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Espacio de producción propia, reproducción ajena y discusión de teoría analítica sobre estructura, relaciones y cambio sociales, y de difusión de iniciativas y convocatorias progresistas.

miércoles, 10 de diciembre de 2025

La "virgen" María y la supuesta aconfesionalidad del Estado


Por Arash

El pasado 8 de diciembre tocaba festivo nacional, por el "Día de la Inmaculada Concepción". De acuerdo al dogma de la Purísima Concepción de María, proclamado en 1854, ésta última habría quedado libre, por gracia divina, del pecado de haber nacido. Los justicieros decidiendo siempre si castigar o perdonar vidas ajenas.

No ignoro que cualquier confesión puede no ser objeto de los practicantes de su liturgia y serlo, tan sólo, de los identificados con sus símbolos; ni que el fascismo puede recurrir más a ella, o bien no hacerlo con tanto ahínco, porque prefiere optar por combinarla con nuevos dogmas o rituales que la complementan. Aunque no por ello deja de tratarse, cuando hablamos de las religiones, de lo que son. Cuentos propios de una etapa más primitiva en el desarrollo humano, en una sociedad que ahora se neomedievaliza y tiende a regresar a sus etapas evolutivas infantiles.

Del mito aquel de la concepción original se derivó la idea, tan compatible con la ciencia y la razón, de que Jesús habría nacido del vientre de una madre "pura", que es como hoy en día muchos perciben a las mujeres que son vírgenes, porque eso sería prueba inequívoca de que, si se llegaran a acostar con ellos, estos últimos habrían sido los primeros en haberlo hecho con ellas. Así es como piensan muchos malcriados. 

El caso es que se habían iniciado acciones legales en el año 2004 contra el Colegio de Abogados de Sevilla, una Corporación pública que tenía a la "virgen" María como su patrona oficial. A fecha de hoy la sigue teniendo porque, tras varios años de proceso, la judicatura dictaminó en 2011 que no se percibía confesionalidad alguna en los hechos denunciados.

Hay otros muchos hechos similares que, al igual que el anterior, se pretenden justificar  equivocadamente en la jurisprudencia resultante. Es lo que sucede con la participación de las Fuerzas Armadas en las procesiones y demás marchas, durante todas y cada una de las festividades anuales que se suceden de la Semana Santa católica, ya después de la dictadura. En numerosos casos incluso portando los estandartes y los distintivos oficiales de sus unidades militares.

La señalada jurisprudencia no debería servir como justificación de ninguna descarada exaltación de este tipo, puesto que aquellas unidades pertenecen a instituciones del Estado distintas de aquellas otras de las que, en estricto acuerdo con la teoría del derecho, emana su poder. Ni tampoco de las exenciones religiosas, u otros beneficios fiscales de la Iglesia Católica.

Así pues, el rechazo de aquel recurso judicial, según el cual no cabía inferir "respaldo o adherencia a postulados religiosos" si "esa tradición se encuentra integrada en el conjunto del tejido social de un determinado colectivo", refiere a los poderes públicos. Pero las únicas instituciones estatales que los constituyen son las Cortes Generales, el Gobierno de España, y el Tribunal Supremo. En el sentido jurídico del término, no lo son las Corporaciones de derecho público, ni las Fuerzas Armadas, como tampoco la Guardia Civil, o el Cuerpo Nacional de Policía, ni ninguna otra fuerza adscrita a cualquier otro nivel administrativo.

¿Cuál es la base legal para la promoción y las reiteradas manifestaciones anuales del catolicismo por parte de los militares? Tampoco la hay, pero tampoco se las prohíbe, como no se prohíben ni se consideran expresiones de odio determinadas convocatorias y concentraciones, ni las manifestaciones de exaltación del franquismo, ni fuera ni dentro de las Fuerzas Armadas.

Si alguien denunciara al chiringuito abascaliano, o al menos a alguno de sus jabalíes políticos por contravenir la normativa suprema del Estado, esa a la que ciertos sectores se refieren, con más o menos inquina, como la del régimen del 78, ¿se pronunciaría el Tribunal Constitucional (no confundir con el poder judicial) de modo comparable en relación con otra costumbre que también "se encuentra integrada en el conjunto del tejido social de un determinado colectivo", aunque no se tratara de la misma confesión a la que se refería la STC 34/2011?

No lo digo por la tolerancia religiosa, porque hay quienes por esto último entienden, a mi pesar, otra cosa muy diferente a la del simple respeto y la convivencia entre nosotros. Lo decía porque las libertades individuales son un pilar básico de la democracia liberal, pero Vox propuso restricciones en la vestimenta islámica en los espacios públicos. Es algo a lo que también se prestarían desde el PP, al igual que con toda probabilidad sucedería en Junts con respecto a Aliança. 

Hay una cuestión muy diferente a la de pretender imponerle a nadie cómo debe de vestirse en la vía pública. En la realidad política española (y catalana) lo de menos es la dignidad de nadie, a no ser que se trate de la que se atribuye a quienes ocupan, o pretenden hacerlo, los asientos remunerados y a repartir, que entonces se convierte en lo principal.

Según las definiciones que se manejan, un Estado aconfesional es aquel en cuyo ordenamiento jurídico no se declara que tenga lugar confesionalidad o adscripción hacia religión alguna, en ninguna de las variantes y sectas habidas y por haber. Aunque se acepte que puedan existir tratados con instituciones clericales que las promueven. La conceptualización plantea claros interrogantes.

De acuerdo con su texto constitucional, el Estado español encajaría en el marco de sus propias definiciones legales. Sin embargo, tal y como se desarrolla según el mismo articulado, sí tiene acuerdos con la Iglesia Católica y no con otras autoridades religiosas, lo que significa que, en la práctica, sí existe priorización hacia una religión, concretamente esa con la que se vinculan los que se dicen devotos de aquella. Así que la supuesta aconfesionalidad del Estado no es real, por mucho que se la declare en la Constitución.

No se trataría de promover una "nivelación" entre variantes, sino de que, al menos, se cumpliera esa declaración formal de la normativa constitucional, por encima de la excusa de cualquier contradicción.

Salvando todas las distancias pertinentes, la peculiaridad que, a este respecto, caracteriza países como España, o también Israel, es que mientras en otros Estados, como por ejemplo los de Grecia y Marruecos, la confesionalidad cristiana ortodoxa e islámica, en cada uno de los respectivos casos, aparece de manera nítida y clara, esa que también existe hacia el cristianismo católico y el judaísmo en aquellos dos primeros, tal y como corresponde, se explicita sólo a medias. Esto es, en la forma de una legislación que infunde confusión o llama a engaños.

A Israel incluso se la define en la legislación judía como si fuera uno laico, algo que a estas alturas, hasta el tertuliano más "medio" sabe que es un embuste como la copa de un pino. En el caso de España, se aplican las dudosas definiciones de uno aconfesional. La distinción entre laicidad y aconfesionalidad tal vez carecería de sentido, de no ser por la definición legal. Pero en cualquier caso ahí está el derecho. 

O se formula una demanda al respecto, o dejar ya que monten otra persecución.

martes, 4 de noviembre de 2025

Retos globales y asimetrías en la circulación


Por Arash

Las posiciones u opiniones que se van afianzando e interiorizando en unas sociedades en declive, que por el momento siguen adoleciendo de la falta de alternativas creíbles frente a la descomposición que las atraviesa, ya se encuentran contaminadas por la geopolítica en casi todas las cuestiones de actualidad.

Se trata con la geopolítica de una disciplina repugnante, inseparablemente vinculada al mantenimiento o bien búsqueda de tutelajes o padrinazgos, a veces mejor disimulados, en tales o cuales superpotencias de lo que un día fue referido, por algunos sociólogos y economistas, con el nombre de "sistema-mundo".

Tanto si ello tiene lugar de manera internacionalmente cruzada o, por el contrario, el seguidismo que uno observa se queda en el propio  polo global del país de pertenencia, lo que ahora nos importa retener es que la geopolítica necesita siempre de una plena subordinación hacia los intereses de las clases dominantes, porque esos intereses y no otros son los que se encargan de hacer valer a través de cualquiera de las alianzas interestatales, en cualquiera de los bloques comerciales, cualesquiera que sean los centros con respecto a los que graviten: EE.UU., Rusia o China.

En todo ello también es fundamental el sector mediático, porque se debe ir imponiendo la ideología dominante en que se justifique el ciclo de acumulación en cada fase, y ese complejo audiovisual juega un papel importante en esa tarea. La censura recíproca de algunas de las principales agencias de noticias no detiene el proceso, porque éste comienza en cada parte y además, también están las plataformas digitales, por las que se difunde y acepta la mayor parte de la porquería que luego reproducen los medios.

La posición que se adopta ante determinados retos globales no sólo tiene que ver con lo anterior, sino también con la incompetencia del movimiento comunista que queda del pasado siglo veinte. Es evidente la responsabilidad que hay en las tradiciones dogmáticas que continúan, porque al haberse refugiado durante décadas en ideas acabadas, en lugar de haberse querido enrriquecer desde la perspectiva histórica, terminaron cayendo en el más patético etapismo. 

Así se facilitó una injusta manipulación del enfoque macroeconómico y de largo plazo. Ahora ya está acabado el Ciclo de Octubre desde hace mucho tiempo, y lo que se proyecta sólo es el socialismo simulado que imaginan ciertos grupillos y partidillos, de presencia más bien virtual.


Va calando la idea: el mundo está esencialmente dividido en patrias y naciones

Esa nefasta idea esconde tras de sí una larga involución social y política, y vaticina el retorno a la incivilización. Ha sido aceptada como propia por una parte importante de la población. Será complicado, aunque no imposible, combatir a partir de aquí a todos los enemigos de clase que encuentran en sus ocurrencias, rebuscadas maneras de enmascarar las más viles consecuencias de la crisis económica, para presentarlas como si fueran un avance en nuestro favor.

Ningún marxista se colgaría esa medalla cuando, con la mirada adecuada, se revela pronto que todo se sigue yendo a la mierda, como casi siempre ha sucedido. Infundir una determinación de lucha no exime tampoco de la posibilidad de sujetarse siempre a un diagnóstico serio sino al contrario, lo necesita. Y menos todavía permitiría aquel que se confundiera el proyecto que defendemos, expuesto en el Manifiesto de 1848, con las políticas que nos imponen el capital y sus gobiernos.

La necesidad que tienen ciertos segmentos ideológicos de inventarse con urgencia algún éxito que ofrecer a las potenciales audiencias que aspiran a pastorear, no vaya a ser que se les reconozca su insignificancia, les conduce incluso a concebir las homicidas políticas migratorias restrictivas que se están llevando a cabo en Europa y otros lugares de tal manera que, si éstas se profundizasen, porque en realidad ya se están implementando, se trataría entonces de una "mayor" ventaja  estratégica que con respecto a todas las que de hecho no han parado de arrebatársenos. ¿Qué es lo que hay que fumarse para aceptar eso?

Por mucho que disfracen el derrotismo quienes así lo consideran, el síntoma claro del fracaso es la inexistencia de asociaciones en la actualidad, que fueran de clase y mantuvieran autonomía con respecto a los aparatos capitalistas, los Estados y los creadores de opinión, única manera de hacer frente y organizar una resistencia, que también debe ser para denunciar las políticas que persiguen o criminalizan la inmigración y buscar, en su lugar, el establecimiento de puentes por encima de nacionalidades legales y étnicas.

Si partimos del carácter periódico o recurrente de la crisis y las convulsiones del ciclo, éstas han de tener sus respectivas manifestaciones en el comportamiento de los principales indicadores económicos. Es por la consideración de la ganancia, en el marco en el que se relacionan productores directos y medios productivos, que se puede constatar el engarzamiento o acoplamiento de los períodos expansivos y de contracción.

Desde el punto de vista de las matemáticas aplicadas, en el anterior encadenamiento tenemos que el límite hacia el que evoluciona la ganancia, por la utilización que se hace de la máquina y las tecnologías, sería el de un punto algebraicamente hipotético. Si agregamos entonces el análisis comparado de distintos ámbitos, merece la pena tener en mente una de las leyes que han llegado a ser expuestas con meridiana claridad, porque se desmontan en ella las bulerías que otros se dedican a difundir. A saber, toda asimetría en la distribución de valor se ha de compensar necesariamente a escala del sistema en el ámbito de que se trate.

Por lo que respecta a las clases trabajadoras en particular, esto anterior resulta congruente con dos hechos. El primero es que, en los países dependientes y menos desarrollados, el ritmo al que se extrae y se apropia de plusvalías es mayor, en esos términos comparados. Y  el segundo es que en el dinero que se recibe en concepto de salario, se expresan ciertos mecanismos por los que las clases dirigentes que pugnan en el mercado mundial de bienes o servicios, no compiten más que por sus propios intereses. 

Las influencias del poder capitalista se dejan notar en las decisiones gubernamentales, incluidas en lo relativo a la política migratoria. Pero de entre lo que más merece atención sobre los rojipardos, es lo que hacen algunos de ellos para ir colando su mierda fascista a los más incautos y desprevenidos, y es entre otras cosas el presentar su "solución definitiva" como si fuera por el bien de todos esos desplazados, a los que no contabilizan en sus planteamientos porque, si por ellos fuera, les dejarían morir a todos ahogados o deshidratados. 

A quienes así proceden en sus razonamientos me gustaría verles metidos en una embarcación con agujeros y que les dijeran que van rumbo a la Atlántida, a ver si llegan o no a aquella isla de la mitología platónica que se encontraría hundida en el fondo del océano. Puede que entonces se pensaran al menos dos veces el proponer para otros lo que, estoy completamente seguro, no querrían para ellos mismos. 

Lo que persiguen en su repetición mecánica de lo que decidieron creer, con independencia de si lo hacen o no de forma consciente, es dejar ideológicamente desarmadas a las clases trabajadoras y populares. El "esquema" que van haciendo suyo quienes promueven mayores restricciones fronterizas, y ello incluye insisto lo relativo a la inmigración, no es más que una manipulación de lo que tergiversan con impunidad, porque las ideas preconcebidas desde las que parten les vuelve incapaces de conocerlo.

Se han inventado una pseudoteoría paraeconómica, por si no hubiera ya pocos curanderos y naturópatas, con la que encima persiguen legitimar la política criminal que defienden, y que atenta no ya contra la calidad de vida de esos explotados y oprimidos, sino contra su integridad física, porque lo que se están jugando éstos últimos, en cuanto empiezan el periplo, ya es la propia vida como tal, eso cuando no estaban ya en riesgo en sus países de origen. En el desarrollo profundo y a futuro de la actual fase neoliberal, lo que vendría después si no lo consiguiéramos impedir, ni se le parecería a lo que se desprende de sus disparatadas "interpretaciones". 

Existe un remedio para no terminar en el regazo de quienes promueven y aplauden la esencia de medidas como las impulsadas y sostenidas por Giorgia Meloni o Viktor Orbán. Es mantenerse lejos de prejuicios fascistas y hacer, en su lugar, una lectura comprensiva de los textos, que no es lo mismo que repetir citas como si fueran mandamientos, ni que echar el vistazo rápido de un borracho drogado. 

Según ellos, lo que sucedería es que los trabajadores nacionales de los países de acogida verían reducido su salario real debido a la inmigración, pero al mismo tiempo, la restricción de las fronteras tendría lugar "por el propio bien" de quienes intentasen traspasarlas. Y lo creen y afirman convencidos, a pesar del flagrante embuste de que los inmigrantes que no las alcanzasen se quedarían íntegramente, según parece, disponibles para ser empleados en aquellos lugares que abandonan, o donde sea que vayan quedando algunos por el camino, sin poder escapar.

Mi problema no es con la ignorancia, puesto que ninguno nacemos con una flor en el culo, sino con la pretensión de hacer de ella algo sobre lo que predicar, cuando mejor harían simplemente en cerrar sus canales, cuentas y podcast de las redes sociales. Sé que no lo harán porque así como se hace en la religión y en el nacionalismo, lo suyo es aprovechar lo desconocido para divulgar relatos ficticios. Pero entonces estamos hablando de harina de otro costal porque eso conduce a lo más abyecto de nuestra especie. 

Si uno aparta la basura que le meten otros en su cabeza, no es difícil saber con qué desenlace y opción se corresponde la interposición de trabas legales y administrativas que dificultan la obtención de permisos de trabajo y residencia, de barreras en las rutas marítimas y en los países de tránsito, los acuerdos con estados-tapón como el reino alauí de Marruecos, o la sustitución de la vigilancia de tipo humanitario por la de los policías y los guardacostas. 

Las lociones para calvos que venden no se corresponden con las históricas barricadas internacionalistas, sino más bien con las de una especie nacionalista de "internacionalismo", que se encuentra justo hacia el otro lado del teatro de operaciones, siguiendo con la metáfora miliciana de una supuesta lucha de clases. Cada ajuste resultante de las políticas migratorias, económicas y represivas, tiene como fundamento último la rentabilidad, es decir, las expectativa de apropiación de la ganancia.

Ese conflicto, el que sirve para combatir todos los otros con los que nos dividen, es incompatible con lo que previsiblemente viene tras esa confederación de prostitutas políticas al servicio de una de las caras del imperialismo, o en paralelo suyo, pero que no será mejor opción: el cuadro aquel de una Europa asquerosamente pintarrajeada con los colores del trapo de cada patria, tanto de las que ya tengan algún Estado propio al que adorar, como las que se pretendieran encontrar en un futuro para que los idiotas quedasen encandilados.


La realidad de las políticas restriccionistas

Sin que me haga falta entrar a pormenorizar diversas circunstancias, la devaluación de nuestros ingresos ha de seguir ahondándose, antes o después, mientras continúan obstaculizándose cada vez más las entradas o incluso si crecieran las deportaciones, porque la explicación de la pérdida de la capacidad adquisitiva es el acto de crear o añadir valor: he ahí el interés en mantener desocupada la reserva laboral. El cierre fronterizo no es ninguna transgresión del capitalismo, ni siquiera del capitalismo globalizado porque no atenta contra su base económica, sino la continuación lógica en la que se prolongan sus consecuencias.

Incluso si se trataran de gestores o funcionarios en el marco de una economía estatizada, a quienes personifican la propiedad en consideración no les interesa que lleguen más inmigrantes si la amenaza de recesión, constante y persistente, no permite un balance de mercado suficiente. De hecho en los círculos neoliberales se pretenden obscenos cálculos precisamente de ello. La intención de revertir la evolución bajista del salario mediante actuaciones encaminadas hacia esa circulación, con independencia de que se trate de países comunitarios, con Estados miembros, o entre la UE y su exterior, o entre Estados europeos que fueran extracomunitarios, sólo es parte de la misma patraña de siempre.

Uno de los ejemplos más radicales pero obvios fue la siniestra finalización, en el año 2014, de la antigua operación italiana Mare Nostrum, que sería reemplazada por otro "plan" financiado con el equivalente a 1/3 del presupuesto del anterior. A no tardar demasiado fue acompañado por la creación, en Albania, de dos centros de detención (Schengjin y Gjader) que tienen un claro objetivo: servirle a uno de los varios gobiernos europeos, el de la nieta del dictador que colgaron los partigiani, Giorgia Meloni, para eludir las disposiciones establecidas en el derecho comunitario e internacional, en materia de refugio y asilo. Todo juega en favor del capitalismo. 

Unos casi 6 millones de euros mensuales es un montón de dinero que emplear de manera productiva, y no para salvarles la vida y que se les pueda prestar una ayuda a todos esos navegantes que cruzan mares, después de haber atravesado desiertos, para luego entre alambres saltar vayas, y tras haber pasado por jaulas, si es que la macabra odisea no termina para ellos con la retención al conseguir llegar a Europa, que puede acabar muy fácilmente en su deportación. De ahí la operación Tritón.

Según la CEAR (Comisión Española de Ayuda al Refugiado) ya han muerto, en la última década, unas casi 30.000 personas tratando de llegar a Europa por las rutas del Mediterráneo, y sólo durante el año 2023, de las algo menos de 60.000 que intentaron llegar a España, perecieron unas casi 1.500 personas. No cabe duda de que se incrementará el número de víctimas que traten de alcanzar nuestras costas, mientras a otros no les parece suficiente desde sus relativas facilidades.

La eliminación (física) del excedente de fuerzas productivas, incluyendo por supuesto al trabajo potencial desempleado, se relaciona estrechamente con lo que Reinhard Kühnl describió, hace ya tiempo, como una de las dos disyuntivas enfrentadas que se llegaron a exponer en la primera mitad del siglo veinte. La antihumanista en lugar de la humanista; la opción del holocausto, la muerte y la creciente dominación del capital y sus fracciones mundiales, en lugar de la opción revolucionaria y del comunismo.

Pero ya sabemos que ahora, a la otra de las opciones, la que no deja tirado a nadie a la hora de hacer un conteo, también hay quienes la consideran "cosmopolita" o la denominan "buenista". Cuántos mal nacidos se han convertido ya en nazis. ¿Le extraña a alguien que el difunto Julio Anguita, el de la partida del ajedrez, junto a dos de quienes en Podemos fueron sus indecentes colegas, Héctor Illueca y Manuel Monereo, se sumaran en 2014 a la idea de echar el candado en las aduanas? A mí no, como tampoco me extrañará que, tras su ejemplo, vengan otros a infiltrar la basura que digieren previamente de las derechas, como vinieron Robert Fico o los laboristas.

Seguramente, el mencionado especialista checoslovaco en sociología podría ser actualizado por diversas razones, como la trayectoria reaccionaria de eso que en algún momento se volvió lo que denominó una "ideología defensiva", prolongándose más allá del siglo veinte hasta el presente. Pero al menos Kühnl sí distinguía y criticaba esa tendencia, al contrario de lo que hacen determinados prometeos del youtube, supermanes del teclado y embaucadores de los podcasts, que es alimentarla desde el horizonte hacia el que la van avanzando, ellos y quienes la profesan.

La intención de los rojipardos, y en general de los socialpatriotas, es la de instrumentalizar los restos del ya extinto modelo welfarista en un sentido abiertamente excluyente. Eso no va a servir más que para tratar de camelar a una parte de los trabajadores europeos durante un brevísimo período de tiempo. Han pervertido el significado de los conceptos de seguridad y de protección para llevarlos a su molino, que será lo mismo el de las reinversiones en el negocio armamentístico, que el del blindaje legal y físico de las fronteras. 

Una parte son autoproclamados comunistas y socialistas sugiriendo, al mismo tiempo, que lo suyo tiene algo que ver con el comunismo y el socialismo. Ese es todo el daño que hacen. Tengo otros adjetivos y dedicatorias para definir a todos estos prendas de las redes sociales a los que me refiero, pero ya me los escucharán seguro en otra ocasión, porque en este caso he decidido respetar al esporádico lector que haya tenido la paciencia de llegar hasta el final.

miércoles, 29 de octubre de 2025

¿Qué dirección del cabreo hacia la gestión política?


 Por Arash

En función de cómo vaya orientado el hastío, que subyace por la gestión ante la gota fría del año pasado en Valencia y Albacete y otras varias cuestiones, la elevación de la denuncia contra todos los cargos y representantes de las instituciones puede ser muy tramposa, según cómo se plantee. Este fue el caso de ciertos ciberfanáticos que se identificaban a sí mismos con la formación podemita, en relación al ataque perpetrado a Pedro Sánchez en 2024, durante su aparición en Paiporta.

Resulta que a los machacas que fueron a pintarse de barro las rodillas o lucir sus prietas camisetas, les habían confundido los muy cretinos, o eso prefiero  pensar, con los vecinos y damnificados que estaban limpiando el desastre. Por eso más de un internauta pudo comprobar cómo al principio aplaudieron hasta con las orejas a aquellos primeros. Puede que los jaleadores se sintieran arengados por el revanchismo de algún ex vicepresidente.

Encaja con lo que fue el eslogan, tan del gusto de los acampados de hace casi quince años, que decía sobre el PP y el PSOE, y sobre el resto de los diputados del arco parlamentario que "la misma mierda son" sea cual fuese su color. Tal es la regla que sus herederos siguen aplicando ahora pero sacando, claro está, a su partido y a sus referentes fuera de la ecuación, que son justo los que resultaron de ese movimiento que decían que era tan horizontal. Desde los que tradujeron el "yes we can" del Partido Demócrata hasta los afines al trumpismo del Partido Republicano. 

Ni la emergencia de los nuevos partidos del momento, ni las maniobras en los que ya existían previamente, ni los partidos que han venido surgiendo después como resultado de las nuevas escisiones y las nuevas maniobras, se pueden explicar en ningún caso sin el 15-M porque el embrión patriotero que desembarcó desde las plazas, verborreas a parte, no traía más que la invasión descarada de los aparatos mediáticos y de intoxicación en la opinión pública. 

Los mismos aparatos que acabaron con la opción reformista y de clase que existía, y que nos han venido colando en su lugar la mierda correspondiente a cada paso que se da para erosionar la democracia liberal. Las corporaciones de Atresmedia, entre lo menos repugnante de las que cobraron protagonismo, y de la que resuenan nombres como los de Jaume Roures o los de José Manuel Lara padre e hijo, y de Intereconomía, de la peor basura y asociada a otros como Julio Ariza o Fernando Paz. Más de uno pasó por las tertulias de unos o de todos esos empresarios y falsificadores para dar a conocer sus respectivas facultades, porque todo les debe de valer a los figuras. 

Esa dirección que se pretende imprimir también parece coherente con ciertas inclinaciones hacia el unitarismo como forma de estado porque, aunque a España se la define en principio de esa manera, el hecho es que hay una descentralización y la administración periférica dispone de los medios con los que actuar en las competencias que tenga reconocidas en cada caso, más allá de cualquier posible decreto de un estado de alarma. 

Cuando desde el cálculo electoral y mediático se hace caso omiso del contenido de una legislación específica por la que también existe el estado de las autonomías, que es precisamente relativa a la protección civil y ante emergencias, y de acuerdo con la cual recaía en la Generalitat la responsabilidad de haber tomado medidas para evitar las más de doscientas muertes en la comunidad autónoma presidida por Mazón, conviene que los demás tengamos claro cuál es el objetivo. 

Lo que se está pretendiendo entonces no es hacer justicia con las víctimas y sus familiares, sino aprovechar el empuje de otras tendencias con el fin de intentar recuperar parte de la influencia que no se tiene o se había perdido. Pero si ese es el caso, lo de menos será entonces que ese intento sea en base a una desgracia ajena a la de quienes lo protagonizan.

Por ese camino llegamos, en ese mismo sentido, a las posiciones de quienes defienden al estirado, y a su esposa la calavera, como las salvaguardias de la patria, el orden y la religión. Y más aún hacia el extremo que éstos últimos, en la parte más profunda de la fosa séptica, están aquellos para quienes hasta la mismísima conferencia episcopal y la monarquía española se han vuelto anticatólicas y comunistas. A estos les va lo más hitleriano o lo joseantoniano, sin ningún tipo de complejos.

La credibilidad del sistema político está en juego si tipej@s asqueroso@s que se comportan de manera negligente, como un Mazón que pudo haberse ido de putas mientras corría el agua por las calles, una Ayuso que para mantener los sistemas de salud o de pensiones elimina a enfermos y jubilados, y quienes destruyen pruebas que no consiguen ocultar, como puede ocurrir con los cribados en las pruebas de detección de cáncer de mama, terminan de rositas sin que las administraciones de justicia impartan el servicio que se supone que prestan a la ciudadanía.

viernes, 20 de junio de 2025

Responsabilidades ante la corrupción: administraciones y mundo empresarial


 Por Arash

El individuo que aparece en la fotografía de portada es Justo Vicente Pelegrini, el ex Director de Construcción para España de Acciona, compañía multinacional actualmente investigada por su probable participación en el caso Koldo - Ábalos - Cerdán.

 

Las responsabilidades legales y penales de las personas jurídicas empresariales también son exigibles 

Cada ser humano es una persona física, de carne y hueso, en el sentido más fisiológico de la palabra y con todos los requerimientos vitales que ello conlleva. Si ésta no es apátrida ni se le está negando la ciudadanía en todo país del mundo, entonces está reconocida como tal en el ordenamiento jurídico nacional del país o lugar del que se trate, siendo esta considerada como sujeto de derecho en la respectiva jurisdicción.

Es por ello que, desde el mismo momento de su nacimiento y registro, tiene asociado lo que en España es un número de identificación fiscal (NIF) que coincide con el que figura en su documento nacional de identidad (DNI) a todos los efectos.

En el ordenamiento o texto legal aquí vigente son reconocidos diferentes derechos. Algunos son reales y otros solamente están de adorno, por ejemplo el derecho de propiedad de la vivienda está por encima del derecho a disponer de la misma para residir, y por eso los desahucios no han parado de estar a la orden del día quienes quiera que hayan sido los legisladores y gobernantes de las últimas décadas. Así mismo, unos derechos pueden ser ejercidos por todo el mundo mientras que otros, sin embargo, solo por una parte de la población.

Otro de esos derechos en particular es el de asociación, que regula la posibilidad de juntarse con otras personas por motivos de lo más diversos. Existen diferentes tipos jurídicamente reconocidos de asociaciones, como las culturales, las deportivas, las sindicales, las mutuales, las patronales, las agrarias, las gremiales, las políticas, las partidistas, y algunas más.

Es debido a lo anterior que, por principio, el sujeto de derecho puede ejercer efectivamente su derecho a asociarse, esto es, su aptitud de constituir sociedades y notificar su existencia en concordancia con cualquiera de los tipos previstos por la ley, de tal modo que se le reconoce como titular no solo de sus derechos individuales, sino también de sus derechos como asociado. También de las correspondientes obligaciones.

A partir de entonces, además de como persona física o individuo en sí mismo existente, se le reconoce como persona jurídica que comparte otro mismo NIF, distinto del que consta en su DNI, junto con el resto de las personas que formasen parte de la misma asociación. A cualquiera de las sociedades constituidas se le pueden exigir responsabilidades legales, y también a los miembros que las constituyen.

Si entramos en el sector empresarial, alguien puede ser todo un emprendedor por especular, o incluso por capitalizar tales o cuales bienes de subsistencia, pero no estar tributando al mismo tiempo ni abonando los respectivos impuestos, por ejemplo porque no estuviera fiscalmente identificado en la susodicha condición. Lo mismo cabría decir de los empleadores que no dan de alta a sus trabajadores, contratados en régimen de sobreexplotación. O de tipejos que sí los registran como asalariados suyos, pero igualmente tampoco cumplen todos y cada uno de los criterios establecidos por las autoridades públicas y laborales, mediante las triquiñuelas más variopintas 

Entraríamos ya en el universo de los empresarios defraudadores. 

Estaría bien que se comprendiera que la corrupción no se agota simplemente en lo que implica la gestión y el disciplinamiento en el nivel político o de las administraciones, sino que es algo de lo más habitual y extendido incluso "a pie de tajo". Lo que sucede es que en la agenda y los itinerarios que se van estableciendo en la opinión pública no se trata, excepto en rarísimas ocasiones, de que el escándalo alcanzase a referir la estructura en que se sostiene la corrupción. 

Aún con ciertas diferencias menores que sí son reseñables con respecto a los medios convencionales, los llamados diarios digitales alternativos tampoco han sido medios de comunicación verdaderamente independientes, aunque sí se atribuyeron la etiqueta. Al fin y al cabo estos medios fueron, junto con lo que fue la apuesta progre de Atresmedia a través del canal La Sexta, los que se encargaron de justificar primero el ascenso y, después, ya de manera algo más fraccionada, a los distintos componentes de la investidura para las últimas legislaturas posteriores a la de Rajoy, lo cual tenía que jugar de manera cortoplacista en contra de un gobierno sostenido por la mayor casa de putas política del país, el PP y Vox, que es un desprendimiento suyo, pero tampoco a favor de recuperar la movilización en defensa de las conquistas sociales.


Relación corruptos-corruptores y pretensiones del presidente de la CEOE 

De acuerdo con el Diccionario de la Lengua Española, se consideran diferentes acepciones del vocablo corrupción: 1) "Acción y efecto de corromper o corromperse", 2) "Deterioro de valores, usos o costumbres", 3) "En las organizaciones, especialmente en las públicas, práctica consistente en la utilización indebida o ilícita de las funciones de aquellas en provecho de sus gestores", y 4) "Diarrea, descomposición". No pude resistirme ni dejar sin transcribir esta última, aunque tampoco quisiera resaltar nada sobre la misma.

En primer lugar, se ilustra en la primera de las acepciones ("corromper o corromperse") que la corrupción en la administración pública exige la comisión de un acto deliberado ("corromper") dado que, por ningún motivo o por azar, nadie resulta corrompido en relación a lo que sea que se supusiera que fuese su recto camino. El corrupto opta por recibir un dinero a cambio de algún "favor" por el que, en realidad, paga quien también decide entregárselo con el fin de conseguir algo.

No le faltaba razón al señor Antonio Garamendi cuando dijo, en un foro organizado en Málaga por el Diario Sur el pasado 17 de junio, que "el que corrompe es el que tiene el poder", excepto por el hecho de que la idea que profesa sobre lo que afirma pasa por intentar excluir al propio empresariado del concepto del poder o, incluso, por justificar una relación invertida con respecto a esa parte del funcionariado que son los políticos: "no es tengo dinero y te corrompo, sino es, si no me das dinero, no te doy... es el que tiene el poder el que realmente tiene la capacidad de corromper". ¿No eran los peperos y compañía quienes acusaban a otros de ser una mafia? La Conferencia Episcopal también se posiciona políticamente.

No tengo por qué ser mal pensado, ni concluir que el presidente de la CEOE le estuviera intentando tomar el pelo a nadie. No creo que esta última intención, la de colarle al personal el que los corruptores fueran unos pobres inocentes extorsionados sea algo estrictamente necesario por parte de nadie que defienda los intereses que defiende Garamendi, que lo hace de la manera más decidida de entre los llamados agentes sociales. 

Siempre han habido quienes los defienden en nombre de la ética, como en el caso de esa aberración filosófica del justicialismo, venida de la Argentina hoy ya castigada por los sucesores de la gran "reina" Cristina Fernández de Kirchner, cuyos íntimos han sido reciclados en muchos casos en el gobierno mileísta, lo cual supongo que tampoco debería hacer de ellos algo preferible ni un mal menor para ningún peronista admirador del postestructuralismo de Laclau.

Volviendo al señor Garamendi, cuando este asegura observar "cómo desde gente que está con espacios de poder, los gestiona, en vez de para el bien público, para su bien personal y privado, y ahí están las grabaciones de lo que estamos oyendo, gente con responsabilidad pública y política, de un ministerio muy importante", trata de aprovechar esta nueva ocasión que le brindan los recientes casos más sonados de corrupción no vaya a ser que se le diera la vuelta a la tortilla.

Cualquier realidad es todo lo compleja que se la quiera plantear. Hay autónomos con ingresos menos elevados y otros, en cambio, viven como auténticos privilegiados, y autónomos con y sin empleados a su cargo. Si consideramos única y exclusivamente a los empresarios de los que consta no solo el registro de la persona jurídica empresarial como tal sino también actividad económica, algo más de un 40% del total son microempresarios. Hay empresas registradas y otras que no lo están, invisibles y no legales, y también algunas empresas fantasma, pantallas de otras existentes y creadas para la evasión fiscal o el lavado de dinero.

Tampoco los ejecutivos y directivos de las empresas, sean estas públicas o privadas, son más que meros asalariados formales porque, incluso si se considera que su actividad es parte del empleo de la fuerza laboral, esta no es salario como tal: hay salario en forma de dinero, pero ese dinero no constituye salario corporificado que redunde en la perpetuación del capitalismo.

El señor Garamendi se posiciona consciente y estrictamente en lo ideológico de acuerdo a su posición social, y en consecuencia parafrasea a quien para él sería un político, en referencia a Yolanda Díaz, cuando un corrupto pretendiera salir airado de los actos ilícitos que cometiese: "cada vez que hay un problema, me escabullo por ahí y le culpo a las empresas en genérico y entonces ahora nos llaman corruptores". También asegura: "si me sacas tres, cuatro empresas y hay dos millones de empresas, no sé de qué estamos hablando... Lo otro es un partido, un gobierno, es lo que es, es un sistema que está ahí".

Sí, y un plato es un plato y un vaso, es un vaso. No hay por qué comparar las empresas con un solo partido, ni los partidos con una sola de las empresas.

Tengo claro que a su parecer, "el sistema empresarial no es corruptor", aunque sí afirme sobre la corrupción que, "en este caso la compañía tendrá que tomar las medidas oportunas, ha despedido al que tenga que despedir, si hay responsabilidades tendrá las que tenga que haber y está la justicia". Pero, ¿acaso el exigirles responsabilidades legales individuales y societarias a los empresarios, cuando éstos cometen delitos, faltas y abusos, debería resultar menos legítimo que hacer lo propio en el caso de que sean políticos?

Y si no lo cree de tal modo, ¿por qué diferencia el señor Garamendi, como lo hace, entre el sistema empresarial por un lado, y el sistema político y de partidos por el otro, cuando a la hora de considerar el primero dice no saber "de lo que estamos hablando" pero, cuando trata el segundo enfatiza que "es un sistema que está ahí"? El mundo empresarial también "está ahí". Hay una lógica que explica el funcionamiento de las empresas y que permite comprender desde la raíz la naturaleza de la corrupción política

Un político encausado por haber practicado estas adjudicaciones, en absoluto arbitrarias, de licencias de obras a las principales constructoras de nuestro país, es un corrupto se mire por donde se mire, con independencia de cual sea su partido de entre los existentes, del nivel administrativo en el que este tenga su puesto o el cargo institucional que ocupa, y también de la legislatura en que ello tenga lugar.

Cualquier político untado, además de aprovechar su cargo para llevarse una mordida, no es en última instancia más que un servidor de su pagador, porque eso que el corruptor persigue del político es una concesión o licitación a partir de la que poder obtener aquello que reinvertir en su negocio. Ese es el interés privado al que se pliegan los políticos: el de algún empresario en apropiarse de plusvalía, incluso si también fuera político, ya sea dentro o fuera de la legalidad. 

Por eso en Acciona, la empresa en propiedad de José Manuel Entrecanales, se ha soltado lastre echándose al hasta entonces director de la misma con el que encabezaba la publicación. Y se puede ser afiliado de un partido y titular de empresas, quien sea ambas cosas. Si tirásemos del hilo, ¿qué ejemplos cotidianos de la corrupción podrían encontrarse incluso descendiendo hacia los niveles inmediatos?

 

El fondo de la corrupción en las administraciones y más allá de estas

Hay una versión legal de lo que se cuece tras la corrupción en las administraciones públicas, y que además está directamente relacionada con lo que la explica en fundamento: la colaboración de autoridades políticas y cargos públicos con iniciativas de tipo capitalista y empresarial, cuyos beneficiarios también pueden ser algunas de las propias administraciones públicas o referirse a accionariados mixtos.

Está íntimamente ligada con el ir asfixiando lo público y social con el fin de reconvertirlo en una forma de gasto que le resulte productiva a las organizaciones del mundo financiero en general, entre las que también se encuentran las principales confederaciones sindicales a nivel nacional, que están metidas en el ajo como accionistas junto a bancos y compañías de seguros.

En el caso de los planes de pensiones impulsados con la mochila austríaca, estos se basan en comisiones porque la gestión que se hace del dinero en cualquier producto financiero no es gratuita. Esto significa que los beneficios que obtengan estas empresas y entidades, en concepto de custodia y depósito de las aportaciones, no solo se han de detraer de la pensión privada del partícipe de estos planes, es decir de las propias aportaciones de quienes los subscriben sean estos individuales o colectivos, sino también de la pensión pública a la que legalmente tiene derecho el conjunto de los actuales y futuros jubilados, pensionistas y trabajadores, incluida la reducida parte de quienes estén subscritos a este tipo de planes. 

Es así que en la última tanda o impulso de tales planes de pensiones, el capital inicial de la inversión con la que esperan rendir en sus cuentas procede de las aportaciones que se nos arrebataron de nuestro salario diferido, porque se financiaron con otra ronda de recortes millonarios en cotizaciones sociales.

Lo que tiene la deslaboralización de los derechos que fueron históricamente arrancados por la clase trabajadora es que convierte esas y otras conquistas en exiguas y paternales "ayudas", porque el gasto público se financia con aquello que va a parar a los Presupuestos Generales del Estado o de las correspondientes administraciones territoriales, y en esa generalidad ya caben partidas absolutamente ajenas a lo social. Por fuera de la lucha de las que resultaron las ya tocadas coberturas estatales a la jubilación o a la dependencia, retomada en nuestro país desde tiempos de la clandestinidad que impuso el franquismo, nada puede garantizar que tales fondos se dediquen para lo que nos conviene.

Sin embargo, todas esas transferencias dinerarias y procederes, los ataques contra la base reguladora, las comisiones de los planes de pensiones, el pasteleo en la Comunidad de Madrid de la Agencia de Vivienda Social, antiguo IVIMA y que mantiene la estructura y el funcionamiento de tiempos de la dictadura, y toda la colaboración público-privada ya no son ni sobresueldos ni corrupción, y esto atañe al fondo de la cuestión

En la denuncia de la corrupción se suele poner el acento mucho más en su aspecto inmoral y, en el más optimista de los casos, en su aspecto ilegal. Hay quienes afirman ahora que hay que perseguir también a los corruptores. Estoy plenamente de acuerdo con ello, a pesar de que a ninguno de quienes agitaban "indignados" sus manitas en el 15M les hubiera dado la puta gana de hacerlo. Les condicionó el depender del poder mediático y corporativo para que sus carismáticos confidentes hubieran alcanzado sus objetivos de alcanzar las instituciones.

Si los corruptores son también corruptos es, en todo caso, en relación a lo que en la sociedad se espera de ellos. A los que son defraudadores hay que denunciarles también por incumplir la legislación establecida. Pero a parte de toda consideración moral, e incluso además de los principios legales, hay algo a lo que se debe en cuerpo y alma todo auténtico empresario: él mismo, su propia e inmaculada persona, cuyos éxitos dependen de que lo sean o hayan sido en mayor o menor medida sus decisiones económicas. Se hace de oro rindiéndole a su dios el culto que le corresponde: la reinversión de la plusvalía extraída a partir de la explotación de la clase trabajadora. 

Es verdad que en toda mi vida no he conocido ni espero conocer a uno solo que, tras pagarme en negro parte de la nómina, que es lo que hacen de tal modo para eludir el pagarnos todo lo que están legalmente obligados a que se cotice, haya cogido acto seguido y se haya confesado (en la comisaría más cercana, me refiero) para resarcir voluntariamente todo el daño y perjuicio causado. El recurso a la legalidad vigente debe ser por supuesto contemplado como posibilidad de la acción contra ellos.

Pero más allá de lo subjetivo está lo objetivo: defraudadores o bien respetuosos hacia la legislación, resultándonos normalmente preferible esto último, el caso es que conviene tener claro que si estamos ante propietarios de valor valorizándose tienen que ir eliminando la fuente última de la cual surge todo ingreso, aunque entonces necesitan intensificar el uso que hacen de eso que nos exprimen.

En lo macroeconómico, el consenso alcanzado para que se devolviera la deuda pública contraída dejó claro que tampoco ningún partido de la izquierda iba a transgredir ni intentar revertir el artículo 135 de la Constitución. Para que se realicen las plusvalías de los acreedores y pueda seguir ampliándose la escala de reproducción de aquellas, tiene que acrecentarse el ritmo al que se devalúa la masa salarial, y para ello ha de ser necesariamente el Estado quien se adapte a las políticas monetarias inflacionarias, quien implemente las reformas flexibilizantes del mercado laboral y las privatizaciones de la sanidad o de las pensiones, entre otras medidas. 

Para no acabar presenciando el anticapitalismo "anticapi" que algun@s pretenden, o alguno todavía peor hacia las derechas, mejor será entender el porqué de que se recurra al fraude contra la hacienda pública, lo mismo que contra la seguridad social o lo que nos va quedando de esta; exigir esa persecución de corruptores desde ahí, y no en plan profesor de ética de secundaria. No es por maldad, ni tampoco por psicopatía, por mucho que haya más de un cabronazo que nos pretenda hacer padecer la que tiene a los demás.

El capital solamente puede sobrevivir aprovechando nuevas oportunidades de negocio y eso pasa por invadir distintas áreas y esferas de la vida, así como también por legalizar ese aprovechamiento que se hace de éstas áreas a desmedro de nuestras condiciones materiales y de existencia. Pero en la base de lo que entendemos por el ámbito de la política, que es solamente una de esas áreas, está la actividad económica laboral y productora de la ganancia y el aprovechamiento que hacen de ella quienes se quedan esta última.

La legislación se osifica a medida que queda anticuada, y puede y debe ser puesta sobre la mesa mientras esté a nuestro alcance, como recurso a nuestra disposición para denunciar ese fraude de ley. Pero si aplicamos la tercera de sus acepciones, no hay fraude, corrupción o desvío respecto a "valores, usos y costumbres" que acabasen en situación de "deterioro" cuando atendemos a la lógica económica de la acumulación, por la que se entiende que todos hacen lo que han de hacer para que la rueda siga girando.