1º de Mayo de 1936, c/ Recoletos, Madrid |
Este breve pero condensador escrito, elaborado un día después de la brutal represión de una histórica huelga convocada el día 1 de mayo de 1886, que rondaba ya las 72 horas de duración, y uno de cuyos reclamos principales que motivaron la represión y las ejecuciones policiales de obreros era el reclamo por las 8 horas, le llevó a él y a sus compañeros a la horca el día 11 de noviembre del año siguiente. Los opresores, como lo hicieron entonces, sacrificarán una y otra vez a un proletariado que no esté erigido en dueño único de su propio destino.
"Trabajadores: la guerra de clases ha comenzado. Ayer, frente a la fábrica McCormik, se fusiló a los obreros. ¡Su sangre pide venganza!
¿Quién podrá dudar ya que los chacales que nos gobiernan están ávidos de sangre trabajadora? Pero los trabajadores no son un rebaño de carneros.
¡Al terror blanco respondamos con el terror rojo! Es preferible la muerte que la miseria.
Si se fusila a los trabajadores, respondamos de tal manera que los amos lo recuerden por mucho tiempo.
Es la necesidad la que nos hace gritar: ¡a las armas!
Ayer, las mujeres y los hijos de los pobres lloraban a sus maridos y a sus padres fusilados, en tanto que en los palacios de los ricos se llenaban vasos de vino ociosos y se bebía a la salud de los bandidos del orden...
¡Secad vuestras lágrimas, los que sufrís!
¡Tened coraje, esclavos! ¡Levantaos!"
(Adolf Fischer, en «Arbeiter-Zeitung». Chicago)
Si sabes que perteneces a la clase de los explotados, aprovecha este 1º de Mayo para olvidarte de una vez de incluir a los verdugos en la protesta social y de demás 15-memeces, y reivindica la exclusividad de la clase trabajadora en el liderazgo de las luchas en las que le corresponde ser protagonista.
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