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Espacio de producción propia, reproducción ajena y discusión de teoría analítica sobre estructura, relaciones y cambio sociales, y de difusión de iniciativas y convocatorias progresistas.

martes, 16 de abril de 2019

La "justicia" morbosa de los de abajo

Por Arash

En el mundo se producen todo tipo de actos deleznables, tales como el tráfico de esclavos, la tortura de disidentes, o los asesinatos cometidos por fanáticos, enfermos y mercenarios, por citar sólo algunos de los más graves, aunque no necesariamente los más escandalosos. Las problemáticas que nos afectan se ponen de manifiesto y se "visibilizan" o no, término que gusta tanto a los progres, en función de los intereses de quienes marcan la agenda social y política, que casi siempre pasan desapercibidos.

Sin embargo, lo anterior no significa que la sociedad se fundamente sobre dichos actos, ni que nadie comprometido en su erradicación deba ofenderse cuando se lo dicen. La civilización era, según Engels, parte de un complejo proceso histórico sin concluir, pero imaginen que a alguien se le ocurre desconocer los avances habidos hasta el momento tomando como rehén de sus excusas el "argumento" de que falta mucho por hacer. Aquello que aún no está completamente resuelto debe ser, en todo caso, un aliciente para proseguir en el proyecto, pero no puede convertirse en un motivo para ignorar las fuerzas motrices que nos han traído hasta aquí.

Para entender de qué estoy hablando y evitar malentendidos vendría bien, en primer lugar, matizar cierta diferencia. Una cuestión es la frecuencia con la que se cometen determinados actos, y otra distinta, aunque relacionada, es la gravedad que tienen y la atención que merecen por parte de las autoridades, la población y los expertos. Su gravedad tiene un aspecto cualitativo y, en términos sociológicos, depende también de la frecuencia, que puede medirse estadísticamente.

Lo malo que tiene cualquier problema social grave, además del agravio directo que supone, es que resulta susceptible de ser utilizado por terceras personas de forma demagógica, y se puede constatar que, a lo largo de los últimos tiempos, ha crecido de manera notable el interés de la población por algunos de aquellos que afligen a mujeres, especialmente el maltrato doméstico, los abusos sexuales o los asesinatos cometidos por sus parejas y exparejas. Lo que decía del aspecto cualitativo de la gravedad de determinados hechos, de este último en concreto, tiene buen y justo parangón en una reclamación que ha encontrado quienes la asuman como propia: "ni una menos".

Por desgracia, mientras que esta creciente preocupación debería haber motivado una intención sincera por comprenderlos de manera sistemática y rigurosa, y no dudo de que la haya ni que existan ejemplos de su éxito, esa voluntad exigua ha permanecido dentro de unos límites insospechadamente ridículos, frente a toda una suerte de pseudociencia y recurso interminable al tecnicismo de una nueva religión, que es lo que conocemos la mayoría.

Las voluntades honestas les prestan atención tanto a los actos perjudiciales como a sus posibles soluciones, así como a las referencias históricas que nos han servido para progresar hacia ellas, por insuficiente que sea dicho recorrido, pero aquellas otras terceras personas malintencionadas a las que me refería atienden de manera especial a esos actos en sí mismos, que es en donde encuentran el morbo con el que encender los ánimos e invocar los peores instintos propios y ajenos.

De esta manera se logran ensombrecer los logros y los avances en las luchas del pasado. Ahí están bien, en la oscuridad, para que no les estropeen la arenga. Como me dijo cierta persona con ironía e inteligencia, "sin un feroz patriarcado, su lucha quedaría descafeinada". Se refería a los morbosos y su gusto por lo levantizo, un caos del que podrían sacar tajada. En el mundo del corazón y los telediarios de Telecinco y compañía lo provocan, cualquiera que sea el objeto del "noticiario", con el fin de incrementar su audiencia.

Antes, cuando la influencia de la familia se expandía sobre la mayor parte de las relaciones sociales, hace más de doscientos años, la herencia seguía el principio de la patria potestad. Hoy ya es una tendencia consumada tanto la desaparición o implosión de la familia como la diversificación sexual de la propiedad patrimonial y de sus medios de obtención.

Eso es lo que pone de relieve la elevada proporción relativa no sólo de núcleos familiares conyugales, aislados de las capas externas de parientes más lejanos y que tienen pocos o ningún hijo, sino incluso de hogares unipersonales, así como la emancipación que en los últimos tiempos se trata de abrir paso al amparo de las políticas identitarias y de la "diversidad", de manera un tanto parecida a como pasó en los Estados Unidos con los negros, cuando el liderazgo del movimiento por los derechos civiles fue asumido por los nacionalistas.

Lo que tiene la construcción orwelliana de neolengua, sin embargo, una vez asumido el planteamiento peronista y esotérico de Laclau de los "significantes vacíos", es que el significado de los vocablos que aparecen no mantienen, aparentemente, ninguna relación lógica con la filosofía racional sobre el mundo, sino que estos resultan de las ocurrencias momentáneas o transhistóricas de los neohablantes, si es que cabe algo así. De esta manera, los morbosos tienen una forma de nombrar a un viejo y gigantesco fantasma que le sirve a su "relato".

Desde hace tiempo se ha vuelto patente una tendencia autoritaria y liberticida tanto en los Estados como en la sociedad, que es desde donde ha de explicarse la transformación de aquellos. El endurecimiento del Código Penal cuenta con el respaldo de un sector creciente de la población, por ahora poco numeroso, aunque con apoyos poderosos.

¿Hace falta decir que las cárceles no estan llenas de violadores sexuales, aún cuando sea cierto que los haya? ¿Es necesario recordar que el peso de la ley cae sobre aquellos condenados por delitos menores y faltas ("delitos leves", desde 2015) relacionados con la supervivencia económica en condiciones de exclusión social, para que entendamos el rumbo que le tienen que dar "oposiciones" y gobiernos a las demandas ciudadanas de endurecimiento de la legislación penal, al estar actuando como su correa de transmisión?

No debería, pero resulta que esa tendencia ya tiene incluso una avanzadilla que la adelanta en las redes sociales, en las que siempre se puede difamar contra alguien escondido tras un anonimato cobarde, oculto entre la multitud, y ocasionalmente en la calle. Son las del MeToo y otros eslóganes por el estilo.

¿Acaso ese lema no representa también un prejuicio colectivo, o es que van a justificarlo o restarle gravedad e importancia sólo porque sea minoritario en la sociedad? ¿Habrá que explicarles a aquellos y aquellas que se dedican a transmitir bulos, creyéndose justicieros comprometidos con alguna causa que no sea la de promoción de quienes los inventan, que el objeto de un juicio son los actos, que son observables y demostrables, y que si el veredicto no se refiere a ningún acto, sólo ha habido una presunción de culpabilidad pero no intención de demostrar nada?

Que nadie se equivoque, porque la práctica totalidad de las denuncias judiciales -algo que alude a la justicia estatal, siempre criticable y, en algunos casos, bochornosa- por violencia de género son verdaderas, excepto un ínfimo porcentaje de ellas. Pero otra cosa bien distinta es esa "justicia" que quieren imponer "desde abajo", y que no dudo que el propio Estado fuese capaz de terminar asumiendo en un futuro.

No resulta demasiado sorprendente que, al igual que han hecho otros tantos, una vocal de la Comisión de Igualdad del Colegio de Procuradores de Madrid, Rocío Sampere Meneses, se plantease en marzo del año pasado la posibilidad de la cadena perpetua legal, eufemísticamente conocida con la denominación de prisión permanente revisable, como parte de un "agrio debate". Ni tampoco que la "Tribuna Feminista" del periódico digital "progresista" El Plural publicase su postura. Será que estos últimos son tan plurales -inclusivos, se decía en el 15-M- que tienen que darle bola a toda posición ideológica, incluso si es de tendencia conservadora.

En otros casos, como en el de la Asociación Clara Campoamor, no se prestan a discutir la pertinencia de la medida sino que se afirman en ella, y en colectivos como el de "Pikara Magazine", en el que parece compartirse una tibia oposición a la cadena perpétua proveniente nada más y nada menos que de la autocontención de una reconocida "sed de venganza", se dicen cosas como que "la justicia de las víctimas sólo es una descripción políticamente correcta de la venganza".

Como ejemplo de su corrección política y su puritanismo expresivo -qué detalle- así como de su manera de interpretar y moldear el mundo a través de las formas del lenguaje (un colegio público barcelonés ha eliminado "La caperucita roja" y otros 200 libros infantiles de una biblioteca), en un escrito de este último colectivo hablan de cierto "joven que no había nacido en el Estado" por no decir el vocablo de extranjero y creer que, el simple hecho de mencionarlo, les hubiera convertido en xenófobos.

Llamativamente, poco después se reconoce en ese mismo escrito que, ante un presunto caso de agresión por parte de aquel joven -sobre el que no me posiciono ni pongo "hashtag" porque lo desconozco por completo- la ciudad fue empapelada con su fotografía, practicaron una "justicia xenófoba", y se comportaron como "opresoras" que hablaban "de justicia y activismo". Son sus propias palabras. Es muy importante darse cuenta del peligro implícito en este tipo de actitudes. En cualquier caso, bienvenida sea la autocrítica, por dura que sea.

Qué poco soprendente resulta, de todas maneras, que tanto en la "Tribuna Feminista" del períodico progre, como los y las de la venganza políticamente correcta, hablen todos del "sistema patriarcal". No saben ni qué significa eso pero lo repiten siempre que tienen ocasión, desde su condición de ideólogos. Dan por hecho que, puesto que se producen relaciones de oprobio, de amenaza o de violencia (no son lo mismo aunque todas sean indeseables y merezcan ser erradicadas) en la sociedad y determinadas estructuras que la constituyen, hay un sistema coligado de opresión de escala social. Para divulgarlo, se valen de la resignificación lingüística, y luego replican su prejuicio a nivel microsociológico.

La supuesta excepcionalidad legal en el recurso a la cadena perpetúa, que arguyen para promocionar su aplicación en España, sólo es la ventana por la que nos están colando una enorme derrota.

lunes, 1 de abril de 2019

Coordinadora estatal: ¡todas y todos a la concentración del 6A!

Por la Coordinadora Estatal de Empleados Públicos en Fraude de Ley



COORDINADORA ESTATAL: ¡TODAS Y TODOS A LA CONCENTRACIÓN DEL 6A!

¡Gobierne quien gobierne, el Empleo y lo Público se defienden!

Desde la Coordinadora estatal de empleadas y empleados públicos en fraude de ley y abuso de temporalidad, formada por organizaciones civiles, sindicales y del sector público, de todo el Estado, nos organizamos por nuestros derechos laborales pisoteados y contra los falsos procesos de estabilización que los distintos gobiernos han puesto o pondrán en marcha en los próximos meses, al amparo de las leyes de presupuestos y con el aval cómplice de CCOO, UGT y CSIF. Unos procesos en los que saldrán todas las plazas actualmente YA ocupadas por quienes llevamos años cubriendo puestos estructurales y necesidades permanentes dentro de la Administración.

Desde esta Coordinadora estatal denunciamos que las ofertas de empleo público en marcha, no estabilizan a nadie ni van a acabar con la temporalidad.

La actual situación de los Empleados Públicos en la Administración española es la siguiente:

Los Sindicatos CC.OO, UGT y CSIF han vendido a los trabajadores temporales de las Administraciones Públicas españolas al pactar con el Gobierno (firmando el "Acuerdazo" con Montoro) reducir hasta el 8% la temporalidad en la Administración mediante Ofertas de Empleo Público (OPEs) "masivas", donde se convocan todas las plazas que YA ESTÁN OCUPADAS desde hace años por empleados públicos temporales en fraude de ley. De esta manera siguen con el negocio que suponen las OPEs para estos Sindicatos, haciendo caja con sus academias preparatorias de oposiciones y, al mismo tiempo, ofreciéndonos sus abogados, "a precios para afiliados", para recurrir judicialmente la situación fraudulenta de la que ellos mismos son cómplices.

Para las Administraciones públicas españolas la convocatoria de OPEs y procesos selectivos de acceso libre son una forma de "tapar" los abusos y fraudes cometidos en la contratación temporal sucesiva de sus funcionarios interinos, personal estatutario temporal y trabajadores temporales de larga duración.

Estos procesos, mal llamados "procesos de estabilización" (porque no estabilizan a las personas sino las plazas) facilitarán el cese y despido masivo y SIN INDEMNIZACIÓN de más de 700.000 empleados públicos, con una media de 45 años y en su mayoría mujeres, que engrosaremos las listas del paro después de décadas trabajando y aportando nuestra experiencia a la calidad de los servicios públicos.

Se trata de un despido masivo ilegal que nos venden como creación de empleo y fin de la temporalidad.

Estos abusos de las Administraciones Públicas en la contratación temporal se deben al incumplimiento del art. 70.1. de TREBEP durante años, que establece que "la ejecución de la oferta de empleo público o instrumento similar deberá desarrollarse dentro del plazo improrrogable de tres años".

Además del incumplimiento de los plazos, las Administraciones no han sacado a oposición el 100% de la tasa de reposición, ofertando durante décadas menos plazas vacantes de las existentes y amortizando plazas, incrementando así la oferta de plazas temporales que ha dado lugar a la elevadísima tasa actual de contratación temporal de larga duración.