediatamente después, se me presenta personalmente como de un valor incalculable, porque permite entender el movimiento feminista desde una perspectiva no desclasada y postmoderna sino de clase, que no diluya la reivindicación de la necesidad de destruir el capitalismo ni busque integrar a algunas mujeres en los, como bien dice la autora, "
círculos políticos, económicos y culturales del capitalismo", limitando el horizonte vivencial de la mayoría de las mujeres al mundo del esclavismo moderno del trabajo asalariado, y no al de la liberación de las relaciones sociales capitalistas.
Hay mucho que aprender de este artículo. Quizás se pueda extraer pistas sobre cómo abordar otros problemas sociales sin restar contenido revolucionario al proyecto de construcción del socialismo.
Dicho lo que quería,
ahora lean de manera laica el brillante artículo con el que les dejo.
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El movimiento de clase surge dentro de un entorno social determinado,
al cual no es inmune y que determina en parte las cuestiones que éste se
plantea. Una de esas cuestiones, influenciadas por el entorno social,
es la relativa a cómo se integra la mujer en el mismo. Una, aquejada de
un fuerte sentimiento de igualdad, tiene la tendencia a responder, pues
con la misma naturalidad que un hombre, bajo las mismas reglas. Pero soy
consciente que cuando planteamos esta cuestión estamos considerando una
serie de aspectos que, aunque relacionados, pueden ser tratados
separadamente, y que es necesario abordar. Estaría por una parte la
cuestión de cómo se analiza la desigualdad de la mujer desde una
perspectiva de movimiento de clase y por otra, cómo se trabaja por la
igualdad dentro del propio movimiento en un entorno social que no es
precisamente propicio.
Quisiera compartir algunas reflexiones sobre elementos que considero
debemos tener en cuenta cuando abordamos estas cuestiones. Análisis de
clase frente a feminismos (clasistas) interclasistas Tafataona Mahoso en
su artículo “Cómo Estados Unidos controla la ‘sociedad civil’ a lo
largo y lo ancho de África”(1), citando al Profesor Issa Shivji de la
Facultad de Derecho de Dar es Salaam destaca las enormes dificultades
para que surja un liderazgo en África que haga un verdadero
cuestionamiento del imperialismo, ya que éste ha de surgir de un mundo y
un contexto donde el terrero ha sido socavado y pavimentado por el
propio imperialismo. Por lo tanto considera que la primera labor es
recuperar el suelo africano, levantando el pavimento de esa senda
construida por la supremacía blanca, el colonialismo y el imperialismo.
Observando el panorama actual, no puedo menos que pensar que el análisis
feminista de clase tiene que surgir igualmente en un contexto en que el
terreno ha sido socavado y pavimentado por el propio sistema
capitalista, y que es pues uno de esos temas, uno más, donde el
movimiento de clase tendrá que levantar ese “pavimento ideológico”
erigido y mantenido por sus enemigos de clase, para recuperar el terreno
donde poder construir su propia senda.
El discurso feminista actual considerado “de izquierdas” es
decididamente interclasista, hasta el punto que en el mismo el término
“mujer” ha llegado a cumplir la misma función que el termino ciudadano,
esconder la realidad de la división, también de la mujer, en clases
sociales. Es además un feminismo en el que el análisis de la desigualdad
de la mujer se enmarca en un contexto poco menos que de ocultación o
negación de otras desigualdades sociales. Si ese discurso es adoptado
por las mujeres de la clase trabajadora no nos puede llevar por otra
senda que la de convertirnos en enemigas de otros grupos sociales
explotados por el capitalismo.
Un ejemplo típico de ese feminismo de las ciudadanas se puede
encontrar en el artículo que estos días publicaba en Público Lidia
Falcón, en el que habla de la participación de su partido en Ahora en
Común (AeC) y pretende abroncar a las mujeres en política por no usar un
discurso de defensa de las mujeres (2). Ante las continuas referencias a
la “defensa de las mujeres” yo no puedo evitar preguntarme, ¿las
mujeres de qué clase? Veamos un ejemplo de en qué contexto enmarca Lidia
Falcón las diferencias económicas dentro de la categoría “mujeres”:
“¿Es mucho pedir que los partidos políticos dediquen algún esfuerzo para
idear y prometer proyectos que contribuyeran a remediar tal estado de
cosas? Sería muy de desear que sobre todo las mujeres dirigentes de esos
partidos mostraran alguna sensibilidad respecto a la situación de sus
hermanas bastante más desfavorecidas que ellas, en vez de pretender, en
una competencia patética, imitar a sus colegas masculinos repitiendo los
latiguillos y eslóganes sobre los temas internos de partido y las
polémicas que los separan, y dedicaran algo de su tiempo a idear planes
para sacar a sus conciudadanas de la pobreza, la marginación y la
violencia en que el patriarcado las hunde. Aunque solo fuera por fingir
que les importan mientras dure la campaña electoral.”
El movimiento de clase no apela a la buena voluntad de los
explotadores o sus agentes, el movimiento de clase es la clase
trabajadora organizada para luchar contra ellos, para arrebatarles el
poder y acabar con la explotación de clase. El movimiento de clase
entiende que el motor de la historia es la lucha de clases ¿Hay algo de
ese espíritu en las palabras de Lidia Falcón? Evidentemente no. Margaret
Kimberley, editora y columnista del medio de comunicación
estadounidense Black Agenda Report, afirma refiriéndose a los liberales
de su país que éstos están dispuestos a llegar en sus denuncias solo
hasta donde sea posible hacerlo sin hablar de explotación de clase. Este
feminismo se permite hablar de patriarcado pero no de capitalismo y la
sobreexplotación a la que éste somete a la mujer de clase trabajadora.
Es una visión que, al igual que todos los movimientos fomentados por
esta tan vieja nueva política, se enmarca perfectamente en la tradición
liberal estadounidense.
En esta visión del mundo, el motor del cambio social no son nunca los
explotados organizándose para luchar contra sus explotadores, sino una
clase educada con más sensibilidad social, que muestra más humanidad. El
cambio se busca pues a través de la apelación a la conciencia de
elementos más o menos privilegiados de la sociedad para que muestren más
humanidad. Quizás hemos de entender que el hablar de pobreza o
marginación lleva implícita una crítica al sistema económico, pero
contra qué se lucha y los objetivos de la lucha han de expresarse
claramente no dejar que los “sobreentendamos”. Hablar de pobreza o
marginación no significa absolutamente nada, lo importante es qué lucha
propones contra esa pobreza y marginación. Este feminismo, al convertir a
la mujer en una categoría transversal, como la de ciudadano, nos lleva a
un auténtico batiburrillo de cosas por las que tenemos que luchar
juntas; tanto contra la pobreza y la marginación de las mujeres como por
incrementar la presencia de mujeres en los espacios del capitalismo, en
sus círculos políticos (de gestión del sistema), económicos (de
explotación capitalista) y culturales (de entretenimiento para
consumidores y consumidoras con poder adquisitivo dentro del sistema
capitalista). Al parecer se trata de una lucha que abarca todos los
aspectos de los “derechos humanos de las mujeres”. Los que según veo
incluyen tanto que las muy favorecidas puedan llegar a ser presidentas
de un banco, y hasta del imperio estadounidense, como que las muy
desfavorecidas coman y tengan techo, no gracias a su lucha para
arrebatarles el poder a quienes las explotan sino por la buena voluntad
de las favorecidas.
Me doy cuenta que una idea que juega un papel relevante en estas
propuestas de lucha, y este feminismo así lo asevera de manera regular,
es que la mera presencia de más mujeres en los círculos de poder y
gestión (capitalista) les va a dar otro aire, una visión de mujer, que
va a resultar muy beneficioso para las mujeres en su conjunto. Considero
que esa mentalidad es tremendamente perniciosa. Uno de los medios de
comunicación a los que acudo de manera regular es Black Agenda Report.
El objetivo de este medio estadounidense es proporcionar noticias,
información y análisis con una visión de izquierda negra, toda una
declaración de intenciones. Evidentemente dedican un gran espacio a
analizar el papel del racismo, pero a diferencia de otros medios lo
hacen desde una perspectiva que solo podemos considerar de clase,
incluyendo unos elementos que aprecio enormemente. Por una parte son
plenamente conscientes que la presencia de caras negras en los círculos
del poder no solo no ayuda necesariamente a mejorar la situación de la
mayoría negra sumida en la explotación y la marginación, sino que a
menuda juega un papel muy negativo para esta. En este sentido, critican
duramente a Obama y a una clase política negra al servicio incondicional
del sistema capitalista. Ponen de manifiesto como la victoria de Obama,
y el comportamiento de la clase política negra, han tenido un impacto
muy negativo desactivando la lucha de la población negra contra su
explotación y marginación. Por otra parte resaltan que el racismo que
permea la sociedad estadounidense es general, no pretendiendo como hacen
los liberales que se reduce a ese tan obvio de lo que llaman basura
blanca, es decir, a un problema de una clase de bajo estatus
socioeconómico.
El racismo de la “clase media” blanca estadounidense se ve claro
cuando se tiene en cuenta que Obama se ganó su corazón, y sus votos, con
una campaña en la que básicamente pretendió que la sociedad
estadounidense ya no era racista, y que si juzgaba mal a una gran parte
de la población negra no era por el color sino porque ésta, en vez de
trabajar para ser parte del “sueño americano”, se mantenía a sí misma en
la marginación y la delincuencia. Como destaca Black Agenda Report, al
votante negro no había que ganárselo, siguiendo esa mentalidad tan
perniciosa, el mero hecho que Obama fuera negro desactivaba su sentido
crítico. Como indica Glen Ford, uno de los editores jefes de este medio,
el objetivo de un movimiento revolucionario es confrontar al poder, no
se pueden dedicar todos los esfuerzos una y otra vez a simplemente poner
caras negras en los círculos políticos, económicos y culturales del
capitalismo. Personas que en el mejor de los casos carecen de la
formación, la convicción y la fuerza necesarias para ir más allá de la
mera retórica o la propuesta de medidas cosméticas que nunca van a lo
esencial. Esa profundidad de análisis es la que me gustaría ver en el
tema de la mujer en el movimiento de clase. Quiero dejar claro que aquí
no se pretenden juzgar las motivaciones de las mujeres que adoptan estas
posiciones feministas que pretendo exponer, que en algunos casos serán
de mero oportunismo político o postureo feminista, pero en muchos otros
pueden ser de lo más honorables. Aquí lo que se juzga es que ese tipo de
feminismo es totalmente contrario al que debe plantearse desde una
perspectiva de clase.
Las únicas motivaciones que sí me interesa analizar son las del
propio sistema capitalista cuando promueve la idea que esta es la
batalla más radical que puede plantearse por la igualdad de la mujer,
cuando intenta asegurarse que no haya espacios que vayan más allá.
Veamos otro ejemplo del feminismo que aparece en Público, un artículo
donde se recoge las palabras de Laura Freixas en el seminario Virginia
Woolf: huerta, jardín y campo de batalla (2): “Las mujeres encontramos
en Virginia Woolf algo que es un tesoro, en su trabajo hay algo que es
escaso y, por tanto, valioso y muy útil para las mujeres, algo que no
suelen hacer los escritores hombres y es que ella ilumina las
experiencias de las mujeres, lo que no han tratado los hombres porque no
las conocen”. Vaya, pues sí que deben ser pobres las experiencias de
los muchos millones de mujeres que en el mundo somos, y los muchos más
que han sido, cuando pueden ser “iluminadas” por una única mujer, de la
burguesía precisamente. Siempre que me encuentro afirmaciones de este
tipo me apuesto conmigo misma que lo que viene a continuación va a tener
poco que ver con mi experiencia. Es una apuesta que de momento nunca he
perdido. De todas formas en este texto encontré algo que me pareció muy
interesante y que me va a permitir introducir el segundo elemento del
que hablaba en ese análisis feminista que considero debemos evitar, el
no enmarcar la desigualdad de la mujer en el marco amplio de sociedades
profundamente desiguales, sino de negación de otras desigualdades de las
que igualmente se alimenta el sistema capitalista.
Laura Freixas, que según afirma lleva muchos años estudiando a
Virginia Woolf, dice haber descubierto en los últimos años algo que no
le gusta mucho de ella.
“Reconozco que he descubierto su clasismo y
eso no me gusta.” “En su obra eso se ve en el tratamiento a las criadas,
es condescendiente. Llega a decir que si cayera una bomba y les matara a
ellos en lugar de a los criados… Esa convicción de que ellos valían más
humanamente por ser de clase alta y por ser cultos es lo mismo que el
machismo.” Resulta llamativo que Laura Freixas haya tardado tanto
en darse cuenta que Virginia Woolf adolecía del clasismo típico de su
clase burguesa pero en cualquier caso, bravo por el análisis que
contiene la última frase. Virginia Woolf, lo mismo que otras mujeres de
la burguesía o la pequeña burguesía, pueden haber dicho algunas cosas de
interés en el tema del feminismo, pero precisamente esa es la cuestión
que
“esa convicción de que ellos valían más humanamente por ser de clase alta y por ser cultos es lo mismo que el machismo”.
Siempre he sentido un profundo rechazo por lo que el machismo hace a
las mujeres, tan lejos como puedo recordar ha sido así. Pero eso no me
llevado a través de los años a posturas de “solo mujeres” o “las mujeres
somos mejores”, es decir, a una autoafirmación femenina de mentalidad
pequeñoburguesa, sino por una senda muy distinta. Mi detector de
clasismos lo tengo en perfecto estado, en tan buen estado como tengo el
detector de machismos. Así que lo expresado por Laura Freiras respecto a
la similitud entre clasismo y machismo hace mucho tiempo que lo
descubrí, haciéndome completamente impermeable al feminismo de
mentalidad burguesa o pequeñoburguesa. En muchas fuentes se pueden
encontrar elementos de interés, incluso en fuentes de la derecha, sobre
la desigualdad de la mujer, pero en última instancia nuestro análisis
tiene que estar animado de un espíritu completamente distinto. Otras
cosas he visto a través de los años. Por una circunstancia personal tuve
una relación cercana con un grupo de personas de Kenia, la mayoría al
igual que yo procedentes del medio rural. No me costó ningún trabajo
entender cómo vivían (sufrían) los ridículos comportamientos
eurocéntricos.
El eurocentrismo, los sentimientos de supremacía blanca, trata a los
pueblos no occidentales en gran medida como el machismo a la mujer. Esa
es la senda por la que me ha llevado mi antagonismo con el machismo, a
ser profundamente sensible al tema de las desigualdades, o dicho de otro
modo, a un hondísimo disgusto ante cualquier análisis de la realidad
que se asiente sobre visiones supremacistas. A donde creo que debía
llevarme como mujer de clase trabajadora con conciencia de clase.
Vivimos en sociedades que tienen fuertemente arraigados sentimientos de
supremacía, de superioridad, por cuestiones de sexo, nivel
socioeconómico, cultura, raza. El capitalismo se alimenta de esto. Si
nos centramos en analizar y denunciar únicamente los sentimientos de
supremacía por cuestión de sexo negando en la práctica la existencia de
los demás, nuestro análisis no tiene ningún valor desde una perspectiva
de clase. Esta posición impide la búsqueda de entendimiento con aquellos
que también sufren desigualdad y explotación, debilitando la lucha, y
nos lleva casi irremediablemente a caer en la trampa de ayudar en la
demonización, o como mínimo presentar bajo una luz lo más negativa
posible, a otros grupos sociales que el capitalismo quiere explotar sin
restricciones; los hombres de la clase trabajadora, los hombres del
aquellos países bajo la explotación imperialista. El empeño que el
sistema capitalista pone en hacerles mala prensa a aquellos cuya fuerza
de trabajo y recursos quiere explotar debería ser suficiente para que
entendamos el papel tan importante que esto juega en allanar el camino a
la lucha por sus intereses de la clase capitalista. Como mujeres de
clase trabajadora, ¿vamos a participar en esto?
El discurso feminista del que hablo está totalmente contaminado con
el clasismo de la pequeña burguesía, en el caso de algunas prominentes
“iluminadoras del universo femenino” ni tan pequeña. De los análisis que
se hacen con frecuencia se desprende que las mujeres de clase
trabajadora, término que tiende a desaparecer sustituido por
“desfavorecidas”, “la más vulnerables”, necesitan un extra de protección
feminista, ¿debido a su sobreexplotación dentro del sistema
capitalista? ¡No! ¡Qué va! Un extra de protección frente a sus hombres.
¿Existen concienzudos estudios que demuestren que los hombres de la
clase trabajadora son más machistas y que conforme se asciende en la
escala social (económica) el machismo va disminuyendo? ¿Estudios que en
tanto que concienzudos apliquen un factor de corrección para tener en
cuenta las diferencias en cuanto a la dureza en las condiciones de vida
de las distintas clases sociales? ¿Qué consideren las formas
mayoritarias que adopta el machismo en distintos entornos sociales para
no subestimar unos machismos frente a otros? No lo veo probable, para
acometer semejantes estudios haría falta partir de una mentalidad
totalmente ajena a aquellos que los podrían llevar a cabo. Pero tampoco
pasa nada, el feminismo de inspiración pequeñoburguesa no los necesita,
ya obtiene todas las respuestas que necesita de eso que tan bien define a
su clase, sus prejuicios clasistas.
Si hago referencia a todo esto es porque quiero poner de relieve lo
importante que es para el movimiento de clase hacer un análisis propio y
totalmente ajeno al feminismo de mentalidad pequeñoburguesa. Si una
mujer que considera tener conciencia de clase se muestra extremadamente
sensible a las actitudes machistas, pero en absoluto a estas actitudes
clasistas frente a la clase trabajadora debería plantearse por qué. ¿Se
ha dejado influenciar por ese feminismo donde como digo el término mujer
cumple la misma función que el de ciudadano en lo movimientos
ciudadanistas, esconder la división de la sociedad en clases sociales y
que esto va pues de una lucha de clases? ¿Habla de clase trabajadora
como retórica pero no es inmune al clasismo pequeñoburgués considerando
que hay una clase intelectual, de mejor estatus social y económico, que
es más feminista, más ecologista, y más todo lo progresista? He ido
descubriendo que la izquierda revolucionaria, el comunismo, también
tienen sus lugares comunes. Si hacemos un análisis que en el fondo poco
se diferencia del que podemos encontrar en cualquier organización
interclasista con aspiraciones electorales, o cualquier movimiento de
autoafirmación de mujeres acomodadas, para luego aderezarlo con términos
como burguesía, proletariado, obreras, el resultado es de una
transparente superficialidad. De esos que nos hacen parecer adolescentes
intentado pasar por los malotes y las malotas de la clase, y no
personas adultas que comprenden a lo que se enfrentan y la enorme
dificultad de encontrar formas efectivas de luchar contra poderes tan
agresivos.
En resumen, mi propuesta es que debemos hacer un análisis sincero,
profundamente honesto, de cuál es la situación de machismo en la
sociedad en general y en nuestra clase. Un análisis propio, totalmente
enraizado en la perspectiva de clase, que busque un entendimiento
certero de cuál es nuestra realidad social y sobre el que se puedan
articular las luchas para cambiarla. Y mi opinión es que tal análisis no
puede surgir de ninguna mentalidad feminista pequeñoburguesa de
autoafirmación y exclusividad femenina. No puede salir de ahí porque lo
que así se organiza lleva implícitas las conclusiones que va a generar.
El único papel que tiene reservado ahí el hombre es el de recibir los
correspondientes adjetivos (epítetos) y agachar la cabeza en vergüenza.
Realmente en mi experiencia este feminismo a las mujeres que no
compartimos sus postulados nos reserva igual papel, y se muestra incluso
más agresivo con nosotras ya que frente a nosotras no se puede erigir
en portavoz de “las mujeres” y no nos pueden despachar con un simple
¡machistas! Nada de esto nos sirve para articular estrategias que sean
útiles para la transformación social que buscamos.
Tal y como yo lo veo la tarea que tenemos por delante es ardua y una
de las cosas que hemos de tener muy presente es para quién hablamos y
cuáles son nuestros objetivos. No hablamos para que nos entreviste las
del estilo de Ana Pastor o el Wyoming, y agradar a aquellos y aquellas
que dispensan los sellos de calidad progresista. Nuestro objetivo es la
transformación social real no el postureo feminista. En este tema, como
en todo lo que hagamos, vamos a necesitar grandes dosis de valentía
moral. La lucha por la igualdad dentro del propio movimiento A la
pregunta de cómo se trabaja por la igualdad dentro del propio movimiento
mi tentación es responderla simplemente con un, no sé, ¿practicándola?
Ya sé que no es tan simple, aunque también considero que sí es posible
trabajar por la igualdad dentro del movimiento, si es que los que lo
integran lo desean sinceramente.
Recientemente, leyendo sobre los movimientos sindicales que se están
dando en Sudáfrica, donde una parte de los mismos empieza a hablar
claramente de luchar por el socialismo, acabé encontrando información
sobre el Partido Comunista Sudafricano (South African Communist Party,
SACP, en inglés) en la época en que se luchaba contra el Apartheid. No
voy a hablar de en lo que se acabó convirtiendo el SACP, atacado desde
todos los frentes por el capitalismo, eliminados, físicamente si era
necesario, sus elementos más ideologizados, promovidos sus elementos más
oportunistas, y el papel tan nefasto que juega hoy en día junto al
igualmente nefasto Congreso Nacional Africano. Si la historia del PCE
les parece triste, con unos líderes que no reconocerían un principio
comunista ni aunque se dieran de bruces con él, la del SACP es trágica.
Pero en aquel tiempo, donde tuvo un papel relevante en la lucha
contra el Apartheid, se repetían comentarios como “la única organización
donde se respiraba una igualdad total entre negros y blancos” “el único
blanco que entonces te estrechaba la mano era un comunista” “unas
posiciones anticoloniales y antiimperialistas que causaban un profundo
respeto”. Un entorno social de profundo racismo, donde la explotación
sin restricciones de la población negra se asentó en promover una imagen
casi deshumanizada de la misma, ¡y fue posible crear un movimiento así!
Las posiciones del SACP no eran retóricas, muchos negros lo
consideraron su espacio de lucha, y el que llegó a ser quizás su figura
más prominente, Chris Hani, asesinado en 1993, era negro. Pues mi
aspiración va en ese sentido, un movimiento donde se respire una
igualdad total entre hombres y mujeres. Hay una cuestión en la que he
estado pensando últimamente, cuando intento analizar las formas más
efectivas de organizarse en un entorno social concreto. En las
sociedades racistas de países como Sudáfrica o EE.UU. los blancos no
suelen compartir su espacio con los negros. Dentro de la población negra
la inmensa mayoría pertenece a los explotados o marginados, pero aunque
haya un porcentaje de la población blanca que también sufra altos
niveles de explotación, los espacios tienden a seguir estando separados,
el sufrimiento puede ser similar pero no es compartido. Esto crea
dificultades adicionales a las posibilidades de entendimiento y de poder
trabajar juntos en condiciones de igualdad. Las mujeres y los hombres
de la clase trabajadora por el contrario sí que comparten espacio y
sufrimientos. Creo que si fue posible el entendimiento entre negros y
blancos en el SACP con la dificultad añadida que comento, no tenemos
excusa para no intentar trabajar por la construcción de ese espacio
igualitario entre hombres y mujeres en el movimiento de clase.
Creo que no tiene sentido alguno en estas circunstancias que las
mujeres y los hombres de clase trabajadora luchemos por separado ni
fuera ni dentro del movimiento. Nuestra posición es ya suficientemente
débil, no debemos hacerla aún más débil escuchando los cantos de sirena
de un feminismo descaradamente interclasista. Es evidente que sería
mucho más fácil luchar por la igualdad dentro del espacio con conciencia
de clase con una presencia importante de mujeres en el mismo. Los
hombres tienen que hacer un esfuerzo permanente para ver a las mujeres
como sus iguales, para no relegarlas, ni en la teoría ni en la práctica,
a un papel secundario, y para que nos vean y nos escuchen lo primero es
que tenemos que estar. Pero lo cierto es que si a las tremendas
dificultades que tenemos en el movimiento de clase para crecer, después
de tantos años de dejadez por parte de los que tenían que haber estado
creando conciencia de clase, le añadimos el machismo de la sociedad, no
nos puede dar otro resultado que el panorama más bien desolador que
tenemos en cuanto a presencia de mujeres.
Cuando analizo las ideas promovidas por los creadores de opinión, que
se encuentran en todas partes, los medios de comunicación, la industria
del entretenimiento, en los espacios “alternativos”, no puedo ser
optimista, vamos al modelo paradigmático de control social por parte de
la clase capitalista, EE.UU. No serán los modelos anglosajones de
“activismo” ni sus neofeminismos los que llenen de mujeres con
conciencia de clase, y un profundo cuestionamiento de sistema, los
espacios de la izquierda revolucionaria. Creo que las herramientas para
tratar de incrementar la presencia de mujeres en el movimiento de clase
en un entorno social tan poco propicio solo podrán surgir de una
“inteligencia colectiva”, del esfuerzo de todas y todos. En cualquier
caso, tendremos que trabajar con lo que tengamos mientras buscamos
maneras efectivas de mejorarlo. Contrariamente a lo que se suele pensar,
en mi opinión el principal peligro es, sobre todo si se parte de una
importante desventaja numérica, que las mujeres acabemos siendo
simplemente “el grupo de las chicas”, muy reafirmadas en nuestro pequeño
mundo, metiendo mucho miedo quizás, pero con una influencia y
contribución muy escasa en el resto del movimiento. La igualdad es
exactamente eso, igualdad, y pienso que para ella es también muy
importante la actitud que adoptemos las mujeres. Yo como mujer no espero
ningún trato especial, y explico lo que quiero decir. Cuando expreso mi
opinión espero que ésta esté abierta al mismo nivel de debate que la
expresada por un hombre, por eso hago el esfuerzo de intentar
argumentarla.
Me parecería muy mal que a una mujer por ser tal se le cuestionen
menos sus posicionamientos, y se le admitan posturas ajenas a la
sensibilidad del movimiento que no se admitirían en un hombre. Si las
mujeres vamos a utilizar nuestra condición de mujer y el machismo de la
sociedad para hacer pasar cualquier postura, a mí se me viene
rápidamente a la mente Marx, Groucho, y pienso que nunca pertenecería a
un club que admite como socias a mujeres como esas. Yo personalmente no
voy a llamar machista a nadie porque manifieste una postura distinta a
la mía en cualquier tema, solo espero que presente su postura de la
forma más argumentada posible para que podamos centrar el debate en eso,
los argumentos, y dejemos fuera cualquier tipo de ataque personal. Es
más, si detecto lo que considero actitudes o posturas con un elemento de
machismo pienso que la mejor forma de luchar por la igualdad es
argumentando cuales son esos elementos de machismo que veo, ¿qué mejor
forma de ir detectando esas actitudes e ir viendo si existe la voluntad
de corregirlas?
Como he dicho, vivimos en sociedades que tienen fuertemente
arraigados sentimientos de superioridad por cuestiones de sexo, nivel
económico, cultura, raza, no podemos esperar la perfección. El examen
que hagamos tiene que ser permanente, incluso cada uno y cada una de
nuestras propias posturas y actitudes. No soy ninguna buenista,
encuentro al buenismo cínicamente frívolo. Intento no minusvalorar nunca
aquello a lo que nos enfrentamos. No creo que se les pudiera achacar a
los comunistas sudafricanos que no fueran plenamente conscientes de la
agresividad de los poderes a los que se enfrentaban, y de lo fuertemente
arraigado de los sentimientos racistas que habían permitido una
explotación sin restricción alguna de la población negra. Fue una lucha
que requirió unos niveles de compromiso y sacrificio que desde nuestra
posición no creo que podamos apreciar en su justa medida. Pero no puedo
por menos que pensar que los animaba el convencimiento de que en el ser
humano hay, debe haber, algo más que estupidez y egoísmo, y que había
que mostrarlo empezando por el propio movimiento. ¿No nos debería animar
el mismo espíritu?
Enlaces:
http://es.sott.net/article/8506-Como-EEUU-controla-la-sociedad-civil-a-lo-largo-y-ancho-de-Africa
http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2015/10/16/el-feminismo-en-las-elecciones/ http://www.publico.es/culturas/mujeres-encontramos-virginia-woolf-tesoro.html
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Enlace de sitios web en los que el artículo estaba publicado cuando me topé con él:
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https://dedona.wordpress.com/2015/11/03/algunas-reflexiones-sobre-mujer-y-movimiento-de-clase-mariola-garcia-pedrajas/
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http://www.marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2015/11/algunas-reflexiones-sobre-mujer-y.html