Por Espacio de Encuentro Comunista
Como comunistas, nuestro deber es romper eso que llaman paz social,
que no es otra cosa más que aceptación resignada de la explotación.
El constante empeoramiento de las condiciones de vida de las clases
trabajadoras no es consecuencia de la corrupción de un puñado de
políticos, ni de la gestión de un gobierno reaccionario, ni el resultado
de un repunte de la crisis económica. Esto se llama lucha de clases.
La caída de la tasa de beneficios del capitalismo significa que van a
procurar explotarnos más, disminuir la masa salarial, incrementar la
jornada laboral y recortar las prestaciones sociales, es decir, eliminar
formas de salario indirecto y diferido como son los servicios públicos o
las pensiones. Esto tiene un efecto especialmente negativo en las
mujeres de clase trabajadora, ya que, al carecer de medios para adquirir
estos servicios en el mercado, hace recaer sobre ellas (sobre su
trabajo impagado y no reconocido) todo el peso de la reproducción de los
trabajadores y las personas dependientes. De los recortes en las
pensiones también se llevan la peor parte, pues son las mujeres quienes
acaparan los contratos a tiempo parcial y eventuales e incluso el empleo
sumergido, que no cotiza.
La solución no vendrá de la mano de ningún candidato mediático, ni de
tertulianos convertidos en tribunos de la plebe. Mientras no encuentren
una oposición contundente y no se lesionen sus beneficios, tendrán vía
libre para seguir esta senda.
No hay espacio ya para seguir practicando el sindicalismo de
concertación y de co-gestión de las políticas económicas que venimos
conociendo desde la transición. El capital ya no tiene interés en
mantener un nivel de consumo elevado entre las clases trabajadoras; ese
añorado Estado del Bienestar sólo se mantuvo mientras había una palpable
amenaza de cambio revolucionario. Dejemos de alimentar la ilusión de
que se puede recuperar.
Desde los Pactos de la Moncloa de 1977 –que imponían la pérdida de
salario para conseguir la respetabilidad de nuevos actores dentro de la
monarquía parlamentaria- hasta la Reforma de la Jubilación de 2011 –que
alargaba la vida laboral y disminuía las pensiones -, los acuerdos
firmados han supuesto cesiones sin contrapartidas visibles. Esta
política de pactos sólo ha contribuido a fortalecer a determinados
aparatos sindicales, lo cual es muy distinto que beneficiar al conjunto
de la clase obrera.
Nuestra referencia la constituyen una serie de luchas consecuentes de
la clase trabajadora: la movilización de los mineros, la resistencia de
la plantilla de Coca Cola, las huelgas de los barrenderos de Madrid, de
Panrico, de Movistar… Desde la firmeza, desde la unidad en la lucha,
desde la conciencia de clase, estos compañeros y compañeras son la
prueba visible de que es posible vencer.
Una premisa indispensable para triunfar en esta batalla es que
ejerzamos nuestra solidaridad como clase con los focos de resistencia
obrera. El movimiento vecinal y todos los organismos populares deben
arropar a los sectores en lucha.
El movimiento obrero tampoco debe olvidar nunca que su horizonte es
la consecución de una sociedad sin clases. Si carecemos de este
referente político, todos los triunfos acabarán por ser victorias
pírricas. Esas mejoras de orden material, que tanto esfuerzo cuesta
lograr, pueden perderse en cuanto bajemos mínimamente la guardia, porque
esta es la esencia del capitalismo.
La necesidad de que el movimiento obrero tenga un carácter
sociopolítico y no se limite a las reivindicaciones económicas más
inmediatas no se debe confundir ni con el sectarismo ni con la acción
sujeta a consignas partidistas o electorales. Este carácter
sociopolítico se traduce en la necesidad de enfrentarse al racismo y el
imperialismo, asumir la lucha contra las discriminaciones que sufren las
mujeres, enfrentar las políticas de ajuste y privatización que emanan
de la Unión Europea, denunciar la creciente represión contra los
movimientos populares, hacer nuestra la lucha contra los desahucios,
oponerse con fuerza al TTIP (que amenaza con derribar los últimos
obstáculos que ejercían las legislaciones estatales frente al
liberalismo más salvaje), o denunciar la deuda que han contraído los
estados como el resultado de socializar las pérdidas de los
especuladores privados.
La clase obrera es la única fuerza capaz de emancipar a la sociedad. La clase obrera debe tomar el poder.
_
Enlace de la fuente original.
.
Espacio de producción propia, reproducción ajena y discusión de teoría analítica sobre estructura, relaciones y cambio sociales, y de difusión de iniciativas y convocatorias progresistas.
viernes, 29 de abril de 2016
martes, 26 de abril de 2016
Por un Primero de Mayo de los trabajadores
1º de Mayo de 1936, c/ Recoletos, Madrid |
Este breve pero condensador escrito, elaborado un día después de la brutal represión de una histórica huelga convocada el día 1 de mayo de 1886, que rondaba ya las 72 horas de duración, y uno de cuyos reclamos principales que motivaron la represión y las ejecuciones policiales de obreros era el reclamo por las 8 horas, le llevó a él y a sus compañeros a la horca el día 11 de noviembre del año siguiente. Los opresores, como lo hicieron entonces, sacrificarán una y otra vez a un proletariado que no esté erigido en dueño único de su propio destino.
"Trabajadores: la guerra de clases ha comenzado. Ayer, frente a la fábrica McCormik, se fusiló a los obreros. ¡Su sangre pide venganza!
¿Quién podrá dudar ya que los chacales que nos gobiernan están ávidos de sangre trabajadora? Pero los trabajadores no son un rebaño de carneros.
¡Al terror blanco respondamos con el terror rojo! Es preferible la muerte que la miseria.
Si se fusila a los trabajadores, respondamos de tal manera que los amos lo recuerden por mucho tiempo.
Es la necesidad la que nos hace gritar: ¡a las armas!
Ayer, las mujeres y los hijos de los pobres lloraban a sus maridos y a sus padres fusilados, en tanto que en los palacios de los ricos se llenaban vasos de vino ociosos y se bebía a la salud de los bandidos del orden...
¡Secad vuestras lágrimas, los que sufrís!
¡Tened coraje, esclavos! ¡Levantaos!"
(Adolf Fischer, en «Arbeiter-Zeitung». Chicago)
Si sabes que perteneces a la clase de los explotados, aprovecha este 1º de Mayo para olvidarte de una vez de incluir a los verdugos en la protesta social y de demás 15-memeces, y reivindica la exclusividad de la clase trabajadora en el liderazgo de las luchas en las que le corresponde ser protagonista.
miércoles, 20 de abril de 2016
La "Nuit Debout": el papel de la izquierda en el fortalecimiento del populismo
Por Arash
¿QUÉ CLASE DE TENDENCIAS
POLÍTICAS CATALIZARÁ LA "NUIT DEBOUT" FRANCESA?
En un desilusionante
artículo de hace dos años, que llamé "Asistiendo
impotentes a las excavaciones de lo que serán nuestras propias tumbas" [1],
intenté dar unas pinceladas superficiales sobre los fenómenos
indignados, en España e Italia, de hace ya unos años, que habrían
de intentar servir para predecir, a grandes rasgos, la evolución de
esta clase de movimientos de las clases medias que desde hace casi
una década están de moda en "occidente" (EEUU y Europa
occidental y del sur), y que recientemente tomaron como "núcleo
de condensación", para la formación de una gota "más
grande" e "inclusiva" (y que habrá de engullir lo que
tiene a su alrededor, antes de precipitar al vacío, especialmente lo
que pudiera haber a su izquierda), la movilización de la clase
trabajadora francesa de la mano de una de sus organizaciones
sindicales, la Confederación General del Trabajo (CGT).
Para lograr tal propósito,
intenté relacionar las evoluciones de tales movimientos en ambos
países y la plasmación institucional de los mismos, con la
coyuntura política e ideológica que los precedían, y deduje que si
uno de los productos políticos más directos y consecuentes del
movimiento ciudadano y de "la gente" del 15-M, Podemos,
estaba aparentemente menos a la derecha (relativamente hablando) que
el movimiento de las "5 estrellas" –que apenas siquiera
necesitó una transmutación significativa desde que estaba acampando
en las plazas italianas hasta que adquirió personalidad jurídica
propia—, era porque la sociedad italiana, y particularmente los
trabajadores, estaban más desplazados ideológicamente a la derecha
que en España, situación de la que, en todo caso, serían
responsables los indecentes que han dirigido lo que fueron sus
organizaciones.
Naturalmente aquello
necesitaría entonces y ahora una comprobación más científica.
Este blog nunca ha tenido, por el momento, la pretensión de
sustituir a la teoría e investigación de rigor. Pero si en el
proceso de elaboración del mismo, he logrado aportar un sólo grano
de arena para orientar a otros investigadores a que adopten un punto
de vista que les permitan desmontar lo que de verdad esconden estos
movimientos, me sentiré satisfecho. Podría dramatizarse la realidad
con un pedazo de papel de aluminio, en el que los fragmentos del
mismo que "deben" tener relieve es algo que obedece a los
dictámenes del poder, ese que tanta simpatía tiene por los procesos
de movilización en cuestión tratados en este artículo.
Quizás haya realizado esa
minúscula aportación asociando, como hice en el artículo de hace
dos años del que les hablo, la orientación ideológica de ambas
sociedades con el reflejo que esta tenía en ambos parlamentos
nacionales, premisa a partir de la que procedí a la elaboración de
aquel. Por aquellos tiempos se decía (y se podía comprobar) que el
programa electoral de Podemos era como el de IU pero, además
de muchísimo más corto (copia y pega cutre), carente de sus aristas
más incómodas para el capital, entre ellas el compromiso por la
República o la reivindicación por la salida de la OTAN, siendo la
organización trasatlántica y la monarquía dos de los pilares que
ayudan a sostener, aún sabiendo que juegan un papel complementario
pero prescindible, la dominación de clase en España. En las dos
últimas convocatorias madrileñas de conmemoración de la
proclamación de la II República en las que estuve, no recuerdo
haberles visto como parte de los convocantes.
Todo ello a pesar de que
había demasiadas banderas republicanas tricolores en la "Marcha
por el Cambio", aquel evento reproducido en directo incluso
durante los espacios meteorológicos del telediario de La Sexta. Si
aquello de verdad fuesen revoluciones o tuvieran alguna potencialidad
de serlo, podría decir que el músico afroamericano de jazz Gilbert
Scott-Heron estaba equivocado al afirmar que "la revolución
no será televisada"
[2].
Los de mi generación aún no habíamos vivido en primera persona
cómo una opción electoral podía irse tan a la derecha, en lo
superficial que cabe imaginarse un programa que tiene como objetivo
ganar las elecciones (siempre fue de derechas en lo profundo de sus
motivaciones y objetivos), incluso más rápido que el propio PSOE
durante la Transición, aunque otros más "viejos" nos
avisaron y algunos les hicimos caso. Otros "viejos", otros
no tan "viejos", y muchos, muchos jóvenes no lo hicieron,
y cayeron en la trampa del posibilismo, ya sea votándoles, o bien pensando
que su llegada a las instituciones significaría algún tipo de
"apertura política" que haría hueco a las fuerzas de
izquierda extraparlamentaria ("revolucionaria", en el caso más
esquizofrénico), o simplemente adoptando la posición del
reaccionario que dice: "peor que los demás partidos no van a
ser".
El caso es que, tratando de
continuar en la misma línea en la que estaba cuando escribí aquel
artículo (que mencionaré por última vez), creo interesante y
necesario que nos replanteemos el papel (nefasto) de las
organizaciones de izquierda en los últimos tiempos en lo relativo a
la formación de conciencia entre los trabajadores, puesto que en
última instancia ello ayudará a determinar cómo reaccionen estos
últimos ante los fenómenos del estilo de la "indignación".
Una militante de una de las organizaciones constituyentes del Frente
de Izquierdas francés –los socios europarlamentarios de IU—
, que como otros tantos de la organización están participando en
los intentos de establecer acampadas en diversas ciudades francesas,
le decía a De Journal du Dimanche, entre otras cosas (sensación de
molestia del establecimiento de puestos de venta de kebabs y perritos
calientes), la siguiente perla, que no resulta novedosa en los
movimientos del ámbito de la indignación: "Ahora tenemos
más miedo de la infiltración de fascistas que del agotamiento del
movimiento"
[3].
Tal temor no se aleja demasiado del contenido en muchas de las
declaraciones en las redes sociales.
Puesto que se teme tanto la
entrada de fascistas en el movimiento, cuyos participantes han sido
desalojados de la Plaza de la República por las Compagnies
Républicaines de Sécurité (CRS) pero que ha tenido réplicas
en otras ciudades francesas [4],
y a propósito de las señales que manda la sociedad francesa y las
correlaciones que traté de establecer entonces, me pregunto si en un
país en el que casi un cuarto de sus habitantes votó a la extrema
derecha del Frente Nacional para las últimas elecciones al
Parlamento Europeo –la formación que más votos recibió, incluso
por delante de los conservadores— no habrá realmente elementos
xenófobos en estos momentos formando parte de los "debates"
"espontáneos" de la plaza parisina y de las algaradas
puntuales contra la policía que se están produciendo
alternativamente como parte de la transversal e inclusiva "Noche
en Pie".
Queda demostrado, por los
acontecimientos, no por ningún rayo de luz celestial ni por
inspiración divina alguna, que los movimientos de indignados y
sus productos varios, han permitido allí donde han tenido
cierta consistencia, la catalización de la inclusión e infiltración
de elementos de extrema derecha en la protesta social, y
que difícilmente tienen cabida en la lucha menos
desideologizada y más consciente del latente conflicto social
capital-trabajo, así
como han estado vinculados con un corrimiento ideológico general
hacia la derecha que se ha materializado de diferentes y variadas
maneras: perdida de peso de
la reivindicación por la República o por la salida de la OTAN en
España, introducción de discursos políticos y
elementos xenófobos en las
instituciones italianas, desideologización de las masas y creación
de cabezas de turco para los
auténticos vapuleados por el régimen capitalista de producción,
en ambos países, que eluden
la responsabilidad de la burguesía y las causas de la explotación
de clase, pérdida de
precisión en la identificación de los orígenes de la "crisis",
que se ha desenfocado de lo
económico y se ha concentrado
en lo político...
[5].
De este modo, no ha sido
ninguna sorpresa el conocimiento de que veteranos del Movimiento
15-M, algunos de ellos pertenecientes a Podemos (como Pablo
Lapuente, miembro del Círculo Podemos París), se encontraron en el
fenómeno Nuit Debout y están presentes en los intentos de
establecer un campamento indignado en París
[6].
Estoy seguro de que los trotskistas del Nuevo Partido
Anticapitalista (NPA) están metidos en esto, y que probablemente
están aspirando ahora mismo a construir otro "frente de masas",
como lo intentó IA en España, presumiblemente con el objeto de
aprovechar la ocasión y hacerse un hueco entre el electorado
francés. Es necesario cuestionarse si el NPA, en su vocación de
montar otro tinglado parecido a Podemos en Francia con el
objeto de convertir la indignación ciudadana en (re)cambio político,
tomará de las juventudes del Partido Comunista Francés (PCF)
o de alguna otra organización algún lidercito egocéntrico bien
"formado" procedente de la Universidad.
¿POR
DÓNDE COMENZAMOS
A ANALIZAR LOS ORÍGENES DE LA INSTALACIÓN SOCIAL DEL POPULISMO DE
DERECHAS EN ESPAÑA?
Lo
que en 2007 acontece no
es el inicio de una
crisis estructural del capitalismo, que
es remontado por los
estudiosos marxistas hasta la década de los 70 y la crisis del
petróleo. Es más bien, en
comparación con el concepto anterior de crisis,
el inicio de una
depresión de carácter más
local que, vistos
los acontecimientos confirma,
eso sí,
el futuro capitalista sumido
en un marco crónico de
crisis estructural, sobre
todo para sus mayores víctimas, que
siguen siendo, en términos generales, las mismas que hace dos siglos, algo de lo que tarde o
temprano no cabrá duda. La depresión local de 2007 está haciendo evidente, incluso ante los más desconocedores de economía, la crisis estructural del capitalismo, porque se está identificando progresivamente con ella.
La
tasa elevada de despidos de plantilla en las empresas, el
cierre del grifo en
la concesión de los activos financieros (préstamos, crédito) a los
que normalmente recurren las
anteriores ("decrecimiento
extensivo del capital financiero"),
la caída del beneficio del
capital industrial y
comercial en aquellas que son
menos competitivas, la quiebra de las mismas e incluso la
posiblemente consecuente proletarización de la pequeña burguesía
propietaria,
y
la caída momentánea del interés del capital financiero
("decrecimiento
intensivo" del mismo),
son algunos de los hechos más
relevantes, fundamentales y característicos de este tipo de
depresiones, que están
interrelacionados y que
explican algunas de las cuestiones de a continuación.
En
las protestas ciudadanas que
han tomado y toman el formato "indignado"
de acampadas en plazas y espacios públicos desde 2007, no nos hemos
encontrado con peticiones de productores autónomos de leche pidiendo
una subida del precio mínimo de los productos de su trabajo, como lo
han hecho los europeos en tantas ocasiones cada vez que se ven
obligados a derramarla en señal de protesta; ni tampoco
particularmente ante protestas de ferroviarios contra la
liberalización de su sector
laboral, como lo comenzaron a hacer en el pasado muchos trabajadores
de la antigua RENFE contra su segregación y
como lo continúan haciendo muchos trabajadores de Renfe Operadora y
de ADIF contra la privatización que se le viene encima a tal sector;
ni tampoco ante ningún
reclamo, por parte de pescadores, de igualdad en las condiciones para
el desempeño de su actividad; ni ante exigencias obreras
del cumplimiento de las resoluciones judiciales en una expiración
masiva de contratos laborales, como lo hicieron magníficamente los
trabajadores industriales de la fábrica embotelladora de Coca-Cola
en Fuenlabrada; ni tampoco ante reivindicaciones de comerciantes, en
defensa de unas condiciones económicas más equitativas y que les
permitan mayores oportunidades como aquellas de las que disfruta el
gran capital; ni ante un
rechazo de la eliminación de los subsidios a un sector laboral, como hizo de manera contundente la clase obrera minera y del sector del carbón en
las montañas,
industrias
y pueblos de Asturias y León.
Entonces,
¿qué hay en los movimientos indignados? En
principio, cualquier
combinación arbitraria de los
segmentos sociales
anteriormente mencionados. Se
trata de movimientos sociales que pretenden
aglutinar y conglomerar
en una misma protesta a clases sociales muy diferentes y, en
consecuencia, a intereses muy
diversos, en absoluto exentos
de contradicciones.
La
composición orgánica de estos movimientos es una cuestión que, a
excepción de los casos manifiestos de ciertos sectores, tanto
desde la derecha como desde la "izquierda",
que han reivindicado abiertamente la transversalidad en las protestas,
nunca ha preocupado en exceso
a sus instigadores, promotores y colaboradores más ingenuos, aunque
ello no significa que sus
consecuencias no sean importantes y deban preocuparnos a los que tenemos conciencia de clase.
La
transversalidad del movimiento siempre es presentada en ellos como
una virtud: el ciudadanismo
del Movimiento 15-M y la obsesión religiosa de incluir en él a
personas con independencia de sus planteamientos ideológicos; la
posición del Movimiento 5 Estrellas contra el uso de identificativos
y banderas de organizaciones políticas, las
agresiones de cariz
intolerante y autoritario
contra quienes las
portan (especialmente si se trata de militantes
y organizaciones
marxistas y comunistas
[7])
y la intimidatoria "marea"
de banderas nacionales
italianas en la "Revuelta
de las Horcas";
el nacionalismo del
Euromaidán ucraniano, hegemónico desde los
inicios de tal movimiento, su
apuesta por el golpe de Estado contra un gobierno democráticamente
electo, y su
antagonismo con una formación
a la que se le acusaba de arrebatar la soberanía nacional ucraniana (paradogicamente ha sido el gobierno euromaidanista de participación nazi al servicio de la UE el que lo ha hecho)
y simpatizar con el "comunismo" del gobierno vecino
de Vladimir Putin.
Los intereses contradictorios
quedan automáticamente ocultados, y toda iniciativa de
visibilizarlos queda extirpada de la forma más censora por
no ser "inclusiva".
En efecto, la exclusividad de
la clase trabajadora en las luchas dinamita estos
"movimientos".
Así
pues, como resultado
combinado del discurso
transversal e inclusivo
y
de los fenómenos más característicos de la depresión que se han
citado anteriormente y
que contextualizan la coyuntura actual desde 2007,
no podemos más que encontrarnos con un
movimiento social que nace lógicamente de la opresión de una
sociedad divididad en clases, pero
en el que los protagonistas son,
desde el principio, la pequeña burguesía y otras clases medias que
la acompañan en su
capacidad adquisitiva y los
niveles de renta que
el estado de bienestar les permitieron alcanzar.
Sólo ello puede ser
coherente con el hecho de que antes
de la depresión de 2007, solamente hubiese en las calles luchas
aisladas
de los sectores combativos y
concienciados de la clase
trabajadora o bien de los
segmentos directamente afectados por ofensivas, en materia laboral,
de la patronal que los contrata, y
que después de la misma, las anteriores
luchas de contenido o
potencialidad transformadora
hayan menguado, no se hayan
extendido o, en el mejor de los casos, hayan sido silenciadas
mientras que, por contra, los
movimientos de cariz reaccionario hayan
"ocupado" y "tomado" las calles, bendecidos
y respaldados por las pantallas de las diferentes iglesias
predicadoras de las nuevas
religiones: los
adoctrinadores y creadores
de opiniones para masas.
El
liderazgo burgués y de clase media de esta clase de movilizaciones,
(des)orienta
la protesta social que, aparentemente, tal
y como se desprende de las consignas que ellos mismos lanzan a las
masas, se publicita como si
su vocación fuera la de satisfacer los intereses nacionales, pero
que desea para
ello la colaboración de las
clases oprimidas con sus opresores y la reproducción del
sometimiento a la dominación capitalista,
puesto que son
estas,
la lógica y las ideas que
legitiman
y sostienen,
respectivamente, su
privilegiada posición
social. Estas movilizaciones,
pues, ocupan el espacio que debiera ocupar un movimiento de
liderazgo obrero en pro de la
aceptación de la rotura del
pacto social inaugurada por
el capital, y
oponen frente a él, el consenso y la negación de la lucha de
clases, abriendo el telón de
un escenario en el que cada vez caben, e irán cabiendo, más
correlaciones con el contrarrevolucionario período de entreguerras
del que fue testigo Europa,
en el que se rompieron, ya
por segunda vez en la
historia moderna,
unas débiles relaciones internacionales, fracasó rotundamente la
Sociedad de Naciones, y quedaron aislados los procesos de
emancipación en curso.
La
autoproclamada "izquierda radical", heredera del nuevo
itinerario que se había
diseñado para el resto de
las izquierdas hace ya casi
medio siglo, y que pretende
reeditarlo en los mismos
términos estos días allí
donde nació, no
podía, ante esta situación, sino ver
una oportunidad para introducir estos
elementos reaccionarios en la
protesta social y en
sus clásicos contenidos
reivindicativos de izquierda,
y contaminar el significado
progresista que la caracterizaba, predicar la "transversalidad"
en las luchas, y llamar a la "inclusión" de las clases
poseedoras, encuadradas en diferentes "movimientos sociales"
(en esta ocasión, el
movimiento ciudadano), en las
movilizaciones obreras y de clase, que
finalmente terminarían
diluyéndose en ellos.
Y
con
esta
"izquierda radical" parece
conectar, con bastante correspondencia,
la mal llamada Izquierda Anticapitalista Europea
y,
en concreto, lo más
indecente del trotskismo, heredero del Secretariado Unificado de la
IV Internacional y que
ha jugado un papel trascendental desde la "izquierda" en la
génesis de los movimientos de ciudadanos "indignados", con
unos antecedentes
importantes
que se deben conocer para
tratar de ubicar su posición con respecto a
los mismos y, con
ello, desenmascarar
el respaldo que
desde la izquierda se pudiera prestar a una protesta de tintes
conservadores y de
propósitos que desequilibran,
cada vez más y
apuntando hacia
la irreversibilidad,
la dinámica de la lucha de clases del lado de la clase burguesa.
La
Izquierda
Anticapitalista
(IA) española
adelantó muchos
de los cambios que, a lo largo de la trayectoria del Movimiento 15-M
y sus productos, vimos acontecer.
Tal
y como informó la web eldiario.es el día 21 de enero de 2014, el
órgano ejecutivo de Izquierda Anticapitalista
(IA), la Secretaría Confederal, emitió un boletín interno para el
resto de la organización política
[8].
Hay varios aspectos reseñables del boletín, tanto en la Resolución
elaborada por tal secretaría, como en sus propuestas de cara a las
elecciones al Parlamento Europeo en 2014. Me centraré en el
primero de los dos.
La
coyuntura que advierte la
Secretaría General de IA en
el boletín es caracterizada
como "volátil
y explosiva", así
como "testigo de una guerra de posiciones".
La estrategia de IA en el
contexto de la depresión económica que comenzó en 2007 consistía
en la puesta en práctica de una "táctica [que
tenía que ser] extremadamente flexible [...],
y en el que la dinámica ensayo-error [jugase]
un papel fundamental [en
la recomposición de] la izquierda alternativa".
¿Estarán los disconformes
de IA con Podemos
preparando el segundo "ensayo"
en Sol, después del primer "error"
de su táctica "extremadamente flexible"
y aprovechando el tirón de los
indignados de "Nuit
Debout"?
Aunque
probablemente no acierte en
dar con las fundamentales,
trataré
de desarrollar brevemente tres cuestiones que
creo que rodean todo el proceso de (re)cambio político iniciado en
España aquel 15 de mayo, que han tenido o
bien tintes liberales, o
bien abiertamente
conservadores y antiliberales (distinción de la que en este artículo
no voy a ocuparme); cuestiones
que
intentan arrojar luz sobre cómo la "izquierda" trabajó
para la derecha, problema sobre el que ya se ha reflexionado de
manera mucho más inteligente
[9],
y que tratan de
concienciar sobre estos
procesos de lavado de cara del sistema,
a propósito del fenómeno "Nuit Debout" en Francia.
Estas cuestiones tienen que
ver con: la antipolítica y
el antiparlamentarismo reaccionario, el
deseo de profundizar en la
democracia liberal, y el desplazamiento de la izquierda
socialdemócrata por la derecha populista.
1. PLANTEAMIENTO DE UNA CONFLUENCIA CON EL ACTIVISMO SIN PARTIDO
Ha
habido momentos en la historia en los que determinadas coyunturas
políticas han sido un obstáculo para la tendencia económica
capitalista mundial. En realidad, toda la coyuntura política actual
en casi todo el mundo lo es, en la medida en que el Estado de
bienestar aparece, en los países que han tenido el privilegio de
conocerlo y experimentarlo, como
el último enemigo a abatir
por parte de un capital que lo domina prácticamente
todo desde finales del siglo XX y que desea obtener, antes de su
derrumbe, sus últimas rentas
arrebatando las rentas y los derechos de la clase trabajadora. La anarquía de la producción sigue y seguirá siendo el sueño y el objetivo de los capitalistas. Pero
en esos momentos puntuales a los que quiero referirme, la
proporción con la que una coyuntura política es un obstáculo para
la dinámica del mercado es mucho mayor que
en "tiempos normales", o quizás sea más correcto decir que, en dichos momentos, tal coyuntura pesa más porque lleva incorporadas las libertades democráticas, que son parte del obstáculo a la evolución de la economía capitalista.
La dictadura militar franquista no fue un obstáculo a tal dinámica económica hasta, al menos, la segunda mitad del siglo pasado. Cierto que los Pactos de Madrid, firmados en 1953 por Dwight Eisenhower –por entonces presidente del país norteamericano, el "centro neurálgico del capitalismo"— y el tirano Francisco Franco, no parece indicar precisamente que el franquismo significase un obstáculo para el mercado capitalista incluso a partir de los años 50, cuando el "mundo libre" de Occidente vio una oportunidad en el régimen fascista para combatir el comunismo, cruzada anticomunista a la que, dicho sea de paso, se sumó ese engendro socialdemócrata partidario de la "Tercera Vía".
La dictadura militar franquista no fue un obstáculo a tal dinámica económica hasta, al menos, la segunda mitad del siglo pasado. Cierto que los Pactos de Madrid, firmados en 1953 por Dwight Eisenhower –por entonces presidente del país norteamericano, el "centro neurálgico del capitalismo"— y el tirano Francisco Franco, no parece indicar precisamente que el franquismo significase un obstáculo para el mercado capitalista incluso a partir de los años 50, cuando el "mundo libre" de Occidente vio una oportunidad en el régimen fascista para combatir el comunismo, cruzada anticomunista a la que, dicho sea de paso, se sumó ese engendro socialdemócrata partidario de la "Tercera Vía".
Estoy
mucho menos capacitado para hablar de la dinámica económica, que
del modelo político (no soy
ni quiero ser politólogo como
otros; es que
la economía tiene su punto de dificultad), pero
en cualquier caso la economía capitalista española durante el
franquismo no podríamos
catalogarla fácilmente como liberal,
sino más bien como
autárquica y relativamente
aislada con respecto a como
lo es hoy en día. Ni la
existencia de la "democracia orgánica" ni de las Cortes
Españolas (funcionamiento
corporativo)
eran deseables, si lo que se
pretendía era crear la ficción de que un sistema productivo
profundamente antidemocrático y generador necesario de desigualdad
social, se "cura" y se subsana mediante un sistema político
de esos que hoy llamamos "democráticos". Muy
posiblemente sea cierto que en España apenas existía una burguesía
democrática
[10].
Sólo en el caso de que
hubiera existido, la clase trabajadora hubiera podido y debido
establecer, legítimamente, relaciones puntuales con ella, con
el objeto de restaurar un régimen de libertades políticas.
En
algún momento de la segunda mitad del siglo pasado, pues, a
pesar del mencionado elemento excepcional
militar y represivo
permanente
del franquismo, puede
interpretarse un punto de inflexión y el comienzo de una situación
política y económica que supuso un "bulto" demasiado
grande con el que el "democrático" occidente capitalista
liberal tenía que cargar. También
en lo relativo al mercado español, restringido hasta el momento para
el capitalismo europeo.
En
cualquier caso, lo que debería quedar claro, es
que la actual coyuntura política, que se puede considerar lo
suficientemente distinta del franquismo en materia de libertades –no
estoy hablando, obviamente, en términos dinámicos, sobre la
tendencia futura que señalan las nuevas legislaciones de la mano del
PP, como la "Ley Mordaza"— no
es una tal que pudiera justificar una colaboración en estos
términos, en base a diluir el papel de la clase trabajadora en la
lucha social, en el disolvente de una burguesía que, o
bien es incapaz de
aportar lo necesario para dotar a las protestas de capacidad de
transformación social, o
bien apunta claramente hacia
un futuro
antidemocrático.
Ya
tenemos una democracia liberal. Y
esta no está cuestionada, por el momento, por ningún proyecto
democrático socialista, sino por una alternativa bien conocida de la
dictadura "democrática" del capital: la dictadura
abiertamente fascista, latente
no sólo en España sino también en gran
parte de Europa.
La satanización masiva de la representación política, de los
partidos políticos y las instituciones públicas, y el
nulo o mínimo cuestionamiento del capitalismo, el mundo privado y el
poder, así lo indica.
¿Cómo
se posicionó IA a este respecto? ¿De
qué manera se sirvió IA de la hostilidad
antipolítica y reaccionaria, en el terreno ya preparado antes por la depresión
iniciada en 2007 y
amplificada por los medios de instrucción civil de
masas? En
el punto c) de la Resolución en cuestión, IA planteaba
las Elecciones al Parlamento Europeo de 2014, como una oportunidad
para "avanzar
en la construcción de Izquierda Anticapitalista y de espacios
amplios de ruptura, confluyendo con sectores del activismo sin
partido y otras capas de la población que buscan algo diferente a la
izquierda tradicional".
Si
lo que pretendían era construir Izquierda Anticapitalista
como un espacio de orientación de la lucha, podemos inferir que su
planteamiento, del que ha
de derivarse
su fracaso,
era erróneo porque lo que antes era un partido político,
hoy es sólo una asociación integrada
y absorbida
en la organización que diseñaron.
Si el programa de IA llegó a
estar realmente
presente en Podemos,
la organización que crearon y que pretendían
domar como si hubieran entrado antes a ella, poco éxito ha tenido
su
estrategia importada, en parte, del planteamiento trotskista
y poco ha ayudado la misma a
la izquierda, salvo que se piense que esta última sólo tenía que
"romper" el bipartidismo o cambiar el funcionamiento de los
partidos. De
todas formas, se buscaba, tal y como afirma la Resolución, la
participación masiva en una buscada organización transversal, y se
consideraba necesaria la confluencia con sectores de la ciudadanía
no afiliados a partidos políticos. Pero,
¿qué tipo de confluencia se buscaba? ¿Una en igualdad de
condiciones entre distintos
estratos sociales? ¿Sin
siquiera explicitar
el necesario protagonismo el proletariado en ella? Al
final no encontraron tanto a la ciudadanía sin afiliación como a la
que estaba afiliada a una organización de izquierda o simpatizaba con ella, pero en el
trayecto extrajeron la ideología desclasada de aquella, de
la gente, de los que se oponían a las instituciones, políticos y parlamentos mientras ayudaban a escabullirse de la crítica al empresariado criminal; de los que se sentían parte de los "movimientos" en
cuestión.
Estos
espacios de confluencia amplios se han buscado en una situación en
la que no es un estabilishment
político autoritario –más allá de lo que puede serlo una
democracia liberal, como he
intentado aclarar antes— el
que está obstaculizando una determinada evolución económica,
situación hipotética
que quizás y sólo quizás, podría justificar tal alianza, sino que
sucede justamente al revés: es
una evolución de la dinámica
del mercado, en el contexto de la crisis del capitalismo y
de esta depresión local en particular,
hacia la finiquitación del
Estado de bienestar, el que está acabando preventivamente con las
libertades democráticas, puesto que cualquier proceso que mire en la
dirección de la emancipación del trabajo necesita de las mismas;
situación esta última que
el capital no ignora y que
requiere, si se desea
detenerla e invertirla, de un
especial papel consciente de la principal víctima del proceso.
La
pequeña burguesía y las clases medias que la acompañan, en lugar
de defender las
rentas salariales, defienden sus (pequeños,
o medianos)
beneficios capitalistas; en
lugar de fomentar el
fortalecimiento de las
resistencias obreras, que
surgen del seno de la contradicción capital-trabajo que
se vive en los principales
espacios de explotación (mundo laboral),
frente a la ofensiva
capitalista, promueven el
abandono de los sindicatos,
su asfixia económica o las
huelgas "sin sindicatos" de potencial deriva reaccionaria y
patronal. En
definitiva, miran hacia el lado opuesto al que lo hacen las clases
trabajadoras, y
comienzan a cuestionar incluso el asociacionismo obrero de matriz originario más
espontáneo, reflexivo y
reactivo (sindicalismo en los
centros de trabajo, lucha obrera en los barrios, etc),
el que surge de la explotación del día a día
y que
permite construir, sobre
sus cimientos,
conciencia de clase entre
los trabajadores.
Dándose
por supuesto –y quizás sea mucho suponer, dada su practicamente
nula mención al respecto— que IA intentase entonces sumar apoyos a
un movimiento de trabajadores, ¿cómo se esperaba, pues,
que fuese esa integración del amplio movimiento ciudadano al mismo,
en tales condiciones?
¿Esperaban que esa alianza
iba a beneficiar a los trabajadores, a sabiendas de que los estratos
inferiores de la burguesía han comenzado incluso a poner en tela de
juicio, a pesar de la
incredulidad general, uno
de sus derechos fundamentales, el de asociación sindical
y política?
La
antipolítica y el antiparlamentarismo reaccionario ha sido un
vehículo para facilitar la
adaptación de las instituciones y el funcionamiento del sistema
político a las necesidades de los poderosos. En otras palabras: para
terminar con derechos y
libertades.
2.
PREPARACIÓN DEL TERRENO PARA LA CONTINUACIÓN DEL FALSEAMIENTO DEL
DEBATE POLÍTICO, NECESARIO EN LA GÉNESIS DE PODEMOS
IA
enfatizó, en el apartado a) de la Resolución, la necesidad de
practicar la aparición repetida en los medios de comunicación del
capital o, en sus palabras, la necesidad de disponer "de una
serie de personalidades con proyección mediática", con el
objeto de "conectar con sectores de la población de
izquierdas insatisfechos con las organizaciones tradicionales, que
buscan nuevos referentes políticos transversales alejados de las
identidades que dividen a las diferentes corrientes de izquierdas".
Vale, la palabra "izquierda" aparece dos veces, en el
párrafo del que está extraída la cita, pero no se pretendía que
fuesen de izquierda los "referentes políticos" que
IA dice que busca la población de izquierdas, y en los que la
Secretaría Confederal de IA considera una virtud, sospresa, que
estén caracterizados por la transversalidad en lo ideológico.
Es decir, que las
personalidades de izquierda que dividían a la izquierda, se
convirtieron en un pretexto para buscar una organización y un
"líder" que fuera transversal en lo ideológico;
derechista y conservador en su antiproyecto social/proyecto
antisocial. ¿Por qué no "buscar referentes políticos",
en aquel momento, claramente comprometidos con el pensamiento
progresista, con la igualdad, con los mecanismos necesarios para
avanzar en su conquista, tales como la combinación de teoría y
práxis nucleada en torno al ámbito económico (donde reside el
origen de la desigualdad) de actuación política, preferiblemente
con la reivindicación y puesta en práctica de formas de propiedad
socialista (germen de la sociedad sin desigualdad), o comprometidos
con la necesidad de concienciar a las masas trabajadoras de la actual
división de la sociedad en clases con intereses antagonistas y con
la toma de partido por la explotada? En sus objetivos electorales
olvidaron por el camino que debían defender a los trabajadores:
corrían detrás del 15-M, en lugar de plantarle cara.
El
resultado de lo anterior: logran su objetivo de conseguir una
organización y un líder transversal: Podemos y Pablo
Iglesias Turrión. En un proceso en el que la larga deriva
social-liberal y derechista del PSOE se convirtió en una de las
explicaciones de que gran parte de la población confundiese lo que
era izquierda y derecha –por fagocitación de la primera por la
segunda—, la actitud general que finalmente llevó a cabo IA fue la
de la omisión de lo que debiera haber sido su labor de clarificación
ideológica y, con ello, promover el tercerposicionismo, desviador
del rumbo histórico de la izquierda (lo que se venía haciendo hasta
ahora pero, esta vez, en un momento crucial) y, en última instancia,
negador del único proyecto anticapitalista alternativo
verdaderamente duradero, del que derivaría su oposición a un
capitalismo del que sólo cuestionan su aplicación/gestión política
y económica (neo)liberal, algo que a juicio de este servidor resulta
vergonzosamene nefasto por lo que de enrriquecedor tiene para el
discurso de la derecha conservadora más autoritaria y menos
preocupada por "las formas".
Los
medios de comunicación no vieron en ningún momento peligro alguno
en convertir en ídolos de masas a quienes lideraran Podemos y
la indignación de la que vino –el trío
Iglesias-Monedero-Errejón—, simpatizaran con los anteriores
–Garzón, o la tránsfuga Tania Sánchez—, o simplemente quienes podían servir
puntualmente para lanzar contra (o sustituir por) los que les oponían
el carácter de clase –descontando las caras archiconocidas, un par
de sillones de los platós de televisión alternaban cada fín de
semana entre tertulianos que nadie conocía. Así, y a pesar de la irritación actual de los dirigentes podemitas con los medios de
comunicación, estos últimos
convirtieron en su día la indignación en (re)cambio político del sistema
capitalista, a través de sus manipuladas encuestas previas a las
elecciones europeas pasadas o de su omnipresencia en los acalorados
"debates".
3.
ENFRENTAMIENTO CONTRA LA SOCIALDEMOCRACIA
Otro
antecedente, a mi juicio fundamental, del interés de las nuevas
candidaturas y de muchos de los "nuevos partidos" e
iniciativas (Podemos, Ahora en Común, y también, tras
la victoria del proyecto de la Plataforma de Convergencia, liderada
por Alberto Garzón, Izquierda Unida) de organizarse en
"nuevas" (viejas) formas, también se rastrea en la postura
que IA refleja en la Resolución, en la que criticó a IU por su
apuesta por "una candidatura "cerrada", en donde
solo incorpore a sus aliados territoriales". Añaden: "el
fracaso y ruptura de SUMA [antiguo proyecto de convergencia
política de IU] vuelve a reflejar la incapacidad de la dirección
de IU a la hora de impulsar espacios amplios donde tengan cabida
sectores de los nuevos movimientos sociales".
En el
apartado d), se habla de que la política de alianzas de IU en
Andalucía con el PSOE significaba un viraje hacia la derecha de IU,
y ello implicaba que IA debía buscar un espacio a "ocupar a
su izquierda, impulsando alternativas anti-régimen, que generen
espacios militantes en las calles, en contraste con la política de
gestión que propone la burocracia de IU".
La usual diferencia política entre el comunismo y la
socialdemocracia, radica en la concesión o no del protagonismo a la
lucha extrainstitucional, extraparlamentaria, y nucleada en los
centros de trabajo, no por un banal sentimiento antipolítico
reaccionario ni por ningún odio visceral antiparlamentarista, sino
por la consciencia acerca de la inevitable y necesaria violencia
revolucionaria que caracterizará el proceso insurreccional hacia el
socialismo. La socialdemocracia, en este sentido, no protagoniza este
tipo de lucha.
He
tendido a pensar, a este respecto (aunque posiblemente me equivoque
en ello), que aquel sector revolucionario caballerista del PSOE, el
fundado por Pablo Iglesias el socialista, caminaba entre la admisión
explícita de la necesidad de la construcción socialista de la
economía y la sociedad –necesidad incorporada en su programa
político durante su etapa marxista— pero sin una visión comunista
de futuro (sin Estado ni clases; lo que le diferenciaría del PCE de
la época, leninista), por un lado, y un proyecto socialista
gradualista y bernsteiniano con recurrencia puntual a la acción
revolucionaria de la clase trabajadora (lo que le diferenciaría del
sector prietista, siempre opositor de los procesos insurreccionales
habidos en la década de los 30 en España), por otro lado, supuesto
que me interesa retener para plantear una duda, quizás demasiado descabellada (pero creo que clarificadora), con respecto al
proceso iniciado por IA antes de su eclosión final en la formación
de Podemos: ¿estaba IA defendiendo algún proyecto socialista
vía electoral (esto no lo rechazaban, tenían el programa electoral
preparado en el citado boletín), en oposición a la "gestión que propone la
burocracia de IU", con recurrencia a algún tipo de acción
en "las calles" mencionadas?
¿Pero,
dónde llaman a la clase trabajadora a protagonizar ese hipotético
proyecto? En ningún lado. No es parte de su estrategia. No cabe
plantearse, bajo ningún concepto, la referencia que hicieron a "las
calles" –en oposición a la "burocracia de IU"—
como algún proceso de acción mínimamente transgesor de la
legalidad de clase; ni siquiera tenían planteado un futuro de
socialismo sobre el que podamos suponer lo anterior; intentar hacerlo sería, como lo estoy haciendo en este instante, buscarle tres pies al gato. Lo de "las
calles" venía más a cuento, en realidad, de su ligazón
con la "izquierda radical" y su manía de apuntarse a todo
lo que se cueza en "las calles". Además, ese ligazón encajaría también con su interés en incluir en la agenda de la izquierda, todavía más, a los "nuevos
movimientos sociales", así como con la naturalidad con la
que afirman que son las "identidades [las que] dividen
a las diferentes corrientes de izquierda". El problema estaba frente a sus narices.
La
realidad del paro, la calle, y el hambre, nos hará dejarnos de
ilusiones, y nos hará chocarnos de morros contra lo que de verdad importa.
Hasta entonces, iremos perdiendo derechos y conquistas.
Por
último, ¿es que ocupar espacios a la izquierda de IU consistía en
impulsar alternativas "anti régimen"? ¿Fueron en
serio tan simples, o es que no me llega el entendimiento? ¿No se
define la izquierda y la derecha por la posición ideológica que se
adopta, dentro de una gran cantidad de disyuntivas, en lo respectivo
a la propiedad, la clase social o la defensa o no de la igualdad
humana frente a otros valores, y no por estar contra el "régimen",
que se puede estar de muchas maneras, también desde la derecha? Sí
se puede: la izquierda parlamentaria socialdemócrata, parte de esas instituciones, ha sido
desplazada por la derecha populista, como antes la derecha social-liberal fue desplazada del gobierno por la derecha conservadora-liberal.
Dejo
para otra ocasión el tratamiento de sus propuestas de cara a las pasadas
elecciones al Parlamento Europeo en 2014, agrupadas en el mismo
documento en el que está la Resolución, en un apartado titulado
"¡PODEMOS!", ya de por sí bastante esclarecedor,
si lo que pretendía aquí era recordar la relación de las
organizaciones representantes del trotskismo de la Izquierda
Anticapitalista Europea –de la que el NPA francés es miembro— y
los movimientos campistas de las plazas y, en última instancia,
concienciar sobre cómo las denominadas "izquierdas"
trabajan para la derecha.
Referencias:
[1]:
Arash (2012, 26 de octubre): "Asistiendo impotentes a las excavaciones de lo que serán nuestras propias tumbas", en
la-historia-los-juzgara.blogspot.com.es .
http://www.la-historia-los-juzgara.blogspot.com.es/2014/10/asistiendo-impotentes-las-excavaciones.html
.
[2]: Gil
Scott-Heron (1971): "La revolución no será televisada",
en el álbum Pieces of a Man. https://www.youtube.com/watch?v=QnJFhuOWgXg
.
[3]: El
Mundo (2016, 7 de abril): "'La Noche en Pie': los indignados
franceses se extenden a otras ciudades", en elmundo.es .
http://www.elmundo.es/internacional/2016/04/06/570508ec268e3e3d3a8b4581.html
,
[4]:
LibreRed (2016, 11 de abril): "Manifestantes de la 'Nuit
Debout' son desalojados en París", en librered.net.
http://www.librered.net/?p=43786
.
[5]:
Marat (2011, 13 de julio):
"El efecto del 15M sobre la opinión pública",
en marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es
.http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2011/07/el-efecto-del-15m-sobre-la-opinion.html.
[6]: Público (2016, 1 de
abril): "La Nuit Debout vuelve a París", en
publico.es .
http://www.publico.es/internacional/nuit-debout-vuelve-paris.html
.
[7]: iL Centro (2013, 13 de
diciembre): "Con una bandiera rossa al presidio dei Forconi",
en video.gelocal.it/ilcentro/home .
http://video.gelocal.it/ilcentro/locale/con-una-bandiera-rossa-al-presidio-dei-forconi-tensione-a-teramo/21768/21936
. Los que intentan arrebatarle violentamente
la
bandera comunista probablemente ignoren lo fascistas que son al
argüir
su motivo: no
se permiten banderas políticas en
la marcha.
Un agente de policía, entre insultos, agresiones y banderas nacionales, termina dando la razón a los fascistas
y
expulsando al militante del Partido
de la Refundación Comunista
(PRC).
[8]:
El
diario (2014, 21 de enero): "Un
boletín interno de Izquierda Anticapitalista preparó el terreno a
Podemos",
en eldiario.es.
http://www.eldiario.es/politica/nacimiento-Podemos-candidatura-Pablo-Iglesias_0_220478302.html
.
[9]:
Marat
(2014, 23 de mayo): "¿Cómo
lograr que la izquierda trabaje para la derecha con éxito?... para
la derecha",
en marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es
.
http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2014/05/como-lograr-que-la-izquierda-trabaje.html
.
[10]:
Marat
(2015, 6 de junio): "Muerte
inminente de IU, la izquierda socialdemócrata",
en marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es
.
http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2015/06/muerte-inminente-de-iu-la-izquierda.html
.
jueves, 7 de abril de 2016
Un grito reflexivo de rabia entre la enfermedad
Por Arash
La dinámica de los cambios
coyunturales de las sociedades es probablemente una cuestión
importante que debemos de graduar acorde a las exigencias y
necesidades del momento, más o menos justa, pero no es una cuestión
a tratar a través de las dimensiones de progresía y
conservadurismo en el sentido en que lo hacemos con las
grandes estructuras y formaciones socio-histórico-económicas,
porque es dependiente de estas y está sujeta a los vaivenes,
modulaciones y fluctuaciones a las que la determinan dentro del
margen de respetabilidad para con ellas.
Es en aquellas grandes
estructuras en donde podemos avistar, quizás no únicamente pero sí con más
firmeza y claridad que en las coyunturas que dependen de ellas, un
sentido en la historia del ser humano hacia "algún lugar".
En la pronta historia, los
procesos de transformación social más recientes que han permitido
hablar de los mismos como tales y que posibilitaron muchas coyunturas
que favorecieron en gran medida a las clases oprimidas, gracias a la
moderación (de la desigualdad, de la autoridad), que no
desaparición, de los excesos de un sistema criminal, tuvieron como
horizonte, e incluso llegaron a ponerla en práctica, la cooperación humana, en medio del caos darwinista al que
el poder quiere condenarnos como especie.
En este sentido, a sabiendas
de que el horizonte al que cada clase oprimida en la historia cree
mirar no ha sido exactamente el mismo, y que a cada momento histórico
le corresponde un testigo que los explotados han de llevar consigo y
dárselo a las generaciones venideras de oprimidos, los cambios
sociales se plantean como transformaciones que buscan y desean
mejorar la vida de las sociedades, por mucho que estemos
permanentemente sometidos a la infiltración de elementos que tratan
de perturbar la orientación inherente de todo cambio social.
Desde que la razón comenzó
su lucha contra el dogma, desde que la razón camina por su lado –el
dogma lo hace, pues, por el suyo, a paso firme, muy firme—, el
horizonte que vislumbramos es uno en el que la sociedad no se pisotea
a sí misma y no existe en ella la opresión, que es justamente lo
que ocurre en el presente. Las transformaciones sociales, pues,
consisten en la dotación de otras formas históricas distintas a las
existentes, consisten en re-formas de las estructuras sociales que
acerquen a la humanidad hacia tal horizonte de justicia y libertad.
Lo contrario es la conservación de las formas, el desistimiento del
cambio social, es decir, la negación de la historia, que sólo una
sociedad completamente enferma puede confirmar. Un supuesto proceso de cambio
social puede tener voluntad tiránica, de poder prosistémico, de imposición de
intereses de minorías o hasta particulares, pero habrá de
presentarse, si desea hacerse pasar por racional y verdadero, en la ladera que
los oprimidos sientan que conduce al horizonte que buscan.
¿Han existido fraudes de
este tipo? Por supuesto que sí, a montones. Algunos han sido
responsables de enormes genocidios contra la humanidad. Pero todos
ellos, de triunfar, sólo logran re-formas en la ideología, en la cultura, en los sistemas políticos, en sus
mecanismos electorales, en los dogmas... Hasta el arte está
prostituido en la actualidad. Y por supuesto, en la filosofía y
demás campos del conocimiento, en aquello que dicta lo que debe ser
objeto de la misma y lo que no.
Nunca jamás han logrado
estos fraudes cambios sociales, sin embargo, en las estructuras
socio-histórico-económicas, porque nacieron para dinamitarlos, y
porque sólo tenían la función, al contrario de lo que proclamaban,
de conservar la desigualdad y la opresión. Por eso hicieron pasar
por cambio social lo que sólo era un cambio cosmético, de la
autoimágen de la sociedad de sí misma, que sólo pretendía una
desorientación, ocultación, y reforzamiento de aquello que
conservaban.
Quienes pensamos que los
ciclos de contradicciones sociales alternan, antes de su explosión,
entre ciclos más agudos y ciclos más tenues, y que los cambios
sociales transcurren, si tienen pretensión de perdurar, a modo de
"pequeños saltos", entendemos dos cosas: que la dinámica
histórica se intensifica y a veces se acelera en determinados
momentos, y que son estos los momentos en los que los oprimidos
tienen la fuerza suficiente como para derribar las estructuras
opresoras.
En los tiempos en los que
las sociedades estaban directamente sometidas a las voluntades de
individuos erigidos prácticamente en semidioses, bendecidos por la
Iglesia, el aspecto primero que adoptó el cambio social fue el del
sometimiento de los soberanos a la norma escrita, después el "cambio
de titularidad" de la soberanía. En paralelo, y gracias a la
voluntad existente en ellas, las sociedades progresaban con sus
luchas internas hacia el horizonte que inauguró la independencia de
la razón. Algunos desistieron del cambio social y, agotados,
terminaron llamando a su estátus quo democracia.
Los verdaderos progresistas
continuaron buscándola. Cogieron aire y continuaron el legado.
Sabían que aunque estuviera escrito en un pedazo de papel que los seres humanos eran
iguales, aún habían de escribir esa igualdad en la historia; que la
democracia tenían que buscarla en la realidad más tangible, la que
vivían, la que sufrían, y no en religiones ni instituciones. Y
gracias a una mente prodigiosa, que inaugurara la teoría de la praxis, los progresistas aprendieron que la democracia tampoco había de resignarse a ser establecida en la filosofía y el saber.
Desde entonces el horizonte
de las sociedades ha estado claro, siempre que excluyamos los
momentos en que se han detenido en su camino por la historia. Los
explotados comprendieron un día que este se llama socialismo o
comunismo, y desde entonces todos los pensamientos que han servido
para lograr transformaciones sociales han estado inspirados por él.
No hay proyecto socio-histórico-económico más democrático que
pueda orientar las luchas del presente.
Hasta que la sociedad volvió
a enfangarse en un lodazal de neorreligiones, ilusiones infundadas y
dogmas, tan propias de la derecha que no tiene más crisis ideológica
alguna que elegir qué forma le conviene para lograr sus objetivos y
que lidera, por el momento, los movimientos de la sociedad hacia
ninguna parte, que buscan conservar las estructuras de explotación
con regeneraciones políticas y morales, culturales, espirituales y nacionales,
gracias a los idiotas y pasmaos' de la supuesta "izquierda", tanto la
institucionalista, legalista, o su contrario, los fanáticos de las
algaradas contra la policía y de las formas violentas, que creen
estar todos ellos ante fenómenos de la reforma.
Aunque por el momento son
pocos, afortunadamente hay quienes se ocuparon y ocupan pacientemente de
pasarnos el testigo a los de hoy, quienes aprendemos de las luchas que ellos han comenzado de nuevo, como lo hacen todas las auténticas luchas en tiempos de crisis ideológica, en la teoría y en la reflexión. Y quizás, es probable, los de mi
generación estemos en el otro barrio cuando ocurra, pero si logramos
hacer el correspondiente traspaso que hicieron aquellos progresistas que nos inspiran y que jamás
desistieron de luchar en cuerpo y alma, y además somos conscientes
de tal logro, moriremos un poquito menos infelices, a sabiendas de que poco después la
revolución social tumbará todo este orden de dominación de los
capitalistas, los verdaderos responsables de la miseria humana de
alambradas antipersona, de los guardias fronterizos, de la
indiferencia con el género humano, de los que buscan consenso con los ejecutores de las víctimas a las que diluyen en ellos como si nada, de los incendios y derrumbes de
fábricas infantiles de las neocolonias, del hambre; los verdaderos responsables de la miseria que
sufrieron, sufren, y habrán de sufrir los verdaderos protagonistas
de las protestas que, esta vez han estallado en Francia en los últimos días, a los que desean
silenciar los culo-carpetas que buscan la transversalidad y la contaminación de sus luchas; los verdaderos responsables de la condición de los oprimidos, los que venden su tiempo por el pan: los culpables de lo que vive la clase trabajadora.
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