Por Arash
En función de cómo vaya orientado el hastío, que subyace por la gestión ante la gota fría del año pasado en Valencia y Albacete y otras varias cuestiones, la elevación de la denuncia contra todos los cargos y representantes de las instituciones puede ser muy tramposa, según cómo se plantee. Este fue el caso de ciertos ciberfanáticos que se identificaban a sí mismos con la formación podemita, en relación al ataque perpetrado a Pedro Sánchez en 2024, durante su aparición en Paiporta.
Resulta que a los machacas que fueron a pintarse de barro las rodillas o lucir sus prietas camisetas, les habían confundido los muy cretinos, o eso prefiero pensar, con los vecinos y damnificados que estaban limpiando el desastre. Por eso más de un internauta pudo comprobar cómo al principio aplaudieron hasta con las orejas a aquellos primeros. Puede que los jaleadores se sintieran arengados por el revanchismo de algún ex vicepresidente.
Encaja con lo que fue el eslogan, tan del gusto de los acampados de hace casi quince años, que decía sobre el PP y el PSOE, y sobre el resto de los diputados del arco parlamentario que "la misma mierda son" sea cual fuese su color. Tal es la regla que sus herederos siguen aplicando ahora pero sacando, claro está, a su partido y a sus referentes fuera de la ecuación, que son justo los que resultaron de ese movimiento que decían que era tan horizontal. Desde los que tradujeron el "yes we can" del Partido Demócrata hasta los afines al trumpismo del Partido Republicano.
Ni la emergencia de los nuevos partidos del momento, ni las maniobras en los que ya existían previamente, ni los partidos que han venido surgiendo después como resultado de las nuevas escisiones y las nuevas maniobras, se pueden explicar en ningún caso sin el 15-M porque el embrión patriotero que desembarcó desde las plazas, verborreas a parte, no traía más que la invasión descarada de los aparatos mediáticos y de intoxicación en la opinión pública.
Los mismos aparatos que acabaron con la opción reformista y de clase que existía, y que nos han venido colando en su lugar la mierda correspondiente a cada paso que se da para erosionar la democracia liberal. Las corporaciones de Atresmedia, entre lo menos repugnante de las que cobraron protagonismo, y de la que resuenan nombres como los de Jaume Roures o los de José Manuel Lara padre e hijo, y de Intereconomía, de la peor basura y asociada a otros como Julio Ariza o Fernando Paz. Más de uno pasó por las tertulias de unos o de todos esos empresarios y falsificadores para dar a conocer sus respectivas facultades, porque todo les debe de valer a los figuras.
Esa dirección que se pretende imprimir también parece coherente con ciertas inclinaciones hacia el unitarismo como forma de estado porque, aunque a España se la define en principio de esa manera, el hecho es que hay una descentralización y la administración periférica dispone de los medios con los que actuar en las competencias que tenga reconocidas en cada caso, más allá de cualquier posible decreto de un estado de alarma.
Cuando desde el cálculo electoral y mediático se hace caso omiso del contenido de una legislación específica por la que también existe el estado de las autonomías, que es precisamente relativa a la protección civil y ante emergencias, y de acuerdo con la cual recaía en la Generalitat la responsabilidad de haber tomado medidas para evitar las más de doscientas muertes en la comunidad autónoma presidida por Mazón, conviene que los demás tengamos claro cuál es el objetivo.
Lo que se está pretendiendo entonces no es hacer justicia con las víctimas y sus familiares, sino aprovechar el empuje de otras tendencias con el fin de intentar recuperar parte de la influencia que no se tiene o se había perdido. Pero si ese es el caso, lo de menos será entonces que ese intento sea en base a una desgracia ajena a la de quienes lo protagonizan.
Por ese camino llegamos, en ese mismo sentido, a las posiciones de quienes defienden al estirado, y a su esposa la calavera, como las salvaguardias de la patria, el orden y la religión. Y más aún hacia el extremo que éstos últimos, en la parte más profunda de la fosa séptica, están aquellos para quienes hasta la mismísima conferencia episcopal y la monarquía española se han vuelto anticatólicas y comunistas. A estos les va lo más hitleriano o lo joseantoniano, sin ningún tipo de complejos.
La credibilidad del sistema político está en juego si tipej@s asqueroso@s que se comportan de manera negligente, como un Mazón que pudo haberse ido de putas mientras corría el agua por las calles, una Ayuso que para mantener los sistemas de salud o de pensiones elimina a enfermos y jubilados, y quienes destruyen pruebas que no consiguen ocultar, como puede ocurrir con los cribados en las pruebas de detección de cáncer de mama, terminan de rositas sin que las administraciones de justicia impartan el servicio que se supone que prestan a la ciudadanía.
