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Espacio de producción propia, reproducción ajena y discusión de teoría analítica sobre estructura, relaciones y cambio sociales, y de difusión de iniciativas y convocatorias progresistas.

lunes, 27 de marzo de 2023

Macrón se quita el reloj: hace lo suyo

 

Ahora lo véis, ahora no lo véis

Por Arash 

Hace no mucho que, en España, los progres hacían lo propio con bastante más "encanto" que Macrón. Ahora están ya gastados, cada vez son más quienes no se creen una sóla palabra de lo que dicen, y miren quiénes son los que sacan rédito político de ese descontento hacia ambos lados del Pirineo.

No me apetece dar un repaso de las múltiples maneras en que a veces consiguen estar tan cerca de ese agregado estúpido, caótico y contradictorio, la gente, como Pablo Iglesias cuando iba a dar clases a sus alumnos de la Universidad Complutense de Madrid en un Renault Clío, y demás coches viejos e indumentarias en las últimas campañas (electorales).

Desde Unidas Podemos se ha mantenido bastante bien la temperatura a través tanto de sus dirigentes, profesionales de los intereses personales que allí defienden, como de las bases, que son ya sólo de afiliados a los partidos convergentes y simpatizantes varios.

Ninguno de los diputados de esa formación ha despegado el culo de su asiento con motivo de la mochila austríaca, ni ha amenazado con hacerlo aprovechando la circunstancia del escaño que obtuvieron. Ni me decepciona ni me sorprende. 

Hasta para algo tan poco "transgresor" como eso habría que estar hecho de otra pasta diferente a la de quien tiene como prioridad continuar su carrera en las instituciones, y para el que cualquiera de las tímidas mejoras en la situación de algunos trabajadores sólo es algo secundario y supeditado a esa carrera.

La complicidad por ese paquete de recetas, que pone millones de euros de asalariados y pensionistas en manos de bancos, aseguradoras y mútuas, incumbe de lleno a dos de sus principales responsables sindicales en España: CCOO y UGT.

Era lógica la corresponsabilidad de ese ataque contra el sistema público de pensiones, porque el planteamiento de la cobertura o prestación ideal que caló hondo en cierta parte de la población ya desde el 15-M, cuando más se daba rienda suelta a la imaginación de un "mundo feliz" y chiripitifláutico, era y sigue siendo, verborreas aparte, el de un individualismo que huele que tira para atrás.

Desde hacía décadas habían estado enfrentando distintos conceptos sociales de gasto para dividirnos a todos, y lo hicieron con éxito. Lo de menos es que cambiara el arquetipo en el desmantelamiento de todas esas conquistas que, con sus vaivenes, comenzaron hace dos siglos y culminaron hace uno.

Los veteranos de la lucha de clases, que son jubilados, pensionistas en distintas circunstancias, viejos jodidos y agotados, estuvieron sólos en las calles de Bilbao, de Barakaldo, de Madrid y de tantas localidades del territorio nacional del estado. No salieron a provocar volcando contenedores al grito de libertad, ni denunciaban ninguna conspiración de los hombres lagarto.

La montaron para defender con uñas y dientes las pensiones públicas, encontrándose las restricciones y en varias ocasiones la violencia de la policía, el silencio y luego la tergiversación de los medios, y también la indiferencia de activistas y "revolucionarios" del teclado. Hay que ser idiota para que te la sude tanto lo que algún día podrías tener que necesitar. 

Mientras tanto, ciertos experimentos fallidos dentro y fuera de Europa forzaban a los vendedores de crecepelos para calvos a tratar de colarles más o menos la misma loción pero bajo nombres diferentes, con el fin de evitar la desilusión por asociación, por su traducción en una falta de votos para los candidatos de sus partidos.

La "propuesta estrella" de lo que sería el actual gobierno de coalición, ahora permanentemente hostigado por los fascistas de Vox y otro pelaje y señalado por una degradada masa cargada de sentimientos viscerales, apenas alcanzaba hace unos años a una mínima parte de aquellos a quienes prometió que serían sus beneficiarios. Aunque la propia idea en sí era la del gato por liebre, un cambiazo.

No era ningún secreto para nadie que uno de los principales objetivos de su formación, años después de la moción de censura que depuso al gobierno autoritario de Rajoy, era la reforma del sistema público de pensiones, para obtener de ahí el presupuesto.

El resto fue obra, pues, de la majadería general; del imbécil que prefiere fantasear con el ideal que sea que le inspire, en lugar de comprender e incluso cuestionar el porqué de la realidad en la que vive, o al menos entender cómo le están tomando el pelo y hasta se lo dicen en su puñetera cara.

Hay mucho que envidiar a la CGT de Francia, a la que las centrales sindicales mayoritarias de España no le llegan ni a la suela de las botas. Muchos ni siquiera sospechan las potentes razones que hay para ello.

Lo que me pregunto es qué inventarán las malas lenguas aleccionadoras del internet, los gurús del ordenador aquí y allá para ensuciar la protesta que ahora, en su punto álgido, sacude el país vecino, y cuánto tardarán en mostrar y reproducir los señuelos con los que modificar los objetivos de ese pulso hacia lo que sí pueda ser asimilado en un capitalismo en descomposición.

Bajo cualquier organización hay siempre luces y sombras, pero si algo ha vuelto a poner esta de manifiesto para el que todavía quiera mirar, es la existencia de un sujeto en defensa de sus intereses prioritarios y de sus necesidades inmediatas, lejos de la colorida fantasía de quien sea.

El tonter, como el facebook y demás redes de entontecimiento colectivo, son un estéril océano de egos más o menos disimulados, lo mismo en la forma de la publicidad comercial que tras la apariencia de una supuesta voluntad revolucionaria, y serán fundamentales en la búsqueda de fórmulas para sofocar la iniciativa de quienes aún apuestan por combatir.