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Espacio de producción propia, reproducción ajena y discusión de teoría analítica sobre estructura, relaciones y cambio sociales, y de difusión de iniciativas y convocatorias progresistas.

lunes, 30 de noviembre de 2015

El Estado Islámico: una distorsión ideológica de la justa rebelión de los pueblos árabes


Por Manuel Medina [publicado en Canarias-semanal el 27 de noviembre de 2015]


Durante el Medievo, muchas reivindicaciones sociales se encubrieron en influyentes corrientes religiosas, que lograron la movilización de importantes sectores populares. En no pocas ocasiones, estos movimientos fueron auspiciados por los intereses de determinados príncipes y aristócratas que, hábilmente, intentaban imponer sus aspiraciones materiales o territoriales apoyándose en el descontento popular.

En las rebeliones campesinas de la época medieval, la religión desempeñó un papel decisivo en la organización de los oprimidos. No se trataba, en la mayoría de los casos, de tendencias de carácter "progresista", en el sentido que hoy podríamos entenderlas. Frecuentemente los vértices ideológicos que servían como detonante movilizador de las masas tenían un sesgo profundamente reaccionario. Pero el descontento popular llegaba a tales límites que los grupos sociales rebeldes terminaban convirtiendo las motivaciones religiosas en símbolos de sus furibundas asonadas campesinas.

Después de la Segunda Guerra Mundial, en la inmensa mayoría de los casos, los movimientos de liberación colonial tuvieron un carácter netamente progresista. Los hombres que encarnaron la rebelión de los pueblos durante las décadas de los 40, 50 y 60 del pasado siglo - Nasser, Nkruma, Lumumba... - optaron desde el primer momento no sólo por liberar a sus países de la colonización europea, sino también por hacer avanzar a sus respectivos pueblos por la senda de la liberación social y económica. No parece ser esa hoy la dirección que ha tomado la resistencia árabe contra la violenta recolonización occidental.

A partir de la catastrófica implosión de la Unión Soviética en la última década del siglo XX, los regímenes políticos resultantes de la lucha descolonizadora de los años precedentes fueron sometidos a los efectos de conspiraciones, complots e injerencias de todo tipo, no sólo por parte de los Estados Unidos, que no ya no tenía enfrente ninguna potencia militar que pudiera neutralizar sus irresistibles tendencias expansionistas, sino también por el antiguo imperialismo europeo, que deseaba resarcirse de las derrotas del pasado, recuperando su histórica influencia sobre las antiguas colonias, a las que hoy intenta de nuevo someter a un proceso de recolonización.


EL ESTADO ISLÁMICO, LA EXPRESIÓN DISTORSIONADA DE LA REBELIÓN DE LOS PUEBLOS ÁRABES

Hace tan sólo un año, se anunciaba la constitución del llamado Estado islámico. Según sus portavoces, el ISIS aspira a convertirse en un Califato que extienda sus dominios hasta el norte de África.
Parece preciso recordar que esta organización armada no apareció como resultado de un mágico ensalmo nacido de la nada. Su embrión se nutrió de los efectos de la brutal ocupación de Irak por parte de los Estados Unidos y sus aliados, cuyo resultado final fue de más de un millón de muertos. Durante casi tres lustros, el poderoso aparato militar estadounidense ha estado machacando sistemáticamente a ese país con el claro objetivo de proceder a su fragmentación. Otros Estados del área han sufrido intervenciones similares. Tales son los casos de Afganistán, Yemen, Pakistán y Siria. En todos, el objetivo final de la Alianza Atlántica ha sido el mismo.

La OTAN ha intervenido en Oriente Medio utilizando las técnicas más sofisticadas de la tecnología militar, que les ha permitido atacar letalmente a esos territorios, sin que sus ejércitos experimenten apenas bajas humanas. Desde la confortable seguridad de sus bases militares ubicadas en los propios Estados Unidos, se procede a la liquidación calculada de poblaciones enteras situadas en los países considerados como "enemigos". Se trata de una novísima modalidad bélica, en la que el Ejército atacante ni siquiera hace acto de presencia en el escenario de guerra. ¿Cómo puede, entonces, extrañar que las réplicas de los atacados tomen forma drones humanos, desplazados para ocasionar daños similares en los lugares donde se originan los ataques?

Pero en su finalidad disgregadora de los Estados todavía realmente existentes en Oriente Medio, los EEUU y sus aliados europeos no sólo han utilizado su poderosa infraestructura militar para lograr desaparecerlos del mapa. Han patrocinado, además, a grupos religiosos ultrareaccionarios para lograr un efecto multiplicador en su tarea desarticuladora de todo lo que en esa área del mundo signifique la existencia de un Estado organizado y soberano. Ese es otro de los factores que explican el rápido desarrollo y fortalecimiento que ha logrado el ISIS en apenas un lustro.

El Estado Islámico se alimenta del sentimiento pavoroso de derrota que sufren los pueblos de cultura islámica. Pero su carácter profundamente reaccionario, que paradójicamente busca sus fuentes ideológicas en las Monarquías feudales, teocráticas y pro occidentales del Golfo Pérsico, lo atrapan en una contradicción fatal que terminará provocando su merecida derrota. Y con ella, desgraciadamente, también la de los sufridos pueblos árabes.
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Nota editorial:  Los grupos religiosos ultrareaccionarios y fundamentalistas referidos, esos que fueron patrocinados por EEUU, la UE y las monarquías absolutas del golfo pérsico, recibieron sus armas y sus recursos económicos de ellos (la propia BBC lo reconoce). Es el caso del Estado Islámico, cuya común y pretendida evasión en muchas bocas de mencionarlo, conviene recordar que alude al hecho de que la comunidad internacional -sólo faltaba- no reconoce ese autoproclamado Estado, pero no oculta la realidad de que, de cara al territorio que controla, al organizado sistema impositivo que utiliza -estos islamofascistas cobran un impuesto peor que la Yizia, que disicrimina no ya a los no musulmanes, sino incluso a los sunnitas que no pertenecen a su secta particular-, a las instituciones políticas que lo conforman, y al enorme poder del que dispone (propiedad de los yacimientos petrolíferos, que son comprados por los oligarcas capitalistas turcos), el capitalismo norteamericano y europeo y el occidente de la comunidad internacional ha creado un verdadero Estado totalitario.

Algunos de los grupos constituyentes de cierto proyecto golpista que, al calor de la "primavera árabe" (que inauguró toda una guerra de cuchillos y gargantas), en favor de la oligarquía capitalista norteamericana y europea, y con el respaldo de sectores importantes de la "izquierda" peninsular ibérica [1], terminó por llamarse Ejército Libre Sirio, como es el caso del Movimiento Hazm, convenientemente disfrazado de "oposición moderada" [2] al gobierno sirio, colaboraron con grupos islamistas fundamentalistas como Jabhat Al-Nusra [3], una organización terrorista [4] a la que Estados Unidos y Turquía se niegan combatir. Nótese, a este respecto, la contínua evasión de la responsabilidad que hace el Presidente de la República Francesa François Hollande, cuando el Presidente de Rusia, Vladimir Putin, insiste en los bombardeos que la Fuerza Aerea Rusa ha realizado en la frontera sirio-turca (territorio controlado por el grupo terrorista Al-Nusra) [5].

[1]: Declaración de apoyo a la "primavera árabe" siria, firmada por intelectuales prominentes de la "izquierda". Extraído de Rebelion.org.

[2]: "El primer grupo rebelde sirio en recibir armamento de los Estados Unidos colapsó este domingo [1 de marzo de 2015] después de haber perdido el control de sus cuarteles generales a manos de la principal filial de Al-Qaeda en Siria [Jahbat Al-Nusra]". "Combatientes de Nusra se jactaban en Twitter de que habían tomado el control de misiles antitanque TOW de fabricación estadounidense". "El colapso se produce mientras el Pentágono se embarca en un nuevo esfuerzo para entrenar a los rebeldes moderados [...]". "Hazm, que una vez afirmó tener 5000 combatientes, había recibido armas de Estados Unidos bajo un programa lanzado el pasado año por la CIA que fue pensado para reforzar a los rebeldes moderados y ejercer presión sobre el presidente Bashar Al-Assad". Extraído de The Washington Post.

[3]: "El Movimiento Hazm dijo a principios de esta semana [julio de 2014] que ya no trabajarían más con el Frente Al-Nusra". "Aunque es una filial de Al-Qaeda en Siria, otros rebeldes sirios lucharon junto a sus combatientes, argumentando que estaba dominada por combatientes sirios - a diferencia de los extranjeros del Estado Islámico". Extraído de news.yahoo.com.

[4]: Vídeo de actos terroristas cometidos por (según indican los difusores del mismo) Jahbat Al-Nusra, la organización que fue aliada de grupos integrantes del Ejército Libre Sirio como el Movimiento Hazm, que recibió armamento norteamericano con el objetivo de derrocar al gobierno sirio. Extraído de RT.

[5]: Rueda de prensa entre François Hollande y Vladimir Putin.

Enlace de la fuente original

lunes, 16 de noviembre de 2015

Algunas reflexiones sobre mujer y movimiento de clase

Por Mariola García Pedrajas

NOTA PERSONAL DEL AUTOR DE ESTE BLOG: me dispongo a dar difusión y a reproducir el artículo de reflexión de Mariola García Pedrajas, a quien le pido disculpas, si es que debo hacerlo, por alguna molestia que le pueda ocasionar el que yo me haya tomado la libertad de publicar su artículo en mi pequeño y desconocido espacio virtual, sin haber avisado antes.



A propósito de alguna de las cuestiones aparecidas en el mismo, siempre me ha generado problemas teóricos el existente componente ideológico reaccionario de los movimientos ciudadanos en la actualidad.

Los conocí antes por su condición innecesaria (pero efectiva, tras la decisión de no combatirla y tras la decisión de la izquierda de no crear conciencia de clase) de que eran movimientos de la pequeña burguesía, asustada de perder su posición en la jerarquía del sistema productivo capitalista. En esto no tengo dudas de nada: por eso, estos movimientos de ciudadanos indignados, una vez las políticas del PP comenzaron a repercutir en el reparto de los puestos de trabajo, en un aumento de la tasa de consumo, en una recuperación de la financiación del mismo, y en una recuperación del beneficio empresarial (quizás sólo de las grandes empresas), vaciaron las calles y se desinflaron tan rápidamente como lo hizo la burbuja financiera que, significando su pinchazo la paralización del crédito y por tanto de la actividad capitalista y la caída del beneficio, motivó a salir a las calles en su día los principales afectados por la explosión: los demandantes de financiación, sobre todo clases medias. A esta burguesía protagonista de los movimientos de ciudadanos indignados, siempre le importó un carajo las condiciones de los puestos de trabajo que se repartían, o que para "incentivar el consumo" se prepare la siguiente burbuja financiera y la siguiente crísis capitalista, o que el que "mejoren las empresas" (que aumente la renta capitalista de la burguesía industrial y comercial: el beneficio empresarial) se consigue/se ha conseguido haciendo que empeoren las condiciones de vida de los trabajadores (en definitiva, que su renta laboral, la salarial, disminuya hasta lo miserable).

Para quien tenga dudas, que no piense en los desclasados conceptos de "clase baja", "media" o "alta": que la pequeña burguesía pueda tener bajos niveles de renta, no niega en ningún caso la realidad de que este gobierno de la oligarquía capitalista, formado por la gran burguesía financiera e industrial, que sabe que necesita mantener erigida a toda la pirámide que tiene debajo de sí, ha establecido exenciones de impuestos, de cotizaciones a la Seguridad Social, subvenciones y demás, a los burgueses (aunque sean pequeños empleadores y su renta no les llegue, si es que es el caso), mientras la relación entre la Seguridad Social y el trabajo, a diferencia de la misma con el capital, es bien distinta: se ha flexibilizado el mercado laboral, se han eliminado las prestaciones por desempleo, se han reducido las pensiones y, en definitiva, se ha reducido el flujo de renta desde la Administración Pública a la clase trabajadora, mientras los esfuerzos se concentran en aumentar los flujos de renta hacia el capital.

Pero ya me estoy yendo por las ramas. Después del papel reaccionario llevado a cabo por los movimientos de ciudadanos indignados, caí en la cuenta de que un movimiento de ciudadanos en defensa de las libertades civiles, democráticas y políticas, no es negativo en sí mismo, intrínsecamente, bajo ningún concepto. Es una necesidad, para la propia clase trabajadora, en el ejercicio de su papel social y político en búsqueda de la emancipación. Cosa que nada tiene que ver ni con movimientos 15-mayistas, ni con movimientos 5 estrellas, ni nada que se le parezca.

Es mi opinión, la necesidad de la articulación de un movimiento democrático ciudadano y por las libertades, pero ello NUNCA debe significar la disolución del movimiento obrero en el movimiento ciudadano: para lo que no se puede otorgar el papel de "anticapitalista" a elementos que forman parte precísamente de los explotadores capitalistas, y que están incluídos falazmente en pretendidos "noventainueves" porcientos, cada uno de su nacioncita (España, Italia, Ucrania...).

¿Y por qué menciono todo esto del movimiento ciudadano y el movimiento obrero? Porque el pensamiento postmoderno y demás teorías aborrecibles acerca de la supuesta "fluidez de la realidad" y del "cambio social" (neoreformismos frustrantes de aspectos minúsculos de la realidad, que parten de las victorias/fracasos parciales de los grandes intentos históricos de transformación social en lugar de un adecuado exámen crítico de los mismos), son las que han fundamentado de raíz este movimiento de ciudadanos en los términos anteriormente señalados como reaccionarios, tan antagonistas del movimiento de clase trabajadora. Son estas teorías, adoptadas por lo peor de la izquierda, las responsables de que el cambio social quede reducido a una cuestión banal, trivial e intrascendente: niegan el cambio social, a mi parecer. Tratan de quitarle hueco a las teorías que desean transformar de raíz las relaciones sociales y las estructuras sociales, y acaparan la atención de los intelectuales y estudiosos en, digámoslos así, cualquier chorrada que se le pueda ocurra a uno. Por alguna razón, pues, todas las escisiones pasadas de la ya moribunda IU, por la derecha, de tantas y tantas tendencias del movimiento ecologista, por ejemplo.

En esto, el artículo que, sin extenderme ya mucho más, tienen a su disposición inmediatamente después, se me presenta personalmente como de un valor incalculable, porque permite entender el movimiento feminista desde una perspectiva no desclasada y postmoderna sino de clase, que no diluya la reivindicación de la necesidad de destruir el capitalismo ni busque integrar a algunas mujeres en los, como bien dice la autora, "círculos políticos, económicos y culturales del capitalismo", limitando el horizonte vivencial de la mayoría de las mujeres al mundo del esclavismo moderno del trabajo asalariado, y no al de la liberación de las relaciones sociales capitalistas.

Hay mucho que aprender de este artículo. Quizás se pueda extraer pistas sobre cómo abordar otros problemas sociales sin restar contenido revolucionario al proyecto de construcción del socialismo.

Dicho lo que quería, ahora lean de manera laica el brillante artículo con el que les dejo.

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El movimiento de clase surge dentro de un entorno social determinado, al cual no es inmune y que determina en parte las cuestiones que éste se plantea. Una de esas cuestiones, influenciadas por el entorno social, es la relativa a cómo se integra la mujer en el mismo. Una, aquejada de un fuerte sentimiento de igualdad, tiene la tendencia a responder, pues con la misma naturalidad que un hombre, bajo las mismas reglas. Pero soy consciente que cuando planteamos esta cuestión estamos considerando una serie de aspectos que, aunque relacionados, pueden ser tratados separadamente, y que es necesario abordar. Estaría por una parte la cuestión de cómo se analiza la desigualdad de la mujer desde una perspectiva de movimiento de clase y por otra, cómo se trabaja por la igualdad dentro del propio movimiento en un entorno social que no es precisamente propicio.

Quisiera compartir algunas reflexiones sobre elementos que considero debemos tener en cuenta cuando abordamos estas cuestiones. Análisis de clase frente a feminismos (clasistas) interclasistas Tafataona Mahoso en su artículo “Cómo Estados Unidos controla la ‘sociedad civil’ a lo largo y lo ancho de África”(1), citando al Profesor Issa Shivji de la Facultad de Derecho de Dar es Salaam destaca las enormes dificultades para que surja un liderazgo en África que haga un verdadero cuestionamiento del imperialismo, ya que éste ha de surgir de un mundo y un contexto donde el terrero ha sido socavado y pavimentado por el propio imperialismo. Por lo tanto considera que la primera labor es recuperar el suelo africano, levantando el pavimento de esa senda construida por la supremacía blanca, el colonialismo y el imperialismo. Observando el panorama actual, no puedo menos que pensar que el análisis feminista de clase tiene que surgir igualmente en un contexto en que el terreno ha sido socavado y pavimentado por el propio sistema capitalista, y que es pues uno de esos temas, uno más, donde el movimiento de clase tendrá que levantar ese “pavimento ideológico” erigido y mantenido por sus enemigos de clase, para recuperar el terreno donde poder construir su propia senda.

El discurso feminista actual considerado “de izquierdas” es decididamente interclasista, hasta el punto que en el mismo el término “mujer” ha llegado a cumplir la misma función que el termino ciudadano, esconder la realidad de la división, también de la mujer, en clases sociales. Es además un feminismo en el que el análisis de la desigualdad de la mujer se enmarca en un contexto poco menos que de ocultación o negación de otras desigualdades sociales. Si ese discurso es adoptado por las mujeres de la clase trabajadora no nos puede llevar por otra senda que la de convertirnos en enemigas de otros grupos sociales explotados por el capitalismo.

Un ejemplo típico de ese feminismo de las ciudadanas se puede encontrar en el artículo que estos días publicaba en Público Lidia Falcón, en el que habla de la participación de su partido en Ahora en Común (AeC) y pretende abroncar a las mujeres en política por no usar un discurso de defensa de las mujeres (2). Ante las continuas referencias a la “defensa de las mujeres” yo no puedo evitar preguntarme, ¿las mujeres de qué clase? Veamos un ejemplo de en qué contexto enmarca Lidia Falcón las diferencias económicas dentro de la categoría “mujeres”: “¿Es mucho pedir que los partidos políticos dediquen algún esfuerzo para idear y prometer proyectos que contribuyeran a remediar tal estado de cosas? Sería muy de desear que sobre todo las mujeres dirigentes de esos partidos mostraran alguna sensibilidad respecto a la situación de sus hermanas bastante más desfavorecidas que ellas, en vez de pretender, en una competencia patética, imitar a sus colegas masculinos repitiendo los latiguillos y eslóganes sobre los temas internos de partido y las polémicas que los separan, y dedicaran algo de su tiempo a idear planes para sacar a sus conciudadanas de la pobreza, la marginación y la violencia en que el patriarcado las hunde. Aunque solo fuera por fingir que les importan mientras dure la campaña electoral.”

El movimiento de clase no apela a la buena voluntad de los explotadores o sus agentes, el movimiento de clase es la clase trabajadora organizada para luchar contra ellos, para arrebatarles el poder y acabar con la explotación de clase. El movimiento de clase entiende que el motor de la historia es la lucha de clases ¿Hay algo de ese espíritu en las palabras de Lidia Falcón? Evidentemente no. Margaret Kimberley, editora y columnista del medio de comunicación estadounidense Black Agenda Report, afirma refiriéndose a los liberales de su país que éstos están dispuestos a llegar en sus denuncias solo hasta donde sea posible hacerlo sin hablar de explotación de clase. Este feminismo se permite hablar de patriarcado pero no de capitalismo y la sobreexplotación a la que éste somete a la mujer de clase trabajadora. Es una visión que, al igual que todos los movimientos fomentados por esta tan vieja nueva política, se enmarca perfectamente en la tradición liberal estadounidense.

En esta visión del mundo, el motor del cambio social no son nunca los explotados organizándose para luchar contra sus explotadores, sino una clase educada con más sensibilidad social, que muestra más humanidad. El cambio se busca pues a través de la apelación a la conciencia de elementos más o menos privilegiados de la sociedad para que muestren más humanidad. Quizás hemos de entender que el hablar de pobreza o marginación lleva implícita una crítica al sistema económico, pero contra qué se lucha y los objetivos de la lucha han de expresarse claramente no dejar que los “sobreentendamos”. Hablar de pobreza o marginación no significa absolutamente nada, lo importante es qué lucha propones contra esa pobreza y marginación. Este feminismo, al convertir a la mujer en una categoría transversal, como la de ciudadano, nos lleva a un auténtico batiburrillo de cosas por las que tenemos que luchar juntas; tanto contra la pobreza y la marginación de las mujeres como por incrementar la presencia de mujeres en los espacios del capitalismo, en sus círculos políticos (de gestión del sistema), económicos (de explotación capitalista) y culturales (de entretenimiento para consumidores y consumidoras con poder adquisitivo dentro del sistema capitalista). Al parecer se trata de una lucha que abarca todos los aspectos de los “derechos humanos de las mujeres”. Los que según veo incluyen tanto que las muy favorecidas puedan llegar a ser presidentas de un banco, y hasta del imperio estadounidense, como que las muy desfavorecidas coman y tengan techo, no gracias a su lucha para arrebatarles el poder a quienes las explotan sino por la buena voluntad de las favorecidas.

Me doy cuenta que una idea que juega un papel relevante en estas propuestas de lucha, y este feminismo así lo asevera de manera regular, es que la mera presencia de más mujeres en los círculos de poder y gestión (capitalista) les va a dar otro aire, una visión de mujer, que va a resultar muy beneficioso para las mujeres en su conjunto. Considero que esa mentalidad es tremendamente perniciosa. Uno de los medios de comunicación a los que acudo de manera regular es Black Agenda Report. El objetivo de este medio estadounidense es proporcionar noticias, información y análisis con una visión de izquierda negra, toda una declaración de intenciones. Evidentemente dedican un gran espacio a analizar el papel del racismo, pero a diferencia de otros medios lo hacen desde una perspectiva que solo podemos considerar de clase, incluyendo unos elementos que aprecio enormemente. Por una parte son plenamente conscientes que la presencia de caras negras en los círculos del poder no solo no ayuda necesariamente a mejorar la situación de la mayoría negra sumida en la explotación y la marginación, sino que a menuda juega un papel muy negativo para esta. En este sentido, critican duramente a Obama y a una clase política negra al servicio incondicional del sistema capitalista. Ponen de manifiesto como la victoria de Obama, y el comportamiento de la clase política negra, han tenido un impacto muy negativo desactivando la lucha de la población negra contra su explotación y marginación. Por otra parte resaltan que el racismo que permea la sociedad estadounidense es general, no pretendiendo como hacen los liberales que se reduce a ese tan obvio de lo que llaman basura blanca, es decir, a un problema de una clase de bajo estatus socioeconómico.

El racismo de la “clase media” blanca estadounidense se ve claro cuando se tiene en cuenta que Obama se ganó su corazón, y sus votos, con una campaña en la que básicamente pretendió que la sociedad estadounidense ya no era racista, y que si juzgaba mal a una gran parte de la población negra no era por el color sino porque ésta, en vez de trabajar para ser parte del “sueño americano”, se mantenía a sí misma en la marginación y la delincuencia. Como destaca Black Agenda Report, al votante negro no había que ganárselo, siguiendo esa mentalidad tan perniciosa, el mero hecho que Obama fuera negro desactivaba su sentido crítico. Como indica Glen Ford, uno de los editores jefes de este medio, el objetivo de un movimiento revolucionario es confrontar al poder, no se pueden dedicar todos los esfuerzos una y otra vez a simplemente poner caras negras en los círculos políticos, económicos y culturales del capitalismo. Personas que en el mejor de los casos carecen de la formación, la convicción y la fuerza necesarias para ir más allá de la mera retórica o la propuesta de medidas cosméticas que nunca van a lo esencial. Esa profundidad de análisis es la que me gustaría ver en el tema de la mujer en el movimiento de clase. Quiero dejar claro que aquí no se pretenden juzgar las motivaciones de las mujeres que adoptan estas posiciones feministas que pretendo exponer, que en algunos casos serán de mero oportunismo político o postureo feminista, pero en muchos otros pueden ser de lo más honorables. Aquí lo que se juzga es que ese tipo de feminismo es totalmente contrario al que debe plantearse desde una perspectiva de clase.

Las únicas motivaciones que sí me interesa analizar son las del propio sistema capitalista cuando promueve la idea que esta es la batalla más radical que puede plantearse por la igualdad de la mujer, cuando intenta asegurarse que no haya espacios que vayan más allá. Veamos otro ejemplo del feminismo que aparece en Público, un artículo donde se recoge las palabras de Laura Freixas en el seminario Virginia Woolf: huerta, jardín y campo de batalla (2): “Las mujeres encontramos en Virginia Woolf algo que es un tesoro, en su trabajo hay algo que es escaso y, por tanto, valioso y muy útil para las mujeres, algo que no suelen hacer los escritores hombres y es que ella ilumina las experiencias de las mujeres, lo que no han tratado los hombres porque no las conocen”. Vaya, pues sí que deben ser pobres las experiencias de los muchos millones de mujeres que en el mundo somos, y los muchos más que han sido, cuando pueden ser “iluminadas” por una única mujer, de la burguesía precisamente. Siempre que me encuentro afirmaciones de este tipo me apuesto conmigo misma que lo que viene a continuación va a tener poco que ver con mi experiencia. Es una apuesta que de momento nunca he perdido. De todas formas en este texto encontré algo que me pareció muy interesante y que me va a permitir introducir el segundo elemento del que hablaba en ese análisis feminista que considero debemos evitar, el no enmarcar la desigualdad de la mujer en el marco amplio de sociedades profundamente desiguales, sino de negación de otras desigualdades de las que igualmente se alimenta el sistema capitalista.

Laura Freixas, que según afirma lleva muchos años estudiando a Virginia Woolf, dice haber descubierto en los últimos años algo que no le gusta mucho de ella. “Reconozco que he descubierto su clasismo y eso no me gusta.” “En su obra eso se ve en el tratamiento a las criadas, es condescendiente. Llega a decir que si cayera una bomba y les matara a ellos en lugar de a los criados… Esa convicción de que ellos valían más humanamente por ser de clase alta y por ser cultos es lo mismo que el machismo.” Resulta llamativo que Laura Freixas haya tardado tanto en darse cuenta que Virginia Woolf adolecía del clasismo típico de su clase burguesa pero en cualquier caso, bravo por el análisis que contiene la última frase. Virginia Woolf, lo mismo que otras mujeres de la burguesía o la pequeña burguesía, pueden haber dicho algunas cosas de interés en el tema del feminismo, pero precisamente esa es la cuestión que “esa convicción de que ellos valían más humanamente por ser de clase alta y por ser cultos es lo mismo que el machismo”. 

Siempre he sentido un profundo rechazo por lo que el machismo hace a las mujeres, tan lejos como puedo recordar ha sido así. Pero eso no me llevado a través de los años a posturas de “solo mujeres” o “las mujeres somos mejores”, es decir, a una autoafirmación femenina de mentalidad pequeñoburguesa, sino por una senda muy distinta. Mi detector de clasismos lo tengo en perfecto estado, en tan buen estado como tengo el detector de machismos. Así que lo expresado por Laura Freiras respecto a la similitud entre clasismo y machismo hace mucho tiempo que lo descubrí, haciéndome completamente impermeable al feminismo de mentalidad burguesa o pequeñoburguesa. En muchas fuentes se pueden encontrar elementos de interés, incluso en fuentes de la derecha, sobre la desigualdad de la mujer, pero en última instancia nuestro análisis tiene que estar animado de un espíritu completamente distinto. Otras cosas he visto a través de los años. Por una circunstancia personal tuve una relación cercana con un grupo de personas de Kenia, la mayoría al igual que yo procedentes del medio rural. No me costó ningún trabajo entender cómo vivían (sufrían) los ridículos comportamientos eurocéntricos.

El eurocentrismo, los sentimientos de supremacía blanca, trata a los pueblos no occidentales en gran medida como el machismo a la mujer. Esa es la senda por la que me ha llevado mi antagonismo con el machismo, a ser profundamente sensible al tema de las desigualdades, o dicho de otro modo, a un hondísimo disgusto ante cualquier análisis de la realidad que se asiente sobre visiones supremacistas. A donde creo que debía llevarme como mujer de clase trabajadora con conciencia de clase. Vivimos en sociedades que tienen fuertemente arraigados sentimientos de supremacía, de superioridad, por cuestiones de sexo, nivel socioeconómico, cultura, raza. El capitalismo se alimenta de esto. Si nos centramos en analizar y denunciar únicamente los sentimientos de supremacía por cuestión de sexo negando en la práctica la existencia de los demás, nuestro análisis no tiene ningún valor desde una perspectiva de clase. Esta posición impide la búsqueda de entendimiento con aquellos que también sufren desigualdad y explotación, debilitando la lucha, y nos lleva casi irremediablemente a caer en la trampa de ayudar en la demonización, o como mínimo presentar bajo una luz lo más negativa posible, a otros grupos sociales que el capitalismo quiere explotar sin restricciones; los hombres de la clase trabajadora, los hombres del aquellos países bajo la explotación imperialista. El empeño que el sistema capitalista pone en hacerles mala prensa a aquellos cuya fuerza de trabajo y recursos quiere explotar debería ser suficiente para que entendamos el papel tan importante que esto juega en allanar el camino a la lucha por sus intereses de la clase capitalista. Como mujeres de clase trabajadora, ¿vamos a participar en esto?

El discurso feminista del que hablo está totalmente contaminado con el clasismo de la pequeña burguesía, en el caso de algunas prominentes “iluminadoras del universo femenino” ni tan pequeña. De los análisis que se hacen con frecuencia se desprende que las mujeres de clase trabajadora, término que tiende a desaparecer sustituido por “desfavorecidas”, “la más vulnerables”, necesitan un extra de protección feminista, ¿debido a su sobreexplotación dentro del sistema capitalista? ¡No! ¡Qué va! Un extra de protección frente a sus hombres. ¿Existen concienzudos estudios que demuestren que los hombres de la clase trabajadora son más machistas y que conforme se asciende en la escala social (económica) el machismo va disminuyendo? ¿Estudios que en tanto que concienzudos apliquen un factor de corrección para tener en cuenta las diferencias en cuanto a la dureza en las condiciones de vida de las distintas clases sociales? ¿Qué consideren las formas mayoritarias que adopta el machismo en distintos entornos sociales para no subestimar unos machismos frente a otros? No lo veo probable, para acometer semejantes estudios haría falta partir de una mentalidad totalmente ajena a aquellos que los podrían llevar a cabo. Pero tampoco pasa nada, el feminismo de inspiración pequeñoburguesa no los necesita, ya obtiene todas las respuestas que necesita de eso que tan bien define a su clase, sus prejuicios clasistas.

Si hago referencia a todo esto es porque quiero poner de relieve lo importante que es para el movimiento de clase hacer un análisis propio y totalmente ajeno al feminismo de mentalidad pequeñoburguesa. Si una mujer que considera tener conciencia de clase se muestra extremadamente sensible a las actitudes machistas, pero en absoluto a estas actitudes clasistas frente a la clase trabajadora debería plantearse por qué. ¿Se ha dejado influenciar por ese feminismo donde como digo el término mujer cumple la misma función que el de ciudadano en lo movimientos ciudadanistas, esconder la división de la sociedad en clases sociales y que esto va pues de una lucha de clases? ¿Habla de clase trabajadora como retórica pero no es inmune al clasismo pequeñoburgués considerando que hay una clase intelectual, de mejor estatus social y económico, que es más feminista, más ecologista, y más todo lo progresista? He ido descubriendo que la izquierda revolucionaria, el comunismo, también tienen sus lugares comunes. Si hacemos un análisis que en el fondo poco se diferencia del que podemos encontrar en cualquier organización interclasista con aspiraciones electorales, o cualquier movimiento de autoafirmación de mujeres acomodadas, para luego aderezarlo con términos como burguesía, proletariado, obreras, el resultado es de una transparente superficialidad. De esos que nos hacen parecer adolescentes intentado pasar por los malotes y las malotas de la clase, y no personas adultas que comprenden a lo que se enfrentan y la enorme dificultad de encontrar formas efectivas de luchar contra poderes tan agresivos.

En resumen, mi propuesta es que debemos hacer un análisis sincero, profundamente honesto, de cuál es la situación de machismo en la sociedad en general y en nuestra clase. Un análisis propio, totalmente enraizado en la perspectiva de clase, que busque un entendimiento certero de cuál es nuestra realidad social y sobre el que se puedan articular las luchas para cambiarla. Y mi opinión es que tal análisis no puede surgir de ninguna mentalidad feminista pequeñoburguesa de autoafirmación y exclusividad femenina. No puede salir de ahí porque lo que así se organiza lleva implícitas las conclusiones que va a generar. El único papel que tiene reservado ahí el hombre es el de recibir los correspondientes adjetivos (epítetos) y agachar la cabeza en vergüenza. Realmente en mi experiencia este feminismo a las mujeres que no compartimos sus postulados nos reserva igual papel, y se muestra incluso más agresivo con nosotras ya que frente a nosotras no se puede erigir en portavoz de “las mujeres” y no nos pueden despachar con un simple ¡machistas! Nada de esto nos sirve para articular estrategias que sean útiles para la transformación social que buscamos.

Tal y como yo lo veo la tarea que tenemos por delante es ardua y una de las cosas que hemos de tener muy presente es para quién hablamos y cuáles son nuestros objetivos. No hablamos para que nos entreviste las del estilo de Ana Pastor o el Wyoming, y agradar a aquellos y aquellas que dispensan los sellos de calidad progresista. Nuestro objetivo es la transformación social real no el postureo feminista. En este tema, como en todo lo que hagamos, vamos a necesitar grandes dosis de valentía moral. La lucha por la igualdad dentro del propio movimiento A la pregunta de cómo se trabaja por la igualdad dentro del propio movimiento mi tentación es responderla simplemente con un, no sé, ¿practicándola? Ya sé que no es tan simple, aunque también considero que sí es posible trabajar por la igualdad dentro del movimiento, si es que los que lo integran lo desean sinceramente.

Recientemente, leyendo sobre los movimientos sindicales que se están dando en Sudáfrica, donde una parte de los mismos empieza a hablar claramente de luchar por el socialismo, acabé encontrando información sobre el Partido Comunista Sudafricano (South African Communist Party, SACP, en inglés) en la época en que se luchaba contra el Apartheid. No voy a hablar de en lo que se acabó convirtiendo el SACP, atacado desde todos los frentes por el capitalismo, eliminados, físicamente si era necesario, sus elementos más ideologizados, promovidos sus elementos más oportunistas, y el papel tan nefasto que juega hoy en día junto al igualmente nefasto Congreso Nacional Africano. Si la historia del PCE les parece triste, con unos líderes que no reconocerían un principio comunista ni aunque se dieran de bruces con él, la del SACP es trágica.

Pero en aquel tiempo, donde tuvo un papel relevante en la lucha contra el Apartheid, se repetían comentarios como “la única organización donde se respiraba una igualdad total entre negros y blancos” “el único blanco que entonces te estrechaba la mano era un comunista” “unas posiciones anticoloniales y antiimperialistas que causaban un profundo respeto”. Un entorno social de profundo racismo, donde la explotación sin restricciones de la población negra se asentó en promover una imagen casi deshumanizada de la misma, ¡y fue posible crear un movimiento así! Las posiciones del SACP no eran retóricas, muchos negros lo consideraron su espacio de lucha, y el que llegó a ser quizás su figura más prominente, Chris Hani, asesinado en 1993, era negro. Pues mi aspiración va en ese sentido, un movimiento donde se respire una igualdad total entre hombres y mujeres. Hay una cuestión en la que he estado pensando últimamente, cuando intento analizar las formas más efectivas de organizarse en un entorno social concreto. En las sociedades racistas de países como Sudáfrica o EE.UU. los blancos no suelen compartir su espacio con los negros. Dentro de la población negra la inmensa mayoría pertenece a los explotados o marginados, pero aunque haya un porcentaje de la población blanca que también sufra altos niveles de explotación, los espacios tienden a seguir estando separados, el sufrimiento puede ser similar pero no es compartido. Esto crea dificultades adicionales a las posibilidades de entendimiento y de poder trabajar juntos en condiciones de igualdad. Las mujeres y los hombres de la clase trabajadora por el contrario sí que comparten espacio y sufrimientos. Creo que si fue posible el entendimiento entre negros y blancos en el SACP con la dificultad añadida que comento, no tenemos excusa para no intentar trabajar por la construcción de ese espacio igualitario entre hombres y mujeres en el movimiento de clase.

Creo que no tiene sentido alguno en estas circunstancias que las mujeres y los hombres de clase trabajadora luchemos por separado ni fuera ni dentro del movimiento. Nuestra posición es ya suficientemente débil, no debemos hacerla aún más débil escuchando los cantos de sirena de un feminismo descaradamente interclasista. Es evidente que sería mucho más fácil luchar por la igualdad dentro del espacio con conciencia de clase con una presencia importante de mujeres en el mismo. Los hombres tienen que hacer un esfuerzo permanente para ver a las mujeres como sus iguales, para no relegarlas, ni en la teoría ni en la práctica, a un papel secundario, y para que nos vean y nos escuchen lo primero es que tenemos que estar. Pero lo cierto es que si a las tremendas dificultades que tenemos en el movimiento de clase para crecer, después de tantos años de dejadez por parte de los que tenían que haber estado creando conciencia de clase, le añadimos el machismo de la sociedad, no nos puede dar otro resultado que el panorama más bien desolador que tenemos en cuanto a presencia de mujeres.

Cuando analizo las ideas promovidas por los creadores de opinión, que se encuentran en todas partes, los medios de comunicación, la industria del entretenimiento, en los espacios “alternativos”, no puedo ser optimista, vamos al modelo paradigmático de control social por parte de la clase capitalista, EE.UU. No serán los modelos anglosajones de “activismo” ni sus neofeminismos los que llenen de mujeres con conciencia de clase, y un profundo cuestionamiento de sistema, los espacios de la izquierda revolucionaria. Creo que las herramientas para tratar de incrementar la presencia de mujeres en el movimiento de clase en un entorno social tan poco propicio solo podrán surgir de una “inteligencia colectiva”, del esfuerzo de todas y todos. En cualquier caso, tendremos que trabajar con lo que tengamos mientras buscamos maneras efectivas de mejorarlo. Contrariamente a lo que se suele pensar, en mi opinión el principal peligro es, sobre todo si se parte de una importante desventaja numérica, que las mujeres acabemos siendo simplemente “el grupo de las chicas”, muy reafirmadas en nuestro pequeño mundo, metiendo mucho miedo quizás, pero con una influencia y contribución muy escasa en el resto del movimiento. La igualdad es exactamente eso, igualdad, y pienso que para ella es también muy importante la actitud que adoptemos las mujeres. Yo como mujer no espero ningún trato especial, y explico lo que quiero decir. Cuando expreso mi opinión espero que ésta esté abierta al mismo nivel de debate que la expresada por un hombre, por eso hago el esfuerzo de intentar argumentarla.

Me parecería muy mal que a una mujer por ser tal se le cuestionen menos sus posicionamientos, y se le admitan posturas ajenas a la sensibilidad del movimiento que no se admitirían en un hombre. Si las mujeres vamos a utilizar nuestra condición de mujer y el machismo de la sociedad para hacer pasar cualquier postura, a mí se me viene rápidamente a la mente Marx, Groucho, y pienso que nunca pertenecería a un club que admite como socias a mujeres como esas. Yo personalmente no voy a llamar machista a nadie porque manifieste una postura distinta a la mía en cualquier tema, solo espero que presente su postura de la forma más argumentada posible para que podamos centrar el debate en eso, los argumentos, y dejemos fuera cualquier tipo de ataque personal. Es más, si detecto lo que considero actitudes o posturas con un elemento de machismo pienso que la mejor forma de luchar por la igualdad es argumentando cuales son esos elementos de machismo que veo, ¿qué mejor forma de ir detectando esas actitudes e ir viendo si existe la voluntad de corregirlas?

Como he dicho, vivimos en sociedades que tienen fuertemente arraigados sentimientos de superioridad por cuestiones de sexo, nivel económico, cultura, raza, no podemos esperar la perfección. El examen que hagamos tiene que ser permanente, incluso cada uno y cada una de nuestras propias posturas y actitudes. No soy ninguna buenista, encuentro al buenismo cínicamente frívolo. Intento no minusvalorar nunca aquello a lo que nos enfrentamos. No creo que se les pudiera achacar a los comunistas sudafricanos que no fueran plenamente conscientes de la agresividad de los poderes a los que se enfrentaban, y de lo fuertemente arraigado de los sentimientos racistas que habían permitido una explotación sin restricción alguna de la población negra. Fue una lucha que requirió unos niveles de compromiso y sacrificio que desde nuestra posición no creo que podamos apreciar en su justa medida. Pero no puedo por menos que pensar que los animaba el convencimiento de que en el ser humano hay, debe haber, algo más que estupidez y egoísmo, y que había que mostrarlo empezando por el propio movimiento. ¿No nos debería animar el mismo espíritu?

Enlaces: http://es.sott.net/article/8506-Como-EEUU-controla-la-sociedad-civil-a-lo-largo-y-ancho-de-Africa http://blogs.publico.es/lidia-falcon/2015/10/16/el-feminismo-en-las-elecciones/ http://www.publico.es/culturas/mujeres-encontramos-virginia-woolf-tesoro.html

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Enlace de sitios web en los que el artículo estaba publicado cuando me topé con él:
-https://dedona.wordpress.com/2015/11/03/algunas-reflexiones-sobre-mujer-y-movimiento-de-clase-mariola-garcia-pedrajas/
-http://www.marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2015/11/algunas-reflexiones-sobre-mujer-y.html

martes, 27 de octubre de 2015

Una interpretación del pasado y del presente, y un esbozo del futuro: crisis de las democracias y declaración personal de apoyo al Espacio de Encuentro Comunista




Asalto al Palacio de Invierno, la "Bastilla rusa"
Por Arash

Nota preliminar: hacía tiempo que no publicaba en este blog. No se qué ritmo de publicaciones tendré; no se siquiera si pasará otro mucho tiempo hasta que vuelva a escribir. Lo que tengo claro es que sólo un acontecimiento tan trascendente como la convocatoria del Espacio de Encuentro Comunista, que he seguido desde antes de su efectuación, al que no he acudido principalmente con la intención de no ocupar las vacantes de quienes casi seguro contribuirían más que yo a la construcción del proyecto –se más o menos qué grado de conocimiento tengo de la obra de Carlos Marx, de los marxistas, y de sus intérpretes, y mi capacidad de aportar al debate— pero al que seguiré con todo el detalle que pueda, podría haberme despertado tanto interés en reflexionar, y tanta inspiración como para hacerme escribir esto, aunque no sea más que un articulillo de nada.
Lo dicho. Esto es "Una interpretación del pasado y del presente, y un esbozo del futuro", futuro que yo adelanto en el título aludiendo a la crisis del ideal democrático y de las libertades, y que yo propongo afrontar desde el punto de vista del Espacio de Encuentro Comunista.


¿Qué es para mi la URSS? Ni guerra entre pueblos, ni paz entre clases

Para mí, el nacimiento de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas representa el entrelazamiento de la voluntad de los pueblos de convivir en paz, y del necesario proyecto humano de la terminación de unas relaciones sociales autoritarias, desigualitarias y destructivas de la humanidad del ser humano y su sustitución por unas basadas en la libertad, la igualdad y la fraternidad. Se han cometido excesos y errores –muchos de los cuales no me siento capacitado de abordar convenientemente en este momento, aunque los hemos oído a diestro y siniestro en boca de toda laya de anticomunistas que quieren desprestigiar la enorme obra del pensamiento socialista— en su desarrollo posterior, pero la esencia de lo que se pretendía con ella sigue brillando con intensidad en el presente, aunque tengamos un duro y largo trabajo de (auto)crítica y de (auto)concienciación por delante.

Fue la afirmación de unas relaciones internacionales pacíficas, ajenas a las pugnas económicas de la burguesía, después de la tragedia mundial que supuso la Gran Guerra; una afirmación que tiene un orígen concreto: la escisión, en el seno de la II Internacional, de la socialdemocracia fiel a los ideales del internacionalismo proletario, a la cabeza de la cual se encontraban, como no podía ser de otra manera, los comunistas.

En este sentido, los pueblos que convivieron en ella sólo tuvieron que soportar la crueldad de la guerra cuando el capital internacional la exportaron a los mismos en los preludios de los años 20. Fue un duro golpe que, en parte, desangró la revolución socialista de Octubre. Este sistema de lobotomización masiva del ser humano, todavía vigente en la actualidad, fue capaz de conglomerar a gran parte de los proletariados de distintos pueblos contra la Revolución en los diversos ejércitos nacionalistas de mercenarios. Y todo esto después de que, sólo unos pocos años antes, los hubiera mantenido divididos cuando, precísamente, tuvieron que estar más unidos que nunca contra la guerra. Esta "inteligencia" del capitalismo lo hizo realmente bien. Hubo de pagarse un alto precio.

Pero ello no es razón, ni mucho menos, para renegar ni de su legado ni de su grandeza, sino un motivo más para levantarse y luchar de nuevo por lo que muchos de sus conformadores lucharon en su día, porque el que no puedas en un determinado momento contra la injusticia y la desigualdad, no es razón para que te sumes a ella, como se deduce que ha hecho la mayoría de la izquierda española y europea, en la podrida situación política actual. Ella demostró que el socialismo como proyecto socioeconómico es posible además de necesario. Es cierto que en ella había una burocracia, pero en ella también se constitucionalizó, sólo unos pocos años después de que se hiciese por primera vez en la historia de la humanidad en una de la repúblicas constituyentes, dicho proyecto emancipatorio.

Aunque por supuesto no es el único, la revolución bolchevique ha sido el más magnífico acontecimiento histórico de la modernidad, y el ejemplo que ha servido y sirve de punto de partida para muchos de los que queremos que inmediatamente la clase trabajadora tome el poder, e incluso también para quienes, de entre todo lo que significa –y que a veces ignoramos— el comunismo, identificamos en él la forma de expresión y realización plena de las necesidades y capacidades de la infinidad de seres humanos e individualidades, y la libertad negada por la injusticia y la desigualdad. El proletariado ruso supo organizarse magistralmente en Consejos de Diputados de Obreros, Soldados y Campesinos, formas organizativas que contenían en sí mismas el gérmen de la sociedad que querían construir: una sociedad democrática. En el seno del Imperio Ruso, la vital herramienta de la clase obrera entonces, el Partido Comunista, a medida que se iba conformando el leninismo –una de entre otras muchas interpretaciones revolucionarias del marxismo—, supo ser estratégico sin caer apenas en el pragmatismo, colaborando eventualmente con otras posturas socialistas de las que supieron crecer a su regazo y a las que supieron llevar al límite, desbordar y radicalizar a su debido tiempo; colaboración que se rompió con la ruptura comunista en el momento de claudicación de la socialdemocracia tras la adopción de su postura belicista y la colaboración con las burguesías nacionales.

La necesidad, señalada por Marx, de que la sociedad entera concentrase la propiedad de los medios de producción –lo que significa, en parte, una desconcentración, en tanto que es la minoría social explotadora y no la totalidad social la que concentra todos los medios de producción en el capitalismo y expropia el producto social para su beneficio o interés privado—, condición previa de la desaparición del Estado y de las clases sociales, es el más alto y genuíno valor que podemos encontrar en el Tratado de Creación de la URSS, más allá de interpretaciones chauvinistas, y desechando las despreciables visiones nacionalistas de la misma.

Para construir la recién nacida República Soviética de Rusia, primera expresión política del gobierno obrero en Rusia, la clase obrera rusa tuvo que enfrentarse al Estado burgués y hubo de coordinar en la medida en la que pudo los distintos Consejos a lo largo y ancho del país, creando finalmente un Congreso de los Consejos de Diputados de Obreros, Soldados y Campesinos de Todas las Rusias, modelo que fue imitado inmediatamente en Ucrania, y que constituiría el futuro Parlamento obrero del Estado, primero en la nación rusa, después en otras repúblicas soviéticas (desde las que sobrevivieron como Transcaucasia o Ucrania, hasta las derrotadas e ignoradas por muchos comunistas como la de Baviera, la de Donetsk, la de Galitzia, etc) y, finalmente, en la Unión.

Es esta la manera en que entiendo a la URSS, a la revolución socialista, y también la manera en que, para mí, cobra sentido la olvidada por todos los "demócratas" liberales Declaración de Derechos del Pueblo Trabajador y Explotado, redactada por Vladimir I. Lenin: era una voz, la de la declaración, que se quería que fuese representativa del proletariado internacional –como internacional esperaba Marx que fuese la revolución—, reclamando lo que es suyo y le pertenece –por mucho que la ley diga lo contrario— por estar hecho de su sudor y su dolor –la riqueza, en manos de una minoría—, así como el III Congreso de los Consejos de Diputados de Obreros, Soldados y Campesinos ruso, que ratificó dicha declaración de derechos de la clase trabajadora –cosa a la que se negó la mayoría de la Asamblea Constituyente, parlamento de la burguesía y sus partidos— propuesta por el Comité Ejecutivo Central de la anterior legislatura parlamentaria, era de hecho la representación de la clase obrera y el campesinado ruso que dieron voces a los partidos obreros que lo conformaron.

La Unión fue, en realidad, mucho más que la convivencia pacífica de distintas naciones unidas en su deseo emancipatorio. De esta manera, una vez recién colectivizada la propiedad, el Parlamento del Estado soviético, el Congreso de los Consejos de Diputados de Obreros, Soldados y Campesinos, también sería conocido y considerado como el Congreso de los Consejos de Diputados del Pueblo: el mismo Pueblo Trabajador y Explotado al que aludía la mencionada declaración de derechos, porque una vez abolida la propiedad privada, la presencia de la burguesía en la sociedad se convertía en una cuestión que perdía su explicación material, quedando como un testimonio del sistema de valores creado cuando esta había sido en el Imperio Ruso la clase dominante, y que persistió incluso después de la Revolución. Por eso, además de hablar de los pueblos que convivieron en la Unión Soviética, y sabiendo que el nacionalismo es una forma de división inducida de los proletarios de todos los países por parte de la burguesía, me parece legítimo que se hable del pueblo soviético: un pueblo de pueblos –que inspira muchos de los procesos progresistas mundiales en la actualidad—, unidos en el reconocimiento de sus derechos democráticos y de sus derechos como trabajadores bajo la pertenencia a una misma ciudadanía, y unidos también en el esfuerzo redentor del que son herederos, como el comunismo –y otras teorizaciones socialistas— lo es de la Primera Internacional: la Asociación Internacional de los Trabajadores.

Desde esta visión ejemplar de la revolución de Octubre, de la creación de una república de base socialista (basada en la premisa de la propiedad social/pública, entre otras) y del Tratado de Creación de la URSS (concentración de los medios de producción por parte del proletariado), todas las repúblicas socialistas de la posteridad estuvieron, aunque no fueran lo mismo, ni tuvieran la misma forma política, ni lo lograsen en la misma medida, inspiradas por sus fundamentos: el de la forma democrática de propiedad. Al que tiempo después se incorporaría un vasto y enorme sistema de cobertura sanitaria y educativa pública y gratuita, que sólo después y ante el temor de las clases dominantes de perder sus privilegios obtenidos del saqueo practicado a la mayoría social, vieron nacer los Estados de bienestar en las sacrosantas repúblicas liberales santificadoras de la propiedad privada, hoy todos desmoronándose a una velocidad vertiginosa a tan sólo 22 ó 24 años después –según versiones— de su disolución ante las pasmadas y boquiabiertas izquierdas, que han encontrado en el postmodernismo una huída hacia la derecha e incluso un camino mucho más fácil que el que supone enfrentarse a la cuestión de que el Primer Ciclo Revolucionario, lejos de haber sido superado por nuevos tiempos que no requieran la violencia revolucionaria de las clases asalariadas, terminó fracasando –siendo necesario el comienzo uno nuevo.

El fin de esas relaciones internacionales fraternas que mencionaba antes, desaparecieron simbólicamente –en realidad ya había sido fomentada desde antes por la inducción del revanchismo y de la hostilidad internacional en el interior de la Unión— cuando los proyectiles de tanque ordenados por el sepulturero de la URSS y anticomunista Boris Yeltsin volaron por los aires, en un amargo octubre, bien distinto al de 1917 –el de 1993—, el Consejo Supremo, el legítimo Parlamento del Estado entonces, asesinando a cientos de diputados, y de ciudadanos soviéticos que acudieron a defenderlos y lo barricaron junto con miles de camaradas que sobrevivieron al bombardeo de artillería, tras la llamada popular a la defensa del órden constitucional realizada por el Presidente Alexander Rutskoy. Comportamiento cuya esencia fue imitada, con total impunidad, en el Euromaidán por los continuadores del anticomunismo en la actualidad –toda condición de organizaciones nacionalistas, liberales, conservadoras, fascistas y nacional-socialistas—, en el Consejo Supremo, no en el de la extinta República Socialista Soviética de Ucrania ni en el de la Federativa Rusa, sino el de la República de Ucrania, que tras su separación de la URSS y la disolución de la misma, dejó paso a una oleada política de creciente autoritarismo y xenofobia –como en el resto de una Europa oriental que hoy está a la vanguardia del crecimiento de los fascismos— encabezada por Svoboda, Batkivshchyna y el Pravy Sektor, grupos inspirados en la peor de las corrientes de la Organización de Nacionalistas Ucranianos, la fundamentada en las ideas del colaborador nazi Stepan Bandera, y que fueron y son apoyados por las potencias norteamericana y europeas.

El "democrático" movimiento ciudadano ucraniano tan publicitado y alardeado como tal en las cadenas de televisión occidentales, sorprendió al mundo –una vez indignados y fascistas convergieron armoniosamente en las calles, tal y como se esperaba que hicisen ambos, teledirigidos por el capital— cuando una banda de matones criminales neonazis uniformados –muchos con la vestimenta de las Waffen-SS y el casco prusiano— armados con fusiles de asalto automáticos de la gama Kalashnikov, después de las contínuamente censuradas demostraciones públicas de su ideología basada en la apología del odio como lo son el apaleamiento de minorías étnicas o la quema de libros –sobre todo libros de economía y filosofía marxista—, y todo mientras se reproducía alegremente frente a los sofases las caras más tolerables y analogables con los movimientos ciudadanos del momento en Occidente, asaltaron y apalearon a varios diputados del democráticamente electo Partido de las Regiones del legítimo Presidente Yanúkovich y ocuparon los escaños por la fuerza, sólo porque, influídos por, y en acuerdo con, la extrema derecha liberal, se habían opuesto a la decisión de dicho gobierno de rechazar, con todo su derecho según los estándares internacionales, convenir con una Unión Europea empeñada en su tarea ultraliberal (neoliberal dicen también...) de polarizar al máximo la sociedad entre ricos y pobres mediante la minimización del Estado, situación que afectaba de lleno a la clase trabajadora en Ucrania. Esta minimización –Estado mínimo; proyecto original del Estado liberal que vuelve a estar a la "moda"— hace verdad más que nunca las palabras de Marx, porque si le quitas lo que de social y positivo tiene –redistribuciones de renta hacia el trabajo en forma de prestaciones por desempleo, pensiones por jubilación, intervención pública en la regulación del mercado laboral—, el Estado –El Poder político [que no es] en rigor, más que el poder organizado de una clase para la opresión de la otra (K.Marx; II, Proletarios y Comunistas; Manifiesto del Partido Comunista)— se convierte símple y llánamente en un Estado Policial.

Los partidos de la burguesía democrática que han tratado de contener las pretendidas "revoluciones ciudadanas" en Europa del este –en realidad involuciones/reacciones nacionalistas— como la revolución naranja o el más reciente Euromaidán, asustan por su impotencia a la hora de hacer frente al amenazador auge del terror blanco: esa es la impotencia que sentimos cuando vemos a los criminales que perpetraron la masacre de Odesa descuartizar a quienes saltaban por las ventanas desde las alturas huyendo del humo y de las llamas, mientras vemos que gobiernos similarmente electos a los del occidente europeo son depuestos por encima de la legalidad internacional.



¿Cuál es el balance en Europa, a comienzos del nuevo siglo y milenio? Analogías con el pasado; previsión de posibles escenarios futuros

Tras el proyecto de la Unión Europea y de la creación de unas relaciones diplomáticas entre los Estados basadas en la competencia internacional del capital, competencia entre burguesías nacionales que está llegando a un extremo, se nos presenta potencialmente un enfriamiento de dichas relaciones internacionales y la situación de un escenario prebélico –de calma tensa. A través de qué relación internacional concreta se produzca en un futuro la rotura de dichas relaciones internacionales en general, no es algo que me atreva a inferir ahora, pero siempre he considerado, desde que tengo algo de conciencia –y sobre todo después de los últimos acontecimientos en Europa del este—, que el eje que "conecta" a los Estados Unidos y la Unión Europea, con la Federación Rusa y quizás sus aliádos económicos –República Popular de China, etc— podría ser uno de los que se rompiesen. Al contrario de lo que nos intentaron hacer creer a muchos de nosotros, la Guerra Fría, que no llegó a ser "caliente" a pesar de la contínua provocación militar estadounidense en Turquía, nunca acabó, sólo involucionó desde un escenario de bipolaridad en el que la URSS aparecía como referente de las clases trabajadoras de todo el mundo que veían en ella, como mínimo, la mera posibilidad de realizar su proyecto de emancipación –la construcción del socialismo—, hasta un escenario en donde ya no existía ningún referente comparable que inspirase la fraternidad entre los pueblos y que, en caso de ser efectivamente el que contenga el inicio de un conflicto bélico, este sería cuantitativamente mundial y cualitativamente nuclear: letal, en definitiva. Resulta que, quebrado el Bloque del Este, nos enfrentamos a la posibilidad de una guerra total cuando ya ni siquiera existen proyectos de construcción del socialismo.

Comunidad Económica del Carbón y el Acero,
gérmen de la Unión Europea
El marxismo, al contrario de lo que dicen demasiados teóricos, profesores, sociólogos o filósofos postmodernos, sobre que las "grandes teorías decimonónicas" ya no son aplicables en la actualidad –sin duda merecen su necesaria actualización—, aparece como una necesaria referencia a recuperar, y a hacer recuperar a la clase trabajadora, para lograr revertir el largo proceso de desclasamiento consecuente, en parte, de unas conquistas que costaron conseguir pero que han sido utilizadas, por desgracia, como somnífero. Hemos asistido a un proceso de concentración de la propiedad y de los medios de producción en Europa paralelo al intento de creación de unos "Estados Unidos de Europa" –la Unión Europea—. Aparece la centralización acontecida en Europa hasta los días de hoy en el plano político de manera más o menos sincronizada a la centralización en la dimensión económica: territorios antes independientes, apenas aliados, con intereses distintos, distintas leyes, gobiernos autónomos y líneas aduaneras propias, se asocian y refundan en una nación única, bajo un Gobierno, una ley, un interés nacional de clase y una sóla línea aduanera (K.Marx; I, Burgueses y Proletarios; Manifiesto del Partido Comunista). Ello es lógico debido al carácter de clase que tienen los Estados, algo que las izquierdas reformistas ignoran en la actualidad creyéndose que cuando lleguen al gobierno no van a terminar obedeciendo al poder, ajeno al Estado en sí mismo.

Pero, ¿qué está pasando en la actualidad? Que la miseria está empujando a las masas a culpabilizar a la democracia de los males e injusticias que sufren.

El proyecto clásico –ni keynesiano ni "social"— del liberalismo –libre comercio, mínima o nula intervención del Estado en la economía, eliminación de fronteras arancelarias—, vinculado plena, teórica y originalmente, en Europa, con el discurso del Grupo de la Alianza de los Liberales y Demócratas por Europa –y especialmente por algunos de sus sectores más ortodoxos–, vinculado parcial, teórica y de manera oportunista –desde que compraron sus postulados básicos para lograr legitimidad social y para dejar de ser parte de la izquierda política, adoptando un igual de vergonzante proyecto social-liberal que dice querer "redistribuir la riqueza" sin redistribuir/colectivizar la propiedad, programa que abandonaron hace mucho— por el Grupo de la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas, y plena y actualmente llevado a cabo en la práctica por el conservadurismo político del Grupo del Partido Popular Europeo (EPPG, por sus siglas en inglés), cuyos partidos están ocupando la práctica totalidad de los gobiernos europeos; ese proyecto clásico del liberalismo, decía, parece que está perdiendo algo de fuerza mientras deja paso a otro proyecto que, más que con el capitalismo liberal, parece tener que ver con un capitalismo nacional, caracterizado por la división de unas burguesías que siguen erigidas en clase social dominante –algo que casi ninguna fuerza política relevante a nivel europeo cuestiona, a excepción del partido comunista griego— pero que quieren atrincherarse y amurallarse en sus respectivos Estados nacionales.

Este proceso ya ha sido iniciado reciéntemente dentro de la esfera del conservadurismo –cuyos partidos ocupan los gobiernos europeos, como decía— desde que las secciones británica y danesa del EPPG intentaran construir su propio eurogrupo parlamentario, el Grupo Demócratas Europeos (ED), de tendencia euroescéptica, que finalmente se quedó en un sub-eurogrupo parlamentario dentro de lo que era el Grupo del Partido Popular Europeo –que los reincorporó de nuevo— pero añadiéndose dicha representación euroescéptica (Grupo del Partido Popular Europeo-Demócratas Europeos).

En realidad, todavía antes, ya existía un precedente de lo que terminaría sucediendo, al igual que la actual situación sirve de precedente del futuro. Ya surgió en la segunda mitad del siglo XX, un sector de extrema derecha y ultraconservador con vínculos directos con el EPPG, muchos de cuyos partidos nacionales –no todos— conformaron el denominado Grupo Europa de la Libertad y la Democracia (EFD).

El sentido (positivo o negativo) de esos vínculos nada alentadores es bastante negativo en lo que respecta al futuro que parece esperarnos si no ponemos remedio. La sección griega del anterior eurogrupo (EFD), la Concentración Popular Ortodoxa (LAOS), fue fundada por Georyos Karatzaferis, expulsado de Nueva Democracia (en el EPPG) por sus ideas demasiado radicales. En el ultraconservador Movimiento por Francia (MPF) se hace una lectura todavía más radicalmente derechista del gaullismo, doctrina del general militar y ex Primer Ministro de la IV República Francesa Charles De Gaulle, del que también se reclama la Unión por un Movimiento Popular (UMP) del ex Presidente del partido Nicolás Sarkozy, ahora liderado por Jean-François Copé. Estos partidos ultraconservadores incorporan además a su retrógrado programa electoral un evidente componente xenófobo que los diferencia significativamente de los partidos conservadores.

Esta última interpretación personal, por cierto, no significa ni mucho menos que los conservadores europeos que –todavía— no son parte de estas señaladas corrientes ultraderechistas de finales del siglo pasado, no hayan tenido abundantes actitudes xenófobas: de hecho, el trato recibido por los inmigrantes que tratan de saltar la valla o arriesgan su vida en el mar Mediterráneo y el Estrecho de Gibraltar, a manos de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado español y del gobierno de una de las secciones españolas del conservador EPPG –el Partido Popular (PP); la otra es la Unión Democrática de Cataluña, hasta hace poco federada con la liberal Convergencia Democrática de Cataluña (CDC)— no lo indican, ni tampoco el trato sufrido por los refugiados a manos de los gobiernos europeos orientales, mandados de un lado para el otro como si fueran ganado. A este repecto merece la pena mencionar la obviedad de que el libre comercio de mercancías en la UE, al igual que el libre tránsito de ciudadanos de la Unión Europea –Acuerdo Schengen— también está cuestionandose y está generando tensiones en la derecha conservadora, tendente cada vez más a acudir al viejo proteccionismo económico. Lo que ocurre es que la velocidad de cuestionamiento del tránsito libre de ciudadanos dentro de las fronteras de la Unión parece ser mayor que la de mercancías, demostrando así dos cosas: uno, hasta qué punto los inmigrantes y refugiados que vienen a la, en comparación, “próspera” Europa a ganarse la vida trabajando, son tratados inhumanamente como animales, así como su fuerza de trabajo es la mercancía con las que comercian los capitalistas con total impunidad, con su precios de mercado de miseria –sus salarios—; y dos, la estupidez propia de una sociedad agilipollada atrapada en el infernal, interminable y detestable entretenimiento alienante, desmovilizador y autocomplaciente, en la que tienen más libertad para viajar las mercancías inertes que los propios seres humanos que la componen.

Pero, con esta no negación de la potencial xenofobia de conservadores europeos, y teniendo en cuenta a los ultraconservadores, ocurre algo parecido a lo de la igualdad legal de las democracias burguesas, positiva y necesaria para su realización real y material –la igualdad real— por lo que reivindica manifiestamente, pero insuficiente por sí sóla porque aquellas –las democracias burguesas— consagran la desigualdad con ese eufemismo llamado derecho a la propiedad: la igualdad formal ante la ley entendida, entonces, como una fuerza impulsora. Así pues, además del conservadurismo euroescéptico, el ultraconservadurismo –que además de euroescéptico también es programáticamente xenófobo— aparece como posible alternativa frente a las "demasiado tímidas" opciones actualmente gobernantes, para las burguesías nacionales que quieren evadir su responsabilidad en la rotura de las relaciones internacionales y en la crisis capitalista, y focalizarla en el proletariado de otros pueblos. Esos programas electorales abiértamente xenófobos significan reafirmaciones de ello. El que aparezcan en su programa apartados xenófobos es una facilitación de que efectivamente se lleven a la práctica políticas xenófobas mucho más duras contra la inmigración.

Todos los gobiernos orientales de la Unión Europea, aquellos presentados debidamente por los medios de comunicación como los "menos tolerantes" en comparación con los "tolerantes" gobiernos occidentales, y que son presentados como los partidarios por excelencia del cierre de fronteras y de que ningún refugiado de la República Árabe Siria o de cualquiera de las otras naciones expoliadas y amenazadas por el capitalismo occidental la cruce, son del Grupo del Partido Popular Europeo, igual que los supuestos "tolerantes" gobiernos europeos occidentales que han sido interesadamente diferenciados así por la prensa sólo porque no han tenido la oportunidad de demostrar lo xenófobos que pueden ser al no haberse tenido que enfrentar a las avalanchas de refugiados que huyen de la guerra imperialista que ellos mismos han provocado en Oriente Medio en su calidad y capacidad de definir las relaciones internacionales desde los gobiernos; inmigración masiva de refugiados de guerra que sí que les afecta de primera mano a los gobiernos europeos orientales. Todos esos gobiernos, los de un lado y otro de la "Europa dividida" de la que hablan en los noticiarios, son conservadores. Imagínense como serían los gobiernos no ya conservadores sino ultraconservadores que ya han incorporado puntos xenófobos a sus programas políticos.

Concejal toledano del PP por Talavera La Nueva
Podemos poner como meros ejemplos de la crisis europea de la democracia liberal varios casos. Los militantes del partido ultraconservador griego –Concentración Popular Ortodoxa (LAOS)—, por ejemplo, sienten simpatías por la Dictadura de los Coroneles. Podríamos analogar tal situación con la existencia (y no es ninguna suposición) en España, de partidos y organizaciones simpatizantes con la Dictadura franquista, o incluso dentro del propio Partido Popular. El caso danés es otro ejemplo. El ultraconservador Partido Popular Danés (DFP, por sus siglas en danés), referente de la griega LAOS y más radical que el paisano conservador Partido Popular Conservador (DKF, en danés), además de por su postura contra la "islamización", destacó también por su postura en contra de la entrada de Turquía –un Estado que ha jugado un papel clave en el proyecto globalista liberal yankee y europeo de desestabilización de la República Árabe Siria mediante el armamento del mercenario Ejército Libre Sirio— en la Unión Europea, por ser un país árabe.

Son estas, tendencias políticas ultraconservadoras, la griega o la danesa, que en el primer caso ejemplifica una tendencia a deconstruir la necesaria legitimidad social que necesita la democracia liberal –en la medida en que la Dictadura de los Coroneles no es, o no ha sido al menos hasta la crisis económica, especialmente popular en Grecia; y representa un modelo político alejado de la misma— para ocultar en una superestructura democrática lo antidemocrático del sistema económico que consagra legalmente, y que en el segundo, parece interferir en los planes del imperialismo del gran capital, interesado en saquear Oriente Medio –cuando el mencionado país árabe, Turquía, que alberga también las bases militares y los silos de misiles interbalísticos del ejécito imperial de la OTAN, es fundamental para su desestabilización— y extender su mercado con unas condiciones que favorezcan la "libertad económica" de la oligarquía occidental para expoliar, y que planteen menos obstáculos, como los que sí que suponen los deseos de soberanía de los países de dicha región.

En cuanto al primer caso, algún despistado (y vaya que si los hay) podría deducir que estas opciones políticas antiliberales, y más aún, cualquiera de las otras opciones antiliberales, estaría realizando una buena labor al "poner al descubierto" lo estructural del capitalismo. 'Nanai'. Estas opciones políticas no son socialistas: no están por la labor de colectivizar la propiedad. Sólo están proponiendo, dentro del capitalismo, una alternativa a la democracia liberal, que sólo puede ser la dictadura fascista, la expresión más plena de la dictadura del capital, que ya prescinde de las libertades democráticas porque no las necesita. Todo aquello que las opciones extremistas del conservadurismo cuestione de la legitimidad de la democracia liberal, sólo está preparando el terreno para formas políticas y de Estado mucho más autoritarias. Si a esto le sumamos la idiotez profunda e irresponsabilidad de la mayoría de dirigentes de las organizaciones de la real socialdemocracia existente, que han tratado de enfrentarse símplemente al "neo"liberalismo, es decir a la tendencia supuéstamente "novedosa" del liberalismo de minimizar el intervencionismo en la economía, nos encontramos con un devastador panorama: el de la socialdemocracia (la realmente existente, me refiero) haciéndole el favor a la derecha conservadora, empeñada en salvar el capitalismo restableciendo las fronteras arancelarias; panorama nada exagerado y perféctamente asumible no de creer, sino de comprobar científicamente, tras la alianza de Syriza con los Griegos Independientes (ANEL), que están alineados con el euroescepticismo del partido conservador británico y demás partidos conservadores euroescépticos.

Ambas –las tendencias antiliberales y antidemocráticas y la interferencia en el proyecto liberal de la Unión Europea, de los partidos ultraconservadores griego y danés, respectivamente— son pruebas de que el Estado liberal, dejando al márgen el desarrollo acelerado llevado a cabo por el todavía grueso de los conservadores, desde los gobiernos, hacia su vuelta a los orígenes que le vieron nacer –un mercado totalmente desregulado, un diseño teórico del Estado centrado en la represión de la clase trabajadora o "Estado mínimo" (sin seguridad social, ni prestaciones por desempleo, ni pensiones; sólo con policía y con leyes cada vez más autoritarias como las de la Ley Mordaza), ausente de barreras arancelarias (lo que cataliza el saqueo imperialista de los Estados centrales del capitalismo a los Estados periféricos y a la vez aumenta el revanchismo de la derecha conservadora), etc—, está perdiendo terreno frente a las cada vez mayores tendencias económico-políticas de los conservadores europeístas –en la medida en que, como vemos a diario, practican una represión contra las masas que cuestiona y atenta en la práctica contra las libertades democráticas—, frente a la tendencia de los conservadores euroescépticos –en la medida en que cuestionan dichas libertades democráticas y, además de eso, comienzan a incorporar en sus proyectos medidas proteccionistas y aislacionistas, no mucho mejores que las librecambistas predominantes hasta ahora—, y frente a la tendencia de los ultraconservadores –en la medida de todo lo anterior y, además, en la adopción explícita de programas políticos basados en la coartada por excelencia que necesita la clase propietaria burguesa para desplazar las culpas y la responsabilidad que tiene de la crisis económica capitalista a las clases trabajadoras de otros pueblos: la xenofobia.

Y todo este percal mencionando a la derecha que comparte una cosmovisión estructural conservadora que tiene más presencia en el Parlamento Europeo, es decir, sin hablar siquiera de otras tendencias políticas también pertenecientes a esa cosmovisión que, a pesar de estar en crecimiento, todavía no están tan presentes en las instituciones y no tienen eurogrupo parlamentario, como el social-conservadurismo/nacionalismo conservador representado por el europartido político Alianza Europea por la Libertad (EAF) –conformado por el Frente Nacional de Le Pen, desde donde se propuso un "carnet de ciudadanía por puntos" para los inmigrantes o la pena de muerte, que apela a la mismísima concepción represiva, y no restitutiva, del Derecho; el Partido por la Libertad holandés, que como el anterior se opuso a la Constitución Europea y también a la entrada de Turquía en la UE; el fundado por el antiguo miembro de las SS, Anthon Reinthaller, el Partido por la Libertad de Austria; o la separatista y xenófoba Liga Norte, uno de cuyos eslógans electorales en el pasado fue "Roma ladrona", haciendo referencia al sur del país en comparación con Padania, jústamente el sector más pobre y trabajador de Italia, evidenciando lo burgués, reaccionario y fascista de su nacionalismo separatista—, el neofascismo tercerposicionista  –caso del Movimiento Social Republicano, del que no voy a hablar por ser este una organización sobrádamente conocida en España; del observador Unión Panucraniana "Svoboda", partido criminal cuya gran expresión de la "libertad" que incorporan en su nombre está materializada en el asesinato y genocidio practicado contra un centenar de izquierdistas y comunistas por pensar diferente, y por ser sindicalistas y trabajadores, durante el incendio provocado en la Casa de los Sindicatos en Odesa aquel trágico día después del 1º de Mayo; o de los miembros Movimiento por una Hungría Mejor, la observadora búlgara Unión Nacional Ataque, y la observadora polaca Orden y Justicia, teniendo esta última 136 diputados nacionales de los 460 totales— representado en muchos casos por la organización continental Alianza Europea de Movimientos Nacionales (AEMN), o el fascismo clásico del Frente Nacional Europeo –la Falange Española y de las Juntas de Ofensiva Nacional-Sindicalista victoriosa de la pugna de siglas en la Transición española, el Partido Nacional-Demócrata de Alemania, la italiana Fuerza Nueva, o los asesinos griegos de Amanecer Dorado, son ejemplos del mismo— que ni siquiera busca una renovacion estética.

Otras organizaciones neofascistas que al igual que las anteriores mecionadas de la AEMN también pretenden una reedición renovada del ideario fascista, como la extinta Falange Española Auténtica (FE-JONS(A)), esa facción facciosa del falangismo que se dice hedillista y no franquista –esa es su elaborada "renovación"— y que piensa que el franquismo y el nacional-catolicismo fue una "tergiversación" de los ideales de Jose Antonio Primo de Rivera –cuando la realidad pura y dura es que fue la consecuencia necesaria del falangismo original—, u otras tendencias como el nacional-socialismo "revolucionario" –estos son nacional-socialistas strasseristas y no hitlerianos: su crítica a la Alemania Nazi es que "sólo sustituyó una dictadura multipartidista por una unipartidista", manera cínica de ocultar su desprecio a la democracia liberal, a la pluralidad política y a las libertades democráticas—, o esa aberración humana malintencionada del "nacional-bolchevismo" –influenciada por la anterior; estos no sólo son antisocialistas y antiliberales como los tercerposicionistas; sino que, seguidores del "cuartoposicionismo", también son "antinazis" (no se lo creen ni ellos)—, son ajenas a la AEMN pero son parte del mismo intento relegitimador de una forma de Estado autoritaria no sólo en la práxis, como pueden llegar a asemejarse puntualmente los Estados liberales (y lo han hecho en la historia), sino en la propia teoría

La coyuntura en la que nos encontramos, la del fin del capitalismo liberal y el inicio del comienzo del capitalismo "nacional", se ve corroborada por el crecimiento de todas las tendencias políticas anteriores que he explicado.

Todo lo anterior adquiere un carácter crítico también en Occidente tras comprobar la enorme simpatía que ha despertado en las masas la tendencia política del estilo de las "revoluciones de colores", "revoluciones indignadas" o "revoluciones ciudadanas" en el oeste europeo y en norteamérica: el Movimiento 15-M, el Movimiento 5 Estrellas o el Occupy Wall Street, siendo las dos primeras las que más relevancia han tenido, en España e Italia, respectivamente. El segundo de los movimientos de ciudadanos indignados está en alianza con los ultraconservadores xenófobos del UKIP, por cierto, motivo por el cual, la "democracia directa antipartidos" y fascista del M5S fue incorporada sutílmente, ante el silencio mediático del mismo capital que fue promotor del mismo, en el Grupo Europa de la Libertad y la Democracia del que formaba parte el UKIP: este se renombraría Grupo Europa de la Libertad y la Democracia Directa, ni más ni menos.

Estos movimientos han realizado una crítica moralista o idealista que ha estado dirigida, cuando no a meros cabezas de turco –políticos—, sólo a la gran burguesía –banqueros y grandes empresarios—, y ha sido realizada en clave reaccionaria. Las premisas de las que han partido para la elaboración a toda velocidad de su proyecto han sido: la recuperación de la financiación del consumo y el re-endeudamiento con las corporaciones financieras que, cuando vuelvan a pedir ese crédito de vuelta en la siguiente crisis, volverán al ataque contra los Estados; y la recuperación de la competitividad en la producción y el comercio. Estas críticas son reaccionarias porque pretenden un viaje en el tiempo al anterior período del Estado de bienestar. Pero resulta que los viajes en el tiempo al pasado no son posibles, a no ser que se "viaje" como se ha hecho: traspasando las rentas del trabajo a las del capital, empobreciendo y empujando a la pobreza a la clase trabajadora lo que, señores, precisa y contradictoriamente niega el Estado de bienestar, algo que son incapaces de comprender. La izquierda socialdemócrata (no los movimientos de ciudadanos indignados), por cierto, se incapacitaron ellos mismos para comprenderlo, desde que pensaron que el marxismo, en su especial habilidad de predecir la evolución de las contradicciones entre capital y trabajo, les restaría votos y legitimidad, en comparación con la legitimidad de la que gozan los partidos burgueses, a los que quieren imitar. 

Estos movimientos de ciudadanos indignados han tenido el objetivo de salvar a la pequeña burguesía, su modo de vida y su situación en el sistema socio-económico. Estos movimientos, además de por su composición orgánica interclasista, por su discurso así planteado, lideran por el momento, de una manera demasiado cercana para sus seguidores, dicho cambio/cuestionamiento de las actuales relaciones internacionales, de la forma política del Estado, o de la democracia: son los partidos “nuevos” surgidos poco después de los movimientos de ciudadanos indignados que, no del mismo modo pero de manera similar a la (ultra)derecha conservadora –con la que, como ya se ha visto, han llegado a aliarse electoralmente—, plantean su oposición a la austeridad en dichos terminos ciudadanistas y nacionalistas; interclasistas y no de clase; algo en lo que parece que ya ha sido derrotada la izquierda europea (PIE), como parece deducirse de un vistazo sobre los últimos acontecimientos sucedidos en las secciones española y griega.


CONCLUSIÓN

Ninguna de las opciones políticas con mayor presencia institucional  influyen en el curso de los acontecimientos ni en la lucha de clases, desequilibrada desproporcionadamente en contra de los trabajadores. 

Dentro de la derecha, el conservadurismo libra una tensión entre el sector más moderado (el que más lentamente cuestiona las libertades democráticas y se niega a desistir del proyecto federal europeo) y el que encabeza y marca la tendencia (antifederalista y euroescéptico). Las opciones extremistas de la derecha conservadora, como el ultraconservadurismo, el social-conservadurismo, el neofascismo y el fascismo clásico decimonónico, están dispuestas sin aspavientos a acabar formalmente con el régimen de libertades. La inmensa mayoría de la derecha liberal (clásica y social-liberal), de la que no debemos ignorar tampoco la crueldad con la que pueden llegar a concebir el Estado, está dispuesta a mantener por la fuerza un pasajero estadio particular del capitalismo, mientras el espectro de la derecha conservadora se erige en líder de su continuación (falsamente rupturista) mediante su propuesta estrella, el proteccionismo económico, lo que tiende a hacer crónica y no puntualmente recurrente, sobre la base de la competencia económica capitalista, la guerra imperialista, creando un clima mucho más agresivo que cualitativamente poco tiene de rupturista con el capitalismo liberal (primera y segunda guerra de Irak; golpes de Estado en Kirguistán, Georgia, etc; golpe de Estado en Ucrania, armamento de ejércitos mercenarios en Libia y en Siria), excepto por lo que significa en materia democrática.

Dentro de la izquierda, la socialdemocracia, desprovista de herramientas teóricas y metodológicas que se lo permitan, tampoco es capaz de salir de la lógica absorvente de un parlamentarismo que, limitado de tal manera por el poder económico, ya no parece plasmar sino la creciente inutilidad de la actividad política parlamentaria, si se quiere orientar, claro está, hacia un cambio social significativo y no hacia cualquier banalidad de corto recorrido. La confrontación contra el  "neo"liberalismo nunca puede ser un pretexto para abandonar la lucha contra el capitalismo y por la construcción del socialismo, ni tampoco puede ser utilizada para reforzar el mensaje que lanzan a las masas las derechas conservadores de todo tipo, con las que los últimos movimientos de masas por excelencia, se aliaron electoralmente (ejemplo de la alianza M5S-UKIP); con las que coinciden en su tercerposicionismo ideológico; con las que se asemejan en su perspectiva nacionalista del fin del capitalismo liberal.

Ante esta grave situación; ante la casi segura claudicación de la socialdemocracia europea; ante la ruptura que significa la posición de los comunistas griegos; ante esta pésima situación de descontento con el decimonónico proyecto liberal que está siendo canalizado por el conservadurismo; es decir, en respuesta a la iniciativa reaccionaria de la derecha por arremolinar el descontento popular, es más necesario que nunca, para comenzar, la reconstrucción del diálogo comunista en torno a una serie de puntos y conceptos en los que los comunistas y los que, como yo, se sienten comunistas y queremos serlo desde la razón, coincidimos: la lucha de clases como motor de la historia, la necesidad de que la clase trabajadora ocupe el centro de las luchas sociales, la dictadura del proletariado como alternativa necesaria a la dictadura del capital, la preparación del proceso insurreccional, y la construcción de la sociedad socialista.

Declaro mi apoyo y adscripción personal a lo expuesto en el Espacio de Encuentro Comunista convocado el 26 de Septiembre de 2015.