Por Marat
[marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es]
1.-Marco general:
Conviene aclarar de qué hablamos cuando lo hacemos sobre el
reformismo. A estas alturas debiera estar claro pero parece que la
ideología dominante y la renuncia ideológica han hecho todo lo posible
en su ceremonia de la confusión.
Hay reformistas que, para quitarse de encima la acusación de serlo,
se la traspasan a otros, que no lo son. Se lo llaman a sectores
desgajados de la derecha capitalista más salvaje, a esos que se
autoproclaman de centro, concepto que existe en el mundo físico pero que
no existe, por más que se empeñen algunos, en el mundo político y
económico. Son los mismos que llaman reformistas a los que se sitúan
programáticamente en la transparencia y la regeneración, en ambos casos
refiriéndose a la corrupción de las instituciones políticas por las
empresas. Ello no es otra cosa que legalizar las mismas estableciendo
una forma de dar carta de naturaleza a los lobbys del capital.
Para muchos marxistas, en cambio, el reformismo es equivalente a
socialdemocracia y/o keynesianismo. Aunque hay una confusión
teórica-práctica grave en identificar ambas categorías como sinónimas
(socialdemocracia y keynesianismo), estamos ya ante una acepción mucho
menos errónea. Atajemos aquí la confusión tan habitual entre
socialdemocracia y keynesianismo:
a) El keynesianismo se inscribe dentro de la teoría liberal y lo que
parece contradecirle es sólo su carácter de cataplasma de urgencias para
una situación extraordinaria que sólo funcionó hasta finales de los
años sesenta del pasado siglo.
b) En cambio, la socialdemocracia de origen tuvo un programa obrero,
bien que reformista, propio, que nada tenía que ver con el Keynesianismo
(no había escrito Keynes su obra cumbre aún) y que no renegaba de la
pretensión de ciertas formas de poder obrero. Que el segundo New Deal de
Roosevelt, ya marcado por el keynesianismo, mantuviera su apoyo de la
primera fase de reformas en y a los sindicatos USA no significa ni que
el keynesianismo ni que Roosevelt y sus planes para atajar la crisis
económica norteamericana tuvieran algo de socialistas, ni siquiera de
socialdemócratas. Simplemente la administración USA bajo su mandato
necesitaba alianzas políticas y sociales para remover inercias del poder
de las grandes corporaciones.
c) En cualquier caso, debemos admitir que la socialdemocracia, tras
Bretton Woods, abrazó el keynesianismo como su modelo económico y, a
pesar de que la crisis capitalista ha demostrado que ya no hay lugar
para tales recetas económicas, sigue ceñida a ese muerto porque le
espanta volver a Marx.
El problema está en cuando entramos a definir qué es
socialdemocracia. Aquí nos encontramos con un concepto que para muchos
puede parecer perennemente fijado en la Historia, pero que en gran
medida tiene que ver con la pereza intelectual de quienes manejan el
término socialdemocracia o socialdemócrata y que, en mucho, señala el
deseo acusar de tal cosa sin ser, a la vez, acusado de ello.
La socialdemocracia es un término histórico con un comportamiento
dialéctico, en el sentido marxista del término. Los seguidores de Louis
Blanc acuñaron el término. Marx en
“El 18 Brumario de Luis Bonaparte” explicaría el significado del concepto:
“
A las reivindicaciones sociales del proletario se les limó la
punta revolucionaria y se les dio un giro democrático; a las exigencias
democráticas de la pequeña burguesía se les despojó de la forma
meramente política y se afiló su punta socialista. Así nació la
socialdemocracia”
Marx y Engels llegarían a militar dentro de la socialdemocracia de
entonces porque, a pesar de todo, presentaba un grado de organización de
los trabajadores que hasta entonces no se había dado. Pronto se
encontrarían con los Lassalle, los reformistas de las Trade Unions
británicas, los prohudonianos de última etapa, con personajes como
Bernstein, a quien Engels debió vigilar de cerca sus veleidades
gradualistas (cambios paso a paso, no de modo revolucionario), el cuál
destapó todo el tarro de sus esencias a la muerte del revolucionario
alemán, porque antes no se atrevió a hacerlo, o socialdemócratas como
Kautsky o Plejanov, a quienes Lenin denunció por lo que representaban
como involución dentro del movimiento socialista.
Tras la muerte de Engels, 12 años posterior a la de Marx, la
socialdemocracia, que ya en el Programa de Gotha se había adentrado en
una senda que abandonaba los principios revolucionarios, apenas
reorientada por un Programa de Erfurt que había caído en la
“democratitis” (algo muy distinto a la democracia), se iría convirtiendo
en cómplice del capitalismo internacional y nacional de sus países, lo
que se demostró en la I G. M,, con el alineamiento socialpatriótico de
los Partidos Socialistas (PP.SS.) a favor de la guerra, y provocó la
escisión que daría lugar, tras la revolución soviética, a la aparición
de los Partidos Comunistas.
Tras la II G.M. algunos partidos comunistas alcanzaron gran peso
político, siendo especialmente importante el caso del Partido Comunista
Italiano (PCI) y el del Partido Comunista Francés (PCF), que superaban
en votos a sus competidores electorales “socialistas”. Y aquí, en la
competencia electoral, en el “cretinismo parlamentario” pequeñoburgués,
que asume las reglas del juego del capitalismo para poder jugar
legalmente, estaba la primera piedra de toque de los futuros “nuevos
socialdemócratas”. La doctrina de la “coexistencia pacífica” de
Jruschov, que significaba en la práctica la renuncia a la expansión de
la revolución socialista mundial y la entrada en escena de lo que se
denominó como la política del “toma y daca”. La disolución de la
Kominform fue una de las primeras consecuencias de la política de
coexistencia pacífica.
En los años 70 el PCI y el PCF, junto con sus homólogos español,
japonés y británico, entre otros, se embarcarían en la aventura
“eurocomunista”, socialdemocracia en lugar de una socialdemocracia que
estaba dejando de serlo y que no era otra cosa que la ambición
“togliattiana” de convertirse en los nuevos PP.SS. de referencia, una
ambición fielmente mantenida por Enrico Berlinguer. En el PCI la
teorización del “compromiso histórico” con la Democracia Cristiana
(D.C,), una vez demostrado que el “sorpasso” a la misma era
insuficiente, acabaría 20 años más tarde en una coalición (El Olivo) de
su partido heredero (ya no se llamaba comunista) con los restos de la
disuelta D.C., resultando elegido el democristiano Prodi como Presidente
del Gobierno. Hoy, tras el paso por otra mafia política distinta a la
democristiana, que heredó su lugar “centrista” (los diversos inventos
políticos de Berlusconi), la resultante de verdes, democristianos y
socialdemócratas excomunistas ha dado lugar al gobierno del Partito
Democratico, dirigido por el democristiano Mateo Renzi, también
secretario general de este partido. Esto de enamorarse de un partido
(del PCI por parte de la dirección y los militantes del PCE) por el
número de votos que logra acaba siempre en el oportunismo reformista.
Si el “socialista” Mitterrand se dedicó en su primer gobierno a
hundir a un PCF socialdemocratizado en el pacto con el “programa común
de la izquierda” y en el segundo a convertir a su partido en
social-liberal, Tony Blair demostraría en sus dos gobiernos que era
capaz de no mejorar a la señora Thatcher en su política antiobrera y de
ser un asesino en Irak junto a Bush jr. y Aznar.
Y a partir de aquí, el resto de gobiernos “socialistas” se irían
haciendo más y más social-liberales y los PP.CC. provenientes de la III
Internacional, con la excepción del KKE y, parcialmente del PCP, que
tolera a un gobierno social-liberal de austeridad en Portugal,
socialdemócratas.
Allá donde los partidos comunistas socialdemocratizados o no, pero
insuficientemente poderosos como para poner en jaque al poder del
capital no eran capaces de tumbar a la exsocialdemocracia, luego
social-liberalismo, aparecieron los trotskistas del Secretariado de la
IV Internacional y sus alianzas: Syriza, con su parte exKKE y mucho
trotsko, el Bloco de Esquerra (una alianza de trotskismo, maoismo y
“alternativismo” antiglobalización) e Izquierda Anticapitalista
(trotskismo light sin conexión con el movimiento obrero e integrado en
el alternativismo). Éste último daría lugar a la columna vertebral de
los primeros adherentes ciberactivistas de Podemos.
En esta etapa, el reformismo proveniente del mundo de los liberados
sindicales que constituyen la “aristocracia obrera” y de los cargos
públicos, ambos profesionalizados, se ha ido produciendo una nueva
sustitución, está con un mayor grado de desconexión con la clase
trabajadora, al desplazarla fuera del escenario histórico como fuerza
transformadora de la sociedad y reemplazarla por los apetitos de una
clase media real o figurada que reacciona ante el temor a la pérdida de
su “status”. Los sectores más jóvenes de esa clase social son los que
han tomado el relevo del viejo sindicalismo de concertación para
revindicar los “buenos tiempos”. En su discurso no falta el elitismo de
fondo de quien desde una perspectiva meritocrática cree merecer un
destino mejor que el que le toca sufrir a los jóvenes pertenecientes a
la clase trabajadora. Y desde tal posición se han erigido en los
paladines de un supuesto cambio que, en el mejor de los casos, lo sería
para unos cuántos miles de ellos que pasaran a engrosar el papel de
burócratas político-institucionales.
La socialdemocracia es conciliación de clases con la burguesía,
modelo gradualista, que nunca llega a un fin de transformación social,se
apoya en una idea de “cambio” a través de las instituciones políticas,
tiene una visión neutral de la naturaleza del Estado, actúa como
paliativo de algunas lacras del capitalismo sin platearse acabar con
él,… Pero es dinámica. No permanece siempre en los mismos partidos. Los
distintos agentes que el capital ha empleado para darse una alternativa
“progresista” de dominación de clase (ex socialdemócratas reconvertidos
en social-liberales, excomunistas y pseudoizquierdistas transformados en
socialdemócratas) se reemplaza para llevar el agua al mismo molino:
a) la desmovilización de la clase trabajadora,
b) el ciudadanismo como disolución del antagonismo capital-trabajo,
c) el pacto social, que ya ni quiere ni necesita el capital,
d) la “democracia”, en lugar del socialismo, como curalotodo del empobrecimiento que el capital produce a la clase trabajadora,
e) el protagonismo de la clase media como mensaje en el que se
centran los politicastros, expresado en los términos mágicos de
“ciudadanos” y “gente”, aunque esa clase media no lo es en las ¾ partes
de los casos sino clase trabajadora.
f) la negación del carácter expropiador del trabajo por el capital bajo el término que lo esconde -la “casta”- ,
g) la negación de la condición de clase del Estado para colar el
embuste de que gobierno es igual a poder y de que el no cambio en las
condiciones de vida de las clases trabajadoras es un asunto de falta de
voluntad política.
En definitiva, han infantilizado la política, convirtiéndola en un
Juego de Tronos para espectadores que esperan, cómodamente, a ser
salvados por el conjuro mágico del
“Sí se puede” (cuando
descubramos el qué será un día de fiesta, al menos nos habrán dicho “su”
verdad). Ese fue el término que empleó el Emperador del mundo, Obama,
en su día, para continuar con la farsa democrática para clases medias
amenazadas de desaparecer, profundamente despreocupadas de la realidad
que afectaba a otros que llevaban decenios descendiendo en sus
condiciones de vida, hasta que ésta les golpeó a ellos en el rostro.
2.- Caracterización sociopolítica:
La base social de ese reformismo político, aunque no siempre sus
votantes, se caracteriza por rasgos similares a la de los partidos y
sindicatos mayoritarios europeos, curiosamente muy similares a los del
progresismo político norteamericano y sus “movimientos sociales”.
Esta involución es de naturaleza ideológica y tiene que ver con varios factores:
a) El aburguesamiento desde hace decenios de las cúpulas políticas y
de los sindicatos partidarios de la concertación social por
profesionalización del cargo y cambio de su extracción social.
b) El aburguesamiento de sectores de lo que el marxismo denominó la
“aristocracia obrera”, sectores de las clases trabajadoras mejor
remuneradas y que durante los años en los que operó el keynesianismo en
Europa vieron mejoradas sus condiciones de vida y nivel social mediante
las políticas redistributivas y de protección social, que hace tiempo
han ido acabándose.
En este proceso de derechización política y social en el que la vieja
socialdemocracia se hace social-liberal y la mayoría de los PPCC, en
compañía de la gran mayoría de la pseudoizquierda radical de raíz
trotskista, se hacen reformistas y se socialdemocratizan, hay una
relación dialéctica que se retroalimenta entre organizaciones políticas y
sindicales y base social en la que ambas se sustentan. De tal modo que
el parlamentarismo como meta real final y el pacto social crean una base
ideológica de consenso y consentimiento en el sistema capitalista,
mientras el aburguesamiento de amplias capas de la población crea en las
organizaciones una actitud de acomodamiento y de renuncia a ser
vanguardia transformadora, limitándose a pastorear voto político y la
afiliación a los grandes sindicatos, que van siendo cada vez menos
grandes. En el caso de la representación política se producen
sustituciones en cuanto a qué partidos lideran el reformismo, aunque en
esencia no cambie nada, sólo las máscaras de la farsa. El reformismo de
los tiempos modernos es una carrera de relevos en la que las marcas
políticas se van pasando el testigo para mantenerlo y servir, mejor así,
al viejo capitalismo en crisis.
Tras el inicio de la crisis capitalista en Europa (llega al
continente en 2008, aunque se inicia en el cuarto trimestre de 2007 en
USA), las primeras reacciones sindicales contra el inicio de políticas
antisociales de los diferentes gobiernos europeos (incluyendo los
social-liberales), no se producen hasta 2009 (Francia), 2010 (en España y
Grecia), 2012 (Italia).
Lo cierto es que esas huelgas apenas han logrado cambiar el signo de
las medidas políticas de “austeridad” ni apenas han generado acumulación
de fuerzas.
Tantos años ideología dominante de la burguesía, de renuncias y
ausencia de lucha ideológica por las organizaciones obreras, de pacto
social, de parlamentarismo burgués, de ausencia de trabajo de base,
conjugado con el terrorismo empresarial y la “esperanza” en que la
crisis capitalista escampe algún día, junto con la práctica inexistencia
de organizaciones revolucionarias, han producido las derrotas sucesivas
de la clase trabajadora en el último decenio que, sin embargo, venían
de mucho más lejos.
Hay que hacer una excepción en cuanto a la voluntad de resistencia.
En Grecia, aunque las huelgas no han logrado revertir las medidas del
gobierno Tsipras, sí que están construyendo conciencia de clase y de
lucha, formando sentido de la importancia de la militancia y el
compromiso, construyendo tejido solidario. No es ajeno el hecho de que
estás huelgas, la última potentísima, estén dirigidas por un
suprasindicato, el Frente Militante de Todos los Trabajadores (PAME), de
orientación comunista, que coordina a multitud de sindicatos. Éste es
el sindicalismo que marca la línea de lucha, por muchas diferencias de
situación de la clase trabajadora en los distintos países de la UE que
existan pero que acabarán igualándose a la baja.
Quienes tienen un profundo desprecio mal ocultado hacia la clase
trabajadora dirán: ¿”Y de qué ha servido tanta huelga?” Son los mismos
que en Agosto de 2011 hablaban de convocar huelgas sin sindicatos.
“Bastante más que agitar las manitas en las plazas”, podríamos
contestarles. El resultado tras sus “movidas” transversales acabó en
España un tiempo después en una gran desmovilización y en un nuevo
fetiche: el de cambiar las cosas por el voto. Cabría preguntarles
cuántos casos más como el de Syriza necesitarán para ver lo que da de sí
el voto. En España parece que hasta que el triunfo y gobierno de la
confluencia, unidad popular, paella valenciana, “gobierno de cambio y de
progreso”, o como quieran llamarle cada uno de los socios al engendro,
no se produzca y sus medidas no se apliquen -incluidos los 20.000
millones de € en recortes que les exige la UE- no quedará satisfecha la
respuesta que necesitan recibir de los hechos. Cabe entonces
interrogarse: una vez que han votado reformismo mezclado con
reaccionario peronismo, si se desilusionan, ¿qué pedirán entonces? ¿Un
salvador? De momento, ya se galvanizan con uno que se cree tal y lleva
coleta.
En cualquier caso, a estas alturas debiera resultar bastante obvio
que lo que representa la CES (Confederación Europea de Sindicatos) y sus
organizaciones miembros (CCOO, UGT, CGIL, CISL, UIL, CGT Francesa,
CFDT, etc.) es paz y diálogo sociales, mantenimiento dentro de la UE y,
en general, todo aquello que se opone a que la clase trabajadora rompa
sus cadenas con el capital. Y eso por mucho que la CGT Francesa ahora
parezca radicalizarse un tanto (Ley El Khomri). En realidad las huelgas
generales de este tipo de sindicalismo sólo tienen un objetivo:
garantizar la continuidad como liberados de quienes ocupan sus
estructuras de dirección, asegurándose la continuidad de sus sindicatos
en las mesas de negociación. Una vez logrado esto, vuelven a la
mansedumbre. El ejemplo de las huelgas generales de UGT y CCOO estos
años, sin continuidad en las luchas, es palmario. La única garantía de
éxito de las mismas era el sostenimiento en el tiempo de la movilización
mediante un plan bien articulado y de alcance europeo y no una
eurohuelga que, por falta de acuerdo entre los convocantes, acabó
convertida en una manifestación de burócratas sindicales con globos en
Bruselas (2013).
Por su parte, la base social más activa de los sectores reformistas
se dedica a agitar las redes sociales, consume un neolenguaje elaborado
por nuevos gurús a sueldo de medios, fundaciones y grupos
semiprofesionalizados en sus organigramas, se limita a manifestarse a
fecha fija o en las plazas con un discurso y unos lemas enamorados de sí
mismos y la exhibición de un “ego colectivo” (soy consciente de que el
ego remite al yo individual, tómese por tanto como licencia retórica)
marcado por el autobombo y superávit de “momentos históricos”. Fuera de
eso, nada que señalar como relevante.
El nuevo reformismo es de carácter inmediatista. El aquí y el ahora
son imperativos de sus programas. Aquí y ahora que no pasan de exhibir
un mero antineoliberalismo y, en el más radical de sus pronunciamientos,
un anticapitalismo que no define cuál es su propuesta de sociedad. Con
revertir parte, no todo de las medidas antiausteridad se conforma. Donde
gobierna (Syriza) las incrementa con saña. Con mala conciencia y dolor
de su corazón dirán ingenuos y cínicos a coro. Y este discurso lo
reproducen sus bases.
Criticar el inmediatismo no significa no comprender las necesidades
inmediatas de la clase trabajadora, sus incertidumbres vitales y
problemas que, en muchos casos, son de pura supervivencia material.
Muchos militantes comunistas las sufrimos en nuestras propias carnes.
Pero tras el aquí y ahora se esconde la aceptación de las políticas de
programa mínimo que, no alcanzando a ser siquiera migajas cedidas por el
capital, a la primera de cambio en que las cañas se les vuelven lanzas
en su contra, entran en las rebajas posibilistas y acaban haciendo justo
la política contraria a la que decían iban a realizar, por moderada que
esta fuera. Lo más escandaloso es cuando su venta a saldo de principios
ideológicos y programas se hace, no desde el gobierno, sino para ganar
unas elecciones.
El trabajo lento, oscuro y callado, la formación política de la base
social, la lucha ideológica, la construcción de tejido militante, la
creación de organización que no reniegue de su identidad de clase
trabajadora, la conciencia de que sin violencia revolucionaria no caerá
el sistema de dominación burgués son, para estos sectores y partidos,
ideas desfasadas, fanatismos, “ranciedumbre”. Llamativamente la
reideologización del pensamiento que genera “lo nuevo” (a veces tan
viejo como el peronismo) provoca estados casi catárticos y espasmos de
entusiasmo muy cercanos a la secta entre los fieles a esta “ilusión”
colectiva.
c) Una labor de penetración ideológica, financiamiento, cooptación de
líderes y patrocinio de los sectores reformistas por parte de
fundaciones globalistas, think-thanks y organizaciones pantalla de los
sectores liberales que han podrido de arriba abajo a partidos,
sindicatos y “movimientos sociales”, proyectos ciudadanistas e
interclasistas, grupos antiglobalización y de la socialdemocracia real
actual.
Sobre el último punto que acabo de señalar quiero explayarme
especialmente con un número lo bastante extenso de datos como para que
cualquier acusación de conspiranoia demuestre que quien la hace responde
simplemente a la mala fe y al consignazo propio del reformista que, al
carecer de argumentos, se limita a pretender desacreditar y desalentar
la lectura simplemente desde el recurso a un término infamante.
No voy a dedicarle apenas tiempo al mundo del 15M, prácticamente desaparecido tras el 15 de Octubre (15-O) de 2012, ya que
lo hice sobradamente a lo largo de aproximadamente año y medio
El 15M fue lo que fue y sirvió para lo que sirvió como movimiento
pretendidamente “espontáneo” que no fue otra cosa que dar voz a la clase
media, real o falseada, en lugar de a la clase trabajadora, sembrar la
ideología ciudadanista, interclasista y de conciliación de clases
(teoría del bien común), dejar un rescoldo de pesimismo y pasividad tras
su fracaso, fuera de los permanentemente “ilusionados”, e instaurar
una involución en ideológica en unas “izquierdas” que ya estaban maduras
para ello.
El 15M era un bucle de ida y vuelta permanente desde el reformismo
socialdemócrata al ciudadanismo y desde éste a una nueva
socialdemocracia reconvertida en los que ahora “si les representan”
(Podemos).
Ahora nos vuelve otro 15M, el francés, con nombre propio,
“Nuit Debout”. Sobre este movimiento
escribí un breve artículo (alguno hay) no hace mucho. La traducción más correcta del nombre de este movimiento al castellano es
“Noche en pie”,
la cuál es muy indicativa del rasgo sociológico más sobresaliente del
mismo: estudiantes y pequeña burguesía que se pueden permitir el lujo de
echar unas horas discutiendo de lo divino y de lo humano, más algunos
parados despistados que se han ido alejando de un ambiente tan
exquisito. La clase trabajadora, en cambio, no puede estarse hasta las 4
de la mañana todos los días, hora pactada con la policía parisina,
porque al otro día trabaja.
Un periodista nada sospechoso de derechista, Rafael Poch, o cuando
menos no más que ellos, señalaba hace pocos días en un artículo muy
interesante sobre Nuit Debout titulado
“El 15-M francés: entre el agotamiento y el “gauchisme””, lo siguiente:
“A falta de base social el movimiento
parece estar cociéndose, cada vez más, en la vieja salsa de un
tradicional izquierdismo parisino, en el peor sentido, leninista, de la
palabra. En su Enfermedad infantil, el revolucionario ruso definió el
izquierdismo como un radicalismo que corta el vínculo con las masas e
impide al movimiento social implantarse (…).
En la plaza los discursos tienden
frecuentemente a una poesía enamorada de sí misma. La importancia del
momento es loada continuamente. “¿Cual es el objetivo de Nuit Debout?”,
se pregunta François Ruffin, el periodista de Amiens y autor del
documental Merci patron, que fue el primero en proponer en febrero
ocupar un lugar público. “¿Se trata de combatir la reforma laboral y su
mundo, o de inventar una democracia pura en 2.500 metros cuadrados en el
corazón del París de los burgueses-bohemios?”. Ruffin ha insistido
desde el principio en resaltar la importancia del nexo con el mundo del
trabajo. “Mi propósito era trasmitir la palabra de las cajeras de
supermercado de provincias, a los parados de Forêt-en-Cabrésis y a las
asistentas a domicilio de Poix-du-Nord, de toda una Francia periférica
invisible y olvidada, y la paradoja es que la Nuit Debout aún los está
ocultando más en beneficio de los de siempre”, dice. El movimiento
necesita una victoria contra la ley laboral –contra la que ayer hubo una
nueva manifestación, coincidiendo con el inicio de su discusión en la
Asamblea Nacional– para demostrar la utilidad de su bella energía, dice
Ruffin que se queja del “perfume antisindical” que se respira en la
plaza; “los sindicatos no son suficientemente cool, ni jóvenes, ni
nuevos”, dice.
Acogido con gritos de “¡Huelga
general!”, el secretario general de la CGT, Philippe Martinez, ha
explicado en la plaza que una huelga general no se improvisa a gritos
sino que se decide en las empresas, algo que hay que currarse. La CGT
apoya una huelga de ferroviarios que el 18 de mayo podría paralizar el
transporte, pero este fin de semana la plaza se preparará para otra
cosa: el Global Debout del 15 de mayo, con la perspectiva de un
“movimiento social transnacional”.
Hasta aquí nada nuevo respecto a lo que fue el 15M en sus primeros
momentos de efervescencia, comisiones de espiritualidad, paz, amor y
mala poesía de los creadores de neolenguaje y frases al estilo
anarcoide, que no libertario (eso es una cosa más seria) del Mayo
francés, tan idealizado por la misma clase social de antaño y de hoy.
Y es que el funcionamiento, asesorado por miembros del Círculo Podemos
París, es una copia del 15M español hasta en los ínfimos detalles, tales
como los códigos de las manos para hablar en las asambleas, como puede
apreciarse en la siguiente fotografía
O bien en un cartel ya emblemático en los medios que están divulgando la
“gesta” de Nuit Debout que no es muy diferente de otros carteles del
15M, como podrán comprobar en la imagen de abajo.
El cartel en francés es reaccionario porque acaba por no cuestionar
al capitalismo. El cartel español lo es también porque, al no relacionar
la crisis con la naturaleza del capitalismo como modo de expropiación a
los trabajadores, bastaría con que los capitalistas fueran honestos y
de buen corazón para que viviéramos en un mundo mágico y feliz.
En realidad, llámese 15M, Occupy o Nuit Debout, este movimiento es una franquicia.
Este tipo de “relatos”, como apunté con anterioridad, vienen
diseñados desde fuera de la propia protesta social y se consumen por
proximidad ideológica de los jóvenes y no tan jóvenes burgueses que
juegan a rebeldes, liderando protestas que se agotan en un mensaje
autorreferencial, y por la flagrante ignorancia y desclasamiento del
resto.
No debe de sorprendernos entonces que aparezcan alrededor de Nuit
Debout algunos apoyos externos un tanto sospechosos. Me refiero a la
noticia de Le Monde que, en su sección dedicada a África se titula:
“Quand la françafrique passe la NuitDebout, place de la République” .
Si en el enlace que les acabo de poner buscan ustedes en la
columna izquierda de la página, encontrarán quiénes son los socios de Le
Monde en su sección Afrique.
Imagino que a estas alturas ya sabrán ustedes quiénes son Bill y
Belinda Gates. Espero que les suene también George Soros. Este
filántropo por la noche, promotor de revoluciones de colores, arruinador
de la libra esterlina, de los tigres asiáticos y
amigo del Plan B de Varoufakis por el día.
Se preguntarán porqué razón Le Monde, en su sección África, con los
patrocinadores que les he mencionado, iba a publicar un artículo de
estas características sobre Nuit Debout. Muy sencillo: porque Nuit
Debout sociológicamente no ha salido de los barrios centrales de París,
donde viven los “bo-bos” (burgueses-bohemios) y apenas han penetrado en
las banlieues, en las que viven inmigrantes e hijos de inmigrantes
norteafricanos y subsaharianos, los cuáles no se sienten representados
en las flash-mob y performances de este movimiento. Y, “casualmente”,
tanto la Fundación de Bill y Melinda Gates como la Open Society
Foundation de Soros tienen mucho interés en hacer una labor de captación
de líderes comunitarios desde hace años entre estos colectivos
africanos, como lo demuestran editorialmente en sus webs y en
inversiones en “iniciativas” y “ONGs” en esta zona del mundo. A pesar de
ello, Nuit Debout sigue teniendo menos que escaso éxito entre los
habitantes de las banlieues.
Por cierto, el señor Varoufakis, “alma mater” del reformista (una
especie de Syriza 2 a la Europea) Plan B para Europa, del que
últimamente ya no oímos hablar, y una parte de cuyos miembros tienen
conexiones con fundaciones globalistas ligadas a las élites mundiales
capitalistas, como se demuestra en el enlace anterior,
también hizo su aparición por la Nuit Debout, como uno de sus oradores.
¿Les suena a ustedes el puño de Otpor, una organización empleada por
el complejo “asociativo” de Soros para la destrucción de Yugoslavia?
Pues se lo pueden encontrar en la Nuit Debout, como antes estuvo en el
15M y en tantas revoluciones de colores.
Por si no lo saben, no todos los puños de Otpor fueron éste
Otpor ha empleado otras versiones de puño
No deja tampoco de ser llamativo que
Mediapart,
vinculada al ICIJ (Consorcio Internacional de Periodistas de
Investigación), entidad financiada por la Open Society Foundations (OSF)
de George Soros, que dio a conocer los Panama Papers, sea la
publicación digital que con más ahínco no ya informa sino que promueve
las actividades de Nuit Debout.
Pero no es el señor Soros el único amigo de Nuit Debout ¿Imaginan
ustedes que la Unión Europea o más concretamente que el Parlamento
Europeo sea un patrocinador de Nuit Debout a través de programas de
radio?
¿Han oído ustedes hablar de
Europhónica? Es una radio comunitaria de la UE para jóvenes universitarios, cuyo principal financista es el Parlamento Europeo.
Pues bien Europhonica, el 14 de abril pasado promovía a Nuit Debout
en su página de facebook, presentando para hablar de ello a un burócrata
de Podemos en Bruselas
Dentro de las radios que promueven a la Nuit
Debout pueden encontrar ustedes Radio Campus France ligada también al
Parlamento Europeo.
La programación de Radio Campus France era el 24 de
Abril pasado la siguiente
¿Les parece a ustedes que un movimiento que cuenta con apoyos de la
Fundación Melinda y Bill Gates, de las fundaciones de George Soros, en
el que aparece el puño de Otpor, que recibe cobertura del Parlamento
Europeo a través de sus radios, de verdad van a cambiar algo sustancial?
Ojo, que no les hablo de hacer una revolución socialista.
Si ustedes desean conocer más conexiones extrañas de Nuit Debout les
invito a leer también un largo pero muy interesante artículo titulado
“Nuit Debout: las sombras de “la revolutión””.
Debiera ser sospechoso cómo la prensa del capital europeo, incluido
el español, ha dado relevancia a Nuit Debout, si es que su proyecto es
tan avanzado. Pero no lo es.
A pesar de todo, como el 15M en su día, Nuit Debout es un soufflé que
se está desinflando. En la Plaza de la République apenas hay unos
cientos de personas en las últimas noches y el movimiento se ha
extendido ya hasta dónde podía hacerlo.
Puedo equivocarme, como otras veces lo he hecho, pero creo que el
llamamiento “Global Debout” para el 15 de Mayo, que pretende celebrarse
en 500 ciudades del mundo, y de paso resucitar al 15M, será más bien un
fiasco, con algunos destellos locales y el principio del fin de Nuit
Debout, como el 15-O Mundial de 2012 fue el canto del cisne para el 15M.
Más allá de la exhibición de un narcisismo colectivo, este movimiento
carece de proyecto concreto y es pura retórica de juego de artificio de
pequeños burgueses jugando un ratito a hacer performances
“revolucionarios” a lo comandante Marcos pero con una ideología bastante
más retrógrada.
Quizá por ello, recientemente Podemos se ha desvinculado como
organización, cuando inicialmente había apoyado el “Global Debout” en
España, siguiendo las movilizaciones que hará el 15M, aunque dice que
sus militantes acudirán. ¿Imaginan que, si se vincula más de lo que ya
lo está esta movilización con el partido morado y es un fracaso, esto
pueda tener una lectura en clave electoral? Yo creo que ellos ya lo han
pensado.
3.-Apéndice político en clave española
Diré muy poco sobre esta cuestión porque el “parlamentarismo de plató
televisivo” al que han reducido sus tratantes la política nacional cada
vez me interesa menos y se me hace tan trabajoso hablar de ello como a
Sísifo subir eternamente la montaña cargado con una enorme piedra.
De un marco político de apariencias en el que todo es simulacro,
mentiras, venta del programa a tanto el escaño posible, enredos y dimes y
diretes que tan poco interesan a muchos de los que vivimos afectados
por los golpes que nos propina el capital y sus gobiernos con la
disculpa de la crisis, sólo los ingenuos y las cheerleaders de la
política pueden esperar cambios reales que superen los de los actores
que han de aplicar las políticas de dominación del capital.
Ignoro si la repetición de las nuevas elecciones traerá un nuevo
“impasse” y se vuelva a unas terceras. Sinceramente me importa un
carajo. No voté en las anteriores, como he hecho muchas veces porque sé
que, salga el partido que salga, sólo cambiará el collar de nuestros
perros guardianes, así como la mejora de sus fortunas personales. En un
contexto en el que la crisis capitalista ha convertido al llamado
“poder” político en una gestora de juegos de simulación de quienes
aceptan sus reglas (todos los que tienen posibilidad de sacar al menos
un escaño), imaginar otra cosa es engañarse uno a sí mismo. El partido,
coalición o amalgama de coaliciones que le toque gobernar correrá
presuroso a Bruselas para recibir las nuevas tablas de ley de recortes
por un equivalente, en estos momentos, de otros 20.000 millones de
euros. Y no se me diga que España no es Grecia porque Bruselas sí que es
Bruselas, lo que le corresponde como buen guardián de los intereses del
capital europeo, y aquí nadie se sale del redil ni se le mueve un pelo
de la ceja sin su permiso, que no lo da.
La salida a este atolladero no vendrá jamás de “otra Europa posible”,
ni de plan B o C, ni de Cristo que lo fundó, sino de descomponer la UE,
como tampoco de las urnas (salvo para los que tienen una por cabeza y
no imaginan otro camino) sino de una revolución social con proyecto de
sociedad socialista, con organizaciones de clase al frente de la misma.
Eso o no vendrá de ningún lado y seguiremos consumiéndonos, como la rana
en la olla a la que se va subiendo lentamente la temperatura para que
no aprecie el cambio de la misma y se acomode a ella hasta que, perdido
el sentido, se achicharre.
Que IU haya entrado en el juego de la confluencia sólo ha podido
sorprender a los ilusos. Su naturaleza socialdemócrata de origen, la
condición de profesionales de la política de sus dirigentes, su base
afiliada, sólo minoritariamente militante, la falta de formación
marxista de sus miembros, que no les permite reconocer lo que su
organización es en realidad, el patriotismo borreguil de partido de
quienes aceptan lo que salga como mal menor, su deuda electoral, la
asfixia por fases a la que le ha sometido la secta podemita desde fuera y
los podemizados de ocasión desde dentro, abocaban a ello.
Toda la rebelión interna se ha basado en mantener las siglas de IU.
Si éstas se salvaban, la reserva hacia el peronismo podemita era ya
insignificante. Ningún dirigente supuestamente crítico (incluido su
coordinador general, que pinta menos que la Tomasa en los títeres y se
ha cubierto de indignidad con su silencio) se opuso abiertamente a esa
confluencia. Es llamativo que los dirigentes de la declaración de
Zamora, llamados luego
“IU sí con más fuerza” no hiciesen un
llamamiento al NO en los dos referendos convocados. A lo sumo alguno ha
planteado la abstención. Es significativo que el más reformista de todos
ellos, Gaspar Llamazares, sea el único que más resistencia ha hecho a
la confluencia con Podemos. Eso sí, sin plantear abiertamente el NO,
quizá porque ha sido traicionado por la dirección de Izquierda Abierta,
su partido integrado en IU.
La enorme abstención en el primer referéndum sospecho que tiene más
de desconexión de hace tiempo de IU con su base y de que la afiliación
real es mucho menor que la oficial, que como una forma de mostrar el
descontento. Sabedores de que sólo computaba el SÍ y el NO, la
abstención, por tramposa que fuera la pregunta en el marco de unas
negociaciones que ya se estaban produciendo y sin que se aclarasen
cuáles eran los términos de la misma, resulta sospechoso que no se
desagregase en los resultados presentados el número de votantes
afiliados y el de simpatizantes y qué había votado cada uno.
Probablemente porque hubiera mostrado lo menguado de las filas de IU,
quizá muy por debajo de los 20.000 afiliados oficiales.
Sólo los expulsados de IUCM están recogiendo firmas para oponerse a
la confluencia con Podemos en ese segundo referéndum, pero las habas ya
están contadas y el paso dado es irreversible.
En este abrazo del oso, IU será tratado como La Marea Gallega (de
portavocía operante nada), incluído en el grupo parlamentario de
Podemos, con el mantenimiento de la portavocía por su secretario general
y führercito, Pablo Iglesias. A Alberto Garzón, sólo si se porta bien,
que lo hará porque le va en su convicción y en su personalidad, le
dejarán de vez en cuando subir a la tribuna para hablar de algo menor. Y
no vale que se ponga el ejemplo de “En Comú Podem” porque el eje
catalán de la confluencia tiene para Podemos mucho más peso que los
900.000 votos de IU. ¿Recuerdan ustedes lo que pasó con el asunto de
formar grupos propios de las organizaciones coaligadas en el Congreso?
¿Por qué iba a pasar ahora algo distinto? ¿Acaso iba a tener Garzón la
valentía de hacer lo que hizo
Compromís? No lo creo.
Si va en las listas con nombre propio, dentro de la lista general al
Congreso de la confluencia, lo más probable es que sean las de UP
(Unidad Popular) ese engendro que se sacó de la manga Garzón. Y es que
UP es su nueva marca para deshacerse de IU, que se comerá su deuda, e
ingresar con sus huestes en Podemos, al estilo de como hizo Tania
Sánchez con su minipartidillo de bolsillo, para integrarse con unas
ciertas garantías de cargo importante.
El invento ese de que IU mantendrá su propio programa, al margen del
programa común con Podemos es una mentira indigna que tiene sólo un fin:
intentar justificar ante su público su renuncia en el programa común a
defender el NO a la OTAN, las nacionalizaciones y la República.
Pero todos sabemos que el programa común sólo es posible si se
renuncia al propio. ¿O que va a hacer IU, votar con Podemos en
cuestiones de aceptación del capital, la Monarquía y los compromisos
militares con la OTAN, que afectan, por ejemplo, a cuestiones como los
Presupuestos Generales del Estado y plantear iniciativas individuales
como IU en el Congreso sobre salida de la OTAN, República o
nacionalizaciones ? ¿Alguien se cree esa esquizofrenia? ¿Creen acaso que
un programa común que deja fuera tales cuestiones -es decir, que acepta
la OTAN, la Monarquía y las nacionalizaciones- iba a permitir tal
ruptura de la disciplina entre socios que, seguramente, estarán en el
grupo de Podemos?
En cualquier caso, les dejo una comparativa entre ambos programas, el
de IU y el del programa común para que ustedes juzguen hasta qué punto
IU se ha vendido por un puñado de escaños, que cuando se concreten los
lugares de salida y cuántos sacó Podemos en las anteriores generales en
cada provincia, pueden ser como el cuento de la lechera.
Más allá del daño colateral que pueda hacer esta indignidad de IU y
su próxima desaparición a la izquierda marxista y revolucionaria, en
tanto que acta de defunción de una muerte que se inició en la misma
noche de las elecciones europeas, al menos este hecho tendrá un valor
clarificador: el de que la izquierda reformista sigue el camino de los
reformismos que le han precedido hasta su consunción final.
Quien se sienta comunista no puede seguir ni un minuto más dentro de
esa amalgama de oportunistas sin principios ni ideología. Debe tener
criterio propio, desengañarse de que sea posible revertir el proceso de
IU, romper, por mucho que le duela con tal organización e incorporarse a
los destacamentos de comunistas que se van formando en distintos puntos
de España. Eso o ser un cómplice que calla y otorga.
_
Enlace de la fuente original de la que fue extraído el artículo reproducido:
http://marat-asaltarloscielos.blogspot.com.es/2016/05/esa-cosa-la-que-ustedes-se-niegan.html (Publicado originalmente el día 12 de mayo de 2016; reproducido en este blog con demora)
1.-Marco
general:
Conviene
aclarar de qué hablamos cuando lo hacemos sobre el reformismo. A
estas alturas debiera estar claro pero parece que la ideología
dominante y la renuncia ideológica han hecho todo lo posible en su
ceremonia de la confusión.
Hay
reformistas que, para quitarse de encima la acusación de serlo, se
la traspasan a otros, que no lo son. Se lo llaman a sectores
desgajados de la derecha capitalista más salvaje, a esos que se
autoproclaman de centro, concepto que existe en el mundo físico pero
que no existe, por más que se empeñen algunos, en el mundo político
y económico. Son los mismos que llaman reformistas a los que se
sitúan programáticamente en la transparencia y la regeneración, en
ambos casos refiriéndose a la corrupción de las instituciones
políticas por las empresas. Ello no es otra cosa que legalizar las
mismas estableciendo una forma de dar carta de naturaleza a los
lobbys del capital.
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1.-Marco
general:
Conviene
aclarar de qué hablamos cuando lo hacemos sobre el reformismo. A
estas alturas debiera estar claro pero parece que la ideología
dominante y la renuncia ideológica han hecho todo lo posible en su
ceremonia de la confusión.
Hay
reformistas que, para quitarse de encima la acusación de serlo, se
la traspasan a otros, que no lo son. Se lo llaman a sectores
desgajados de la derecha capitalista más salvaje, a esos que se
autoproclaman de centro, concepto que existe en el mundo físico pero
que no existe, por más que se empeñen algunos, en el mundo político
y económico. Son los mismos que llaman reformistas a los que se
sitúan programáticamente en la transparencia y la regeneración, en
ambos casos refiriéndose a la corrupción de las instituciones
políticas por las empresas. Ello no es otra cosa que legalizar las
mismas estableciendo una forma de dar carta de naturaleza a los
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1.-Marco
general:
Conviene
aclarar de qué hablamos cuando lo hacemos sobre el reformismo. A
estas alturas debiera estar claro pero parece que la ideología
dominante y la renuncia ideológica han hecho todo lo posible en su
ceremonia de la confusión.
Hay
reformistas que, para quitarse de encima la acusación de serlo, se
la traspasan a otros, que no lo son. Se lo llaman a sectores
desgajados de la derecha capitalista más salvaje, a esos que se
autoproclaman de centro, concepto que existe en el mundo físico pero
que no existe, por más que se empeñen algunos, en el mundo político
y económico. Son los mismos que llaman reformistas a los que se
sitúan programáticamente en la transparencia y la regeneración, en
ambos casos refiriéndose a la corrupción de las instituciones
políticas por las empresas. Ello no es otra cosa que legalizar las
mismas estableciendo una forma de dar carta de naturaleza a los
lobbys del capital.
Para
muchos marxistas, en cambio, el reformismo es equivalente a
socialdemocracia y/o keynesianismo. Aunque hay una confusión
teórica-práctica grave en identificar ambas categorías como
sinónimas (socialdemocracia y keynesianismo), estamos ya ante una acepción mucho menos errónea.
Atajemos aquí la confusión tan habitual entre socialdemocracia y
keynesianismo:
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1.-Marco
general:
Conviene
aclarar de qué hablamos cuando lo hacemos sobre el reformismo. A
estas alturas debiera estar claro pero parece que la ideología
dominante y la renuncia ideológica han hecho todo lo posible en su
ceremonia de la confusión.
Hay
reformistas que, para quitarse de encima la acusación de serlo, se
la traspasan a otros, que no lo son. Se lo llaman a sectores
desgajados de la derecha capitalista más salvaje, a esos que se
autoproclaman de centro, concepto que existe en el mundo físico pero
que no existe, por más que se empeñen algunos, en el mundo político
y económico. Son los mismos que llaman reformistas a los que se
sitúan programáticamente en la transparencia y la regeneración, en
ambos casos refiriéndose a la corrupción de las instituciones
políticas por las empresas. Ello no es otra cosa que legalizar las
mismas estableciendo una forma de dar carta de naturaleza a los
lobbys del capital.
Para
muchos marxistas, en cambio, el reformismo es equivalente a
socialdemocracia y/o keynesianismo. Aunque hay una confusión
teórica-práctica grave en identificar ambas categorías como
sinónimas (socialdemocracia y keynesianismo), estamos ya ante una acepción mucho menos errónea.
Atajemos aquí la confusión tan habitual entre socialdemocracia y
keynesianismo:
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1.-Marco
general:
Conviene
aclarar de qué hablamos cuando lo hacemos sobre el reformismo. A
estas alturas debiera estar claro pero parece que la ideología
dominante y la renuncia ideológica han hecho todo lo posible en su
ceremonia de la confusión.
Hay
reformistas que, para quitarse de encima la acusación de serlo, se
la traspasan a otros, que no lo son. Se lo llaman a sectores
desgajados de la derecha capitalista más salvaje, a esos que se
autoproclaman de centro, concepto que existe en el mundo físico pero
que no existe, por más que se empeñen algunos, en el mundo político
y económico. Son los mismos que llaman reformistas a los que se
sitúan programáticamente en la transparencia y la regeneración, en
ambos casos refiriéndose a la corrupción de las instituciones
políticas por las empresas. Ello no es otra cosa que legalizar las
mismas estableciendo una forma de dar carta de naturaleza a los
lobbys del capital.
Para
muchos marxistas, en cambio, el reformismo es equivalente a
socialdemocracia y/o keynesianismo. Aunque hay una confusión
teórica-práctica grave en identificar ambas categorías como
sinónimas (socialdemocracia y keynesianismo), estamos ya ante una acepción mucho menos errónea.
Atajemos aquí la confusión tan habitual entre socialdemocracia y
keynesianismo:
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general:
Conviene
aclarar de qué hablamos cuando lo hacemos sobre el reformismo. A
estas alturas debiera estar claro pero parece que la ideología
dominante y la renuncia ideológica han hecho todo lo posible en su
ceremonia de la confusión.
Hay
reformistas que, para quitarse de encima la acusación de serlo, se
la traspasan a otros, que no lo son. Se lo llaman a sectores
desgajados de la derecha capitalista más salvaje, a esos que se
autoproclaman de centro, concepto que existe en el mundo físico pero
que no existe, por más que se empeñen algunos, en el mundo político
y económico. Son los mismos que llaman reformistas a los que se
sitúan programáticamente en la transparencia y la regeneración, en
ambos casos refiriéndose a la corrupción de las instituciones
políticas por las empresas. Ello no es otra cosa que legalizar las
mismas estableciendo una forma de dar carta de naturaleza a los
lobbys del capital.
Para
muchos marxistas, en cambio, el reformismo es equivalente a
socialdemocracia y/o keynesianismo. Aunque hay una confusión
teórica-práctica grave en identificar ambas categorías como
sinónimas (socialdemocracia y keynesianismo), estamos ya ante una acepción mucho menos errónea.
Atajemos aquí la confusión tan habitual entre socialdemocracia y
keynesianismo:
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Conviene
aclarar de qué hablamos cuando lo hacemos sobre el reformismo. A
estas alturas debiera estar claro pero parece que la ideología
dominante y la renuncia ideológica han hecho todo lo posible en su
ceremonia de la confusión.
Hay
reformistas que, para quitarse de encima la acusación de serlo, se
la traspasan a otros, que no lo son. Se lo llaman a sectores
desgajados de la derecha capitalista más salvaje, a esos que se
autoproclaman de centro, concepto que existe en el mundo físico pero
que no existe, por más que se empeñen algunos, en el mundo político
y económico. Son los mismos que llaman reformistas a los que se
sitúan programáticamente en la transparencia y la regeneración, en
ambos casos refiriéndose a la corrupción de las instituciones
políticas por las empresas. Ello no es otra cosa que legalizar las
mismas estableciendo una forma de dar carta de naturaleza a los
lobbys del capital.
Para
muchos marxistas, en cambio, el reformismo es equivalente a
socialdemocracia y/o keynesianismo. Aunque hay una confusión
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sinónimas (socialdemocracia y keynesianismo), estamos ya ante una acepción mucho menos errónea.
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