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Espacio de producción propia, reproducción ajena y discusión de teoría analítica sobre estructura, relaciones y cambio sociales, y de difusión de iniciativas y convocatorias progresistas.

martes, 25 de abril de 2017

¿Prosperará La Habana?

Nota del autor del blog:

El Capitolio de La Habana fue la sede del antiguo parlamento cubano, el parlamento en el que la burguesía nacional se encontró durante tanto tiempo, como bien dijo Puebla, jugando a la democracia, incluida la del período que transcurrió desde 1940 hasta 1952.

Esa democracia que, respondiendo a la elemental y, por otra parte tan olvidada pregunta de Lenin de "¿democracia para qué clase?", sirvió a los mismos intereses que el régimen que vino después de que "el coronel" diese su golpe en 1952, y que por lo visto identifica como tal la misma editorial española que, durante estos días, aplaude y jalea ("presos políticos", "oposición perseguida") en el vecino estado caribeño de Venezuela a las mismas entidades empresariales y políticas que, empeñadas en reinstaurar, si es necesario, eso que en El País llaman "regímenes de los años setenta y ochenta" (gobiernos autoritarios y dictatoriales de contención de la lucha de las clases trabajadora y campesina), están provocando los disturbios y el caos para el que se llevan entrenando durante tantas decenas de años en toda América Latina.
Jesus Menéndez

La calidad democrática del período prerrevolucionario en Cuba (es decir, los intereses a los que servía esa democracia), puede quedar ilustrada, sin ir más lejos, con el asesinato, a manos del militar Joaquín Casillas, del dirigente comunista de la federación nacional del ramo azucacrero de la Central Sindical de los trabajadores cubanos, Jesus Menéndez, durante un intento de detención, aún cuando su condición de diputado le "garantizaba protección legal" (sólo alguna frase en algún documento) con respecto a tal orden de detención.

Desde hace unos cuantos años, el Capitolio se encuentra sometido a un proceso de renovación integral que afecta a multitud de edificios en La Habana, y que cuando finalice serviría de nuevo como sede del actual parlamento cubano, la Asamblea Nacional del Poder Popular. La financiación del mencionado proceso de renovación incluye también, como beneficiarios, a los ostentosos propietarios particulares de ciertos bienes inmuebles y, mientras una clase de comerciantes está logrando elevarse, otra de trabajadores -empresas estatales- tiende a quedarse atrás.

De estas y de otras cuestiones se vale el autor del artículo aquí reproducido, Iroel Sanchez, con el objeto de dar cuenta de la emergencia de cierta capa de la sociedad cubana. Como él manifiesta al final de su artículo, allí donde haya propiedad privada, el progreso o desarrollo de la fuerza de trabajo, por un lado, y el del capital, por otro lado, serán tendencias enfrentadas.

Sólo quiero dedicar las últimas palabras de esta nota introductoria a Andrés L.C., que durante las últimas y seguro largas semanas, al margen de toda ONG, está durmiendo en una furgoneta y recorriendo Italia y varios países balcánicos, y que ha visto con sus propios ojos las palizas que practican las policías de los Estados miembros y candidatos de la Unión Europea a refugiados de la guerra imperialista y a inmigrantes y, por consiguiente, sabe de primera mano de la esencia de un proyecto de federación que se asienta sobre los mismos intereses que nos han llevado en este continente y fuera de él, en más de una ocasión, a un enfrentamiento bestial y a la división de los trabajadores que ponen la carne de cañón: los de la burguesía.


Por Iroel Sánchez
[extraído de su espacio web, La Pupila Insomne]

Hace algún tiempo publiqué unas preguntas sobre La Habana:

"¿Es casual que sitios como el Parque Lenin o el Coppelia, símbolos de la democratización de la recreación y el acceso de las mayorías al refinamiento, abierto por el proyecto colectivo de la Revolución, languidezcan entre el mal servicio y el deteriorio estructural, mientras se asienta la idea de que lo bueno y lo bello son patrimonio exclusivo del pasado prerrevolucionario? ¿Por qué cada vez más al Estadio Latinoamericano se le llama en nuestros medios el "Estadium del Cerro"?"

"¿Es una Habana para turistas la que va a esperar sus 500 años, reproduciendo las celebraciones con tufo colonial que a diferencia de lo sucedido con el medio milenio de Santiago de Cuba tuvieron lugar en buena parte de las villas fundadas por los españoles? ¿O como en Santiago, los barrios hechos por la Revolución y hoy más o menos barbarizados (Camilo Cienfuegos, San Agustín, Alamar, Mulgoba, Reparto Eléctrico...) podrán renovar su (falta de) urbanismo y elevar la calidad de vida de cientos de miles de trabajadores habaneros que nunca han podido sentarse en una paladar?"

"¿Será el remozado Capitolio de La Habana vieja forma para una democracia nueva o un cascarón que entre mármoles y bronces, tan caros a las dictaduras y plutocracias, olvide consagrar el nombre de Jesús Menéndez, el parlamentario negro y obrero que impuso a los yanquis y la burguesía cubana un trato justo para los trabajadores azucareros y por eso lo asesinaron sin que valiera su inmunidad parlamentaria en "el proceso más democrático de la historia contemporánea de Cuba", según dice el diario español El País bajo la firma de un "historiador" cubano?"

Y vuelvo a ellas porque, afortunadamente, desde hace pocos meses en la capital del país se aprecia el crecimiento de un esfuerzo transformador a favor de las mayorías, renovando espacios públicos -como los mencionados en mis preguntas- accesibles a quienes carecen de recursos para acudir a los centros recreativos que han prosperado al amparo de las nuevas medidas económicas. Se han abierto grandes mercados de productos agrícolas en zonas periféricas de la ciudad, rescatado instalaciones gastronómicas de gestión estatal con precios populares, funcionan fuentes que estuvieron décadas sin echar agua, y otras realizaciones empiezan a tener lugar con los fondos descentralizados recaudados por los municipios. Con esas acciones se puede decir que la ciudad prospera, porque prospera la mayoría de sus pobladores.

Contenedor de basura en una de las zonas más céntricas de La Habana
que un bar ha etiquetado como suyo. Foto del autor del artículo, Iroel Sanchez


Pero si a ese esfuerzo no lo acompaña la participación del pueblo, para crear una cultura de orden ciudadano y urbanidad que parta de un debate popular -tenemos las organizaciones y medios de comunicación para ello- que sirva como difusión y producción de consensos alrededor de las normas que regulan y castigan -si se aplicaran- las no poco frecuentes agresiones a lo común, todo ese empeño será como pedalear en una bicicleta estática y, por sólo citar un ejemplo, los escombros generados por las inversiones en reparar opulentas mansiones que han adquirido casatenientes y nuevos ricos en los más céntricos municipios de La Habana continuarán llegando impunemente a las esquinas para que el sector estatal -es decir, los trabajadores peor remunerados- pague su recogida gratuita sin tomar en cuenta que, como ha explicado la académica británica Emily Morris:

"A medida que el sector no estatal se ha desarrollado, se ha vuelto cada vez más claro que las empresas privadas relativamente ineficientes han sido capaces de prosperar dentro de la economía nacional ya que sus costos en pesos cubanos, incluyendo la mano de obra, están infravalorados en la tasa CADECA/CUC que utilizan para sus transacciones. En efecto, el Estado cubano está subsidiando el nuevo sector no estatal a través de la tasa infravalorada de CADECA. Mientras tanto, las empresas estatales tienen que utilizar el tipo de cambio oficial sobrevaluado, una grave desventaja en términos de su competitividad. Una forma de "ilusión monetaria" que significa que las empresas estatales eficientes reportan pérdidas por lo que no pueden obtener capital para la inversión, mientras que los empresarios privados que operan a niveles muy bajos de productividad disfrutan de fuertes subsidios estatales ocultos pero se quejan de impuestos excesivamente altos."

La economía no estatal tiene mucho que aportar en Cuba pero la ilegalidad, la evasión fiscal, el acaparamiento con productos deficitarios no son los mejores aliados para convencer sobre sus virtudes. Es que lo primero que habría que esclarecer es de qué hablamos cuando utilizamos el verbo prosperar. Si, en los territorios desde el punto de vista económico más "prósperos", como Trinidad -donde los negocios se han desarrollado junto al crecimiento de la basura en la calle y la notoria evasión fiscal alcanzó tales extremos que hace un tiempo la ONAT de Sancti Spíritus debió mudarse hacia allí; Viñales -lugar donde hay que llevar los maestros desde otros municipios y las piscinas privadas intentan robar el agua escasa en tiempos de sequía-; o en La Habana parte del esfuerzo por abastecer la gastronomía popular, la educación y la salud, drena hacia la gastronomía privada, o con rumbo a los bares que permanecen abiertos hasta las cinco de la mañana, no hasta las tres como está regulado, y esos negocios son favorecidos por los subsidios indirectos de la tasa de cambio de CADECA 25 a 1, las bajas tarifas de agua, gas y electricidad concebidas para el uso doméstico pero utilizadas con fines lucrativos, o el incremento de los derechos sólidos sin pagar nada a cambio como si procedieran de la cocina de un hogar, desarrollo y prosperidad serán patrimonio de unos pocos en detrimento de los más.

jueves, 6 de abril de 2017

De tu final reanudaré mi marcha




Por Arash


Cuando miro hacia el cielo, sea de día o antes de dormir,

y lo observo borroso, o claro como el agua de un riachuelo al fluir,
 algodón esponjoso o universo sin fin,

cuando aprecio lo enorme y lo eterno que es todo al perder la mirada en la nada,

que es cuando lamento no poder tocar nunca todas las notas de la canción que suena y sonará por siempre en mi alma,

que necesitan escapar arrastrándose entre los poros hasta que logran abandonarla,

recorriendo su camino de piel y acabando con todo al instante como el fuego caliente de una llama,

como si fuesen parte de una melodía que da brochazos al mundo y lo purifica dejando mi mente despejada,

entonces, siento estar esperando a alguien con quien encontrarme, con algo que solucione la deriva, mientras estoy expectante,

a la que navega el único compañero de mi razón en esta vida, y que en su dictado hacia algún lugar le ayuda en su guía,

pero la muerte nos llega a todos de negro vestida.



Tú, en mucho el mejor ejemplo que he tenido,

que intermediado por la persona a la que más marcaste jamás, nunca tuviste que aguantar mis tonterías,

y de quien tuve una mano puesta sobre mi hombro todos los días,

corazón de hierro, escoltado por la brisa salada del Cantábrico, y al que sin justicia tantas veces de mi tiempo excluí,

y por aquello, apenas sin darme cuenta, indestructible eslabón entre mi destino y mi existencia, mi ser y mi devenir,

te llevaste de mí más de lo que, sin sorprenderme, todavía puedo asumir.



Cuando después de chocar contra el agua revuelta, te posaste sobre el lecho de arena, y antes esquivaste los disparos de galerna,

los tuyos dejamos algo nuestro en la Margen Izquierda, como lo dejaste tu el día que desde el poder os dijeron que teníais que dejar de ser obreros:

abandonar vuestra vida, a vosotros mismos, a vuestros compañeros de acero,

ni grandes fortunas ni extensos imperios, lo que sí que pueden heredar los trabajadores, me di cuenta allí, es el mismo hambre y el mismo dolor que pesó en tu cuerpo entero,

aunque hoy desde todas partes me quieran vender que es posible o deseable que nosotros nos pisemos,

a los de nuestro alrededor para elevarnos por encima de, no junto con ellos, y de mentiras cubran la realidad con un velo,

pero esa mañana triste y nublada no nos dejaste tan sólo ese sentimiento,

pues lo que pasaste en más de ochenta años atestiguan nuestro inagotable orgullo y dignidad omnipresente en tu recuerdo.



Sólo queda cerrar el puño como entonces lo hiciste, portador hasta Bizkaia del suelo ennegrecido de la tierra asturleonesa que sudaste, sobre el que edificaste tus sentimientos que de nuevo hoy quedan sin completarse,

te hiciste del plomo pesado al que durante tanto tiempo asististe, rojizo como el óxido a la noche cuando te acostaste, gris tras amanecer, que siempre arropaba el valle cubriéndolo todo desde las laderas verdes de las montañas hasta el oscuro infinito azul del mar, el plomo con el que también tu conciencia forjaste.

Sólo queda apretar el puño, volver a la barricada que ayudaste a levantar junto a los hornos, prepararse para la batalla de la vida, y seguir adelante.