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Espacio de producción propia, reproducción ajena y discusión de teoría analítica sobre estructura, relaciones y cambio sociales, y de difusión de iniciativas y convocatorias progresistas.

viernes, 12 de noviembre de 2021

El "comunismo" en manos de unos y de otros, y el asco que me da todo

Por Arash

Hasta hace dos fines de semana, muchos individuos sin demasiado criterio propio, de cualquier sexo y género, estarían muy ocupados en amar y odiar a Irene Montero porque eso es lo que se establecía en la agenda impuesta por el poder mediático y corporativo. Se la sudan las mujeres aquí y en Afganistán, tanto como que ciertas muyahidinas de alma podrida y cerebro putrefacto "oprimidas por la islamofobia" se manifestaran en Kabul el pasado mes de septiembre para manifestar su apoyo a quienes hacen desfilar cadáveres colgados de grúas móviles, con el fin de amedrentar a las mujeres y a los hombres que lideran la resistencia contra su régimen integrista en la clandestinidad.

De los forofos del "mal menor" en la tasca y el teclado, dejando ya el mercado que abastece la materia prima de la droga y volviendo a este putiferio económico aún distante del horror que toma forma en la periferia, espero escuchar y leer muy pronto que la próxima reforma de Yolanda Díaz no estará tan mal, cuando les den la señal para pronunciarse en defensa de sus queridos salvadores, como hicieron con el "mínimo vital" antes de que tras su fracaso (la gran mayoría de sus solicitantes ni siquiera lo han recibido) desaparecieran misteriosamente en el pantano virtual de las redes sociales. 

Entre otras cosas dirán algo así como que sus referentes están en coalición, y que por lo tanto no todo depende de ellos ni de las carteras ministeriales o consejerías que dirigen, como hicieron con Ada Colau por haber estado tirada en el suelo prometiendo vivienda digna y luego haber promovido contenedores ya desde el ayuntamiento. La inclinación y el seguidismo hacia las duras políticas antisociales (energía, vivienda, salud, pensiones, trabajo) del gobierno progresista seguirá generando esa misma confusión y desconcierto que ha estado alimentando a las opciones que representan la tendencia más salvaje. 

No es que esta fosa séptica y delictiva de Vox y similares sean lo mismo o uno de sus apéndices, que no lo es ni de lejos y el que crea lo contrario es un analfabeto político, es que cuanto más hacia ellos muchos menos escrúpulos para mentir, y si la izquierda también nos está jodiendo poco a poco la vida a la clase trabajadora en Europa y en Latinoamérica (a los que sólo podemos vivir de nuestro trabajo) mientras insinúa estar rompiéndose los huevos por nosotros, entonces no hay nada que les impida a los otros hacerlo todavía más y mejor, con tal de alcanzar el gobierno para pisar aún más el acelerador e imponer la mano dura, ante los más que previsibles estallidos sociales. Teniendo las cosas claras, a ninguno nos interesa que suceda eso, aunque se lo hayan puesto en bandeja.

Mientras tanto, todo lo que veo que no forma parte del espectro "oficial", que es lo que se considera alternativo a la institucionalidad más o menos reconocida, o incluso "antisistema" sea lo que sea que signifique eso, se reparte entre los simpatizantes de los agitamanitas de aquel soufflé indignado de asambleas místicas y simulacro democrático de poder "ciudadano" hace ya unos años, que decían aquello del "sin banderas", y por otro lado, en los que no alejan las que enarbolan ellos ni toman distancia de los portaestandartes humanos de los desfiles de retratos, que en cierto modo son, lógicamente, la expresión última y más acabada del sectarismo.

A un lado tenemos a los libertarianos, que intentan colarnos, mientras se descojonan de risa, un "futuro" lleno de huertos urbanos y decrecimiento, bicicletas y patinetes eléctricos para trabajadores pobres, economía circular y por supuesto ese ataque bestial a gran escala contra nuestra clase que es la transición ecológica, a la que no se duda en calificar como "social", y que es solo una parte del estiércol que los comehierbas de sus discípulos siguen empeñados en confundir con la tradición solidaria.

A otro tenemos a los socialpatriotas, respecto a los que no parece muy aclarada cierta amalgama de proyectos fallidos que jamás lograron ser partidos de clase sino infinitesimales divisiones en la clase, que es diferente. Si yo fuera miembro de alguno de ellos de ninguna manera me sentiría ofendido por reconocer su alejamiento con respecto a la realidad de millones de explotados, sino que trataría de preguntarme por qué motivo es así a pesar incluso de la que ha estado cayendo todo este tiempo. 

Los primeros tienden a reírles las gracias al PSOE y a Unidas Podemos, quien sabe si porque están retraídos o se dejan intimidar por los cerdos voxemitas o todo lo que les rodea, o creen que se les puede combatir justificando y embelleciendo las recetas del actual gobierno. Empezaron creyendo que la movilización de los jubilados y pensionistas era "lo del IPC" y poco más, porque se enteraron de aquella cuando a los diarios digitales progres les empezó a interesar, que es justo después de que empezara a tomar fuerza en las calles antes de que la dividieran, y del mismo modo que aquellos partidos han estado tratando de neutralizar la protesta que comenzó a denunciarlo en el minuto cero, terminarán por tergiversar los auténticos objetivos que persiguen todos quienes subscribieron el Pacto de Toledo.

Otros, envalentonados, compitiendo con la extrema derecha por la idea de la patria en lugar de enfrentarla, o como algún iluminado del facebook, del tonter y el youtube, que está convencidísimo de haber leído en el "Manifiesto Comunista" la divulgación de una identidad de país entre los explotados y los oprimidos. Nadie mínimamente enterado de lo que trata el marxismo diría, ni harto de grifa, que quienes creen que Marx o Lenin defendieron patriotismo alguno, cosa que jamás hicieron, son capaces de distinguir entre organizar procesiones y organizar trabajadores. Otra cosa es rendir culto al solitario, claro está.

No me engaño al respecto, tengo bastante claro lo que significó con respecto a la revolución de octubre. En ningún caso le confundiría ni por asomo con el de la "solución final", como hacen a propósito tantos neofascistas y liberales disimulados o declarados que equiparan la URSS con la Alemania nazi, que son una panda de miserables ignorantes dispuestos a triplicar la población mundial del baby boom con tal de atribuirle víctimas a sus cabezas de turco. Pero ese es otro tema.

Ya les vale a algunos con sus guerras doctrinarias, que lo mismo hablo también de los trotskistas, o qué os pensáis. La conclusión que he sacado es que librar esas batallitas tiene que ser más cómodo que estar en los frentes de lucha más que para enseñar una insignia, para comprender en qué consiste la naturaleza concreta del conflicto capital-trabajo allí donde brota por las circunstancias, para entender la génesis y el desarrollo de las diferentes tendencias e inclinaciones en el mismo. Nada de eso es lo mismo que diluirse en cualquier porquería sin tener criterio para discernir, ni tampoco es lo mismo que teñirse de ningún color.

Lo más preocupante es que, sin existir una alternativa creíble frente al capitalismo en descomposición, que solía llamarse socialismo y comunismo, el socialismo y el comunismo han sido convertidos tanto por unos como por otros en una vulgar retórica, de la que sin embargo se aprovecha un fascismo que divulga odio al semejante y anticipa el próximo llamamiento caudillista al mantenimiento del orden.

Eso es lo que ven, allí donde dirigen su mirada contaminante, el señorito burgués de Don Rodrigo, y la señorita muy jústamente "exiliada" (por terrateniente) de un país ni de coña socialista, perteneciente al mismo partido medieval que aquel: comunistas por todas partes. Incluido este gobierno que pacta con energéticas verdes, bancos y aseguradoras, y los empresarios en general a través de los sindicatos corporativos, para quienes reformarán una vez más el mercado laboral, como han hecho con las pensiones. Hasta un perroflauta cagando margaritas sería comunista para estos dos "tipos", dirigentes de una organización de clara orientación criminal.

Por lo tanto no, no son iguales, y tremendo despropósito inaceptable el de quienes están convencidos de que hay que confundirles con los otros. Lo que me parece significativo, sin perjuicio de ello, es su coincidencia al respecto de ese supuesto regreso del "fantasma" que un día se cernió sobre Europa, y que hoy está tan emputecido en boca de quienes dicen que lo defienden y quienes lo atacan sincéramente, a un lado o al otro, dentro y fuera del parlamento, incluso siendo libertarianos o socialpatriotas. El ministro de consumo, que recientemente ha promocionado un libro oficial sobre cómo cocinar verduras baratas, dice que es comunista. De la ministra de trabajo y vicepresidenta segunda del gobierno se dice también que es una transgresora comunista, y en este otro caso se dice que está preocupada por "las mujeres".

El pasado día 28 de octubre, por cierto, hubo convocada una huelga general sectorial para exigirle al gobierno que aplique la directiva comunitaria 1999/70/CE, que según el Tribunal de Justicia de la Unión Europea debía ser traspuesta a la legislación española, de manera que las administraciones responsables fuesen sancionadas por abuso de la temporalidad en el sector público. La respuesta del gobierno a esa sentencia europea fue acordar con UGT, CCOO y CSIF la reducción de la temporalidad mediante OPEs en las que se convoquen plazas que ya están ocupadas.

El gobierno pretende "estabilizar" las plazas en vez de estabilizar a los cientos de miles de trabajadores que quedarían en el limbo y serían despedidos cuando sus plazas fuesen reocupadas, en lo que sería un ERE ilegal y el más grande de la historia. Este falso proceso de estabilización es la negativa a reconocer su contratación en fraude de ley durante años, por lo que los despedidos tampoco serían indemnizados. Además, por si determinadas centrales sindicales no tuvieran suficiente con lo que ingresan por ser accionistas en compañías de seguros y cómplices en la privatización de nuestras pensiones, estas obtendrán muchos más beneficios mediante los cursos preparatorios para esas OPEs, y luego dirán que es para defender a los trabajadores.

Lo que pretenden el gobierno y sus organizaciones es, como siempre, dividirnos en las mil y una formas que hagan falta: entre trabajadores jóvenes y de mayor edad, entre pensionistas y desempleados (mochila austríaca y "mínimo vital"), entre perceptores de prestaciones contributivas y no contributivas (reconversión de la SS en asistencialismo), y muchas más que con frecuencia no se quieren reconocer abiértamente. 

Hacen las cuentas de la lechera, nos intentan marear con malabarismos en los presupuestos estatales, enfrentan distintos conceptos de la cobertura social en los extremos de una misma balanza de gastos. A eso se refieren cuando hablan de "no dejar a nadie atrás". Se "olvidan" del empresariado y sus beneficios, y de vez en cuando tienden a equiparar las condiciones materiales de todos los trabajadores a la baja, tras haber atacado con alguna de sus reformas las de un sector determinado, para evitar la solidaridad de quienes no quieren enterarse de qué va el rollo.

Hay egoístas e insolidarios que creen que este tipo de convocatorias, como la mencionada huelga del pasado 28 de octubre no va con ellos, que los mayores de anteriores generaciones son unos "privilegiados" o que prejubilarse es un "lujo", que se la pelan las pensiones porque han aceptado que "vivimos demasiado", o que tienen un problema con determinados subsidios sólo porque no son ellos quienes los reciben, poniendo de relieve cómo el individualismo alcanza mucho más allá de los del gusano dorado. 

Sea como sea, en muchas de esas administraciones públicas, hasta tres cuartas partes de las plantillas interinas y temporales están formadas por mujeres, y si a las de este gobierno tampoco les importan más que cero o nada, me parece a mí que buena parte de las demás feministas, pertenezcan o sean ajenas a los partidos que lo ostentan, ni siquiera se habían enterado de esta huelga. ¿A que no?

Todo depende de cómo entiendas la igualdad. Si crees que como hay hombres empresarios, directivos y ejecutivos en nómina de grandes compañías, también tiene que haber mujeres en esos mismos cargos, entonces a lo mejor apoyas una huelga feminista como las últimas del ocho de marzo, contra los "techos de cristal". A más de una persona cobarde he conocido por ahí que se calla lo que piensa aunque sepa que debe decirlo en un momento dado. Del mismo modo, una hipotética revolución tampoco pasaría por ignorar nada de lo que le sucede cotidianamente a la clase trabajadora.

El retirado que un día personificó en su figura la ilusión de un cambio, que era la confusión de la de los trabajadores por llegar a final de mes con los intereses personales de una clase media de acomodados universitarios que se colocaron bien (15-M), dijo que también fue comunista, y que luego dejó de serlo, no fuese que algunos se pensaran que alguien iba a expropiarles el bolso a sus señoras, algo sobre lo que no hay duda de que siempre estuvieron muy tranquilos en el hotel Ritz. Los fascistas, por supuesto, corroboran la condición comunista de las izquierdas, y dicen que vivimos en esa dictadura social-comunista que tanto les aterrorizaría. 

No viví el final de la momia postrada en la cama, pero siempre he tenido claro que me bastaban mis ojos y mi cerebro para seguir entendiendo mejor lo que implica y significa el fascismo, tratando de aprender también lo mejor que puedo del ejemplo de esa generación que lo combatió en el pasado. Adoptará nuevas formas porque se está reinventando, y es verdad que cuando regrese vamos a flipar.

El camino para detenerlos es la organización de los trabajadores en activo, pensionistas, fijos, temporales y desempleados; la organización de todos nosotros como clase, porque todos necesitamos defender el empleo y cuestionar el salario, que es literalmente todo lo que tenemos además de a nosotros mismos en carne y hueso, al menos mientras sigamos teniendo que buscar la manera de vender nuestra fuerza de trabajo para vivir. Ahí es sin duda donde más les duele que les golpeemos, y donde unidos en la acción se podría recuperar la iniciativa en nuestro favor, pero nadie nos va a obligar a combatir nada por lo que no estemos combatiendo aún. 

Mañana acudiré a una de las concentraciones y manifestaciones de jubilados y pensionistas que hay convocadas para ese mismo día por la mañana en diferentes localidades y puntos del Estado español, que en mi caso será Madrid, para denunciar esa odiosa separación de fuentes, sin olvidar que muchos de quienes pretenden que nos olvidemos de esta y tantas otras cosas, que estarán cerca, fueron quienes dividieron una vez más la protesta obrera.

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