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Espacio de producción propia, reproducción ajena y discusión de teoría analítica sobre estructura, relaciones y cambio sociales, y de difusión de iniciativas y convocatorias progresistas.

domingo, 22 de mayo de 2016

Recuperar el protagonismo de la clase trabajadora significa recuperar el significado de la lucha contra el fascismo

La contramanifestación superó con creces la del HSM
Por Arash

Ayer día 21 de mayo de 2016 acudí, a título individual, a una contramanifestación de gran afluencia juvenil, en la que estuvieron presentes diversos colectivos de la izquierda "radical" y alternativa, con motivo de la manifestación convocada por la "organización comunitaria" xenófoba y de extrema derecha Hogar Social Madrid. Se del ambiente que suele haber en esta clase de convocatorias. Esta fue más animada de lo que esperaba, pero en cuanto percibí que algunos estudiantes comenzaban a sentarse en el suelo de Sol, donde terminó la convocatoria, me marché escopeteado e inmediatamente de allí, a sabiendas de que el acto contra el HSM había terminado definitivamente.


No se por qué, me quedé sorprendido, ya de nuevo en casa y sin percibir hostigamiento alguno de los elementos fascistas y camisas negras que se encontraban "de cacería" por los alrededores de la multitudinaria contramanifestación, cuando comprobé lo selectivos que habían sido los principales medios de comunicación en el ejercicio de la tarea que tienen encomendada. En realidad ya lo había hecho antes, al haber visto cómo estos mismos se comportaban ante protestas de contenidos y consecuencias muy diferentes: la práctica censura de la Huelga General del 14N y de los sindicalistas, trabajadores y jóvenes represaliados por el Estado burgués, como el joven vallecano Alfon, en contraste con los campamentos del 15M, que gozaron del mismo favor y cobertura mediática de la que gozó alguno de los partidos que trataron de representar (y lo hicieron en gran medida) las demandas y la ilusión de aquellos.

Pero en esta ocasión, los principales medios de comunicación se hacían eco en sus primeras planas de la convocatoria fascista y no de la contramanifestación "alternativa", algo repugnante por su parte, por cierto. Me vino a la cabeza, no por casualidad pero siendo consciente de las distancias correspondientes entre ambos fenómenos, el picazón que se pillaron los dirigentes podemitas cuando el mass media, después de haber sido su "fiel" amigo de campaña electoral, comenzó a ignorarles. Tan sólo estaba recordando que todos aquellos productos sociales inconsistentes y amorfos (y lo que desde hace tiempo usurpa el nombre de la izquierda lo es) sólo son herramientas, y como tal pueden ser utilizadas de diversas maneras, algo imprevisible como lo es un pollo sin cabeza o una hidra de cinco cabezas: pero en el escenario del sistema capitalista, productos inconsistentes como aquel, herramientas sueltas sin un proyecto político que las utilice, sólo pueden ser destinadas a convertirse en cómplices de la dominación de las clases propietarias, y a ser instrumentos de las clases sociales que tienen el poder.

Las Unidades de Intervención Policial (UIP) se referían a su calurosa presencia, en el mejor de los sentidos, en la manifestación fascista del HSM, tal y como expresaron ellas mismas en las redes sociales, como un apoyo para "proteger el derecho a manifestarse", mientras se referían a la cabecera de la manifestación alternativa como una manifestación "de la izquierda radical".







Más allá de las simpatías, nada novedosas, que destilan las UIPs por la extrema derecha de este país, así como por la carga morbosa y provocativa de sus declaraciones al respecto de ambas manifestaciones, la declaración referente a la contramanifestación no dejaba de tener un "fondo de verdad" que en absoluto significa que una muy justa convocatoria contra la xenofobia del Gobierno del Estado español y los grupos que operan en su sistema de alcantarillado, representase ahora ni nunca peligro alguno para la seguridad pública ("subversión", dirían en el franquismo), que es el mensaje que el órgano de represión de la disidencia y neofranquista del Cuerpo Nacional de Policía (del Reino de España) realmente estaba difundiendo en las redes.

El fascismo es sinónimo de violencia sistemática, de exterminio y de genocidio contra la humanidad, como ha demostrado la historia y como se deduce de su ideología de odio e irracional, y la expresión de ideas fascistas en las calles no es el ejercicio de ningún derecho porque la finalidad de las mismas es convencer al pueblo de que derechos y libertades son negativos y deben ser abolidos, y el pueblo no debe permitir bajo ningún concepto la propaganda de tales ideas. Por eso, una vez más, el Gobierno y el Partido Podrido han demostrado su complicidad criminal con estos grupos.

Pero es cierto que la izquierda lleva mucho tiempo atravesando una enorme crisis, especialmente desde los años 60, y agravada a finales del siglo pasado, y como resultado de ella las verdaderas luchas de las que podíamos esperar resultados perdurables en el tiempo, incluso las meras luchas de resistencia ante las agresiones de la clase dirigente, se han debilitado gravemente, y la lucha contra el fascismo no es una excepción, por desgracia. El crecimiento de la xenofobia, el racismo y el fascismo, lo corrobora.

El abordaje teórico que el antifascismo hace del fenómeno autoritario y liberticida contra el que se opone, es frecuentemente pobre y desafortunadamente estático. El antifascismo procede de una sana y combativa tradición de lucha de generaciones pasadas que vivieron el golpe de Estado de 1936 contra la legalidad republicana, la expresión explícita y cruda que adquiriría la lucha de clases hasta el final de la guerra, y la represión franquista de la posguerra y la lucha obrera por los derechos y libertades democráticas de la década de 1960 en España, pero el carácter normativo que este ha adquirido en su estado actual, no es ni mucho menos suficiente para detener a la bestia.

La manera en que la juventud comprende a día de hoy, en términos generales, el fenómeno del fascismo, sólo permite detectarlo a través de la identificación de sus símbolos y eslóganes históricos. Pero si algo nos ha demostrado el Euromaidán ucraniano y el trágico genocidio del pueblo antifascista de Odessa, o el movimiento italiano de las "5 estrellas", es que el fascismo de nuevas caras, el "inclusivo" con las ideologías y con quienes las sostienen, se terminará dando de la mano con el de siempre, porque este último las negaba todas ellas, siendo necesarias su existencia y confrontación para todo proyecto de transformación social, y el fascismo es un engendro que vino a este mundo de la sociedad moderna contemporánea precísamente para obstaculizarlo, imposibilitarlo e impedirlo a toda costa.

Si el antifascismo no es capaz de comprender la auténtica naturaleza del fascismo, tan dinámica y dialéctica como la lucha de clases que la explica; si no es capaz de entender que este es el producto que una pequeña burguesía en crisis, asustada por su proletarización o por la simple depauperización económica y social a la que está sometida y por el miedo de perder irremediablemente su renta, genera de manera continuada como alternativa al futuro que seguro la espera en el marco del capitalismo; si no logra visualizar que, ahora que la crisis capitalista de superproducción de mercancías se explicita de manera crónica, ese temor de caída del beneficio del pequeño capital es constante, como constante es el peligro de caída del interés del gran capital financiero del que depende; si el antifascismo no comprende que esta pequeña burguesía tiene la mirada puesta en un pasado de "bienestar", crédito "ilimitado" y consumismo que ya no volverá y que, precísamente por esa misma razón, nos guste o no, queramos admitirlo o no, suda conservadurismo por los poros de su piel; si el antifascismo no consigue interiorizar que esta pequeña burguesía, cortejada por las aburguesadas clases medias, es apoyada, publicitada y financiada por la gran burguesía industrial, comercial y financiera (y ella incluye a los medios de comunicación y manipulación de la opinión pública, los oficiales, pero también muchos de los "alternativos" que ya han demostrado de lo que son capaces), que es recíprocamente interdependiente del resto de las clases sociales explotadoras (es decir, las que extraen plusvalía); en definitiva, si el antifascismo no es capaz de terminar de elaborar y construir el conocimiento de su enemigo, entonces se terminará enterrando a si mismo y fracasará la oposición a la alternativa fascista de dominación de clase que el sistema capitalista lleva preparando desde hace unos años. Y el antifascismo, para hacerlo, tiene que romper con el "alternativismo" y el mal llamado "radicalismo"; tiene que romper con esa trayectoria de decadencia que tomó la izquierda hace tiempo, cuyas desagradables consecuencias desmovilizadoras sufriremos más que nunca a partir de ahora, cuando los capitalistas comienzan una ofensiva sin precedentes contra el proletariado en todos los frentes.

Si no logramos que los militantes del Movimiento Obrero, los futuros demoledores del capitalismo, la clase trabajadora, los que ya están sufriendo la vida que les tocará sufrir a los jóvenes del mañana de las familias trabajadoras como la de Alfon, vuelvan a ser protagonistas de las convulsiones sociales, si no logramos recuperar las luchas de transformación social, la sociedad agotará por completo su paciencia y sus deseos de mirar hacia adelante, la sana voluntad que parte importante de la juventud actual expresa de querer luchar contra el fascismo, como la vista en la última contramanifestación, será llevada hacia un indeseable callejón sin salida, y la humanidad se verá de nuevo ensuciada y estancada durante otro montón de años de exterminio sistemático.

Recuperar el protagonismo de la clase trabajadora significa recuperar al completo la lucha contra el fascismo.

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